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Authors: Conny Méndez

Tags: #Autoayuda, Esoterismo.

Metafísica 4 en 1 Vol.1 (13 page)

La vida

Uno de los aspectos de Dios, o de “aquello que llamamos Dios”, es Vida. Dios es Vida; entre tantas otras cosas, Dios es nuestra vida y la de todo lo que existe.

La vida toda es una sola, la tuya, la mía, la de la planta, el insecto, el ave, etc. Nos pertenece individualmente. Es una inmensa vida en la cual estamos nosotros flotando. Somos cada uno una esponja en un océano de vida.

Estamos acostumbrados a pensar que cada uno aisladamente posee una cantidad de vida, y que ésta, como el agua en un pocito, rodeado de tierra, se va evaporando y secando, y que le puede caer sucio o algo que le infecte y le contamine. No. A ella, a ese manantial inmenso, inagotable e indestructible, no le puede ocurrir absolutamente nada. Ella no puede morir. Es un chorrerón de energía que fluye a través de nosotros, que nos penetra y que por lo tanto, nos mantiene vivientes, o sea que nosotros somos seres vivientes porque estamos en ella.

Como la raza íntegra cree que el ser humano es un pocito de vida separado y aislado, que es susceptible a la enfermedad, al desgaste por los años, y a la muerte, toda la raza manifiesta esa creencia; pero cuando se borre esa opinión, a fuerza de negarla y afirmar la Verdad, dejarán de enfermarse, de envejecer y de morir. Mientras más se piense y se medite la verdad, más pronto se librará el ser humano de esas falsas creencias, porque la verdad es acumulativa; “Conoced la verdad y ella os hará libres”, dijo Jesús, y también dijo: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”. Más claro no puede estar. El reino de los cielos no es aquello que nos han ofrecido para otro plano si nos portamos bien. (Es el estado de dicha, armonía y adelanto que estamos buscando aquí). Esta meditación que les está aclarando algo que ustedes no conocían; que les está removiendo células que estaban dormidas, es la levadura a que Jesús se refiere. Esta verdad que escuchan hoy continuará trabajando en ustedes, hasta que un día de pronto se les ilumina la idea como un sol. Porque habrá leudado toda la masa.

Estamos habituados y tan endurecidos por la costumbre, a vernos los unos a los otros, que no nos asombra el milagro que representa un personaje que habla, piensa, se mueve, oye y vive solo por sí mismo, sin ningún cable que lo conecte a una corriente eléctrica; sin que esté sembrado en la tierra; ¿y ese otro milagro que ocurre a cada minuto?, un niño que al ser separado de la madre que le comunica su vida, continúa viviendo. Y nada de esto nos llama la atención. Sí nos debería provocar todo esto constante asombro y contemplación. ¿Qué es eso? ¿Cómo es eso? ¿O es que ustedes creen que esa maravilla, ese milagro lo hacen la taza de café con leche? La comida y el comer son resabios que nos quedan del reino animal, son instintos animales. Como éstos no piensan ni reaccionan aún, no tienen intuición sino instinto. Aún los rige la célula aquella primitiva que era un estómago, o deseo rudimentario. Ellos obedecen ciegamente al Principio de Generación y a la ley de evolución que ordena la combinación de los elementos y la alteración paulatina de vibraciones.

El hombre ya es pensante, racional e intuitivo. Sus vibraciones se intensifican al pensar en las más altas. Al escuchar, comprender y aceptar la verdad de todas las cosas, acelera su frecuencia y por supuesto se eleva de plano. La meditación, como es pensar profunda y determinadamente en estos altos conceptos, adelanta al ser rápidamente. Por eso los estoy haciendo meditar.

Nosotros somos hijos de Dios, hechos de su propia sustancia. Somos esponjas en un océano de Vida. No necesitamos alimento exterior. Cuando nos compenetramos bien de esta verdad y que la hayamos realizado, nos encontramos comiendo menos y menos, automáticamente, sin hacer ningún esfuerzo ni sacrificio. La levadura de la verdad habrá penetrado toda la masa; las células del cuerpo estarán vibrando a altas frecuencias. La vida es ella misma alimento. Ella es salud, energía, belleza. Es vida.

