La noche de Tlatelolco (5 page)

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Authors: Elena Poniatowska

Tags: #Historico, Testimonio

La Nacha
de pelo largo, el escritor José Revueltas con su barbita a la Ho Chi Minh, frente a ellos
El Che
, Antonio Rodríguez,
La Tita
,
El Búho
, Eduardo Espinoza del valle, en una audiencia…

El 2 de noviembre, día de los muertos, depositamos cempasuchil y veladoras en la Plaza de las Tres culturas… Muchos soldados nos vigilaban pero de pronto se prendieron miles de veladoras y surgieron gentes de entre los arboles que comenzaron a rezar por sus hijos masacrados el 2 de octubre en Tlatelolco.

Primera parte.
Ganar la calle

ÚNETE PUEBLO, NO NOS ABANDONES, ÚNETE PUEBLO. PUEBLO, NO NOS ABANDONES, ÚNETE PUEBLO.

• Mantas en la manifestación del 13 de agosto de 1968.

Son muchos. Vienen a pie, vienen riendo. Bajaron por Melchor Ocampo, la Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, muchachos y muchachas estudiantes que van del brazo en la manifestación con la misma alegría con que hace apenas unos días iban a la feria; jóvenes despreocupados que no saben que mañana, dentro de dos días, dentro de cuatro estarán allí hinchándose bajo la lluvia, después de una feria en donde el centro del tiro al blanco lo serán ellos, niños-blanco, niños que todo lo maravillan, niños para quienes todos los días son día-de-fiesta, hasta que el dueño de la barraca del tiro al blanco les dijo que se formaran así el uno junto al otro como la tira de pollitos plateados que avanza en los juegos, click, click, click, click y pasa a la altura de los ojos, ¡Apunten, fuego!, y se doblan para atrás rozando la cortina de satín rojo.

El dueño de la barraca les dio los fusiles a los cuicos, a los del ejército, y les ordenó que dispararan, que dieran en el blanco y allí estaban los monitos plateados con el azoro en los ojos, boquiabiertos ante el cañón de los fusiles. ¡Fuego! El relámpago verde de una luz de bengala. ¡Fuego! Cayeron pero ya no se levantaban de golpe impulsados por un resorte para que los volvieran a tirar al turno siguiente; la mecánica de la feria era otra; los resortes no eran de alambre sino de sangre; una sangre lenta y espesa que se encharcaba, sangre joven pisoteada en este reventar de vidas por toda la Plaza de las Tres Culturas.

Aquí vienen los muchachos, vienen hacia mí, son muchos, ninguno lleva las manos en alto, ninguno trae los pantalones caídos entre los pies mientras los desnudan para cachearlos, no hay puñetazos sorpresivos ni macanazos, ni vejaciones, ni vómitos por las torturas, ni zapatos amontonados, respiran hondo, caminan seguros, pisando fuerte, obstinados; vienen cercando la Plaza de las Tres Culturas y se detienen junto al borde donde la Plaza cae a pico dos o tres metros para que se vean las ruinas prehispánicas; reanudan la marcha, son muchos, vienen hacia mí con sus manos que levantan la pancarta, manos aniñadas porque la muerte aniña las manos; todos vienen en filas apretadas, felices, andan felices, pálidos, sí, y un poco borroneados pero felices; ya no hay muros de bayonetas que los rechacen violentamente, ya no hay violencia; los miro a través de una cortina de lluvia, o será de lágrimas, igual a la de Tlatelolco; no alcanzo a distinguir sus heridas, qué bueno, ya no hay orificios, ni bayonetazos, ni balas expansivas; los veo nublados pero sí oigo sus voces, oigo sus pasos, pas, pas, pas, paaaaas, paaaaaas, como en la manifestación del silencio, toda la vida oiré esos pasos que avanzan; muchachas de mini con sus jóvenes piernas quemadas por el sol, maestros sin corbata, muchachos con el suéter amarrado a la cintura, al cuello, vienen a pie, vienen riendo, son muchos, vienen con esa loca alegría que se siente al caminar juntos en esta calle, nuestra calle, rumbo al Zócalo, nuestro Zócalo; aquí vienen; 5 de agosto, 13 de agosto, 27 de agosto, 13 de septiembre, el padre Jesús Pérez echó a vuelo las campanas de catedral para recibirlos, toda la Plaza de la Constitución está iluminada; constelada con millares de cempasúchil, millares de veladoras; los muchachos están en el corazón de una naranja, son el estallido más alto del fuego de artificio, ¿no que México era triste? Yo lo veo alegre, qué loca alegría; suben por Cinco de Mayo, Juárez, cuántos aplausos, la Reforma, se les unen trescientas mil personas que nadie acarrea, Melchor Ocampo, Las liornas, se remontan a la sierra, los bosques, las montañas, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad.

