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Authors: Eduardo Gallego y Guillem Sánchez

La Cosecha del Centauro (23 page)

—Si saltan en el mismo lugar, aparecerán junto al sol —dijo Wanda—. La idea es freírlos, ¿verdad? ¿Y si no funciona?

—No adelantemos acontecimientos.
Carpe diem
, amiga mía.

La vista era de una belleza terrible. El sol lo ocupaba todo alrededor de la
Kalevala.
Las llamaradas de gas incandescente trazaban gráciles arcos siguiendo las líneas del campo magnético. La superficie era un hervidero de gránulos brillantes y manchas oscuras. La sufrida nave consumía energía a raudales para mantener frescos a sus pasajeros. No aguantaría más de media hora en semejante horno.

Habían pasado veintiséis minutos. Nadie hablaba. Todos miraban ávidamente las pantallas. Restaban sólo unos segundos para que su suerte se decidiera.

Veintisiete minutos.

—¡Ahí están, mi comandante! —dijo Nerea.

La luna sembradora apareció en el punto predicho, puntual como un reloj atómico. Para consternación de los espectadores, el calor y la radiación no le hicieron mella. Se limitó a fabricar una coraza en espejo y adquirió forma de lágrima. Y como si el Averno fuera su habitat natural, enfiló hacia la
Kalevala.

Wanda giró lentamente el cuello hacia Asdrúbal y le puso cara de estar pensando: «Ya te lo decía yo...»

—Y ahora, ¿qué? ¡Oh, genio de la milicia!

—Aplicaremos el plan B.

—El cual consiste en...

—Saltar al hiperespacio de inmediato. Ellos tardarán más de 50 minutos en imitarnos, según su tradición y costumbre. —Por cierto, ¿adonde iremos? —A cualquier sitio. Da igual.

Los centauros no eran conscientes del tiempo en la misma medida que sus víctimas. Esta última intentaba escapar, pero resultaría inútil. Ellos simplemente llegaban a un lugar, observaban y sabían. Siempre fue así y siempre lo sería.

Los individuos se desplazaron, mudaron su configuración, se adaptaron. El conocimiento fluyó. Ellos no lo aprehendían, pero el todo sí. Y se dispuso a finiquitar la tarea.

Sin embargo, algo se lo impidió. El sol eligió ese mismo momento para estallar como una supernova.

—Así que fue una emboscada —dijo Wanda. —Con todas las de la ley —admitió Asdrúbal—. Si el sol no los achicharraba, la
Erebus
se ocuparía de ellos. Es una nave de guerra de última generación, no un cacharro vetusto como la
Kalevala.

—Nos estuvo siguiendo todo el rato, ¿verdad?

—Sí, en un discretísimo segundo plano. Después de los hallazgos de Leteo, que nos demostraron la agresividad inmisericorde de los centauros, tomamos medidas preventivas.

—Sabes guardar secretos, comandante. No llegué a sospecharlo.

—Es mi trabajo. —Asdrúbal se encogió de hombros—. La
Erebus
se limitó a ir tras nuestros pasos y aguardar acontecimientos. En cuanto a la encerrona, los centauros se mostraron la mar de colaboradores. Si se empecinaban en perseguirnos, tendrían que aguantar 56 minutos a pleno sol antes de saltar en el hiperespacio. En ese tiempo, o ardían o la
Erebus
usaría su armamento pesado. Ya te lo expliqué una vez: la estrella usa su propia energía para colapsar el campo gravitatorio durante un instante, la atmósfera implota, rebota contra el núcleo y...

—Sé lo que es una supernova; gracias. Supongo que ni siquiera ellos habrán podido sobrevivir. Sólo me preocupa una cosa. En esta zona del brazo de Centauro, los sistemas solares están bastante próximos. Puede que existan mundos cercanos donde la vida haya surgido espontánea e independientemente de los sembradores. ¿No los habremos puesto en peligro con las secuelas de la explosión?

—Pues... —La expresión del comandante ni se inmutó—. Sería trágico, sí. En estos casos, si empleas en los informes oficiales la expresión «daños colaterales» y usas un lenguaje aséptico, los políticos no suelen enfadarse.

—Vaya.

Wanda contempló las pantallas. Lo que fue una estrella de lo más normal, había vomitado la mayor parte de su masa al espacio en un estallido que brilló tanto como la galaxia entera. En opinión de Asdrúbal, si los centauros eran capaces de aguantar semejante castigo, se merecían una medalla al mérito. Aparentemente, no era el caso. No se detectaba señal alguna de ellos en los sistemas solares visitados por la
Kalevala
en la Vía Rápida ni en el cúmulo globular.

La atmósfera de la estrella se alejaba de VR—1070 a velocidad de vértigo. Wanda reflexionó sobre el comentario acerca de los
daños colaterales
, y luego miró a su alrededor. Había convivido con los tripulantes de la
Kalevala
durante meses, y los consideraba buenos camaradas, pero pertenecían a una cultura capaz de hacer estallar soles para ganar sus batallas. Se preocupaban por las formas, pero no tanto por las consecuencias de sus actos. Frente a eso, una parecía muy pequeña e insignificante. Peor aún: preveía que nada volvería a ser como antes. Los forasteros habían venido para quedarse. Y a veces le daban más miedo que los propios sembradores.

