Tenemos cuatro cuerpos inferiores. El cuerpo emocional, el cuerpo mental, el cuerpo etérico y el cuerpo físico.
Cuerpo Etérico:
Es el depósito de todos los recuerdos de todas nuestras vidas.
Por supuesto que si en vidas pasadas hay impresiones tan grandes, experiencias tan destacadas o que han durado mucho tiempo, estaremos muy influenciados por esas impresiones, y todo lo que nos ocurre lo “teñimos” como quien dice, con el color de esa experiencia o esa convicción destacada. Por ejemplo, conozco a una señora que pasó muchas vidas, y si no varias, por lo menos una vida entera y muy reciente, siendo profundamente católica, y en la época victoriana en que todo era melodrama. Las novelas, las comedias, etc. Ella ha traído pues a esta vida, una costumbre muy arraigada de convertir todo en melodrama, y todo lo religioso en doloroso. Para ella la figura de Cristo está representada por el Crucificado y la Mater Dolorosa a los pies. Hasta la risa de ella es con las cejas en acento circunflejo. Por supuesto aunque ella desea ardientemente ser feliz, no lo puede porque su cuerpo etérico la doblega en el sentido del dolor. Es el caso de que goza con el dolor porque es donde ella se siente más cómoda, más en casa, más familiar ¿comprenden? Además del cuerpo etérico deforme, tiene el cuerpo emocional muy grande, muy descontrolado, lo cual la hace excesivamente emotiva. Le costará mucho aceptar la nueva ola metafísica que va alienando los cuatro cuerpos en un solo molde para funcionar en armonía y ordenadamente.
Respecto al azúcar en la sangre, o lo que comúnmente se dice “diabetes”, pasen revista en su mente por todos lo que sufren de ese mal y recordarán que por regla general, todos son de carácter dulce. Las condiciones externas, contrarias a su modo de ser, los afectan enormemente. Al principio se encuentran impedidos de reaccionar. No pueden dejarse ir en protestas ni explotar en ira porque es contrario a su ser innato. A ellos les haría mucho bien poder defenderse con una explosión de palabras, pero no lo logran por su dulzura original. Entonces esa dulzura se agria, se acumula y tiene que desahogarse por alguna parte. El coma diabético es la incapacidad de soportar más la carga de dulzura envenenada, que se manifiesta en azúcar por cantidades superiores a lo habitual, pues ya una vez formado el círculo vicioso, es la defensa que adopta el organismo. Defensa relativa, por supuesto, ya que esta forma de defensa mata también, pero el caso es que por incapacidad de reaccionar en lo exterior, se reacciona a costas del interior. ¿Quién chupa el exceso? La sangre.
Yo conocí a un sicoanalista que recomendó a un paciente tener siempre a mano veinte platos de loza para que cuando tuviera un desagrado los rompiera lanzándolos contra una pared. Indudablemente lo hizo para que ese paciente no se reprimiera. Seguramente que tenía tendencia a ser introvertido. Pero eso sería un buen remedio para los diabéticos.
Voy a terminar contándoles un caso que tuve recientemente. Tomé una muchacha para servicio de adentro. La chica venía precedida con el diagnóstico médico de apendicitis crónica. La operación no era urgente, pero había que operarla algún día, decía el médico. A los tres días de estar en mi casa le dio el dolor. Yo decidí comprobar primero si era o no del apéndice o si era, como yo sospechaba, resultados del ambiente de la casa que ella había dejado. Era una casa donde no había paz, donde nada de lo que se hiciera resultaba bien hecho porque una anciana enferma mantenía aquello en hervidero. A la chica le daba el dolor con vómitos. Esto es clásico de la apendicitis, como también es típico de los disgustos. Podía ser una cosa u otra, pero yo no me iba a dejar influenciar por el diagnóstico. Le di tres pastillas de menta y dije: “Chúpate una ahora mismo. Dentro de media hora te chupas otra, y a la tercera media hora te chupas la tercera”. Se le pasó el dolor y yo entonces aproveché y le dije: “Mejor es que no te repita ese dolor porque mi convenio con la señora que te mandó a mí fue que si te repetía el dolor yo te devolvería a ella y tendrías que seguir trabajando donde estabas. Además, voy a darte la buena noticia de que no tienes apendicitis crónica. Lo que tienes es un dolor nervioso por los disgustos, que tenías constantemente, y como aquí no tienes disgustos no hay razón para que tengas ese dolor. ¿Estás feliz conmigo? Sí, señora. ¿Estás en paz? Sí, señora. ¿Tienes todo lo que quieres? Sí, señora. Muy bien, entonces ya se acabó ese dolor”. Y así fue. Esto me lo inspiró José Gregorio Hernández porque yo se la encomendé a él. Como él es protector mío, le dije que si había que operarla, lo hiciera él.