E. P.

No es que yo me «metiera» al Movimiento Estudiantil; ya estaba adentro desde hace mucho. Entiéndeme, yo soy del Poli; allá tengo mi casa; allá están mis cuates, los vecinos, el trabajo… Allá nacieron mis hijos. Mi mujer también es del Poli. El Movimiento lo traemos dentro desde hace muchos años. ¡Aquí no hay improvisación, ni «puntada», ni «buena onda», ni nada! No se trata de eso. Se trata de defender todo aquello en que creemos, por lo que siempre hemos luchado y antes de nosotros nuestros padres y los padres de nuestros padres… Provenimos de familias de obreros, de gente que siempre ha trabajado, y trabajado duro.

• Raúl Álvarez Garfa, físico matemático de la ESFM. Profesor de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del
IPN
, delegado ante el
CNH
, preso en Lecumberri.

MÉ-XI-CO-LI-BER-TAD - MÉ-XI-C O-LI-BER-TAD - MÉ-XI-CO-LI-BER-TAD

• Coro en las manifestaciones.

Yo le entré al Movimiento Estudiantil porque un día, sin más, llegaron los granaderos a la Escuela de Bellas Artes con perros policía y cadenas y se llevaron a todo mundo preso, así, fíjate, con la mano en la cintura. ¡Y el
INBA
ni siquiera había dicho abiertamente si apoyaba o no al Movimiento! (Yo creo más bien que no ¿eh?). A muchos actores, esta invasión arbitraria nos hizo tomar conciencia y resolvimos unirnos a los estudiantes y ayudarlos, pero de veras, no sólo yendo a las manifestaciones agarrados del brazo o gritando en los mítines… Entonces constituimos una brigada de actores de teatro.

• Margarita Isabel, actriz.

ÚNETE-PUEBLO - ÚNETE-PUEBLO - ÚNETE-PUEBLO - ÚNETE-PUEBLO

• Coro en las manifestaciones.

La decisión que podíamos tomar no era meternos dentro del Movimiento sino quedarnos o salimos. Desde un principio tuvimos una conciencia más o menos clara de lo que iba a suceder —la represión, las detenciones masivas, las macanizas no se hicieron esperar—, entonces se presentó la alternativa. O «le haces al clandestino», que significa tomar un boleto de avión o de tren o de lo que sea y largarte, o te quedas en la ciudad a ver de a cómo te toca… Todos estábamos en nuestras escuelas, Raúl en Físico-Matemáticas, yo en Filosofía, y habíamos participado anteriormente en cuestiones estudiantiles. Por ejemplo, los problemas concretos de mi escuela eran: la Prepa Popular, los rechazados, la libertad de Vallejo, los planes de estudio y otros de tipo académico, la independencia del Colegio de Psicología, etcétera. Desde 1967 era yo el presidente de la Sociedad de Alumnos pero ahora ya soy vitalicio… A partir del 26 de julio, todo cambió… Yo no soy el mismo; todos somos otros. Hay un México antes del Movimiento Estudiantil y otro después de 1968. Tlatelolco es la escisión entre los dos Méxicos.

• Luis González de Alba, delegado de la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM
ante el
CNH
, preso en Lecumberri.

«Hacerle al clandestino» significa no hacer nada.

• Gilberto Guevara Niebla, delegado de la Facultad de Ciencias de la
UNAM
ante el
CNH
, preso en Lecumberri.

Pienso que la fuerza y la importancia del Movimiento Estudiantil se la dio la represión. Más que ningún discurso político, el hecho mismo de la represión politizó a la gente y logró que la gran mayoría participara activamente en las asambleas. Se decretó que en cada escuela habría paros y allí mismo surgió la idea de las brigadas y de los comités de lucha en cada Facultad. Los brigadistas eran muchachos y muchachas de la base estudiantil que realizaban todo tipo de actividades, desde recolectar dinero hasta hacer mítines relámpago en la calle, en los barrios más alejados, en las colonias proletarias. Las grandes manifestaciones fueron una de las armas políticas más eficaces del Movimiento.

• Carolina Pérez Cicero, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM
.

Nunca se habían visto en México manifestaciones espontáneas tan grandes y tan extraordinariamente vivas como las estudiantiles. Hubo una, creo, de apoyo a la Revolución Cubana, hace muchos años, pero no tuvo esa envergadura. En realidad, el Movimiento Estudiantil sacudió a la sociedad mexicana y por eso el gobierno empezó a tener tanto miedo.

• Félix Lucio Hernández Gamundi, de la
ESIME
del
IPN
delegado ante el
CNH
, preso en Lecumberri.

Las marchas en México, habían sido, cuando mucho, de quince mil manifestantes. Pero ¡seiscientas mil personas de todos los sectores de la población, y sobre todo de jóvenes! ¿Cuándo se había visto algo semejante? ¿Cómo lo iba a aguantar el gobierno? Con razón se le botó la canica.

