Exploración (22 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Tommy, tan emocional como siempre, comenzó a llorar, pero no sólo por Alistair sino por Alex, por su amigo que había perdido a su padre. Con Sasha había tenido que ser fuerte cuando sufrió sus pérdidas. Con Alex… con Alex podía ser el niño pequeño que siempre había sido.

El pequeño Ariel comenzó a llorar en sus brazos al sentir que algo pasaba, pero con suaves sollozos y roncos gemiditos, como si supiera que no era el momento de escandalizar. Tommy trató de calmarlo, acunándolo, sin darse cuenta de que las lágrimas seguían corriendo por su rostro.

—Tommy, ven. —Sasha lo tomó de la mano para apartarlo un poco—. Alex necesita estar con Angel, llevemos arriba a Ariel —dijo, pensando en cómo se había sentido en esos difíciles momentos en los que sólo deseaba que Tommy lo abrazara lejos de todo el mundo.

—De acuerdo —respondió el muchacho dejándose llevar. En el último momento se acerco a Alex y le dio un suave beso en la mejilla, tratando de demostrarle todo su amor.

4

Los siguientes días fueron muy difíciles para Alex, que tuvo que hacerse cargo de la herencia, además de cuidar de su madre que estaba desolada, y de ahuyentar a los periodistas que querían todos los detalles escabrosos del suceso.

La mayor parte de la fortuna de Alistair pasó a manos de Alex, mientras que a Frances le dejó Averbury y una renta que le permitiría vivir con el lujo al que estaba acostumbrada. Ebenezer fue el gran olvidado del testamento. Sólo heredó veinte mil libras, pero no recuperó su parte en Thot Labs como había sido su deseo. Si no usaba juiciosamente su dinero, tendría que depender de Alex.

A Sasha le pareció una decisión prudente, considerando lo mal que había utilizado Ebenezer el dinero de su padre, pero eso sólo contribuyó a aumentar el resentimiento que el hermano mayor sentía por Alex.

Sasha y Tommy permanecieron todo el tiempo junto a los Andrew, ayudándolos con el pequeño y ocupándose de todo en la mansión. Sasha se encargó de transmitir los encargos de Alex en el laboratorio y de manejar su agenda durante esos días, mientras que Tommy administraba la enorme vivienda. Como resultado, el 24 por la noche ambos estaban extenuados.

El plan inicial de pasar la Navidad con ellos había cambiado porque Frances había caído en una gran depresión y no quería ver a nadie. Alex tuvo que llevar a última hora a Angel y Ariel a Averbury, dejando a los muchachos en la mansión.

Tommy estaba triste y un tanto decepcionado, pero trataba de disimular su desencanto. Entendía lo que estaba pasando, pero no podía dejar de lamentar que todos los planes que habían hecho para esas fiestas, para su cumpleaños número diecisiete, se desmoronaran como un castillo de naipes.

Estaban completamente solos, pues los sirvientes pasaban Navidad con sus familias. Angel y Alex les habían dado carta libre para preparar o pedir lo que quisieran, pero Tommy no tenía apetito. Recostado en el sofá del salón, miraba el fuego de la chimenea.

Sasha lo observó desde la puerta. Sabía que estaba triste, se había pasado todo el mes de diciembre hablando de la Navidad y ahora ocurría eso. El ruso habría deseado que todo fuera diferente, pero como no ganaba nada con pensar en eso, decidió que haría pasar a Tommy una Navidad y un cumpleaños feliz.

—¿Te gustaría preparar algo para cenar o encargamos la cena? —preguntó tentativamente, sentándose a sus pies.

—No tengo muchas ganas de comer —respondió él con voz apagada—. Creo que me iré a dormir… pronto —añadió, aunque no hizo ningún movimiento para irse, como si no tuviera ánimos ni para eso.

Sasha comenzó a acariciarle la rodilla lentamente, mientras hablaba, mirando también hacia la chimenea.

—Sé que no es lo que habíamos planeado, pero no tiene que estropearse completamente. Estamos los dos… Algo podremos hacer para pasarlo bien.

