La profecía de Orión (14 page)

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Authors: Patrick Geryl

Tags: #Ensayo, #Ciencia

Encima de cada uno de los edificios hay una estatua que representa a un hombre en un trono. Si se calcula la altura completa, se alcanzarán los diecinueve metros, porque cien
fathom
equivalen a un estadio de seiscientos pies; un
fathom
es igual a seis pies o cuatro
anas
y un pie es igual a cuatro palmos, por lo tanto, un
ana
corresponde a seis palmos (un pie es igual a 29,6 cm, un
fathom
es 178 cm, un
ana
, 44,4 y un palmo, cerca de 7,2 cm).

Con la referencia a aquellas estatuas de los hombres en un trono, hechas en piedra, tenía una nueva pista; tal vez podría haber algo allí. Si después de la probable obstrucción con sedimentos del lago, no fueron transportadas demasiado lejos, entonces el dato podría conducirnos a alguna parte; era una señal que valía la pena seguir. Más adelante, iba a tratar de prestarle la debida atención. Mientras tanto, continué leyendo:

El lago no obtiene el agua de fuentes naturales, eso sería imposible porque el país circundante está seco; no, un canal es su conexión con el Nilo. Por el canal corre el agua hacia el lago durante la mitad del año y, en los seis meses restantes, vuelve a fluir al río. La ganancia para el tesoro real durante este período es al menos de un talento de plata por día, debido a los peces que se pescan allí.

Muy bien, pensé, es probable que esté ubicado en el desierto. No hay fuentes naturales, lo cual significa que si ya no hay una conexión con el Nilo, el lago se seca completamente. Aunque busque con toda intensidad, actualmente no hallaré nada de agua. Heródoto continuó:

Los habitantes de esa región me dijeron que había un túnel desde el lago hasta Sirte en Libia y, de este modo, que se podía llegar tierra adentro por el lado oeste de una región montañosa al sur de Menfis.

Otra clave. Debía haber una región montañosa no lejos de Menfis, en dirección al interior del país. Eso podría ser de ayuda para hallar la ubicación del lago, pero no iba a resultar fácil. De eso, yo estaba seguro. Aunque, si no se arriesga nada, nada se gana. Probablemente era una cuestión de trabajar sobre los datos. Escribí todo de manera ordenada y se lo envié a Gino. Un par de semanas más tarde, un día domingo, me telefoneó.

«Creo que conozco la ubicación del laberinto», me dijo.

«¿Cómo lo logró?», le pregunté sorprendido.

«La construcción comenzó en la Era de Tauro. Las Híadas son un laberinto de estrellas. Calculé su posición sobre la Tierra, con las pirámides (que representan a Orión) y Dendera (que representa a la estrella Deneb) como puntos de referencia. Es todo lo que tengo por el momento. ¿Podría venir y echar un vistazo?».

«¿Qué tal mañana a la noche?».

«Bueno, lo estaré esperando».

Al día siguiente, nos encontrábamos estudiando los mapas. Con orgullo, Gino me mostró el lugar: Hawuara. «Es allí donde debe estar», dijo con confianza en sí mismo. Miré la ubicación y asentí con mi cabeza. Parecía posible. Sólo un profundo análisis sobre la ubicación podría darnos una respuesta definitiva. Pero aún había algo que me molestaba: el nombre Hawuara mucho se parecía a otro que había leído en alguna parte. Lo dejé descansar, mientras Gino continuó con su explicación: «Según la tradición, el faraón luego de su muerte, debía pasar por un laberinto antes de ascender a las estrellas. Actualmente, los astrónomos llaman a las Híadas “el laberinto”, porque las estrellas parecen formar un nudo inextricable. Eso debía ser lo mismo para los antiguos egipcios, de ahí mi teoría de que tiene que estar allí».

Ese argumento carece de defectos, por ahora. Cuando llegué a mi casa, me zambullí en una enciclopedia sobre Egipto, y muy pronto hallé Hawara. Este era el vocablo inglés para la palabra francesa Hawuara. Me quedé estupefacto porque aparentemente el laberinto descrito por Heródoto tal vez aún estaba allí. Yo me sentía aturdido. ¿Acaso, era este el fin de mi investigación? Sorprendido, comencé a leer:

Mediterranean Sea

Figura 20
. La ubicación del laberinto.

La mayoría de los egiptólogos opinan que el laberinto fue descubierto en 1843 por el famoso arqueólogo alemán Richard Lepsius (quien murió a la edad de 34 años). Se trataba del descubrimiento de Lepsius sobre la pirámide sepulcral, con ruinas circundantes del faraón Amenemhet III (1844-1797 a.C), no lejos del oasis El Fayum. Lepsius escribió acerca de esto: la posición está dispuesta de tal modo que, tres grandes grupos de edificios de trescientos pies de ancho encierran un lugar rectangular de seiscientos pies de largo y quinientos pies de ancho. El cuarto lado, uno de los más pequeños, está bordeado por la pirámide que yace detrás; esta mide trescientos pies cuadrados, por lo tanto, no alcanza por completo el ala de los edificios.