—Nuestra aventura toca a su fin —dijo, y de repente se sintió vieja y cansada—. Volvamos a casa.

Apéndice

LOS PREMIOS UPC DE CIENCIA FICCIÓN

El Premio UPC de Novela Corta de Ciencia Ficción de 1991

En 1991 se celebraba el 20 aniversario de la Universitat Politécnica de Catalunya (UPC) y se quiso aprovechar esa circunstancia para dar mayor alcance a algunas actividades ya habituales en la UPC De hecho, la convocatoria en 1991 del primer
Premio UPC de Novela Corta de Ciencia
Ficción puede considerarse continuadora de anteriores convocatorias de certámenes culturales promovidos y organizados por el Consell Social de la UPC presidido entonces por el señor Pere Duran i Farell.

Aunque la tradición de los concursos literarios promovidos hasta entonces por el Consell Social de la UPC se centraba en el relato corto, en 1991 la oportunidad del 20 aniversario de la UPC aconsejó plantear, por primera vez en la universidad española, un premio de novela de ciencia ficción. Para favorecer la presencia de originales, se eligió la longitud de la novela corta, en torno al centenar de páginas, una extensión de gran predicamento en la ciencia ficción y en la que empezaron a tomar forma obras tan características del género como la
fundación
de Isaac Asimov o
dune
de Frank Herbert.

El primer
Premio UPC de Novela Corta de Ciencia Ficción
fue convocado afínales de abril de 1991 y tuvo muy buena acogida. Se podía concurrir a él con obras escritas tanto en castellano como en catalán, aun cuando, entre las 71 novelas presentadas, fueron mayoría las redactadas en castellano. El premio se convocaba abierto para que pudiera concurrir todo aquel o aquella que presentara una narración ajustada a las bases, que establecían, simplemente, la extensión (entre 75 y 110 páginas) y la temática
: «Narraciones inéditas encuadrables en el género de la ciencia ficción».

El premio, dotado con un millón de pesetas y una posible mención de 250.000 pesetas, reserva también la posibilidad de un premio especial para la más destacada de las narraciones presentadas por los miembros de la UPC (estudiantes, profesores y personal de administración y servicios). Por un acuerdo verbal entre la UPC y Ediciones B, las bases del premio establecían ya el anuncio de que
«la novela ganadora sería publicada por la UPC a través de Ediciones B dentro de su colección NOVA»
en un volumen como éste.

Las mejores de las novelas ganadoras del premio de 1991 se publicaron precisamente en el número 48 de esta colección, un interesante volumen que agrupa una buena muestra de la más reciente ciencia ficción española con
mundo de dioses
de Rafael Marín Trecheray
EL círculo de piedra
de Ángel Torres Quesada, ganadoras ex aequo del primer premio y, también
, la luna quieta
de Javier Negrete, brillante vencedora de la mención especial del jurado. El título genérico del volumen es
premio UPC 1991 (NOVA ciencia ficción,
número 48,1992).

Como no podía ser menos, la entrega del premio se realizó en un acto académico especial que tuvo lugar el martes 3 de diciembre de 1991, con la presencia del doctor Marvin Minsky, quien disertó sobre
«Inteligencia artificial y ciencia ficción».
Para algunos asistentes pudo resultar sorprendente conocer que el doctor Minsky, reputado especialista en el campo de la Inteligencia Artificial que él contribuyera a crear, se identificaba como un experto conocedor y amante del género de la ciencia ficción, al que, precisamente en 1992, aportaría su primera novela
, theturing option,
escrita en colaboración con Harry Harrison.

El Premio Internacional UPC de Ciencia Ficción de 1992

Convocado también por el Consell Social de la UPC, con el respaldo del rector de la universidad, el doctor Gabriel Ferraté i Pascual, el
Premio internacional UPC de Ciencia Ficción
adquirió en 1992 una nueva dimensión. En su primera convocatoria, en 1991, el premio se había circunscrito al ámbito español, admitiendo originales escritos en cualquiera de las dos lenguas oficiales de Cataluña: catalán y castellano; pero, a partir de la edición de 1992, el premio se hizo internacional admitiendo también originales escritos en inglés y francés.

De nuevo el éxito acompañó a esta iniciativa del Consell Social de la UPC En 1992 se presentaron un total de 83 novelas, la mayor parte procedentes de Cataluña (39% del total) o del resto del estado español (25%). Pero más de una tercera parte (el 36% exactamente) procedía del extranjero, con una amplia distribución geográfica: Estados Unidos (12 novelas), Francia (6), Gran Bretaña (3), Australia (2), Hungría (2), Argentina (1), Canadá (1), Israel (1), Rumania (1) y Suiza (1). La distribución por lenguas mostró un evidente predominio del castellano (61
%
), seguido del inglés (22%), el francés (11%) y el catalán (6%).

