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Authors: Flora Davis

Tags: #Ensayo, Psicología, Referencia

La comunicación no verbal (25 page)

Los estudios etológicos sobre niños realizados en Gran Bretaña, representan un comienzo fascinante a pesar de que todavía queda mucho trabajo por realizar. Por ejemplo, lograr saber qué extensión de lenguaje no-verbal deberá poseer un niño a determinada edad. Se ha logrado una respuesta parcial a un interrogante más interesante aun: ¿cómo hacen los niños para aprender este código? Las investigaciones de William Condón sugieren que los niños lo aprenden porque sus padres los gratifican de manera no-verbal cuando realizan los movimientos adecuados: mediante una sonrisa o tal vez echándose hacia adelante y moviéndose en armoniosa sincronía. La presencia de estas lecciones inconscientes acerca de capacidades que también lo son, es fácilmente identificable en cuanto los investigadores comienzan su labor.

C
apítulo
- XVIII

Indicadores del carácter

Los mimos siempre han sabido que los movimientos corporales de un hombre son tan personales como su firma. Los novelistas también saben que, con frecuencia, reflejan su carácter.

Las investigaciones acerca de la comunicación humana a menudo han descuidado al individuo en sí. No obstante, es obvio que cualquiera de nosotros puede hacer un análisis básico del carácter de un individuo, basándose en su manera de moverse —rígido, desenvuelto, vigoroso— y que la manera en que lo haga representará un rasgo bastante estable de sus características personales.

Tomemos por ejemplo la simple acción de caminar: levantar en forma alternada los pies, llevarlos hacia adelante y colocarlos sobre el piso. Este solo hecho nos puede indicar muchas cosas. El hombre que habitualmente taconee con fuerza al caminar nos dará la impresión de ser un individuo decidido. Si camina ligero, podrá parecer impaciente o agresivo, aunque si con el mismo impulso lo hace más lentamente, de manera más pareja, nos hará pensar que se trata de una persona paciente y persistente en el logro de sus objetivos. Otra lo hará con muy poco impulso —como si cruzando un parque tratara de no arruinar la gramilla— y nos dará una idea de falta de seguridad. Como el movimiento de la pierna comienza a la altura de la cadera, existen otras variaciones. El hecho de levantar las caderas exageradamente nos hará pensar en una persona satisfecha de sí misma; si al mismo tiempo que camina, produce un leve movimiento de caderas, la manera de andar será cómoda y cadenciosa. Si a ésto se le agrega un poco más de ritmo, más énfasis y una figura en forma de "guitarra", se logrará la forma de caminar que hace dar vuelta la cabeza a los hombres por la calle, para mirar a una mujer.

Esto representa la forma del movimiento corporal, en contraste con sus motivaciones: no el acto de caminar sino la manera en que se hace; no el acto de estrechar la mano, sino la forma de hacerlo. El sistema que surgió para "el estudio de este tema se denomina "esfuerzo-forma". El analista de "esfuerzo-forma" estudiará el fluir del movimiento —en tensión o en relajación, intenso o leve, repentino o directo, etc.— y en la "figura", que es en realidad un concepto de la danza: las formas que adopta el cuerpo en el espacio.

En verdad, el sistema "esfuerzo-forma" tuvo su origen en la observación de la danza. Toda su historia coincide con la de un hombre notable: Rudolph Laban. Originariamente, éste era arquitecto y pintor; se volcó hacia la coreografía a principios del año 1900, en Europa. Ideó un sistema para registrar los diferentes pasos de danza —para lograr un registro de los movimientos de los bailarines— que se denominó Labanotation. Este sistema se emplea tanto para ballet, como folklore y danzas modernas, desde hace más de treinta años.

Cuando surgió el nazismo, Laban huyó de Europa Central hacia Inglaterra. Allí, durante la guerra, le encargaron que investigara la eficiencia y la fatiga en la industria británica. Su manera de encarar el problema fue totalmente diferente al estudio, empleado hasta entonces, del "tiempo-movimiento", que concentraba el máximo esfuerzo en hallar el modo más corto y breve de lograr un objetivo determinado, tratando al obrero en algunas oportunidades, como si fuera solamente una parte más de la maquinaria. Laban trató de hallar secuencias de movimiento que resultaran cómodas, variadas, tratando de evitar cualquier tipo de esfuerzo innecesario. Por ejemplo: si un obrero debía levantar un objeto pesado, la manera más rápida de hacerlo podría ser levantándolo perpendicularmente. Laban propuso un movimiento en dos etapas: primero un movimiento hacia arriba y a la derecha y luego otro hacia la izquierda, de manera tal que el impulso y el ritmo del movimiento acompañaran al esfuerzo de levantarlo.

