La conspiración del mal (28 page)

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Authors: Christian Jacq

Tags: #Histórico, Intriga

La resonante carcajada de Khnum-Hotep sorprendió a Iker.

—Reinaba sobre mi pequeño dominio como un déspota absoluto, y heme aquí al servicio de otro sin un solo día de descanso. ¿Quién podía imaginarlo, salvo Sesostris? Obedécelo, Iker, venéralo y sé fiel a él, pues es el garante de Maat y el brazo actuante de la luz. Sólo él se enfrenta sin temblar a las fuerzas de las tinieblas. En caso de derrota, nuestra civilización desaparecerá. El faraón te ha informado de ello, por lo que ya conoces la gravedad de la situación.

—Estoy a vuestra entera disposición.

—Normalmente, un escriba real se convierte en celoso administrador de las riquezas del reino. No esperes tú, sobre todo, presumir en unos soberbios locales a la cabeza de una cohorte de subordinados. El rey te destina a otras misiones. Ha ordenado esta entrevista para que te ponga en guardia contra los múltiples peligros que te acechan aquí, en la corte. De la gente cercana a Sesostris, es decir, los generales Nesmontu y Sepi, el Portador del sello Sehotep y el gran tesorero Senankh, nada tienes que temer, son fieles devotos de su majestad.

—¿No pertenece Medes a la Casa del Rey?

—Antes o después entrará en ella, siempre que siga activo y competente. Pero están los demás, todos los demás: dignatarios envidiosos, cortesanos decepcionados o amar gados… Tu irrupción en un primer plano despierta odios cuya magnitud ignoras. Decenas de mediocres han jurado ya tu perdición, y procederán con infinitas precauciones para no ganarse la cólera de Sesostris. Afortunadamente, Sekari vela por ti. Residirás en un aposento de palacio y gozarás de protección policial día y noche. Conociéndote, estoy convencido de que deseas trabajar sin tardanza en la biblioteca central.

—Me conocéis bien —señaló Iker, sonriendo.

—No olvides, sobre todo, tu vocación de escritor. La transmisión de las palabras de poder es esencial para asegurar la presencia de Maat aquí abajo.

Sobek el Protector rabiaba. Si hubiera sido mantenido en su puesto, si sus métodos se hubieran aplicado y se hubiera conservado su sistema de seguridad, el faraón no habría sido víctima de una triple agresión.

Obligado a abandonar, al mismo tiempo, su vivienda oficial y el cuartel donde entrenaba a los miembros de la guardia de élite, dispersa ahora, vivía recluida en una casita permanentemente vigilada por dos policías acabados de enrolar que se negaban a dirigirle la palabra.

Informado de los acontecimientos por la mujer que se encargaba de la limpieza de su vivienda, no podía separar los chismes de la realidad.

Cuando un extraño tipo, más bien jovial, se presentó ante él, Sobek se preguntó de qué nueva manipulación iba a ser víctima.

—Me llamo Sekari, mi gestión es confidencial.

—¿Quién te envía?

—El faraón.

Sobek rió, sarcástico.

—¡Se niega a recibirme!

—Hay en curso un proceso, por lo que no puede hablar con el principal acusado, so pena de que lo tachen de favoritismo y precipitar así tu caída.

El ex jefe de todas las policías del reino agachó la cabeza.

—Admitámoslo… ¿Está informado el visir de tu presencia aquí?

—En absoluto.

—Mis dos carceleros no tardarán en avisarlo.

—De ningún modo, puesto que acaban de ser relevados. Sus sustitutos han servido a tus órdenes y te apoyan sin vacilar.

Sobek se asomó a la ventana. Sekari no mentía.

—¡De modo que realmente te envía el rey! ¿Cuál es, en definitiva, tu papel?

—Obedecer al faraón.

—¿Y qué te ha ordenado?

—Está seguro de tu inocencia, pero no quiere violar la ley Y las pruebas te abruman.

—¡Khnum-Hotep quiere mi cabeza, ésa es la verdad!

—Te equivocas. El expediente que tiene entre manos no le permite actuar de otro modo.

—Intentan ahogarme mientras el culpable se esconde en las sombras.

—Para que todo quede claro entre nosotros —dijo Sekari con gravedad— exijo una respuesta firme y definitiva a una sola pregunta: ¿estás encubriendo a policías responsables de un delito?

—¡De ningún modo! Si hubiera ovejas negras entre mis subordinados, las habría identificado. Créeme, no habrían permanecido mucho tiempo en la policía.

La sinceridad de Sobek era evidente.

—Así pues, el rey tiene razón: eres víctima de una conspiración. Se lo confirmaré al visir.

—Me satisface saberlo, pero ¿de qué sirve eso?

—Tú estás inmovilizado aquí, yo no. Dame algunas pistas, las seguiré.

—¡Desgraciadamente, no tengo ninguna! ¿Ha sido nombrado un nuevo jefe de todas las policías?

—No, ahora existen varios responsables cuyo entendimiento deja mucho que desear.

