Lazos de amor

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Authors: Brian Weiss

 

Pedro y Elizabeth no se conocían y nada indicaba que hubiera entre ellos la menor afinidad, salvo que la infelicidad de ambos los había llevado a ponerse en manos del mismo psiquiatra. El doctor Weiss supo intuir que Pedro y Elizabeth estaban ligados indisolublemente. Fueron necesarias muchas sesiones de terapia bajo hipnosis y el entusiasmo de un médico capaz de transgredir el marco de la ciencia al uso, para que ambos recuperaran la memoria de anteriores reencarnaciones y descubrieran los lazos que los unían más allá del tiempo. Brian Weiss es autor de grandes éxitos como Muchas vidas, muchos maestros y A través del tiempo.

Brian Weiss

Lazos de amor

ePUB v1.0

Zalmi90
12.09.11

PRÓLOGO

El alma del hombre es como el agua. Viene del cielo,

se eleva hacia el cielo

y vuelve después a la tierra,

en un eterno ciclo.

GOETHE

Justo antes de que se publicara mi primer libro,
Muchas vidas, muchos maestros (Many Lives, Many Masters),
fui a una librería de mi barrio y le pregunté al dueño si había encargado algunos ejemplares. Lo verificó en el ordenador y me respondió:

—He encargado cuatro. ¿Quiere uno?

Yo no estaba demasiado seguro de que se llegara a agotar la primera edición, aunque su tiraje era muy modesto. Al fin y al cabo, no era el tipo de libro que se espera de un psiquiatra serio. En él describí en qué medida la terapia de regresión a vidas pasadas a la que sometí a una paciente cambió radicalmente su vida y la mía. Sin embargo, yo sabía que mis amigos, mis vecinos y, por supuesto, mi familia comprarían más de cuatro ejemplares, aunque el libro no se vendiera en ninguna otra ciudad del país.

—Por favor —le dije—, mis amigos, algunos de mis pacientes y otros conocidos querrán comprar el libro. ¿Podría encargar algunos más?

Tuve que garantizarle personalmente la venta de los cien ejemplares que el librero encargó no muy convencido.

Me llevé una gran sorpresa cuando el libro se convirtió en un
best seller
internacional. Se han editado más de dos millones de ejemplares del texto y ha sido traducido a más de veinte idiomas. Mi vida sufrió entonces otro cambio inesperado.

Después de licenciarme
cum laude
en la Universidad de Columbia y de completar mi formación médica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, trabajé como médico interno en el hospital de la Universidad de Nueva York y me especialicé en psiquiatría en Yale. Seguidamente, fui profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh y de la de Miami.

Luego, durante once años, fui el presidente del Departamento de Psiquiatría del Mount Sinai Hospital en Miami.

Había escrito varios artículos científicos y colaborado en algunos libros. Estaba en la cúspide de mi carrera académica.

Catherine, la joven paciente de la que hablé en mi primer libro, vino a verme al consultorio del Mount Sinai. Los detallados recuerdos de sus vidas pasadas, que al principio me costó creer, y su capacidad para transmitir mensajes sobrenaturales desde un estado hipnótico, hicieron que mi vida cambiara radicalmente. Ya no podría ver el mundo como lo había visto hasta entonces.

Después de Catherine acudieron muchos otros pacientes a mi consulta para que los sometiera a la terapia de regresión.

Aquellos que mostraban síntomas que se resistían a los tratamientos médicos tradicionales y a la psicoterapia se curaron.

En mi segundo libro,
A través del tiempo (Through Time into Healing),
explico todo lo que he aprendido sobre el potencial de curación de la terapia de regresión a vidas pasadas. El texto contiene numerosos casos verídicos de pacientes reales.

La historia más interesante de todas aparece en
Lazos de amor (Only Love is Real),
mi tercer libro. Trata de las almas gemelas, las personas que están unidas eternamente por los lazos del amor y que se reencuentran una y otra vez en sus distintas vidas. Cómo encontramos y reconocemos a nuestras almas gemelas y qué decisiones debemos tomar que pueden transformar nuestra vida es uno de los temas más importantes y fascinantes de nuestra existencia.

El destino dicta el encuentro con los demás. Pero lo que decidamos una vez que hayamos encontrado a una pareja depende de nuestra elección, de nuestra libre voluntad. Una decisión errónea o una oportunidad desaprovechada puede conducir a una gran soledad y mucho sufrimiento.

Un acierto en la elección, una oportunidad aprovechada, nos puede proporcionar una profunda felicidad.