A través de estos estudios industriales Laban desarrolló un sistema diferente para analizar y describir los movimientos: "esfuerzo-forma". En cierta manera, la Labanotation es algo similar a la escritura musical, mientras que "esfuerzo-forma" representaría las diferentes intensidades de la música: pianissimo, forte, etc. Laban descubrió que mediante este nuevo sistema podía registrar no solamente los pasos de danza, sino cualquier interacción, aun la que se produce cuando la gente está sentada y conversando sobre cualquier tema. Más aun: su sistema describía tanto el modo como el hombre se relacionaba con el mundo exterior (espacio), como la forma en que descargaba y modificaba su energía (esfuerzo). Al demostrar la interrelación de estos dos factores, trataba de llegar a la misma raíz biológica de la comunicación del hombre. Laban logró ampliamente su propósito, siendo a un mismo tiempo objetivo y exacto. Así lo explicó más tarde una de las discípulas de Laban, Irmgard Bartenieff: "podemos describir una 'postura orgullosa', un modo de andar 'seductor' o un 'gesto exigente', en términos específicos y objetivos de rasgos de los movimientos".

"Esfuerzo-forma" ha sido aplicado tanto para la instrucción de la danza como para la de los actores; para terapia por medio de la danza y para la rehabilitación física; para estudios acerca del desarrollo de los niños, en investigaciones psicoterapéuticas y aun en la investigación comparativa de las diversas culturas. En Inglaterra, Warren Lamb, que colaboró con Laban en la creación del sistema "esfuerzo-forma", lo ha estado empleando en su tarea de consultor industrial desde hace más de veinte años. Lamb evalúa a los aspirantes a puestos directivos, analizando el estilo de sus movimientos. Ha estudiado a más de cinco mil individuos y esto sólo constituye una prueba fehaciente de la practicidad del sistema. Los resultados obtenidos han sido buenos, aunque todavía no se ha logrado una manera de validación experimental.

Hay algo casi sobrenatural en el sistema de Laban sobre el análisis de los movimientos, especialmente debido a que luego de un entrenamiento de dos años, el analista logra "ver" muchos detalles reveladores que el lego ni siquiera imagina. Para tener una idea más concreta acerca de le que puede llegar a interpretar un experto en "esfuerzo forma", fui al hospital del Estado de Bronx, a entrevistar a Martha Davis, una psicoanalista del equipo de esta institución, que está realizando estudios sobre el movimiento mientras termina su doctorado. Hace aproximadamente nueve años, la señorita Davis trabajaba como asistente de investigación en el consultorio externo del Hospital Psiquiátrico "Albert Einstein". Allí conoció a Irmgard Bartenieff, la mujer que introdujo el estudio de "esfuerzo-forma" en nuestro país. Intrigada al principio y luego entregada por completo a su estudio, terminó colaborando con la señora Bartenieff en una serie de análisis del movimiento que fueron los primeros que se emplearon en terapia familiar y de grupo.

La señorita Davis me enseñó una de las películas tomadas durante una de esas sesiones. Al comenzar, entraban a una habitación dos hombres: el médico y su paciente, pasaban frente a la cámara y se sentaban enfrentándola. Lo que me llamó la atención inmediatamente, era que había algo sumamente extraño en el paciente. La película fue pasada sin la banda de sonido de manera que no contábamos con ese recurso para hallar una pista en el diálogo. No obstante, era evidente que el paciente no se movía de la misma manera que una persona normal. La señorita Davis me fue señalando las diferencias. Por una parte, su manera de caminar: parecía deslizar los pies de manera muy lenta, monótona y pareja, trasladando sólo muy levemente el peso del cuerpo de un pie a otro. También se sentaba de una manera extraña: en perfecta simetría, con las piernas descruzadas, los brazos colgando a los costados y con el torso inmóvil. La señorita Davis me explicó que este grado de simetría e inmovilidad son típicos de algunos esquizofrénicos. Ella ha descubierto que algunos trastornos motores parecen ser indicios efectivos de la gravedad de la enfermedad del paciente y otros son correlativos con otros diagnósticos específicos.

A medida que pasaba la película, el paciente se movía muy poco pero, cada vez que lo hacía, producía un efecto extraño. Algunas veces volvía lentamente la cabeza de la izquierda hacia la derecha, como en un sueño y al terminar el movimiento comenzaba a rascarse la cara, arañándose repetidas veces con las uñas. Luego comenzaba un movimiento que dejaba inconcluso o empezaba otro para dejarlo inmediatamente e iniciaba otro totalmente diferente. Todo lo que hacía era contradictorio; sus ritmos y frecuencias parecían fragmentados y era como si su extraña lentitud constituyera una barrera entre él y los demás. Me hizo recordar algo que Birdwhistell me había dicho: las madres de niños psicóticos parecen notar que ellos tienen un serio problema desde que tienen pocos meses de edad, por la manera extraña de moverse.

Como contraste, observamos luego al psiquiatra que aparecía en la película. Estaba sentado echado levemente hacia adelante, enfrentando al paciente y cuando gesticulaba, cosa que no sucedía muy a menudo, sus movimientos eran claros, rápidos, breves y espaciados. En un momento dado, el paciente se cayó hacia un lado: el doctor se estiró hacia él, lo tomó del brazo y volvió a enderezarlo. Este gesto fue realizado con gesto decidido y directo. No pareció nada repentino ni brusco y fue perfectamente aprovechado; cuando tomó al paciente del brazo, no tiró de él hacia abajo ni lo empujó hacia arriba sino, que, con suavidad pero firmeza, lo volvió a su posición anterior. Resumiendo, la señorita Davis me dijo que, a su juicio —más que un verdadero análisis la impresión de una persona acostumbrada a observar—, el médico era una persona firme, suave y sensible, algo intelectual y alejado de la realidad.