• Salvador Martínez de la Roca,
Pino
, del Comité de Quería de la Facultad de Ciencias de la
UNAM
, preso en Lecumberri.

No era tolerable que una verdadera multitud que oscilaba entre trescientas y seiscientas mil personas desfilara por las principales avenidas de México, el Paseo de la Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, llevando mantas y pancartas que se mofaban del «principio de autoridad». Había que aplastar la protesta estudiantil que hacía tambalearse el
statu quo
, el PRI, el sindicalismo charro, la «momiza».

• Eduardo Valle Espinoza,
Búho
, delegado de la Escuela Nacional de Economía de la
UNAM
ante el
CNH
, preso en Lecumberri.

Al marchar por las calles como lo hicimos, en cierta forma vengábamos a todos los estudiantes de la provincia que fueron reprimidos antes que nos tocara a nosotros; a los estudiantes de Puebla, de Tabasco, de Chihuahua, de Sinaloa, de Guerrero, de Sonora, y, en cierto modo, los atropellos cometidos en Morelia, en Hermosillo, en Monterrey.

• Ernesto Hernández Pichardo, de la Escuela Nacional de Economía de la
UNAM
.

SOLDADO, NO DISPARES, TÚ TAMBIÉN ERES EL PUEBLO

• Manta en la manifestación del 27 de agosto.

La población de México consta hoy por hoy de cuarenta y ocho millones de habitantes mal repartidos sobre un territorio de dos millones de kilómetros cuadrados. Su tasa de crecimiento demográfico es de 3.6% al año (al menos esto es lo que dice el maestro Loyo) y, como cada año es mayor, en 1990 habrá en nuestro país noventa millones de habitantes. El setenta por ciento de ellos tendrán menos de 23 años.

Esto viene a cuento porque creo que los jóvenes campesinos, los obreros y los estudiantes tienen pocas perspectivas dignas de vida, porque las fuentes de trabajo se crean en beneficio de intereses particulares y no de la colectividad. Se nos dice continuamente: «Ustedes son el futuro del país». Pero se nos niega sistemáticamente cualquier oportunidad de actuar y participar en las decisiones políticas del presente… Nosotros queremos y PODEMOS participar ahora, no cuando tengamos sesenta años…

• Gustavo Gordillo, delegado de la Escuela Nacional de Economía de la
UNAM
ante el
CNH
.

¡PUEBLO, NO NOS ABANDONES - ÚNETE PUEBLO!

• Coro en la manifestación del 13 de agosto.

Yo no entré al Movimiento; ya estaba yo adentro creo desde que nací. Ése es mi medio, es el aire que respiro y para mí el Movimiento significaba defender mi casa, mi mujer, mis hijos, mis compañeros.

• Ernesto Olvera. Profesor de matemáticas de la Preparatoria 1 de la
UNAM
, preso en Lecumberri.

¡PRESOS POLÍTICOS LI-BER-TAD! ¡PRESOS POLÍTICOS LI-BER-TAD!

• Coro en la manifestación del 13 de agosto.

El Movimiento Estudiantil de 1968 no nació en ese mismo año; no surgió así nomás por generación espontánea. Sus demandas habían sido planteadas anteriormente por innumerables organizaciones políticas revolucionarias y por importantes grupos estudiantiles. La libertad a los presos políticos es en México una demanda tan vieja como el fenómeno mismo. También la lucha por derogar el artículo 145 que se refiere a la disolución social y porque desaparezca el cuerpo de granaderos. El Movimiento de 1968 recogió todas estas demandas y no sólo se pronunció por la solución de su pliego petitorio sino que se hizo el vocero de las demandas más sentidas por los estudiantes, los trabajadores y los intelectuales de México.

Antes, en muchas partes del país, los estudiantes habían encabezado a todo el pueblo en luchas cuyo contenido general tiene mucha relación con el Movimiento de 1968. Los más importantes movimientos de este tipo son los de Puebla en 1964, Morelia en 1966, Sonora y Tabasco en 1967… Junto a lo anterior las manifestaciones de solidaridad con Cuba, Vietnam y la República Dominicana, movilizaron a grandes grupos de estudiantes principalmente de la ciudad de México, y la conciencia de la opresión de otros pueblos elevó el nivel de su politización y los hizo conscientes de su propia fuerza. Ejemplos de esto son la lucha estudiantil en Morelia, durante los años de 1961 y 1963; el movimiento por la reforma universitaria en Puebla en 1962; la huelga de la
UNAM
en 1966; las constantes huelgas estudiantiles por reivindicaciones económicas y académicas realizadas en diversas partes del país (dentro de las que destacan las Normales Rurales); el movimiento de los estudiantes de la Escuela de Agronomía de Ciudad Juárez, Chihuahua, que fue apoyado por el resto de las escuelas de agronomía y por los estudiantes del
IPN
, y muchas otras luchas estudiantiles.

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