Elizabeth, una bella mujer del Medio Oeste, se sometió a esta terapia por el gran dolor y la ansiedad que sufría tras la muerte de su madre. También había tenido problemas en su relación con los hombres, pues siempre escogía a fracasados, drogadictos o gente que la maltrataba. Nunca había encontrado el verdadero amor entre los hombres con quienes se había relacionado.

Empezamos nuestro viaje por distintas épocas pasadas, con unos resultados sorprendentes.

Al mismo tiempo que Elizabeth se sometía a la terapia de regresión, yo estaba tratando también a Pedro, un mexicano encantador que estaba pasando por una época muy difícil. Su hermano acababa de perder la vida en un trágico accidente. Además, los problemas que tenía con su madre y los secretos de su infancia parecían conspirar contra él.

Pedro arrastraba una carga de dudas y desazón, y no tenía con quién compartirla.

Él también empezó a hurgar en el pasado para buscar soluciones y' sosiego.

Aunque Elizabeth y Pedro acudían a mi consulta en la misma época, no se conocían, porque venían a verme en distintos días de la semana.

Durante los últimos quince años he tratado a menudo a parejas y familias que han descubierto que sus cónyuges y seres queridos de hoy también lo fueron en vidas pasadas. En alguna ocasión he sometido a la terapia de regresión a parejas que simultáneamente y por primera vez se dan cuenta de que se relacionaron en una vida anterior.

Estas personas se quedan asombradas al descubrirlo. Nunca antes han experimentado nada parecido. Permanecen mudas en la consulta a medida que los acontecimientos se van revelando. Sólo después, cuando abandonan el estado hipnótico, descubren que han presenciado las mismas escenas y han sentido las mismas emociones. Y sólo entonces yo me doy cuenta de que se relacionaron en vidas pasadas.

Pero éste no fue el caso de Elizabeth y Pedro. Sus vidas pasadas se fueron revelando en mi consulta independientemente y por separado. Ellos no se conocían. Nunca se habían visto antes. Provenían de distintos países y culturas. Ni siquiera yo mismo, viéndoles por separado y sin tener ningún motivo para sospechar que existiera algún lazo entre ellos, supe ver la conexión, aunque parecían describir las mismas vidas anteriores con unos detalles y sentimientos increíblemente parecidos. ¿Es posible que se hubieran amado y después perdido mutuamente en todas sus vidas pasadas?

Al principio, ni mis colaboradores ni yo nos dábamos cuenta de la fascinante trama que se empezaba a desarrollar en la confiada y tranquila atmósfera de mi consulta.

Yo fui el primero en descubrir el vínculo que había entre ambos. Pero ¿qué hacer? ¿Debía decírselo? ¿Y si estaba equivocado? ¿Y el secreto profesional entre médico y paciente? ¿Qué pasaría con sus relaciones en esta vida? ¿Estaba tal vez jugueteando con el destino? ¿Y si una relación en su vida actual no formaba parte de sus planes o no era lo más conveniente para ellos? ¿Y si otra relación fracasada bloqueaba su evolución en la terapia y debilitaba la confianza que habían puesto en mí? Durante mis años de estudios de medicina y mi estancia como residente psiquiatría en la Universidad de Yale se me había inculcado la idea de no perjudicar a los pacientes. Ante la duda, no hay que causar ningún daño. Tanto Elizabeth como Pedro estaban mejorando. ¿Debía entonces olvidarme del asunto?.

A Pedro le quedaban pocas sesiones y pensaba abandonar el país. Era importante que yo tomara una decisión.

Lo que a continuación relato procede de documentos médicos, de la transcripción de cintas magnetofónicas que grabé y de mis propios recuerdos. Sólo he modificado los nombres y pequeños detalles para no faltar al secreto profesional. Es una historia sobre el destino y la esperanza, una historia que ocurre en silencio todos los días. Ese día, alguien estaba escuchando.

Capítulo 1

Sabed, por tanto, que del silencio más inmenso regresaré.[...] No olvidéis que volveré junto a vosotros.[...] Unos momentos más, un instante de reposo en el viento, y otra mujer me concebirá

KAHLIL GIBRAN

Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonarán.

Es posible que nuestra mente diga: «Yo no te conozco.» Pero el corazón sí le conoce.

Él o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia.

Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros sí sepamos quiénes son. Sentimos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ve. Sus temores, su intelecto y sus problemas forman un velo que cubre los ojos de su corazón, y no nos permite que se lo retiremos. Sufrimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino.

La pasión que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupción volcánica, y se libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esta persona, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses.

Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al instante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente.

, Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a reconocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus labios nos besan, y nuestra alma recobra vida súbitamente.

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