Si la señorita Davis hubiera deseado realizar un análisis más profundo, lo hubiera efectuado por alguno de estos dos métodos: podría haber registrado en detalle las secuencias de movimiento, características de cada individuo; como alternativa, proyectaría la película repetidas veces, buscando en cada oportunidad lo que se llaman "parámetros de esfuerzo-forma". Estos parámetros son numerosos y complejos, pero, resumiendo, podrían haber llamado su atención los siguientes aspectos: Relación entre el gesto y la postura: es una forma de evaluar el grado de compromiso que tiene un individuo con respecto a una situación dada. Pueden distinguirse dos tipos de movimientos: el expresivo, en el que el individuo utiliza sólo una parte de su cuerpo y el postural, que generalmente atañe a toda su persona e implica también variaciones en la ubicación del peso total del cuerpo. El movimiento postural es en realidad más importante y puede emplearse para denotar la medida del compromiso. Un hombre que sacude enérgicamente los brazos no parecerá convincente si sus movimientos no se extienden al resto del cuerpo. Un cambio postural, señaló la señorita Davis, no implica solamente una variación en la posición del torso, ya que a no ser que participen también otras partes del cuerpo, éste se denominará un gesto del torso. Aun el caminar puede ser expresivo y en consecuencia, una señal del retraimiento, como lo era efectivamente en el enfermo de la película mencionada. Lo que importa, es la proporción que existe entre los movimientos posturales y los expresivos más que el mero número de movimientos posturales que se realizan. Un hombre puede estar sentado muy quieto, escuchando, pero si al moverse lo hace con todo su cuerpo, parecerá estar prestando más atención, que aquel que está continuamente en movimiento, jugueteando tal vez constantemente con una parte de su cuerpo. Las actitudes corporales reflejan actitudes persistentes y orientaciones del individuo. Una persona puede estar inmóvil o sentada hacia adelante de manera activa, o hundida en sí misma, y así sucesivamente. Estas posiciones o posturas y sus variaciones o la falta de ellas, representan la forma en que uno se relaciona y orienta hacia los demás.

El flujo de esfuerzo representa la escala de movimiento que va desde las situaciones tensas a las relajadas, de las controladas a las descontroladas o en términos técnicos de "reprimido a libre". Cuando una persona trata de enhebrar una aguja o llevar una taza de café caliente, sus movimientos serán reprimidos; cuando mueve los brazos en forma de remolino, serán libres. Algunas personas varían mucho el flujo de su esfuerzo, los niños sobre todo. En los adultos, este fluir variable del esfuerzo está relacionado con la espontaneidad y flexibilidad. En el otro extremo del espectro, los enfermos mentales y los ancianos se mueven de manera monótona, como el paciente de la película. Los movimientos pueden ser ligeros o enérgicos; directos o indirectos; repentinos o prolongados o no evidenciar ninguna de estas variaciones. En general, se relaciona el esfuerzo con el humor o el sentimiento; un fuerte movimiento hacia abajo suele ser índice de una aseveración, mientras que un toque ligero y leve representará sensibilidad y suavidad. Podemos pensar en el lento movimiento de un cortejo fúnebre; el ritmo fuerte y agresivo de una danza guerrera o el movimiento rítmico, indirecto y libre, que transmite sensualidad a través de otra danza.

El fluir en el espacio y la figura se refieren al modo en que el Cuerpo utiliza el espacio. El secreto para advertir esta acción parece estar en imaginar los movimientos como si fueran un ballet, de tal manera que uno pueda sentir que su cuerpo adopta una forma en el espacio. Podrá percibirse el cuerpo extendiéndose en tres dimensiones: estrechándose o ensanchándose; elevándose o hundiéndose; adelantándose o retrocediendo. Algunas veces, las personas concentran sus movimientos en un determinado plano. El que lo haga solamente en el horizontal dará la impresión de estar "desparramado"; sus codos emergen y parecen ocupar en el sillón más espacio del que corresponde. El que se mueva exclusivamente en el plano vertical parecerá estar dentro de un marco; caminará con pasos cortos, tratará de parecer más alto al dar la mano y al sentarse se dejará caer con ambas manos sobre los brazos del sillón, enfrentando a su interlocutor. El individuo que adopta una posición diagonal se moverá con las rodillas y los tobillos muy juntos y se sentará moviéndose hacia atrás en su asiento o corriéndolo hacia adelante hasta colocarlo debajo de sí. Mientras conversa, dará la impresión de inclinarse hacia su interlocutor. Las interpretaciones de estos estilos de movimiento son sugeridas en la descripción, aunque no muchas personas coinciden perfectamente con una u otra categoría.

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