El premio lo obtuvo el estadounidense Jack McDevitt con
naves en la noche,
una maravillosa y poética historia sobre el encuentro de dos seres solitarios. La mención recayó en la primera novela de Mercé Roigé, quien presentó al certamen
puede usted llamarme bob, señor,
una novela de factura clásica sobre un robot a la busca de su identidad. El volumen correspondiente,
premio UPC 1992
(NOVA
ciencia ficción,
número 56,1993), se completó entonces con la intencionada especulación del catedrático Antoni Olivé sobre un traductor universal portátil en
¿QUIÉN NECESITA EL PANGLÓS?

La decisión del jurado y la entrega de los premios se hicieron públicas, con un cierto retraso, el miércoles 27 de enero de 1993 en un solemne acto académico presidido por el rector Gabriel Ferraté. Eje central del acto fue una interesante conferencia a cargo de Brian W. Aldiss, conocido autor y ensayista británico, quien disertó sobre
«La ciencia ficción y la conciencia del futuro».

El Premio Internacional UPC de Ciencia Ficción de 1993

En 1993 el éxito acompañó de nuevo a esta iniciativa del Consell Social de la UPC Esta vez se presentaron un total de 90 novelas, la mayor parte procedente de Cataluña (40% del total) o del resto del estado español (18%);pero más de una tercera parte (el 36% exactamente) procedía del extranjero, con una amplia distribución geográfica: Estados Unidos (11 novelas), Francia (6), Bulgaria (3), Canadá (3), Nueva Zelanda (3), Argentina (2), México (2), Austria (l), Irlanda del Norte (1). La distribución por lenguas mostró, de nuevo, un evidente predominio del castellano (64%), seguido del inglés (20%), el catalán (9 %) y el francés (9 %).

La decisión del jurado y la entrega de los premios se hicieron públicas el 1 de diciembre de 1993 en un solemne acto académico que contó con la presencia del presidente del Consell Social de la UPC, Pere Duran i Farell, y del rector Gabriel Ferraté. Eje central del acto fue una interesante conferencia a cargo del británico John Gribbin, famoso divulgador científico y, también, autor de narrativa de ciencia ficción. El doctor Gribbin disertó sobre
«Ciencia real y ciencia ficción».

En un año que resultará histórico para la ciencia ficción española, el Premio UPC 1993 lo obtuvo Elia Barceló con
EL MUNDO DE YAREK,
una interesante narración sobre un xenosociólogo desterrado a un mundo sin vida. Una historia brillantemente narrada que, por si ello fuera poco, guarda una interesante e inteligente sorpresa final. La mención de 1993 recayó en Alan Dean Foster con
NUESTRA SEÑORA DE LA MÁQUINA,
concebida como un
thriller
a la caza y captura de un curioso grupo mafioso que lleva a cabo extorsiones utilizando una Virgen vengadora y temible. El volumen correspondiente
, PREMIO UPC 1993
(NOVA
ciencia ficción,
número 64, 1994), se completó entonces con
Baibaj,
una de las menciones especiales para los miembros de la UPC que compartió ese galardón con
LAS TRECE ESTRELLAS
deAlberto Abadía.
BAIBAJ
es la primera novela y la primera colaboración de dos autores jóvenes: Gustavo Santos y Henry Humberto Rojas, ambos estudiantes de doctorado en el Departamento de Ingeniería Química de la UPC.

El Premio Internacional UPC de Ciencia Ficción de 1994

En la edición de 1994, el adelanto de casi dos meses en la fecha de recepción de originales redujo el número de concursantes, que, pese a todo, superó los setenta. Predominaron las narraciones escritas en castellano (66%) e inglés (26%), y se registró una menor participación en catalán (7%) y francés (1%). Un 30% de las obras presentadas a concurso procedía del extranjero, con una amplia distribución geográfica: Estados Unidos (10 novelas), Israel (3), Nueva Zelanda (2), Gran Bretaña (2), México (2), Canadá (1) y Bélgica (1).

La decisión del jurado y la entrega de los premios se hicieron públicas el 30 de noviembre de 1994 en un solemne acto académico que contó con la presencia del nuevo presidente del Consell Social de la UPC, Xavier Llobet, y del nuevo rector de la UPC, Jaume Pagés. El encargado de pronunciar la conferencia invitada en la ceremonia de entrega de premios fue el norteamericano Alan Dean Foster, ganador de la mención especial del
Premio UPC
en la edición de 1993, y conocido autor de ciencia ficción. Disertó sobre
«La ciencia ficción y la raíz de todos los males».

El premio lo obtuvieron ex aequo los norteamericanos Ryck Neube con
QUONDAM, MY LOVE
y Mike Resnick con
SEVEN VIEWS OF OLDUVAIGORGE,
que más tarde se alzaría con los premios mayores de la ciencia ficción mundial: el Nébula y el Hugo. La mención especial fue para el también norteamericano Jack McDevitt con
TIME TRAVELLERS NEVER DIE.
Los tres títulos se publicaron en el volumen correspondiente
, PREMIO UPC 1994 (NOVA ciencia ficción,
número 72, 1995).

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