Tommy suspiró sin añadir nada más, dejándose acariciar. Sabía que estaban solos y que lo estarían el día siguiente también, pues eran las vacaciones del servicio. Sabía que la casa era suya y que podían hacer lo que quisieran… pero aun así se sentía triste y desanimado. ¡Había hecho tantos planes…!

Sasha atrapó una de sus manos, dándole suaves besos de mariposa en el dorso.

—Es una lástima que Richie haya ido a Chipping Camden. Podríamos haberlo pasado con él. —Los besos subieron hacia la muñeca de Tommy y se detuvieron allí mientras una de sus manos acariciaba lentamente su pecho.

La mirada de Sasha se dirigió hacia el árbol que él y Tommy habían armado el día anterior a pedido de Angel. Los regalos de Ariel estaban allí aunque nadie tuviera ánimos para abrirlos. Sólo el regalo especial que guardaba para Tommy permanecía oculto en su habitación.

—Si quieres irte a dormir, te acompaño. Podré ver los dibujos animados y así no me sentiré tan solo —dijo suavemente Sasha.

—No hace falta que me acompañes. —Tommy hizo un puchero: quería mimos pero Sasha pasaba de él.

La mano del ruso se dirigió traviesamente hacia la barbilla de su amigo.

—¿En serio no quieres? Yo pensé que querrías estar conmigo. —Hizo un mohín y continuó con su tratamiento de besos, esta vez por el cuello de Tommy—. Pensé que a pesar de todo lo que ha pasado, al menos tú y yo podríamos tener una feliz Navidad.

Tommy no dijo nada pero se dejó besar. Suaves suspiros de obvio placer escaparon de sus labios. Cerró los ojos y se hundió en el sofá.

Los besos llegaron hasta su rostro. Suaves besos de mariposa sobre sus mejillas y párpados, pues Sasha le había quitado las gafas de sol aprovechando la penumbra del salón. Las manos del rubio jugaron con su cabello y una letanía de palabras en ruso salió en susurros de sus labios.

Mi amor… mi tesoro.

Tommy pasó a ser parte activa del dúo. Rodeó el cuello de Sasha con sus brazos y buscando su boca, comenzó a besarlo con su estilo, de una manera que parecía tranquila, pero que rebosaba pasión.

Sasha correspondió al beso suavemente, lentamente. No besaba a Tommy desde que pisaron la casa de Alex y lo echaba mucho de menos.

El beso se fue intensificando y Tommy se las arregló para arrastrar a Sasha hasta tenerlo encima, aprisionándolo de una manera muy agradable contra el sofá. La necesidad de tomar aire y, sobre todo, de tranquilizarse les hizo terminar el beso.

—Esto también formaba parte de los planes de Navidad —susurró Tommy—. Aunque no ahora… y desde luego, no aquí —añadió refiriéndose a que si nada hubiera pasado ahora estarían celebrando con los Andrew en el campo.

—No tengo nada en contra de los cambios de planes —ronroneó Sasha—. Sobre todo si son como éste. —Sus manos comenzaron a deslizarse por la espalda de su compañero, y se metieron bajo su pantalón, acariciándolo. Se apoderó de los redondos cachetes de su trasero y lo masajeó, haciéndolo gemir largamente.

A Tommy le encantaba que le apretujaran el trasero. «Como si amasara pan», pensó y le entró una pícara risa al imaginarse tumbado en la mesa y Sasha vestido de panadero echándole harina y amasándolo.

—¿De qué te ríes? —quiso saber Sasha, trasladando las manos a la entrepierna de su amigo y sobándolo. Era bueno oírlo reír; durante esos días Tommy había estado demasiado solemne.

—Hummmm —gimió Tommy, mordiéndose el labio—. Nada… mmmm… Sólo una tontería que se me ocurrió… —Volvió a reír un poco entre suaves gemidos.

