Inventario Uno 1950-1985 (41 page)

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Authors: Mario Benedetti

Tags: #Poesia

qué apretujón de ocio a plazo fijo.

Pero nadie se asusta

nadie quiere

pensar que se ha nacido para esto

pensar que alcanza y sobra

con los pinos

y la mujer

y el libro

y el crepúsculo.

Una noche cualquiera acaba todo

una mañana exacta

seis y cuarto

suena el despertador como sonaba

en el resto del año

un alarido.

Aquí empieza el trabajo.

En mi cabeza y en el almanaque

junto a mi nombre y cargo en la planilla.

Aquí empieza el trabajo.

Mansamente.

Son

cincuenta semanas.

SÓLO MIENTRAS TANTO

1948-1950

ÉSTA ES MI CASA

No cabe duda. Ésta es mi casa

aquí sucedo, aquí

me engaño inmensamente.

Ésta es mi casa detenida en el tiempo.

Llega el otoño y me defiende.

La primavera y me condena.

Tengo millones de huéspedes

que ríen y comen,

copulan y duermen,

juegan y piensan,

millones de huéspedes que se aburren

y tienen pesadillas y ataques de nervios.

No cabe duda. Ésta es mi casa.

Todos los perros y campanarios

pasan frente a ella.

Pero a mi casa la azotan los rayos

y un día se va a partir en dos.

Y yo no sabré dónde guarecerme

porque todas sus puertas dan afuera del mundo.

AHORA EN CAMBIO

Hubiera entregado el Dios que no poseo,

hubiera aprendido tres o cuatro signos,

y así desalentado,

así fiel, ceniciento,

invariable como un recuerdo atroz,

me hubiera respondido,

me hubiera transformado en ademanes

me hubiera convencido como todos,

refugiado en el hambre universal,

salvado para siempre y para nada.

Ahora en cambio estoy un poco solo,

de veras un poco solo y solo.

Mi tristeza es un vaso de oraciones

que se derraman sobre el césped

y desde el césped nace Dios

y está también un poco solo,

de veras un poco solo y solo.

Mas yo le ayudo a conocer las aves

y en toda su extensión la herejía vegetal,

los corazones de sus alegres huérfanos,

la tierra que es la palma de su mano.

EMPERO

Cierro los ojos para disuadirme.

Ahora no es, no puede ser la muerte.

Está el escarabajo a tropezones,

mi sed de ti, la baja tarde inmóvil.

De veras está todo como antes:

el cielo tan inerme,

la misma soledad tan maciza,

la luz que se devora y no comprende.

Todo está como antes

de tu rostro sin nubes,

todo aguarda como antes la anunciada

estación en suspenso,

pero también estaba entonces este pánico

de no saber huir y no saber

alejarme del odio.

De veras todo está

destruido, indescifrable,

como verdad caída inesperadamente

del cielo o del olvido

y si alguien, algo, me golpea los párpados

es una lenta gota empecinada.

Ahora no es, no puede ser la muerte.

Abro los ojos para convencerme.

SÓLO MIENTRAS TANTO

Vuelves, día de siempre,

rompiendo el aire justamente donde

el aire había crecido como muros.

Pero nos iluminas brutalmente

y en la sencilla náusea de tu claridad

sabemos cuándo se nos caerán los ojos,

el corazón, la piel de los recuerdos.

Claro, mientras tanto

hay oraciones, hay pétalos, hay ríos,

hay la ternura como un viento húmedo.

Sólo mientras tanto.

DIOS MEDIANTE

Cierto, me rodean árboles un tanto silenciosos,

se asoman al paisaje como buscándome

mas yo también me busco y he olvidado

desesperadamente mis labios.

Vuelvo recién del último silencio

y estaba Dios o algo así como Dios

desolando puntual mi sueño.

Sufrí como se sufre, demasiado feliz,

tendido aquí en la tierra, casi deshabitado,

pidiendo, no pidiendo, dejándome llevar.

Y estaba Dios o algo así como Dios

desencantando adrede mi soledad.

Sin embargo ahora estoy rodeado

por los familiares en mi mundo desierto:

el hermano cielo, la hermana tarde,

viene sobre el viento la nube rosa.

