La sociedad del espectáculo (5 page)

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Authors: Guy Debord

Tags: #Ensayo

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Hegel ya no tuvo que
interpretar
el mundo, sino la
transformación
del mundo. Al
interpretar solamente
la transformación Hegel no es sino la conclusión
filosófica
de la filosofía. Quiere comprender un mundo
que se hace a sí mismo
. Este pensamiento histórico no es todavía sino la conciencia que siempre llega demasiado tarde y que enuncia la justificación
post festum
. De modo que no supera la separación más que
en el pensamiento
. La paradoja que consiste en suspender el sentido de toda realidad en su consumación histórica y en revelar al mismo tiempo este sentido constituyéndose en consumación de la historia se desprende del simple hecho de que el pensador de las revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII no buscó en su filosofía más que la
reconciliación
con el resultado de éstas. "Del mismo modo como filosofía de la revolución burguesa no expresa todo el proceso de esta revolución, sino solamente su conclusión última. En este sentido, ésta no es una filosofía de la revolución, sino de la restauración." (Karl Korsch.
Tesis sobre Hegel y la revolución
). Hegel hizo por última vez el trabajo del filósofo, la "glorificación de lo que existe"; pero aquello que existía para él ya no podía ser sino la totalidad del movimiento histórico. La posición
exterior
del pensamiento, que en realidad se mantenía, sólo podía ser enmascarada mediante su identificación con un proyecto previo del Espíritu, héroe absoluto que ha hecho lo que ha querido y ha querido lo que ha hecho, y cuya realización coincide con el presente. Así, la filosofía que muere en el pensamiento de la historia no puede ya glorificar su mundo más que renegando de él, pues para tomar la palabra es preciso suponer concluida esta historia total allí donde ella condujo todo; y cerrar la sesión del único tribunal donde puede ser dictada la sentencia de la verdad.

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Cuando el proletariado manifiesta por su propia existencia en actos que este pensamiento de la historia no se ha olvidado el desmentido de la
conclusión
es también la confirmación del método.

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El pensamiento de la historia no puede ser salvado más que transformándose en pensamiento práctico; y la práctica del proletariado como clase revolucionaria no puede ser menos que la conciencia histórica operando sobre la totalidad de su mundo. Todas las corrientes teóricas del movimiento obrero
revolucionario
han surgido de un enfrentamiento crítico con el pensamiento hegeliano, tanto en el caso de Marx como en el de Stirner o Bakunin.

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El carácter inseparable de la teoría de Marx y del método hegeliano es a su vez inseparable del carácter revolucionario de esta teoría, es decir, de su verdad. Es en esto en lo que esta primera relación ha sido generalmente ignorada o mal comprendida, o incluso denunciada como el punto débil de lo que devenía engañosamente en una
doctrina
marxista. Bernstein, en
Socialismo teórico y socialdemocracia práctica
, revela perfectamente esta conexión del método dialéctico y de la
toma de posición
histórica, lamentando las previsiones poco científicas del
Manifiesto de 1847
sobre la inminencia de la revolución proletaria en Alemania: "Esta autosugestión histórica, tan errónea como la podría haber concebido cualquier visionario político, sería incomprensible en el caso de Marx, que en esta época ya había estudiado seriamente la economía, si no se viera en ella el resultado de un resto de dialéctica antitética hegeliana de la que ni Marx ni Engels supieron nunca deshacerse completamente. En estos tiempos de efervescencia general esto fue más fatal aún para ellos".

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La
inversión
que Marx efectúa para una "salvación por transferencia" del pensamiento de las revoluciones burguesas no consiste en reemplazar trivialmente por el desarrollo materialista de las fuerzas productivas el recorrido del Espíritu hegeliano yendo a su propio encuentro en el tiempo, cuya objetivación es idéntica a su alienación y cuyas heridas históricas no dejan cicatrices. La historia que deviene real ya no tiene
fin
. Marx destruyó la posición
separada
de Hegel ante lo que sucede; y la
contemplación
de un agente supremo exterior, sea el que sea. La teoría no tiene que conocer más que lo que ella hace. Por el contrario la contemplación del movimiento de la economía, en el pensamiento dominante de la sociedad actual es la heredera
no subvertida
de la parte
no-dialéctica
del intento hegeliano de componer un sistema circular: es una aprobación que ha perdido la dimensión del concepto y que no necesita justificarse en un hegelianismo, puesto que el movimiento que se trata de ensalzar no es más que un sector sin pensamiento del mundo, cuyo desarrollo mecánico domina efectivamente el todo. El proyecto de Marx es el de una historia consciente. Lo cuantitativo que surge en el desarrollo ciego de las fuerzas productivas simplemente económicas debe cambiarse por la apropiación histórica cualitativa. La
crítica de la economía política
es el primer acto de este
fin de la prehistoria
: "De todos los instrumentos de producción, el de mayor poder productivo es la clase revolucionaria misma".