SI NO TIENES TIEMPO PARA LA ORACIÓN, EL TRATAMIENTO Y LA MEDITACIÓN, O SEA, QUE SI NO TIENES TIEMPO PARA DEDICARTE A DIOS, ES PORQUE TODO TU TIEMPO ESTARÁ OCUPADO CON PROBLEMAS Y ENFERMEDADES.
Esta es una manera sutil de decirte que todo el tiempo que le dediques a lo espiritual lo pasarás libre de todo lo que hoy te preocupa.
San Pablo dice en su primera epístola a los Tesalonicenses: “Orad sin cesar”. Nosotros sabemos que él no quiso decir con esto que pasáramos la vida de rodillas y pasando el rosario. Nosotros sabemos que todo pensamiento, toda emoción, toda palabra que pronunciamos equivalen a las plegarias más sinceras; y que es el temor mental que mantenemos, lo que determina el carácter, malo o bueno, de lo que nos sucede. Todo el día y todos los días estamos orando. ¿Cómo? En mal o en bien.
Orad sin cesar significa que mantengamos nuestra mente y nuestra alma vibrando en plano alto. Ya ustedes todos saben que el positivo es de alta vibración. Que la Verdad espiritual es de altísima. Que pensar el Bien es de la misma altísima vibración. Que la sonrisa, el canto, la alabanza y dar gracias con e sentido común, la calma en lugar de la nerviosidad, la caridad en lugar de la crítica, todas son expresiones de amor puro, y este es le estado de alta vibración que equivale a la más potente oración que se pueda hacer. Mantenerse en paz, contento y ecuánime, es orar sin cesar.
Ahora les diré el versículo completo de San Pablo. Dice así: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. En todo dad gracias a Dios; porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros”. ¿No es asombroso cómo pudo ese gran metafísico que fue Pablo de Tarso resumir en tan pocas frases, íntegra la técnica de la oración científica? Es la ciencia de la vida en una cápsula: Estad siempre gozosos, orad sin cesar, en todo dad gracias a Dios, porque esa es la voluntad de Dios para vosotros. No se puede agregar una sola palabra más, después que se conocen los
“por qué”
de estas recomendaciones. Yo he resumido aún más la enseñanza, sin que esto signifique que me quiero hacer aparecer más grande que Pablo de Tarso! No, pero una vez que ustedes han absorbido la Verdad detrás de la apariencia, yo les digo que basta con recordar las dos frases: “Estén siempre gozosos y en todo den gracias a Dios”, así es que ya todos ustedes saben lo que quiere decir: “Orad sin cesar”.
Voy a darles unos ejemplos sencillos y prácticos que si los adoptan tendrán la seguridad de estar orando sin cesar:
El primero es el saludo
1- El verbo saludar quiere decir “salud dar”, o dar salud. ¿Quieren ustedes algo más generoso, más desinteresado y más noble que el darle salud al amigo y al familiar, al verlo? Pero el saludo ha perdido todo su significado con la costumbre y la rutina. Se hace sólo como gesto de cortesía, por cumplir con la buena educación, o, si se saluda a algún conocido por la calle, es un signo de mero reconocimiento. El metafísico procede distinto. Hace una de dos cosas. O bien le pone intención al saludo, y junto con la sonrisa y el gesto piensa:
“TE DOY SALUD”,
o dice mentalmente:
“SALUDO A TU CRISTO INTERIOR”
, y no se limita únicamente a los amigos y los familiares. Se lo brinda a toda persona a quien se dirija, al chofer de taxi que lo conduce, a la vendedora en la tienda, a la foto que mira de paso en el periódico, al repartidor, al cobrador, al cajero del Banco, y muy en especial a los lisiados y a los pordioseros que encuentra a su paso por la calle. Estas insignificancias son dardos cargados de vibraciones de luz potente que le hacen más bien a quien los recibe, que la moneda casual, si es un pobre, o al pasar indiferente si es un conocido. Además, se devuelve en salud y amor. Lo comprobarán ustedes al ver la atracción que ejercen y en la buena acogida que les muestran en todas partes. Ya nunca más tendrán quejas de cómo han sido tratados por todos aquellos a quienes contacten, y les sorprenderán los elogios con que serán descritos; y es porque la buena voluntad tiene un imán irresistible.
NO
BENDIGAN A TODO EL QUE VEAN.
