Notarás que te vuelves más eficiente y te sorprenderán las manifestaciones espontáneas de tu intuición.
Va sucediendo poco a poco, sin darnos cuenta, y de pronto nos sorprendemos: esa compulsión que antes nos arrastraba fuera del Presente ha perdido fuerza.
El sencillo hecho de haber percibido que cuando entramos en el Presente encontramos de inmediato un estado de paz y de quietud —que hace que nos volvamos esa misma paz—, produce un efecto magnético, y querer retornar a ese estado se vuelve algo placentero. La misma conciencia de
ser
, Eso a lo que pertenecemos, es lo que nos empuja a volver al Presente apenas nos damos cuenta de que nos hemos alejado de él. Puede sorprendernos aún más que esta alegría del Ser que comenzamos a percibir empiece a expandirse y a permear cada cosa que hagamos.
Cuando entramos en el Presente y vivimos esa sutil alegría del Ser, ésta parece que se irradiara impregnando de alegría cada cosa de nuestra vida, iluminando con ella nuestro hacer. Finalmente hemos dejado de extraviarnos, de abandonarnos a nosotros mismos, hemos podido encarnar más profundamente en la materia, podemos ser quienes somos.
Pertenecemos aún más a este mundo y ahora la conciencia ilumina nuestro movimiento en él.
Muchos de nosotros soñamos con liberamos del peso de esta vida, de nuestro propio peso, de los problemas cotidianos; soñamos con liberarnos del incesante rumor de nuestra mente, de las emociones que reverberan como un eco en nuestro cuerpo; pero siempre posponemos esa liberación para el futuro.
Cuando observamos el movimiento ondulante que el viento crea en la superficie de un estanque no vemos que debajo, en la profundidad de esas mismas aguas, hay paz y hay silencio. En nosotros sucede algo similar; cuando observamos nuestro tumultuoso interior, hecho de pensamientos frenéticos, emociones intensas o viejos dolores que regresan a la superficie y que impulsan movimientos —igual que las ondas en el agua—, basta entrar en el Ahora, ser el observador que permite
ser
a todas esas emociones, pensamientos o dolores; que permite que esas ondas se muevan libremente por la superficie. En la profundidad interior no serán más que un sonido distante, nada relevante.
En un estado de conciencia hay paz, silencio, la profunda serenidad de la Presencia.
Cuando estamos prisioneros de cualquier sufrimiento emocional se nos escapa que la salvación está en ese mismo momento. Basta permitir que los movimientos de las formas temporales de la superficie —pensamientos y emociones— sean libres de moverse interiormente, y simultáneamente permanecer enraizados en la quietud, en el silencio de nuestro Ser profundo.
El pensamiento compulsivo, la negatividad en cualquiera de sus formas, los dolores y memorias del pasado, los pensamientos acerca del futuro, todos ellos son formas temporales, formas superficiales, ondas de energía más o menos intensas, que antes o después se deshacen, finalizan. Cualquier forma de sufrimiento, cuando es acogida incondicionalmente, se vuelve una paz profunda, lo que verdaderamente somos. Se vuelve la alegría del Ser.
Cuántas veces hemos deseado que se acaben los conflictos internos y los conflictos con el mundo. Con cuánta intensidad y cuántas veces hemos dicho «¡basta!». Ésta es la aspiración del Ser. Es la sed interior de regresar a la verdad, a nuestra verdadera dimensión. Es el reclamo a la iluminación, a ascender a un nivel más alto de conciencia. Soñamos con el fin de las patrañas virtuales de la mente, con el fin de la esclavitud, de la oscuridad, de la negación, de la separación.
La iluminación es el estado de paz que sucede cuando el flujo de pensamientos se calma. Es el espacio que de repente sentimos que se expande, cuando el remolino arrogante del pensamiento, que dirige y juzga constantemente, deja el lugar a la armonía y a la unidad del silencio interior. Es la libertad de ser finalmente quienes somos de verdad.
Muchos de nosotros conocemos este estado, aunque sea por brevísimos instantes.
La iluminación no es algo misterioso, y por supuesto no está en el futuro.
