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Authors: Elaine Cunningham

Las esferas de sueños (50 page)

Le quedaba mucho por hacer antes de despedirse de la existencia que había conocido. Había devuelto el casco de Señor a Piergeiron, Primer Señor de Aguas Profundas, al que había arrancado la promesa de que su sustituto velaría especialmente por los elfos de la ciudad. A continuación, había pagado a los cuidadores de Los Brazos de Mystra la atención que deberían dedicar a Oth Eltorchul, cuya mente había quedado irremediablemente destruida junto con la Mhaorkiira. Las esferas de sueños también habían perdido su poder, pues la magia que acumulaban se había liberado en la vorágine final de la batalla de hechizos. Varias generaciones de niños y niñas jugarían a las canicas con las esferas de cristal mientras soñaban, con la inocencia de la infancia, en unos sueños que no podían alcanzarse con magia, sino con tiempo y lágrimas.

Los túneles que usaban los tren se habían sellado, y Regnet y su grupo de Hondos Hurgadores estarían una temporada entretenidos dando caza hasta el último de esos monstruos. Errya Eltorchul había desaparecido. En la mansión Eltorchul no se había hallado ninguna delicada mano ni ningún pie, aunque Danilo tenía sus sospechas. Errya había admitido tácitamente haber organizado el ataque contra Elaith. Pese a todo lo ocurrido, sería muy propio del elfo pagarle con la misma moneda.

Lo mejor de todo era que Arilyn estaba a su lado y que a partir de ese momento siempre sería así. Nuevamente, el espectro de la guerra se cernía sobre Tethyr, y ambos se habían comprometido con la causa de Haedrak, con una condición: lucharían con los elfos del bosque y para ellos. Cualquier persona de Tethyr que se alzara en armas contra cualquier miembro del pueblo elfo, incluso si esa persona era el mismo Haedrak, tendría que enfrentarse al pequeño ejército de elfos del norte que Elaith estaba formando. En caso contrario, Arilyn había sido muy clara al respecto: esa persona recibiría la visita de uno de los muchos asesinos profesionales que eran la plaga del país, y cuyos nombres la semielfa conocía perfectamente. Ante tal oferta, el aspirante a rey hizo generosas concesiones: había prometido a Elaith tierras y un título en el sur, y a Foxfire, un lugar en el nuevo orden como consejero y embajador.

—¿Y los elfos del bosque? —preguntó Danilo.

—Ya van de regreso a su hogar. Nos han invitado a que los visitemos en Árboles Altos de camino al norte.

—¿Al norte? La última vez que consulté un mapa, el bosque de Tethyr quedaba al sur de Aguas Profundas.

—Cierto, pero está al norte de Espolón de Zazes. Por la información que he conseguido, ése es el destino de Isabeau.

—¡Ah!

No era preciso decir más. La expresión sombría y resuelta de Arilyn lo decía todo.

Había vuelto a caer en su papel de asesina profesional, y esa vez, por propia voluntad.

Oth Eltorchul había recibido su castigo por la parte que había desempeñado en la muerte de Lilly, pero Arilyn consideraba a Isabeau también responsable, y se había librado. La semielfa pensaba perseguirla hasta las fastuosas ciudades de Tethyr, o hasta el Abismo, si era necesario. Danilo no lo desaprobaba.

—Elaith nos acompañará —anunció Arilyn—. Me pidió que lo librara de la

promesa de no hacer daño a Isabeau, y yo lo hice. Espero que no te importe que decidiera en nombre de los dos.

—Creía que el nuevo ejército que está organizando no le dejaría ni un momento libre —se asombró Danilo.

—¿Acaso algún día Elaith estará demasiado ocupado para vengarse?

—Sí, claro. Todos necesitamos un pasatiempo y, como tú misma dijiste, lo único que diferencia a un héroe de un villano es quién explica la historia. Me parece que te has asignado a ti misma la tarea de rescribir la historia de Elaith.

Arilyn se encogió levemente de hombros en gesto de impaciencia.

—Elaith es lo que siempre ha sido. Yo no hice nada para cambiarlo.