—¡Se destrozarán entre sí y la seguridad del faraón no estará ya garantizada! ¿Qué ocurrió exactamente en palacio?

—Un estibador en situación irregular, de origen libio, y un terrorista no identificado se introdujeron en él. Ambos fueron eliminados, pero no disponemos de indicio alguno que permita llegar hasta sus jefes. Tenemos una sola certeza, y no es para alegrarse: no eran del mismo bando. Dicho de otro modo: dos organizaciones distintas quieren asesinar a Sesostris.

—Libios, sirios, cananeos… Hay que buscar entre esa chusma. La mujer que limpia mi casa me ha hablado de tres agresores.

Sekari sonrió.

—El caso del escriba Iker es del todo especial, pues unos manipuladores intentaron transformarlo en justiciero, Impresionado por el excepcional carácter de ese joven durante una fiesta campesina, su majestad me ordenó que lo siguiera los pasos. Fue muy instructivo. Descubrí la existencia de una organización terrorista, en Kahun, y salve la vida del muchacho, a quien un falso policía debía suprimir.

El rostro de Sobek se endureció.

—¿Realmente estás seguro del tal Iker?

—El rey lo ha nombrado oficialmente pupilo único de palacio e hijo real.

—¿Y si estuvieran manipulándolo aún?

—Cuando lo conozcas mejor, sabrás que Iker ha comprendido la causa de sus errores y que está dispuesto a dar su vida por el faraón.

Sobek pareció despechado.

—Si el visir me manda a las minas de cobre, sólo conoceré a bandidos.

—Eres inocente, por lo que no debes caer en el pesimismo.

—El proceso prosigue, el proceso se celebrará, las circunstancias están contra mí y no tengo ni la sombra de una pista. Mis enemigos se cuentan por docenas. El que me ha vencido sigue siendo invisible.

—¿No has tenido, en los últimos tiempos, ningún conflicto con algún dignatario?

—¡Decenas! Esos petimetres no soportan oír hablar de represión. Exigen seguridad, pero sin presencia policial.

—¿Algún sospechoso?

—¡Toda la corte! Por más vueltas que les doy a los acontecimientos en mi cabeza no saco nada concreto. Había acabado concluyendo que el visir me apartaba para poner al rey en peligro.

—Te lo repito, Khnum-Hotep es un leal servidor. Sobek se dejó caer en un sillón. —Yo me encargaré de todo, te prometo que te sacaré de este mal paso —declaró Sekari.

Esta vez, el agente secreto tuvo la clara sensación de estar engalanando el porvenir.

32

Con una soberbia túnica blanca de lino real y tocado con una peluca ritual, el pupilo único Iker acompañaba al rey en la fiesta de la diosa Useret, la Poderosa, que celebraban las sacerdotisas de Hator bajo la dirección de la reina.

El muchacho se movía en un ininterrumpido sueño. El, el modesto aldeano destinado a una carrera de escribano público al servicio de los analfabetos, caminaba junto al dueño de las Dos Tierras ante los ojos admirados y envidiosos de los dignatarios de la corte.

Ciertamente, su destino sólo le concedía una pausa muy breve, por lo que disfrutaba plenamente de aquellas horas exaltadoras, asumiendo sus funciones con una naturalidad desarmante para los observadores. A muchos les habría gustado burlarse de él, tratándolo de campesino y de patán, pero Iker tenía el porte de un escriba real educado en palacio. De modo que comenzaba a circular un nuevo rumor: aquel muchacho sólo podía ser un auténtico hijo de Sesostris cuya existencia, por misteriosas razones, había ocultado el rey hasta aquel día.

Iker, por su parte, aguardaba la misión que no dejaría de atribuirle el monarca, misión forzosamente peligrosa en la que tal vez perdiera la vida. Así pues, a riesgo de disgustar al faraón, su hijo adoptivo intentó disipar alguna zona sombría.

—Majestad, ¿existe todavía el «Círculo de oro» de Abydos?

—¿Quién te ha hablado de él?

—Durante un extraordinario ritual de regeneración del ex jefe de provincia Djehuty, vi luz saliendo de dos recipientes. El general Sepi pronunció esta frase: «Tú, que deseabas conocer el "Círculo de oro" de Abydos, míralo actuar.» También Sekari parece conocerlo.

—El «Círculo de oro» es la emanación de Osiris. Cuando se pertenece a él, ya no te perteneces, pues sólo cuenta la función vital confiada a cada uno de sus miembros. El papel no consiste en predicar, ni en convertir, ni en imponer una verdad revelada y algunos dogmas, sino en actuar con rectitud.

El faraón se sentó bajo un dosel. A su derecha, Iker hizo lo propio.

—Has sido iniciado en los primeros misterios de Anubis. ¿Qué sabes del poder divino?

—Único es el dios oculto, más alejado que el lejano cielo, demasiado misterioso para que su gloria sea revelada, demasiado grande para ser percibido —respondió el joven—. Si pronunciáramos su nombre secreto, caeríamos de inmediato muertos de miedo.