Luego de haber estudiado un mapa que venía con el informe, tuve fuertes dudas de que este fuera el laberinto.

La descripción no concuerda para nada con los primeros indicios de Heródoto. En Hawara, la pirámide sigue el mismo eje que las ruinas del templo; según Heródoto, la pirámide se encontraba en un rincón. No se menciona nada de paredes cubiertas de relieves, de una gigantesca construcción, una parte subterránea de 1500 habitaciones, columnas de mármol, etc. ¿Y dónde, por todos los arqueólogos, están las tumbas de los míticos faraones? Lepsius no encontró ningún rastro de ellas. Entonces, ¿qué es lo que descubrió exactamente? Cientos de habitaciones, una al lado de la otra o encima de la otra, algunas pequeñas y otras más pequeñas todavía. ¡Eso no podía ser un laberinto! Decidí abandonarlo e ir a dormir. Al día siguiente, telefoneé a Gino. «¡Gino, debo felicitarlo y decepcionarlo!».

«¿Cómo es eso?».

«Bueno, el lugar que usted calculó es el sitio exacto donde se halló un laberinto. Pero, y aquí viene un gran “pero”, la descripción del complejo no concuerda para nada con lo que Heródoto dice al respecto. ¿No tiene una enciclopedia sobre Egipto dónde podamos encontrar algo más?».

«¡Pero, por supuesto, me había olvidado completamente de ello!» Una hora más tarde Gino volvió a llamar: «Tiene razón, Patrick. En las páginas 513 y 514 dice claramente que las excavaciones que se llevaron a cabo allí, no concuerdan con la historia».

«¿Podría hacerme una copia para el sábado?».

«No hay problema».

El sábado siguiente, Gino me trajo no sólo las copias del laberinto, sino también las de un antiguo manuscrito egipcio que se mencionaba en un libro sobre las pirámides, y me dijo que era algo realmente especial. Pero eso era para más adelante, porque primero observamos el movimiento del zodíaco sobre las pirámides. Esa noche no descubrimos nada nuevo, y al día siguiente, leí el texto sobre el laberinto. En parte era la descripción de Heródoto, pero también mencionaba que Estrabón había escrito sobre el tema. El geógrafo griego Estrabón informa en la parte decimoséptima de su
Geographica
, en el capítulo 37: «Un peristilo rodea una serie de recámaras palaciegas adyacentes, todas en una hilera siguiendo una pared. Frente a las entradas hay una gran cantidad de pasadizos bajos y cubiertos con muchas vueltas y curvas, por lo tanto, sin una guía es imposible hallar una habitación específica o incluso la salida».

Esto me dejó soñando por algún tiempo. No era sorprendente que lo llamaran laberinto y en caso de hallarlo, lo más probable es que nos perdiéramos. Seguí leyendo: «El cielo raso de estas habitaciones está compuesta de una pieza de piedra; también las paredes de los pasadizos cubiertos están terminadas con piedras extraordinariamente grandes. No se ha empleado madera ni ningún otro material de construcción en ninguna parte».

Yo estaba tan impresionado por la construcción como lo debe haber estado Estrabón. ¿Qué pudo haberle pasado a este legendario complejo? En el año 25 a.C., cuando Estrabón lo visitó, aún estaba allí. Según su descripción, se emplearon enormes monolitos para construirlo; semejantes piedras gigantes no hubieran podido utilizarse para construir otra cosa. Ahora yo estaba muy seguro; el observatorio astronómico todavía se encontraba en su lugar, pero ¿dónde? Esa era la pregunta que no me abandonaría hasta que lo hallara, sin embargo, no me quedaba mucho tiempo, pues dentro de dieciséis años y cuatro días se produciría la catástrofe más grande de la historia. Debía encontrar este complejo antes de esa fecha y preferiblemente, algunos años antes, de lo contrario, no sólo va a ser destruido sino también será demasiado tarde para advertir a la humanidad sobre la catástrofe venidera… También leí lo siguiente en las copias:

La situación en el Reino Medio era tal, que la construcción es una posibilidad realista porque se hubiera podido dedicar a la unificación del país, tanto en el aspecto administrativo como práctico. Podía simbolizar una monumental construcción que expresase la unidad. Más aún, pudo haber tenido una importante función administrativa en el nuevo estado unificado. Pero esta solución no es la explicación completa del acertijo. Este complejo edificio arquitectónico, según Estrabón y Heródoto, tenía tales gigantescas dimensiones que no había nada igual en Egipto. La pregunta es si logró soportar el paso del tiempo, porque no hubo ningún trabajo de restauración en mucho tiempo. Para resolver este problema de una vez por todas, es necesario realizar nuevas excavaciones basadas en todos los conocimientos históricos y arqueológicos conocidos.

No podía estar más de acuerdo con esta conclusión, sólo hace falta considerar primero el tema de un modo teórico y luego, hacer las necesarias evaluaciones en el lugar. ¡Debe ser posible, yo estoy completamente convencido de ello!