En algún momento de nuestra vida, a todos nos ha ocurrido estar totalmente conscientes, sin estar identificados con la mente ni con una idea de quiénes somos; alguna vez hemos sentido sin una sombra de duda la eternidad de nuestro Ser. Nos hemos sentido plenamente libres y vivos.
El estado de iluminación no está distante. Está aquí, dentro de nuestro centro de percepción, en Eso que en nosotros percibe, en la conciencia plena que tenemos de lo que está ocurriendo Ahora.
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Práctica
Presta atención al punto donde nace tu percepción. No te distraigas con el objeto de tu percepción, porque es una forma temporal. Mantén una parte de tu atención apoyada en Eso que en ti percibe. En ese punto de origen. Y vuelve ahí siempre. Da un paso atrás y un paso adentro de lo que estés viendo, escuchando, tocando, saboreando o viviendo ahora; y así te conviertes en la Conciencia misma. Eres el centro, el Sol del sistema solar.
Cuando alcanzas este estado de conciencia es posible honrar cualquier forma pasajera; es posible estar en el mundo de otro modo.
Reconoce y acoge los pequeños instantes de despertar interior cuando éstos te sucedan.
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Atiende el teléfono y siento repentinamente su sonrisa cuando me reconoce. Juntos entramos en una conversación hecha de silencios y pausas más que de sonidos. Aun así, cada sonido pareciera surgir del silencio. Las mías, las suyas, parecen palabras en el vacío.
Me pregunta, se informa, quiere saber…, en una dimensión de Presencia, en una dimensión inconmensurablemente vasta.
Cuando te sucedan esos instantes de iluminación —y cada vez te sucederán con más frecuencia—, en esos breves momentos en los que serás
quien eres
de verdad, quien
has sido
siempre, en esos instantes en los que observes las cosas bajo esa luz diáfana, en los que la comprensión no venga de la mente, sino de una inteligencia más vasta; y cuando reconozcas la verdad de las cosas —porque la sentirás en tu interior con una nítida claridad— en esos instantes en los cuales serás la alegría del Ser, cuando todo eso te ocurra, vívelo sin darle el mérito a los acontecimientos externos. No reconozcas sólo la conciencia en las palabras que has leído, en las que has escuchado o en quien te ha inspirado; en esos momentos en los que la estás experimentando, observa la Conciencia que hay en ti.
Las flores, delicadas, aromáticas, etéreas, portadoras de «la fragancia del mundo del espíritu», podemos verlas como el estado de iluminación de las plantas. Cada flor manifiesta la esencia que mora en todas las cosas, la no-forma. De cada flor nace un fruto, origen de una nueva planta que será alimento de otros seres.
Cuando honras a la Conciencia que se manifiesta en ti, honras a la misma Esencia de la Vida, la que te ha creado, y al mismo tiempo honras a quien eres. Y haciéndolo, encarnas una flor, te conviertes en una fragante flor que emana su esencia y te abres a la posibilidad de que a través de ti se manifiesten los exquisitos frutos que nutrirán al mundo.
La meditación no es alcanzar un cierto estado particular y buscar permanecer allí por todos los medios. Meditación es no manipular de ningún modo la experiencia que estamos viviendo. Meditar es estar. Estar contigo mismo/a, con cualquier situación interior que sea en ese momento.
Es estar quieto/a, atento/a, en eso que es y vivirlo.
Estar como puedas.
Por eso meditar es un acto de valor y de honestidad.
Es importante que paremos todo hacer mientras dure la meditación; así que no es necesario respirar de una cierta manera, ni mantener una posición especial, ni estar relajado, ni sentirse bien. No hay nada que controlar, nada que dirigir.
Es suficiente con estar atento a lo que hay; de hecho, la atención ya es conciencia.
Cuando estamos atentos ya está allí la Conciencia.
Nos ayuda mucho poner la atención en el interior del cuerpo.
El cuerpo no sólo vive en el Presente sino que te hace percibir siempre la verdad.
El no-hacer que la meditación nos obliga a practicar nos conduce a la esencia que somos.
Nos lleva a Ser, nos lleva hacia la Vida que fluye, sin ninguna necesidad de hacer.
La meditación nos prepara para vivir de una manera diferente la vida de todos los días.
A ser, pues, «en el mundo pero no del mundo».