Es cierto, me rodean,

se asoman al paisaje como buscándome.

Son las moléculas de Dios infinito,

quizá Dios mismo o algo así como Dios

pero se interponen entre él y yo.

No se me olvide,

nunca

se me olvide,

A Dios no podré asirlo

Dios mediante.

NOCTURNO

Por una vez no existe el cielo innecesario.

Nadie averigua acerca de mi corazón

ni de mi salud milagrosa y cordial,

porque es de noche, manantial de la noche,

viento de la noche, viento olvido,

porque es de noche entre silencio y uñas

y quedo desalmado como un reloj lento.

Húmeda oscuridad desgarradora,

oscuridad sin adivinaciones,

con solamente un grito que se quiebra a lo lejos,

y a lo lejos se cansa y me abandona.

Ella sabe qué palabras podrían decirse

cuando se extinguen todos los presagios

y el insomnio trae iras melancólicas

acerca del porvenir y otras angustias.

Pero no dice nada, no las suelta.

Entonces miro en lo oscuro llorando,

y me envuelvo otra vez en mi noche

como en una cortina pegajosa

que nadie nunca nadie nunca corre.

Por el aire invisible baja una luna dulce,

hasta el sueño por el aire invisible.

Estoy solo con mi infancia de alertas,

con mis corrientes espejismos de Dios

y calles que me empujan inexplicablemente

hacia un remoto mar de miedos.

Estoy solo como una estatua destruida,

como un muelle sin olas, como una simple cosa

que no tuviera el hábito de la respiración

ni el deber del descanso ni otras muertes en cierne,

solo en la anegada cuenca del desamparo

junto a ausencias que nunca retroceden.

Naturalmente, ella

conoce qué palabras podrían decirse,

pero no dice nada,

pero no dice nada irremediable.

LAS PRIMERAS MIRADAS

Nadie sabe en qué noche de octubre solitario,

de fatigados duendes que ya no ocurren,

puede inmolarse la perdida infancia

junto a recuerdos que se están haciendo.

Qué sorpresa sufrirse una vez desolado,

escuchar cómo tiembla el coraje en las sienes,

en el pecho, en los muslos impacientes

sentir cómo los labios se desprenden

de verbos maravillosos y descuidados,

de cifras defendidas en el aire muerto,

y cómo otras palabras, nuevas, endurecidas

y desde ya cansadas se conjuran

para impedirnos el único fantasma de veras.

Cómo encontrar un sitio con los primeros ojos,

un sitio donde asir la larga soledad

con los primeros ojos, sin gastar

las primeras miradas,

y si quedan maltrechas de significados,

de cáscara de ideales, de purezas inmundas,

cómo encontrar un río con los primeros pasos,

un río "para lavarlos" que las lleve.

ELEGIR Ml PAISAJE

Si pudiera elegir mi paisaje

de cosas memorables, mi paisaje

de otoño desolado,

elegiría, robaría esta calle

que es anterior a mí y a todos.

Ella devuelve mi mirada inservible,

la de hace apenas quince o veinte años

cuando la casa verde envenenaba el cielo.

Por eso es cruel dejarla recién atardecida

con tantos balcones como nidos a solas

y tantos pasos como nunca esperados.

Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos,

los espías aleves de la soledad,

las piernas de mujer que arrastran a mis ojos

lejos de la ecuación de dos incógnitas.

Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte,

hojas secas, bocinas y nombres desolados,

nubes que van creciendo en mi ventana

mientras la humedad trae lamentos y moscas.

Sin embargo existe también el pasado

con sus súbitas rosas y modestos escándalos

con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera

y su insignificante comezón de recuerdos.

Ah si pudiera elegir mi paisaje

elegiría, robaría esta calle,

esta calle recién atardecida

en la que encarnizadamente revivo

y de la que sé con estricta nostalgia

el número y el nombre de sus setenta árboles.