—Saludable temor, pero insuficiente para alcanzar el «Círculo de oro» —juzgó el rey—. ¿Has observado ya el centro del cielo?

—Seth reina allí sobre las imperecederas estrellas.

—El cosmos es el cuerpo del Gran Dios; su alma, la energía que lo anima. Seth se limita a una parte de ese cosmos, su fuerza se manifiesta en el rayo, el relámpago, la tempestad y la tormenta. Osiris, en cambio, es el universo entero, recorrido por potencias creadoras, tan numerosas y variadas que el pensamiento humano no podría concebirlas. Cuando se concentran, forman un haz de energía de especial intensidad. Aparece entonces lo que denominamos una divinidad. Cada una de ellas, en su función específica, las transforma en alimentos espirituales, asimilables por nuestro corazón-conciencia. El acto creador es Uno. Al hacerse Dos, consuma el imposible matrimonio. Luego se desvela en forma de Tres, antes de multiplicarse en millones, sin dejar de ser Uno.

—¿Por qué, en escritura jeroglífica, un mástil con una banderola chasqueando al viento, aunque cuidadosamente envuelta, simboliza la divinidad?

—Porque su realidad se transmite por el aire luminoso, estimulado por el soplo del más allá. Se encarna en un eje que debe ser protegido, envuelto, pues, como la momia, soporte del cuerpo de luz. Todo Egipto es la morada amada por las divinidades. Puedes encontrarlas en los templos, en los oratorios campesinos, en una humilde capilla o durante las fiestas. Aprende a discernir su verdadera naturaleza y a comprender cómo tejen la armonía del universo. Las partes de esa totalidad se ensamblan porque Osiris permanece puro y sin mancilla, pues no se mezcla con el desorden ni las calamidades que provoca la especie humana. Sus misterios no se alteran ni en lo aparente ni en lo visible.

A Iker le hubiera gustado preguntarle al rey durante horas, pero la ceremonia comenzó y se hizo el silencio.

Ayudada por las sacerdotisas de Hator, la reina levantó algunos minerales hacia el sol, luego depositó una barca de oro en un altar. En la proa estaba Useret, la Poderosa, capaz de vencer las tinieblas gracias a sus cuatro rostros. El término
useret
significaba el cuello, el eje, lo que sostiene la cabeza, pero también el poste de tortura al que se ataban los confederados de
isefet
, la fuerza destructora.

Una sacerdotisa saludó el renacimiento de la luz que la Venerable hacía efectivo en la barca de los millones de manifestaciones. Se insertó entonces un disco de oro, el sol femenino que adoptaba también la forma del
uraeus
, la cobra hembra que arrojaba su fuego para despejar el camino del faraón.

Iker ya no escuchaba los himnos, ni siquiera se interesaba por los actos rituales.

No apartaba ya los ojos de la joven sacerdotisa, junto a la reina.

Ella.

Ella, la muchacha siempre presente en su pensamiento y en sus sueños, de la que estaba perdidamente enamorado.

Espió cada uno de sus gestos, cada uno de sus pasos, esperando que sus miradas se cruzaran, aunque sólo fuera por un instante. Pero la ritualista permaneció concentrada en su tarea, y la ceremonia, terriblemente corta, llegó a su fin.

Una formidable esperanza invadió a Iker: ya no era un simple escriba provinciano, sino el hijo adoptivo del faraón Sesostris y, como tal, podría hablar con ella.

La hermosa esperanza, sin embargo, cedió en seguida. Todo lo que le diría iba a ser ridículo, soso y sin interés. Si se mostraba demasiado apasionado, ella lo despediría.

La voz grave del rey lo arrancó de sus tormentos.

—¿Has advertido bien la importancia de este ritual?

—No, majestad.

—Sigues siendo sincero. De lo contrario, mi enseñanza cesaría. Debes saber que me era necesario fortalecerte antes de enviarte a tu misión. El fulgor del disco de oro y el fuego del
uraeus
han penetrado tanto en tu cuerpo como en tu alma.

—Majestad, ¿conocéis a la joven sacerdotisa que ayudaba a la reina?

—Suele residir en Abydos.

—¿Cómo se llama?

—Lleva un nombre ilustre, Isis, el de la esposa de Osiris. Esa muchacha ha consagrado su existencia al templo y a sus misterios.

La revelación del rey lo sumió en la desesperación. La hermosa Isis seguía siendo inaccesible.

Uno de los principales rasgos del carácter de Sekari era la obstinación, sobre todo cuando se trataba de establecer la verdad y de absolver a un inocente. Sin embargo, el porvenir de Sobek el Protector parecía muy oscuro.

Sekari siguió un sencillo razonamiento: quienes habían conseguido mancillar a Sobek debían de estar muy orgullosos de su hazaña. Por lo tanto, se manifestarían de modo más o menos aparente, ruidoso incluso.

El hilo le pareció delgado. Así pues, el agente secreto de Sesostris pidió al visir que le entregara las actas referentes a los incidentes, mínimos incluso, acontecidos tras la inculpación del Protector.

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