Cada una de estas fotografías es un instante único, así como sucede con la meditación cuando estamos presentes.
Por la mañana, apenas nos despertamos, cuando todavía estamos entre dos dimensiones tan diferentes, cuando todavía no nos hemos identificado con la mente y por eso aún tenemos un sentido del tiempo que pertenece al Ser, antes de tomar el café, sentémonos para comenzar la jornada estando con nosotros mismos, apoyando la mejilla en nuestra propia mejilla.
Durante los momentos en los cuales asome el sufrimiento, sea emocional, psíquico o físico, cuando nos parezca que es imposible estar en paz, basta detenerse y entrar en el interior del cuerpo, allí donde sintamos la sensación física de esa densidad, y acogerla.
Aceptarla, reconocer que está allí y dejar que sea tal como es.
Esto es suficiente para llevarnos a un estado de Presencia. Esto es suficiente para que podamos percibir que mientras el sufrimiento está allí también allí está la paz. De hecho, esa parte de nosotros que observa está en paz incluso al mismo tiempo que está el sufrimiento. Esta breve meditación puede hacernos descubrir que la paz del Presente está siempre presente.
La práctica de no-hacer, de estar sin hacer.
De observar estar vivo. De Ser.
Se vuelve un espacio en el cual el tiempo se expande.
A veces, la Conciencia que somos se eleva de ese estado.
Una vez que finalice la meditación, si dejamos que de esa espaciosidad surja un hacer y lo seguimos, dejando que se manifieste, aprenderemos una cualidad de hacer nueva. Un hacer consciente.
Meditar mientras se saborean los placeres de los sentidos y llevar el estado de Presencia a esa dimensión que a menudo consideramos que sólo pertenece al cuerpo, al plano de la forma. Sin embargo, se nos han dado los placeres de los sentidos porque contienen la chispa de lo divino y pueden elevarnos del plano de la forma, para así gozarlos con inocencia y libertad.
Ésta es una meditación para llevar contigo a la mesa, en casa y en el restaurante.
Sentados en una posición cómoda. En una habitación tranquila, tal vez junto a la cama, con luz tenue o en la oscuridad. Nos dejamos entrar en la dimensión de la Presencia sin espera, sin nada que alcanzar o comprender. Es un puente para entrar en el sueño conscientemente. Quizás prestando atención a la vibración de vitalidad que es posible percibir en el cuerpo.
Y si tuviéramos que despertarnos antes del alba, hacia las cuatro de la mañana, es una hora muy especial para hacer esta meditación.
Hace treinta años que su labor concierne a la evolución de la conciencia humana. Su ser, y su enseñanza como reflejo, siempre nos ha señalado la conciencia emergente de la nueva era a la cual se está asomando la humanidad. Ésta puede ser la causa de que se haya requerido su enseñanza en varios países que vivieron cambios muy profundos, como la España de los años ochenta y la Rusia de los años noventa.
Su enseñanza —en la forma de seminarios, retiros
y
conferencias impartidos en numerosos países y continentes— es muy esencial
y
sencilla. Va directamente a la esencia de cada ser humano, más allá de las formas temporales o culturales de cada sociedad. Se nutre en la sabiduría antigua procedente de varios senderos espirituales y actualmente se basa en las enseñanzas de Eckhart Tolle, de quien ha traducido todos sus libros al italiano en colaboración con Stella (Ghee Bertotti).
Centenares de personas en todo el mundo han encontrado respuestas a sus propias aspiraciones, han dado un paso fuera del sufrimiento, han transformado su relación consigo mismas
y
han dado un nuevo sentido a la propia vida gracias a sus enseñanzas.
Maestra espiritual y apasionada viajera, transmite la práctica del Poder del Ahora en Europa occidental y oriental. Ha diseñado ejercicios y meditaciones que llevan la práctica de las enseñanzas de Eckhart Tolle a la vida cotidiana.
Actualmente vive en la Toscana.
Es artista, fotógrafa y escultora. Para Marina, sus exposiciones son una forma no verbal de enseñanza.
Ha publicado en Italia, para la editorial Technique Nuove,
Essere nel Presente, il risveglio.
Para más información:
Email: [email protected]
www.marinaborruso.net