AUSENCIA DE DIOS

Digamos que te alejas definitivamente

hacia el pozo de olvido que prefieres,

pero la mejor parte de tu espacio,

en realidad la única constante de tu espacio,

quedará para siempre en mí, doliente,

persuadida, frustrada, silenciosa,

quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,

tu corazón de una promesa única

en mí que estoy enteramente solo

sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,

pacientemente agrio, de invencible ternura,

ya no importa que use tu insoportable ausencia

ni que me atreva a preguntar si cabes

como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche

desgarradoramente idéntica a las otras

que repetí buscándote, rodeándote.

Hay solamente un eco irremediable

de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza

no tener oración para morder,

no tener fe para clavar las uñas

no tener nada más que la noche,

saber que Dios se muere, se resbala,

que Dios retrocede con los brazos cerrados,

con los labios cerrados, con la niebla,

como un campanario atrozmente en ruinas

que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría

todos los juramentos y las lluvias,

las paredes con insultos y mimos,

las ventanas de invierno, el mar a veces,

por no tener tu corazón en mí,

tu corazón inevitable y doloroso

en mí que estoy enteramente solo

sobreviviéndote.

COMO UNA HIEDRA

Ahora es preciso que me encuentre indefenso

a solas con la vida de mi muerte

como recién nacido

como recién asido

a la posibilidad de mi no-ser.

Yo puedo ser el dueño de mis hechos,

puedo venir de alguna parte,

a la muerte puedo tender

como a una residencia o un presagio

y a la vida de la sobremuerte

como a una esperanza o un placer.

Pero cuando el silencio derriba el muro

y debo penetrar en la noche neutra

sin una sombra porque es sólo sombras,

sin un murciélago bendito

ni un relámpago de terror,

entonces sí me vuelvo despiadado,

entonces sí soy irrisorio,

entonces sí improviso mis rencores,

desmorono mis sueños,

verifico mis dudas.

El día estalla otra vez en gritos,

busca con ansiedad mis ojos de la noche

toda muerte, mis ojos

de la olvidada noche.

Como una hiedra sigo trepando

por el muro que existe de nuevo

y el sol perpetuo me reconoce

y por un rato soy la vida.

ASUNCIÓN DE TI

A Luz

1

Quién hubiera creído que se hallaba

sola en el aire, oculta,

tu mirada.

Quién hubiera creído esa terrible

ocasión de nacer puesta al alcance

de mi suerte y mis ojos,

y que tú y yo iríamos, despojados

de todo bien, de todo mal, de todo,

a aherrojarnos en el mismo silencio,

a inclinarnos sobre la misma fuente

para vernos y vernos

mutuamente espiados en el fondo,

temblando desde el agua,

descubriendo, pretendiendo alcanzar

quién eras tú detrás de esa cortina,

quién era yo detrás de mí.

Y todavía no hemos visto nada.

Espero que alguien venga, inexorable,

siempre temo y espero,

y acabe por nombrarnos en un signo,

por situarnos en alguna estación

por dejarnos allí, como dos gritos

de asombro.

Pero nunca será. Tú no eres ésa,

yo no soy ése, ésos, los que fuimos

antes de ser nosotros.

Eras sí pero ahora

suenas un poco a mí.

Era sí pero ahora

vengo un poco de ti.

No demasiado, solamente un toque,

acaso un leve rasgo familiar,

pero que fuerce a todos a abarcarnos

a ti y a mí cuando nos piensen solos.

2

Hemos llegado al crepúsculo neutro

donde el día y la noche se funden y se igualan.

Nadie podrá olvidar este descanso.

Pasa sobre mis párpados el cielo fácil

a dejarme los ojos vacíos de ciudad.

No pienses ahora en el tiempo de agujas,

en el tiempo de pobres desesperaciones.

Ahora sólo existe el anhelo desnudo,

el sol que se desprende de sus nubes de llanto,

tu rostro que se interna noche adentro

hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa.

3

Puedes querer el alba

cuando ames.

Puedes

venir a reclamarte como eras.

He conservado intacto tu paisaje.

Lo dejaré en tus manos

cuando éstas lleguen, como siempre,

anunciándote.

Puedes

venir a reclamarte como eras.

Aunque ya no seas tú.

Aunque mi voz te espere

sola en su azar

quemando

y tu sueño sea eso y mucho más.

Puedes amar el alba

cuando quieras.

Mi soledad ha aprendido a ostentarte.

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