—Discrepo —replicó Danilo suavemente—. ¿Sabes qué fue lo primero que me dijo cuando recuperó la conciencia? Me preguntó por Amnestria. Según parece, la encontró en medio de la tempestad, y ella le dio fuerza, tal como nos ocurrió a ti y a mí.

Elaith no comprendía qué había ocurrido y lo único que me preguntó fue si yo creía que volvería a verla. Yo le aseguré que sí, porque lo creo —declaró con firmeza—.

Seguramente un elfo que se preocupa por la otra vida tendrá más cuidado con lo que hace en ésta. En realidad, un elfo capaz de ponerse en manos de la Mhaorkiira para descubrir de qué está hecho posee tanto coraje y tanto ánimo como tres paladines juntos.

—Está decidido a matar a Isabeau —dijo Arilyn y volvió a encogerse de hombros—; y yo, también. Si lo hace él, muchos lo considerarán un acto malvado, pero si lo hago yo será un acto de justicia, únicamente porque yo poseo la hoja de luna que aporta su voz y su juicio a mis acciones.

—Por cierto, ¿piensas decirle que la magia de la espada elfa estaba alterada?

Arilyn lo pensó y negó con la cabeza.

—No, no lo haré. Pienso que Elaith es quien ha sido siempre, pero lo más importante es que él mismo lo crea.

—Tal vez la hoja de luna no se equivocó. Quizá Elaith no merezca empuñar la espada Craulnober, pero está perfectamente capacitado para servir al pueblo elfo de otro modo igualmente importante.

Arilyn se mostró sorprendida.

—Es posible —dijo tras pensarlo un poco.

—La verdad es que Elaith sigue siendo un canalla, un asesino capaz y despiadado —apuntó Dan.

—Tienes razón, pero veremos qué más sabe hacer.

Danilo se dio por satisfecho con eso. Juntos caminaron en silencio hacia la mansión Thann. Cuando estuvieron frente a lady Cassandra, su hijo le relató todo lo ocurrido, sin ahorrarle detalles de la batalla ni de su resultado.

—Lo esperaba —declaró la dama con resignación. Sus gélidos ojos azules se posaron en la semielfa—. Muy bien. Acepto a Arilyn en la familia sin reservas.

—No me has entendido bien, madre. En lo que a Arilyn se refiere, no hay tratos.

Tengo una deuda que pagar, y esta vez los fondos saldrán de las arcas familiares. El compromiso de amigo de los elfos es de doble dirección. Quiero que uses tu influencia para asegurarte de que el consorcio cesará en sus ataques contra Elaith o contra cualquier otro elfo de Aguas Profundas.

—¡No puedo hacer eso! —protestó Cassandra—. La familia se encuentra en una posición muy delicada; no podemos permitirnos defender a un elfo canalla.

—Insisto.

Danilo se quedó en silencio para hacer acopio de fuerza de voluntad antes de proseguir. No había sido muy agradable enterarse de que su familia controlaba gran parte del comercio clandestino de Aguas Profundas, y aún era menos agradable

contribuir a ello. No obstante, como lady Cassandra había afirmado, era el único modo de sobrevivir. Razón de más para abandonar la ciudad. Danilo no quería traicionar a los suyos ni tampoco tener nada que ver en sus tejemanejes. Una vez y nunca más.

—Piensa: el riesgo será menor de lo que parece a simple vista. Elaith cederá el control de parte de sus intereses a la familia Thann. Él será el socio en la sombra que se limita a embolsarse su participación en los beneficios.

Cassandra lo pensó unos instantes.

—Teniendo en cuenta las pérdidas que hemos sufrido recientemente, sería un arreglo de lo más oportuno. Aún tengo que revisar los detalles, pero en principio accedo.

Aunque su elección de palabras era extraña e irónica, Dan prefirió no hacer ningún comentario, al menos directo.

—En ese caso, todo arreglado. Sólo queda una pequeña cosa. —Tomó la mano de su madre y deslizó en un dedo un magnífico anillo con un único y perfecto rubí engarzado—. Esto es, o mejor dicho era, una kiira elfa. Te pido que la lleves siempre para recordarte que ni siquiera el poder más extraordinario es eterno.

Nota

[1]
Foxfire
significa en inglés «candela», que es la flor del alcornoque y que tiene una forma característica y un tono rojizo. (N. de la T.)
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