¿Han oído hablar de Teresa Neumann? ¿La mujer alemana que manifestó todo esto en esta nuestra era? Pasó para el otro plano hace unos cuantos años. No conozco los pormenores de su traspaso, pero deben ser muy interesantes y significativos, aunque todavía estaba imbuida de conceptos bastante oscuros.

Un día dejó de comer y beber, y así vivió unos cuarenta y cinco años, o hasta que se fue de este plano. Durante varios años estuvo constantemente vigilada por fiscales del gobierno alemán para comprobar esta verdad.

A mí me tocó hacer el reportaje para una revista y tuve que investigar todo lo que se publicaba sobre ella. Sus fotos eran de una muchacha gorda, llena de salud y energías; una granjera que ordeñaba vacas, sembraba y recogía las cosechas, manejando el pico y la escardilla a cual mejor.

Tenía una manifestación muy original y era que los viernes de Semana Santa se le abrían las heridas de Cristo en las manos y en los pies. Más tarde llegó a conservarlas abiertas siempre. No se le infectaban y jamás volvió a probar una gota de agua ni un bocado de comida alguno. El gobierno alemán lo comprobó.

En la Biblia las palabras comer y beber significan “meditar y pensar”. Beber, o pensar, es la cosa fluida, líquida, que no hay que mascarla. Comer o meditar, es detenido, profundamente mascullado y digerido. “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí mora y yo en él... Este es el pan que descendió del cielo... el que come este pan vivirá eternamente.

Dios es vida, El hijo de Dios es esa misma vida. Pensar, meditar en la verdad de Dios, es comer de ese pan, es apropiar esa verdad.

Apropiar es aceptar, creer, ya ustedes saben que lo que uno sabe lo manifiesta.

Medita pues sobre la vida en los términos que te he dado. Dios es Vida, la tuya, la mía, la de todos (somos esponjas en un Océano de Vida). La Vida no necesita alimentarse del exterior. ¿Qué cosa podría comunicarle vida a la Vida misma, si ella es la dadora de Vida?

La muerte

Cuando una madre ve a su hijo agonizando, o cuando muere un niño pequeño, o cuando desaparece un padre o una madre, dejando una familia entera sin sostén, sin apoyo, viene alguien y por todo consuelo le dice a los adoloridos: “Esta es una prueba que manda Dios. Hay que resignarse ante la voluntad del Padre”. Ya tú sabes que ésas son blasfemias que indican fe en el mal y creencia en un Dios cruel, inventado por la mente de los hombres.

Primeramente, ya saben ustedes que la muerte no existe, sólo se está cambiando de modo de vivir. Es sólo una de tantas miles de mudanzas que efectúa el ser humano en el proceso de su evolución.

Cuando la familia crece, la casa resulta pequeña, y se mudan para una más grande. Cuando un par de zapatos se pone inservible, se dejan y se usan otros nuevos. Ya aquella casa y aquellos zapatos
cumplieron
su misión: y esto es la muerte. El término de una misión.

No me dirán ustedes que un niño muere porque se vuelve inservible o porque ha aprendido lo que vino a aprender. No me dirán que un joven de 24 años está usado, gastado, viejo y que no sirve; ahora es que comienza su misión.

La voluntad de Dios es que el ser humano termine de cumplir su misión y que llegue a término gozando de todas sus facultades, fuerte y sano. Ni a Dios ni al hombre le es de ninguna ventaja que uno desperdicie una gran parte de su estancia en la Tierra, sordo, medio ciego, feo, en ese estado innecesariamente desagradable que se llama “la vejez” o “senilidad”. Dios tampoco quiere que se tronche, se interrumpa o se malogre el propósito de una vida.