Hechos acerca del laberinto

  • El más grande edificio jamás construido por el hombre.
  • La construcción tardó 365 años (desde 4608 hasta 4243 a.C).
  • El diámetro de Este a Oeste era de 48 000 codos egipcios (un codo egipcio = 0,524 metros); 48 000 x 0,524 = 8384 km.
  • Contiene el «Círculo de Oro», que es una legendaria habitación a la que se hace referencia en el
    Libro de los Muertos
    . Está hecho de granito y recubierto en oro lleno con un legado tecnológico que nos dejó una civilización perdida, mucho más antigua que el mismo Egipto.
  • El conocimiento astronómico de los egipcios está escrito en grandes paredes. Todos sus hallazgos astronómicos pueden leerse en los jeroglíficos; todas las constelaciones estelares figuran en un gigantesco zodíaco.
  • Muchas paredes pueden moverse y esto lo convierte en un laberinto real. Los textos antiguos hablan sobre personas que perdieron su camino y murieron; también hablan de habitaciones secretas que se encuentran en el laberinto lleno de utensilios y documentos de una civilización que floreció a escala mundial hace miles de años.
  • Contiene habitaciones con documentos sobre la historia de Egipto y su conocimiento astronómico.
  • En 36 enormes jeroglíficos está escrita la manera que emplearon para calcular la última reversión polar, y este es el conocimiento que debemos hallar urgentemente. Allí también pueden encontrarse los cálculos para el año 2012.
9

LOS SIGNOS ESTELARES

La principal razón de nuestro viaje a Egipto, el cual incluyó la búsqueda del laberinto, fue el descubrimiento de Gino sobre una conexión entre la Vía Láctea y varias pirámides y templos de ese país. Lo había advertido cuando puso el mapa de Egipto junto al de la Vía Láctea y vio de inmediato que el templo de Dendera debía tener correspondencia con la estrella Deneb de la constelación de Cygnus (del Cisne). Una de las vueltas del Nilo en el área de Dendera, incluso corresponde exactamente a la Vía Láctea. Parecía como si hubiese sido construida; dicha similitud no podía ser una coincidencia. Este hallazgo implica que los egipcios podían determinar con exactitud las posiciones con una distancia de 800 kilómetros entre ellas, de hecho, una cuestión extremadamente difícil que puede medirse sólo con el equipo más moderno. Entonces, decidimos comprar un Sistema de Posicionamiento Global (SPG), que es un instrumento que, vía satélite, puede determinar una posición con exactitud desde cierta ubicación.

Dendera es la estrella Deneb

Dendera, Egipto, martes 25 de marzo de 1997
. El viaje desde nuestro hotel hasta Dendera fue una aventura en sí misma. Justo antes de nuestra visita, docenas de personas habían muerto por los ataques de terroristas y sólo nos permitieron viajar al templo con protección especial de la policía. Pasamos un destacamento de control después de otro y muchos, muchos soldados; parecía como si una guerra se hubiera declarado. A la entrada del templo, Gino se encontró con Mohammed Aldawy Barbary, arqueólogo y jefe de seguridad. Estuvo con nosotros durante algunas horas y nos permitió quedarnos todo el día. En verdad, fue buena suerte. Nos confirmó que se había asociado a Dendera con la estrella Deneb, como lo habíamos establecido.

Luego de nuestros primeros pasos en el templo, un abrumador sentimiento nos golpeó; todo irradiaba fastuosidad y poder. El día anterior habíamos visitado el Valle de los Reyes, pero no podía compararse con Dendera.

Aquí, todo era más misterioso, más enigmático, más complejo, como si un oculto poder estuviera detrás de ello; era una insondable y profunda fuente de conocimiento y de nosotros dependía tratar de desvelarla. Miramos con asombro las maravillosas columnas y los exquisitos cielos rasos; un guía se nos acercó. Nos mostró arcos subterráneos y nos dijo que muchos de los elementos en el templo se basaban en el número 12, por ejemplo, los doce signos del zodíaco, las doce columnas, los doce polos en el cuadrante solar, etc. Nos llevó a un lugar específico en el medio del templo, donde estaban cantando. Miriam y Brigit, que habían viajado con nosotros, estaban allí paradas, cara a cara en ese pequeño lugar. Su canto sonaba con una belleza sobrenatural y una oleada de placer atravesó mi cuerpo. Parecía que todo el edificio temblaba y vibraba con ellas. Me imaginé un faraón. La tradición nos dice que este ritual se realizaba a la salida del Sol y en el ocaso. Si de mí hubiera dependido, lo hubiese hecho durar para siempre. Cuando terminaron el canto, continuamos estudiando el templo. En el techo tomamos las coordenadas importantes con nuestro SPG y luego admiramos la copia del zodíaco circular. El original está en el Louvre (París), pero se encuentra en peores condiciones. Aquí Gino se dio cuenta de una primera desviación en el concepto. Según sus mediciones, el zodíaco estaba dirigido hacia el Norte, con una desviación de cinco grados en dirección Este. Dado que era una copia, tal vez se trataba de una coincidencia. Entonces, decidió medir el eje Sur-Norte del templo y, para su asombro, también este mostraba una desviación de cinco grados en dirección Este.

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