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Lo que ata estrechamente la teoría de Marx al pensamiento científico es la comprensión racional de las fuerzas que se ejercen realmente en la sociedad. Sin embargo es fundamentalmente un
más allá
del pensamiento científico, donde éste está conservado en tanto que superado: se trata de una comprensión de la
lucha
, y en modo alguno de la
ley
. "Conocemos una sola ciencia: la ciencia de la historia", dice
La ideología alemana
.

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La época burguesa, que pretende fundar científicamente la historia, descuida el hecho de que esta ciencia disponible debió más bien ser ella misma fundada históricamente con la economía. Inversamente, la historia sólo depende radicalmente de este conocimiento en tanto que sigue siendo
historia económica
. El punto de vista de la observación científica ha podido descuidar por otro lado en qué medida toma parte la historia en la economía misma —el proceso global que modifica sus propios datos científicos de base—. Es lo que muestra la vanidad de los cálculos socialistas que creían haber establecido la periodicidad exacta de las crisis; y desde que la intervención constante del Estado ha logrado compensar el efecto de las tendencias a la crisis el mismo género de razonamiento ve en este equilibrio una armonía económica definitiva. El proyecto de superar la economía, de la toma de posesión de la historia, debe conocer —y atraer hacia sí— la ciencia de la sociedad, no puede ser él mismo
científico
. En este último movimiento que cree dominar la historia presente mediante un conocimiento científico el punto de vista revolucionario sigue siendo
burgués
.

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Las corrientes utópicas del socialismo, aunque fundadas a su vez históricamente en la crítica de la organización social existente, pueden ser justamente calificadas de utópicas en la medida en que rechazan la historia —es decir, la lucha real en curso, así como el movimiento del tiempo más allá de la perfección inmutable de su imagen de sociedad feliz—, pero no porque rechacen la ciencia. Los pensadores utopistas están por el contrario enteramente dominados por el pensamiento científico, tal como se había impuesto en los siglos precedentes. Ellos buscan el perfeccionamiento de este sistema racional general: no se consideran en modo alguno como profetas desarmados, puesto que creen en el poder social de la demostración científica e incluso, en el caso del saintsimonismo, en la toma del poder por la ciencia. Al respecto, dice Sombart, "¿Pretendían arrancar mediante luchas lo que debe ser
probado
?" No obstante la concepción científica de los utópicos no se extiende a este conocimiento de que los grupos sociales tienen intereses en una situación existente, fuerzas para mantenerla, y también formas de falsa conciencia correspondientes a tales posiciones. Queda muy retrasada respecto a la realidad histórica del desarrollo de la ciencia misma, que se ha encontrado en gran parte orientada por la
demanda social
derivada de tales factores, que selecciona no solamente lo que puede ser admitido, sino también lo que puede ser investigado. Los socialistas utópicos siguen prisioneros del
modo de exposición de la verdad científica
, conciben esta verdad según su pura imagen abstracta, tal como les había sido impuesta en una etapa muy anterior de la sociedad. Como subrayó Sorel, los utópicos piensan descubrir y demostrar las leyes de la sociedad sobre el modelo de la
astronomía
. La armonía a la que aspiran, hostil a la historia, deriva de un intento de aplicación de la ciencia a la sociedad menos dependiente de la historia. Intenta hacerse reconocer con la misma inocencia experimental que el newtonismo, y el destino feliz constantemente postulado "juega en su ciencia social un papel análogo al que le corresponde a la inercia en la mecánica racional" (
Materiales para una historia del proletariado
).

