Lo sagrado y lo profano (21 page)

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Authors: Mircea Eliade

Tags: #Ensayo, Religión

Este ejemplo basta, a nuestro entender, para mostrarnos en qué sentido el hombre arreligioso de las sociedades modernas recibe aliento y ayuda de la actividad de su inconsciente, sin llegar, empero, a acceder a una experiencia y a una visión del mundo propiamente religiosas. El inconsciente le ofrece soluciones a las dificultades de su propia existencia, y en este sentido desempeña el papel de la religión, pues, antes de hacer a la existencia creadora de valores, la religión le asegura la integridad. En cierto sentido, podría casi decirse que, entre los modernos que se proclaman arreligiosos, la religión y la mitología se han «ocultado» en las tinieblas de su inconsciente —lo que significa también que las posibilidades de reintegrar una experiencia religiosa de la vida yacen, en tales seres, muy en las profundidades de ellos mismos—. En una perspectiva judeo-cristiana podría decirse igualmente que la no-religión equivale a una nueva «caída» del hombre: el hombre arreligioso habría perdido la capacidad de vivir conscientemente la religión y, por tanto, de comprenderla y asumirla; pero, en lo más profundo de su ser, conserva aún su recuerdo, al igual que después de la primera «caída», y aunque cegado espiritualmente, su antepasado, el hombre primordial, Adán, habría conservado la suficiente inteligencia para pemitirle reencontrar las huellas de Dios visibles en el Mundo. Después de la primera «caída», la religiosidad había caído al nivel de la conciencia desgarrada; después de la segunda, ha caído aún más bajo, a los subsuelos del subconsciente: ha sido «olvidada». Aquí se detienen las consideraciones del historiador de las religiones. Aquí también comienza la problemática propia del filósofo, del psicólogo, incluso del teólogo.

MIRCEA ELIADE (1907-1986) está considerado como uno de los más relevantes historiadores de las religiones. Nacido en Rumanía y licenciado en filosofía en la universidad de Bucarest, se trasladó a los 21 años a la India, sintiendo que la educación en su país natal no podía aportarle algo que encontraba a faltar para comprender el alma humana —una carencia que intuyó que podría completar viviendo y asimilando la cultura oriental que la India podía ofrecerle.

Deseando leer textos clásicos del hinduismo que no habían sido traducidos a lenguas occidentales, sobretodo acerca del yoga y del tantra, pasó tres años en Bengala estudiando el sánscrito con Dasgupta. Seguidamente se retiró durante un año en los Himalayas, en Hardwar, para practicar yoga como discípulo de Swami Shivanananda. La estancia en la India representó el gran período de formación intelectual de Eliade, en el que elaboró su visión de la religión, desde su etapa en las sociedades cazadoras y las agrícolas, las primeras culturas que dominaron los metales, las grandes religiones… En la India aborigen pudo enlazar también las creencias cosmológicas de los pueblos ágrafos indoeuropeos, que en illo tempore abrazaban la totalidad del espacio eurasiático.

Pero principalmente fue la práctica del yoga lo que aportó a Eliade un pilar que faltaba en su cultura religiosa occidental: más allá de los sistemas filosóficos y de los rituales, que había hallado tanto en Europa como en la India, la férrea práctica de lo que él denominaría las técnicas psicofisológicas del yoga, le llevaría a experimentar estados místicos de la consciencia, o sea: la experiencia directa de lo sagrado, algo que suponía la validación de todo el sistema filosófico y ritual posterior —una abstracción que Eliade encontraba falta de sentido sin la piedra angular de la experiencia extática.

A su retorno a Europa, Eliade emprendió una carrera literaria que se dividiría en dos ramas, en cierta manera complementarias: por una parte el estudio riguroso del fenómeno religioso, que culminó con su voluminosa Historia de las creencias y de las ideas religiosas, y por otra parte las novelas de base autobiográfica, en las que recreaba de forma fantástica las experiencias espirituales que vivió durante su estancia en la India, sobretodo durante el período de Hardwar.