Habrán notado ustedes que cuando desaparece una persona muy anciana, nadie se hunde en la desesperación. Aquella muerte no produce sino una emoción dulce, cariñosa, acompañada hasta de una sonrisa tierna, los hijos del que se va tienen sus vidas desbordantes con sus propios intereses, apenas sienten nostalgia por el viejecito o la viejecita; y al terminar de enterrarlo todo el mundo reanuda su vida sin mayor conmoción. Ese es el ideal. Esa sí es la voluntad de Dios; que los seres queridos se separen sin desgarramiento, sin sensación de terrible vacío, y que sólo queden recuerdos gratos, además de ciertos contentos de que el que se fue pasó a mejor vida.

En lugar de desperdiciar poder y energía, temiendo que muera un hijo, una madre o esposo (y que es la manera más segura de verlo suceder) hay que emplear esa energía en decir:
“PUES YO NO QUIERO QUE MUERA NINGUNO DE LOS MÍOS HASTA QUE TERMINE DE CUMPLIR SU MISIÓN”.“HÁGASE LA VOLUNTAD DE DIOS, GRACIAS PADRE, QUE YA ME HAS OÍDO”
.

Y cada vez que la idea se ofrezca a la mente, decirle:
“NO, GRACIAS, NO TE NECESITO. CONOZCO LA VERDAD”
, como quien despide a un vendedor inoportuno que llega a la puerta.

Este es el conocimiento de la Verdad que libera, es lo que se llama “Fe”.

Ya ves tú por qué muere a destiempo un ser, y por qué no puede morir si alguno de los que lo rodean tiene fe.

Si logra entrar un metafísico al cuarto del enfermo, las vibraciones positivas de su pensamiento cambian la polaridad negativa que impera en la habitación; porque la luz siempre domina la oscuridad; porque el positivo domina al negativo; porque el Bien domina al mal; porque la verdad desvirtúa la mentira. Él sabe que aquella vida es valiosa y que Dios no quiere que sea tronchada. Lo primero que hace es recordar las palabras que nos dejó Jesús: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra” y con la fe del que conoce la Verdad, lo declara y el enfermo se cura.

Ustedes preguntarán lo que preguntan todos los principiantes: ¿Y si tiene una enfermedad incurable? ¿Y si ha sufrido un accidente que le ha dañado un órgano vital? ¿Y si no sobrevive a lo que se le haga?

Primeramente, aún la religión ha enseñado hasta la saciedad que “para Dios no hay nada imposible”. Esto ha de tomarse en serio, quiero decir textualmente, que para el poder espiritual un órgano destruido o un mal de los llamados “incurables” representan obstáculos
únicamente
para los humanos. Son menos que nada para la Vida. Ella es indestructible, y está previsto que ella se repara ella misma, si las mentes humanas no le cierran el paso con sus falsas creencias.

El polo negativo también es de Dios; todo es de Dios. Contra el libre albedrío no actúa ni Dios mismo; y si tú prefieres situarte en el polo negativo tendrás todo lo que a él pertenece.

Al polo positivo pertenece la sonrisa. Al negativo pertenece el ceño fruncido. Si quieres cambiar de polo en plena manifestación negativa, sonríe, declara el Bien presente, bendícelo y dile al negativo
“NO TE QUIERO VER”
. Eso es todo, y verás transformarse lo negro en blanco, lo triste en alegre, el mal en bien. Pruébalo.

En la mayoría de los “milagros” que hacía Jesús le decía al paciente: “tu fe te ha salvado” y lo demostraba, desde sanar una llaga, movilizar a un paralítico, dar la vista a un ciego, y por último, resucitar muertos. No ya órganos destruidos o males dizque “incurables”, sino muertos, muertos, muertos, ya en la tumba malolientes, como Lázaro. Manifestando así que para la fe no existe lo “imposible”.