Sasha alzó una ceja, pero olvidó rápidamente el acceso de risa, concentrándose de nuevo en la entrepierna de Tommy. Se las arregló para arrodillarse entre sus piernas y le bajó la cremallera, tentando la erección bajo la ropa interior.

—¿Qué tienes aquí? —ronroneó, presionando ligeramente.

—Hum… —Tommy sonrió con picardía —. Yo pensaba que ya os había presentado. —Otra suave risita escapó de sus labios—. Incluso creía que érais más que amigos.

—Lo había olvidado —dijo Sasha, bajándole decididamente los pantalones—. Puede que si lo veo, lo pueda recordar.

La ropa interior de Tommy fue arrojada lejos y el ruso examinó con atención la enorme erección entre sus piernas.

—Si sigues creciendo así, podrías ganarte la vida como actor porno —observó, inclinándose casi con reverencia, para tomarla entre sus labios. La tentó suavemente con la lengua, para después abrir completamente la boca e introducirla allí.

—Lo mismo podrías hacer tú, hasta donde yo recuerdo no estás tan mal dotado. —Tommy lanzó un sonoro gemido al sentirse totalmente rodeado—. Y hay que reconocer que tu capacidad de
contenerme
también es un don —continuó, refiriéndose a que Sasha era capaz de tomar toda su erección en su garganta sin aparente esfuerzo, cosa de la que no todo el mundo era capaz—. ¿Crees que si filmáramos pelis porno gay, las comprarían? —preguntó con una sonrisita.

Sasha sólo asintió, ocupado en atenderlo, e imaginó fugazmente una versión porno de
La Bella y la Bestia
, en la que Tommy encarnaba al príncipe convertido en monstruo. Pero ese pensamiento desapareció pronto de su mente, conforme aumentaba la excitación y la urgencia que tenía por poseerlo.

Tommy, a sabiendas de que estaban solos y que no había nadie en muchísimos metros a la redonda, se dejó llevar y comenzó a jadear con fuerza. Sus gemidos resonaron en la inmensa mansión y sus manos se aferraron a la tapicería del sofá.

—Sasha. —Consiguió articular en un jadeo lastimero, mientras movía sus caderas al ritmo que la boca del ruso le imprimía.

—Paciencia —pidió su amante, abandonando por un momento su placentera tarea. Sus movimientos se dificultaban sobre el sofá, de modo tiró de Tommy hasta tumbarlo sobre la alfombra y se arrodilló nuevamente, tomando aire.

Estaba desnudo de la cintura para abajo, pero llevaba aún la camisa blanca abotonada hasta el cuello y Sasha se dedicó a desnudarlo por completo, para desnudarse luego a su vez.

Se tendió sobre él y lo besó largamente, buscando compensarlo por los planes truncados, por el abandono de los ajetreados días pasados, por el amor que no podía expresar con palabras. Su boca descendió por la dorada piel mientras sus dedos ágiles comenzaban a prepararlo con movimientos circulares.

—Hum… —gimió Tommy—. Deberíamos sub… ¡Aaah!… subir al cuarto… Si ¡aaaaah! Angel se entera alguna vez de que hemos follado encima de su alfombra persa favorita, nos… Humm ¡Oh, mi Dios…! Nos matará.

—No se enterará —jadeó Sasha y retiró los dedos torturadores—. No aguanto más —gimió, dirigiendo su virilidad hacia el dilatado pasaje, deseando fundirse en él y arder junto a su amor.

—Pero… ¡Aaaaah! —Tommy trató de replicar pero Sasha lo tomó de un solo empellón y sólo pudo gritar y arquearse contra su cuerpo. Jadeante y respirando con dificultad, trató de acomodarse a la intrusión deseando que comenzara a moverse con fuerza, traspasándolo, marcándolo, haciéndolo sentir vivo.

Sasha buscó sus labios, besándolo con la pasión que se le desataba cuando lo poseía. Su lengua pugnó por entrar, dominando y marcándolo como suyo. Sus caderas ondularon en un suave preámbulo de los movimientos más intensos que vendrían después.