Si Jung, el psiquiatra suizo, representa el intento de articular y dar a comprender a la mente occidental la fenomenología de la experiencia mística, mediante el estudio de los «símbolos de la mente inconsciente», Eliade representó durante el siglo XX la articulación y la pedagogía del fenómeno religioso, pero no tan sólo el propio de la historia occidental, sino el proceso religioso que aconteció en Eurasia desde el neolítico en las sociedades de cazadores, hasta el advenimiento de las grandes religiones como el budismo, el mazdeísmo y el cristianismo. Junto a Campbell, Eliade sobresalió en escribir unos libros a la vez doctos y de una gran claridad, que a la vez se convirtieron en enormemente populares. Lejos de usar un estilo especulativo, abstracto y confuso, sus trabajos facilitaron la recuperación del respeto acerca del fenómeno religioso, tan vilipendiado en occidente a lo largo del siglo XIX.

Entre sus obras más conocidas, destacan
El mito del eterno retorno, Yoga. Inmortalidad y libertad, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, Lo sagrado y lo profano, Tratado de historia de las religiones, Cosmología y alquimia babilónicas, La noche bengalí
.

Después del redescubrimiento de los enteógenos, y por haber escrito el inmortal
El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis
, Eliade ha sido criticado por no haber incluido y estudiado las plantas visionarias en el complejo chamanístico expuesto en el libro. Existe confusión acerca de este punto, pero de todas maneras ha de considerarse que Eliade escribió el libro sobre chamanismo en 1951, cuando los estudios sobre enteógenos estaban aun en pañales. Y en cierta manera es normal que Eliade centrara su atención en las técnicas arcáicas del éxtasis, pues su acceso a experiencias místicas aconteció como consecuencia de la práctica del yoga.

En cierto modo Eliade dio un primer paso en relación a la comprensión de las experiencias espirituales inducidas por enteógenos, al intuir que el yoga suponía una técnica psicofísica para alcanzar estados místicos de la consciencia. Así, una de las principales objeciones que se plantearon a la relación de los enteógenos con las experiencias espirituales era que estas no podían ser inducidas por algo físico, y menos una determinada molécula, ya que en occidente se consideraba desde antaño que lo espiritual y lo material eran reinos distintos y sin relación alguna. Eliade, al intuir que las experiencias espirituales de los yoguis podrían ser articuladas por una técnica y unas prácticas físicas, corporales, abrió una primera posibilidad y entendimiento a la relación entre mente y materia, entre cuerpo y espíritu.

Años más tarde, sintiendo demasiado ardua la revisión de sus escritos a la luz de lo que había aportado la etnobotánica, Eliade reconoció la importancia del papel de los enteógenos en el fenómeno religioso, si bien comunicó esta posición sólo a nivel privado a personas como Peter Furst o E. Jünger, con quien dirigió la publicación
Antaios
.

Notas

[1]
Rene Basset,
Revue des traditions populaires
, XXII, 1907, p. 287.

<<

[2]
Mircea Eliade,
Le Mythe de l'Éternel Retour
, Gallimard, 1949, p. 27.

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[3]
B. Spencer y P. J. Gillen,
The Arunta
, Londres, 1926, I, p. 388.

<<

[4]
Werner Müller,
Weltbild und Kult der Kwakiutl-Indianer
, Wiesbaden, 1955, pp. 17-20.

<<

[5]
P. Arndt, "Die Megalithenkultur des Nad'a":
Anthropos
, 27. 1932.

<<

[6]
Véanse las referencias bibliográficas en
Le Mythe de l'Éternel Retour
, pp. 31 ss.

<<

[7]
A. E. Wensinck y E. Burrows, citados en
Le Mythe de l'Éternel Retour
, p. 33.

<<

[8]
Wensinck, citado
ibíd.
, p. 35.

<<

[9]
Marcel Granet, citado en nuestro
Traite d'histoire des religións
, París, 1949, p. 322.

<<

[10]
L. Ii. Ringbom,
Graltempel und Paradles
, Estocolmo, 1951, p. 255.

<<

[11]
Sad-dar
, LXXXIV, 4-5 citado per Ringbom, p. 327.

<<

[12]
Véanse los documentos agrupados y discutidos por Ringbom, pp. 294
es.
y
passim
.

<<

[13]
cf. las referencias en l
e Mythe de l'Éternel Retour
, p. 35.

<<

[14]
Véanse las referencias
ibíd.
, p. 36.