Los discípulos le preguntaban a Jesús lo mismo que preguntan ustedes a veces: “¿Por qué no se me dio tal y cual cosa cuando yo hice todo lo que tú me dijiste que hiciera?”. Y él les respondía: “Por vuestra poca fe”. Nunca dijo que porque él era el Hijo de Dios y los demás no; sino lo contrario. Dijo:
“SOIS DIOSES”, Y DE CIERTO OS DIGO QUE SI TUVIÉREIS FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA DIRÉIS A ESE MONTE, PÁSATE DE AQUÍ ALLÁ Y SE PASARÁ. Y NADA OS SERÁ IMPOSIBLE”
.

Tampoco regañaba a nadie por no tener fe, porque él sabía que la fe viene con el conocimiento. Les explicó por qué no podían hacer los milagros que él hacía; y les dijo:

“TODAS ESTAS COSAS QUE YO HAGO, LAS HARÉIS VOSOTROS TAMBIÉN, Y COSAS MAYORES AÚN”
.

No sé qué otra interpretación se le puede dar a algo tan categórico y tan claro.

Jesús enseñaba metafísica. La prueba es que todo el que estudia metafísica hace “milagros” como Jesús.

Ahora dirán ustedes que muchas veces se manifiestan milagros a personas que no conocen un ápice de metafísica. ¡Claro está! No se necesita sino tener fe. Esa fe que llaman “ciega” y que sin embargo produce resultados, es simplemente que el paciente sitúa su pensamiento en Dios o en alguna entidad, en un santo, o en el Cristo, o en el plano espiritual; y al mismo tiempo siente la confianza que ha puesto en él. Confía, su ansiedad se relaja. Calla y espera.

Te he visto y te he escuchado innumerables veces
protestar
“¡pero si yo estaba seguro, segurísimo de que esto me iba a resultar, y nada!” ¿Seguro?
Segurísimo
. ¿Con los músculos tensos? ¿Contándole a todo el que se te acerque el mal que estás
segurísimo
de curar? La diferencia es sutil pero creo que me habrás comprendido.

Cada vez que Jesús sanaba a alguno le decía: “Vete y no se lo digas a nadie”. Esto no era por modestia, sino porque formaba parte de la técnica. El pollito no revienta su cáscara hasta que está completo, con plumas y todo. Tú no sacas una gelatina de su molde hasta que está firme. “Cómo es abajo es arriba”.

Toda creación atraviesa siete etapas antes de manifestarse en lo exterior. Estas etapas son a veces recorridas en un centésimo de segundo, dependiendo del poder espiritual del que las ejecuta. Si su comprensión y sus conocimientos son grandes como en Jesús, la manifestación es instantánea y significa que las siete etapas se sucedieron con velocidad atómica; pero si es un principiante en la ciencia espiritual, las etapas toman, a veces, hasta años en cumplirse.

Las palabras son pensamientos hablados. Son vibración de sonido, por la vía de ellas se dispersa la energía, y en este caso, se le resta impulso a la manifestación. Los estudiantes o principiantes deben frenar el deseo de comentar los “tratamientos” que estén haciendo; los que piensen hacer y los que acaban de hacer; hasta que la demostración esté muy segura, muy firme.

En el hebreo antiguo, se le decía “El Sabát” a la última etapa creadora (cuando surge una demostración y se sabe que el trabajo ha terminado). Esa palabra dio origen a nuestro “Sábado”. En la Biblia, desde Génesis hasta San Juan, dice que en el Sabát cesa todo trabajo. La creación está descrita como habiendo ocurrido en siete días (o sea las siete etapas que he mencionado más arriba) y que en el “Sabát” Dios descansó de su obra, o sea en el séptimo día. La psicoterapia está descubriendo lo que la metafísica conoce desde siempre: la relación que hay entre las ideas de los humanos y sus males físicos. Aún la medicina general tan reacia a reconocer lo mental-espiritual, ha llegado a ver en las preocupaciones, la causa de la úlcera y los infartos. No tardará mucho en descubrir que los resentimientos y el remordimiento son cultivos que producen cáncer.

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