—Ahhh, fóllame… fóllame duro, hazme perder el sentido, como a Grant —rogó Tommy entre gemidos, aferrándose con fuerza a los hombros de Sasha.

El rubio sonrió con expresión felina. Se había encontrado un par de veces con Grant en el verano y habían terminado follando en un hotel. Aunque Grant nunca podría compararse a Tommy.

Alzó las piernas de su compañero sobre sus hombros y se retiró un poco, para luego embestir con fuerza, apoyando una mano en la alfombra.

—Fuerte y duro —jadeó, sin dejar de moverse, disfrutando de la sensación de fricción y de los gemidos y gritos que daba Tommy.

—Más… más… más duro… más fuerte —jadeó—. Destrózame… márcame… —Comenzó a desvariar sin saber lo que decía, clavando las uñas en los brazos del ruso— ¡Dios, quiero morir en tus brazos! —gritó con fuerza.

Sasha estaba habituado a la sonoridad de su joven amante y a las incoherencias que siempre gritaba cuando follaban. Adoraba eso de Tommy, siempre tan espontáneo, y no pensaba decepcionarlo.

Aumentó el ritmo de sus embestidas, apretando los dientes, concentrado en darle más y más placer. Sus profundos gemidos contrastaban con los gritos de Tommy, que se incrementaron cuando la mano del ruso comenzó a masturbarlo.

Tommy se aferró más a su amante, completamente perdido en ese placer sublime que lo perforaba sin misericordia. Se arqueó, sintiendo que estaba próximo a llegar.

«Un poco más», se dijo. Siempre procuraba hacer que su pareja llegara antes que él, pero con Sasha era incapaz… con Sasha perdía el control.

El ruso procuró controlarse, masturbándolo furiosamente hasta que su mano se llenó del cálido líquido y, olvidando que estaban sobre la alfombra, siguió embistiéndolo hasta eyacular copiosamente en su interior y colapsar sobre su cuerpo, mordiéndose los labios para no gritarle su amor.

Tommy abrazó con fuerza el tembloroso cuerpo de Sasha, tan tembloroso como el suyo propio. Durante unos minutos se limitaron a abrazarse frente al fuego, recuperando las respiraciones. Todo era calma y sosiego hasta que Tommy gritó:

—¡Oh, Dios mío! —Se levantó con ímpetu y empujó al ruso a un costado—. ¡Oh-Dios-Mío! Angel nos matará —añadió con cara de puro terror señalando una enorme mancha de obvia sustancia color blanquecino en medio de la hermosa alfombra persa.

—Mierda… ¡Mierda! —exclamó a su vez Sasha, levantándose a su vez y ensuciando aún más la alfombra—. Espera… —Intentó pensar—. ¡No te muevas! ¡¡Estás goteando!! —Tommy le dio una mala mirada y Sasha le entregó la camisa, que usaron para limpiarse—. Hay líquido para limpiar alfombras en el cuarto de aseo… No se notará, espero —dijo, nervioso.

Tommy vio salir con prisa a un alterado y desnudo Sasha, una bonita visión, para qué negarlo. Se levantó como pudo, intentando no gotear, frunciendo el ceño por la similitud con una cañería vieja, y recogió toda la ropa desperdigada por el salón.

Con toda la dignidad que pudo se dirigió a su habitación tapándose con la camisa que Sasha le había alargado para limpiarse. «Mi camisa, mi pobre camisa», pensó al ver las manchas. Tras dejar la ropa encima de la silla se metió al baño y decidió darse una relajante ducha. Al fin y al cabo él había avisado que eso podía pasar, ahora que lidiara Sasha con la mancha. Él iba a solucionar los
goteos
.

5

Después de no poco trabajo, Sasha logró dejar la alfombra más o menos decente, pero tuvo que cambiarla de sitio para que la mancha quedase bajo una mesita. Pensó que sería prudente los días siguientes llevar a Ariel a jugar por allí y derramar la leche del biberón del pequeño. Así podría decirles a los sirvientes que lo limpiasen y borraría definitivamente toda evidencia.

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