<<

[15]
W. H. Roscher,
Neue Omphalosstudien
(Abh. d. Kónigl. Sáchs. Ges. d. Wiss., Phil. Klasse), XXXI, i, 1915, p. 16.

<<

[16]
Cf. C. T. Bertling,
Vierzahl, Kreuz und Mándala in Asien
, Amsterdam, 1954, pp. 8 ss.

<<

[17]
Véanse las referencias en Bertling,
op. cit.
, pp. 4-5.

<<

[18]
Véanse los materiales agrupados e interpretados por Werner Müller,
Die blaue Hütte
, Wiesbaden, 1954, pp. 60 ss.

<<

[19]
P. Altheim, en Werner Müller,
Kreis und Kreuz
, Berlín, 1938, pp. 60 ss.

<<

[20]
Ibid.
, pp. 65 ss. Cf. también W. Müller,
Die heilige Stadt
, Stuttgart, 1961. Volveremos sobre este problema en una obra en preparación:
Cosmos, templo, casa
.

<<

[21]
M. Eliade,
Traite d'histoire des religions
, p. 318.

<<

[22]
(Nota de la versión digital) Término alemán que puede traducirse por “visión del mundo”, (Welt = mundo, anschauung = visión), se trata de una perspectiva general de la vida humana y su lugar en el orden mayor del universo. (fuente: A Dictionary of Philosophical Terms and Names ©1997-2001 Garth Kemerling, http://www.philosophypages.com)

<<

[23]
M. Eliade,
Le chamanisme et les techniques archaiques de l'extase
, París, 1951, pp. 238 ss.

<<

[24]
Wilhelm Schmidt, «Der heilige Mittelpfah des Hauses":
Anthropos
, XXXV-XXXVI, 1940-1941, p. 967.

<<

[25]
S. Stevenson,
The Rites of the Twice-Born
, Oxford, 1920, p. 354.

<<

[26]
cf. Paúl Sartori, «Uber das Bauopfer":
Zeitschrift für Ethnologie
, XXX, 1898, pp. 1-54; M. Eliade, «Manole et le Monastére d'Argesh»;
Revue des Etudes roumaines
, III-IV, París, 1955-1956, pp. 7-28.

<<

[27]
Cf.
Le Mythe de l'Éternel Retour
. p. 23.

<<

[28]
Hans Sedlmayr,
Die Entstehung der Kathedrale
, Zurich, 1950, p. 119; W. Wolska,
La topographie chrétienne de Cosmos Indicopleustes
, París, 1962, p. 131
y passim
.

<<

[29]
Werner Müller,
Die blaue Hütte
, Wiesbaden, 1954, p. 133.

<<

[30]
H. Usener,
Gotternamen
, 2.a ed., Bonn, 1920, pp. 191 ss.
<<

[31]
Werner Muller,
Kreis uní Kreuz
, Berlín, 1938, p. 39; cf. también pp. 33 ss.

<<

[32]
Para los rituales del Nuevo Año, cf. M. Eliade,
Le Mythe de l'Éternel Retour
, pp. 89 ss.

<<

[33]
cf. las referencias bibliográficas en Eliade,
Traite d'histoire des religions
, pp. 351 ss.; id.,
Aspects du Mythe
, Gallimard, 1963, pp. 44 ss., trad. esp., Guadarrama, 1968.

<<

[34]
J. P. Rock,
The Na-khi Naga Cult and related Ceremonies
, Roma, 1952, vol. I, pp. 108, 197, 279 ss.

<<

[35]
34
cf.
Le Mythe de l'Éternel Retour
, pp. 126 ss.;
Aspects du Mythe
, pp. 42-43.

<<

[36]
p. J. Gillen,
The natíve Tribes of Central Australia
, 2a ed., Londres, 1938, pp. 170 ss.

<<

[37]
Cf. Raymond Firth,
The Work of Gods in Tikopia
, I, Londres, 1940.

<<

[38]
En las páginas siguientes tomamos largos pasajes de nuestros libros
Le Mythe de l'Éternel Retour
y
Aspects du Mythe
.

<<

[39]
p. E. Williams, citado por Luciano Lévy-Bruhl,
La Mythologie primitive
, París, 1935, pp. 162-164.
<<

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