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El aspecto determinista-científico en el pensamiento de Marx fue precisamente la brecha por la cual penetró el proceso de "ideologización", todavía vivo él, y en mayor medida en la herencia teórica legada al movimiento obrero. La llegada del sujeto de la historia es retrasada todavía para más tarde, y es la ciencia histórica por excelencia, la economía, quien tiende cada vez en mayor medida a garantizar la necesidad de su propia negación futura. Pero con ello se rechaza fuera del campo de la visión teórica la práctica revolucionaria que es la única verdad de esta negación. Así, es importante estudiar pacientemente el desarrollo económico, y admitir todavía, con una tranquilidad hegeliana, la aflicción, lo que sigue siendo, en su resultado, "un cementerio de buenas intenciones". Se descubre que ahora, según la ciencia de las revoluciones,
la conciencia llega siempre demasiado pronto
y deberá ser enseñada. "La historia nos ha desmentido, a nosotros y a todos los que pensaban como nosotros. Ha demostrado claramente que el estado del desarrollo económico en el continente no se hallaba todavía ni mucho menos maduro...", dirá Engels en 1895. Toda su vida Marx ha mantenido el punto de vista unitario de su teoría, pero la
exposición
de su teoría fue planteada sobre el
terreno
del pensamiento dominante precisándose bajo la forma de críticas de disciplinas particulares, principalmente la crítica a la ciencia fundamental de la sociedad burguesa, la economía política. Esta mutilación, ulteriormente aceptada como definitiva, es la que ha constituido el "marxismo".

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El defecto en la teoría de Marx es naturalmente el defecto de la lucha revolucionaria del proletariado de su época. La clase obrera no decretó la revolución en permanencia en la Alemania de 1848; la Comuna fue vencida en el aislamiento. De esa manera la teoría revolucionaria no puede alcanzar todavía su existencia propia total. El encontrarse reducido a defenderla y precisarla en la separación del trabajo académico en el
British Museum
implicaba una pérdida en la teoría misma. Son precisamente las justificaciones científicas extraídas sobre el futuro del desarrollo de la clase obrera y la práctica organizativa ligada a estas justificaciones las que se convertirán en los obstáculos de la conciencia proletaria en un estadio más avanzado.

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Toda insuficiencia teórica en la defensa
científica
de la revolución proletaria puede estar relacionada, tanto por el contenido como por la forma de la exposición, con una identificación del proletariado con la burguesía
desde el punto de vista de la toma revolucionaria del poder
.

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La tendencia a fundamentar una demostración de la legalidad científica del poder proletario haciendo inventario de experimentaciones
repetidas
del pasado oscurece desde el
Manifiesto
el pensamiento histórico de Marx, haciéndole sostener una imagen
lineal
del desarrollo de los modos de producción, arrastrada por luchas de clases que terminarían en cada caso "en una transformación revolucionaria de la sociedad entera o en la destrucción común de las clases en lucha". Pero en la realidad observable de la historia, así como en "el modo de producción asiático", como Marx constató en otro lugar, conservaba su inmovilidad a pesar de todos los enfrentamientos de clase, y ni las sublevaciones de los siervos vencieron jamás a los barones ni las revueltas de esclavos de la antigüedad a los hombres libres. El esquema lineal pierde de vista ante todo el hecho de que
la burguesía es la única clase revolucionaria que ha llegado a vencer
; y al mismo tiempo la única para la cual el desarrollo de la economía ha sido causa y consecuencia de su apropiación de la sociedad. La misma simplificación condujo a Marx a descuidar el papel económico del Estado en la gestión de una sociedad: la de clases. Si la burguesía ascendente pareció liberar la economía del Estado fue sólo en la medida en que el antiguo Estado se confundía con el instrumento de una dominación de clase en una
economía estática
. La burguesía desarrolló su poderío económico autónomo en el período medieval de debilitamiento del Estado, en el momento de fragmentación feudal del equilibrio de poderes. Pero el Estado moderno que con el mercantilismo comenzó a apoyar el desarrollo de la burguesía y que finalmente se convirtió en
su Estado
a la hora de "laissez faire, laissez passer" va a revelarse ulteriormente dotado de un poder central en la gestión calculada del
proceso económico
. Marx pudo sin embargo describir en el
bonapartismo
este esbozo de la burocracia estatal moderna, fusión del capital y del Estado, constitución de un "poder nacional del capital sobre el trabajo, de una fuerza pública organizada para la esclavización social", donde la burguesía renuncia a toda vía histórica que no sea su reducción a la historia económica de las cosas y ve bien "estar condenada a la misma nulidad política que las otras clases". Aquí están ya puestas las bases sociopolíticas del espectáculo moderno, que define negativamente al proletariado como el
único pretendiente a la vía histórica
.

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