Jamás bendigan a los pasantes ni al vulgo. La bendición acumula aquello que es bendecido, y no es prueba de amor ni de sabiduría bendecir los efectos, pues se estará aumentando y engrandeciendo también el cúmulo de errores, y de acuerdo con la ley del bumerang, estos correrán hacia aquel que les dan tan bella acogida, produciéndose una gran confusión mental. Hay que bendecir la verdad, el Hijo de Dios, o el Cristo interior (si es que te gusta más este término) cualquiera que sea la imagen del Ser perfecto que tú concibas, invócalo cuando se te ofrezca la ocasión; es el mismo tuyo que estás mirando en un espejo. Dios y el Hijo son uno mismo.
Si te es más fácil pensar que cada átomo de lo que estás viendo es sustancia divina, piénsalo así. Acepta tu propia inspiración. Es la tuya, la que te conviene; la que te ofrece tu Dios.
Dar salud, al saludar, es más que desear buen comportamiento para el cuerpo. Esto no sería sino dirigirse a los efectos. Se refiere a la salud espiritual, o sea, que es bendecir (o decir el Bien) a la mente y al alma; es desearle luz y Verdad al prójimo. Es ayudar a limpiar los errores del mundo. El mundo se encuentra mejor porque tú estás en él. “Buenos días, buenas tardes, buenas noches, gracias”, dicho con la intención que encierra (y que ha perdido de vista en el mundo), es ir repartiendo el Bien y la Gracia. Estas fluyen hasta donde termina el ciclo respectivo y refluyen multiplicadas hacia donde salieron, sea hacia ti.
Segunda forma de orar sin cesar:
Todos los días tienes cosas que hacer, deberes que cumplir, algunos te molestan, te fastidian, te son duros; otros son meras rutinas, otros te gustan, te son placenteros o interesantes, como sentarte a leer el periódico o asistir a una fiesta, etc. Dedícalos. Tanto los agradables como los desagradables. Antes de comenzar di:
“DEDICO ESTO AL BIEN”
, y si se te olvida hacerlo porque no has hecho aún la costumbre, y lo llegas a recordar cuando ya has comenzado y vas por la mitad, dedícalo de todas maneras. Te sorprenderá ver cómo los quehaceres pesados se te vuelven tan livianos que no los sientes: los gastos te serán verdaderos encantos; y lo más grande es que todas aquellas personas que están haciendo lo mismo que tú, en lugares distintos a ti, y que tú ni siquiera conoces, se benefician con las ondas de bondad que les estás enviando. Les haces la carga liviana, les comunicas tu buen humor, y este bien te bendice a ti.
Tercera forma de orar sin cesar:
De noche cuando te acuestes a dormir, que sea tu último pensamiento:
“PERDONO A TODO EL QUE NECESITE MI PERDÓN, Y A MÍ MISMO. Y AUNQUE SÉ QUE EN EL PLANO ESPIRITUAL NO EXISTE NADA QUE PERDONAR, PERDONO PORQUE ASÍ TRANSFORMO LA IDEA DEL QUE CREE HACERME MAL: “INVITO A MIS GUÍAS INVISIBLES A UTILIZAR MI SUEÑO PARA YO HACER EL BIEN DONDE SEA OPORTUNO. GRACIAS PADRE”.
Sería muy extraño que no te durmieras al instante, pues los guías agradecen tu buena voluntad de ayudar, te cubren con vibraciones de paz y dulzura hasta que estés profundamente dormido. El cuerpo astral se sale al estar dormido del cuerpo material, y a veces viaja a largas distancias. El subconsciente lo cuida extremosamente y al iniciarse el menor peligro, el menor ruido, lo atrae hacia su materia a gran velocidad.
Esos sueños que se tienen a veces, de que se está cayendo verticalmente, ocurren siempre en el último instante antes de despertar, y son cuando el cuerpo astral está regresando a su materia. No se tarda ni segundos. No hay que alarmarse. Tampoco te ha costado nada la ayuda que has ofrecido y que los guías han aprovechado.
SI SE RECUERDA HABER SOÑADO, Y EL SUEÑO ES COORDINADO Y MUY CLARO, HAY QUE ESCRIBIRLO AL DESPERTAR.
Más tarde se olvidarán los detalles y es importante no perderlos porque la mayoría de las veces contienen mensajes del Maestro.
¿Has visto cómo se puede orar sin cesar y sin que interrumpa nada nuestra vida diaria? ¿Has visto cómo aprovechar todo lo que hasta ahora habías estado desperdiciando? Sólo así podrás darte el lujo de no asistir a las clases o conferencias que se te ofrecen con tanto amor; ya que el espíritu de la Verdad se encargará de instruirte; y aunque no acostumbro ni sugerir algo que contenga la más remota amenaza, es mi deber advertir que la frase aquella:
“SON MUCHOS LOS LLAMADOS Y POCOS LOS ELEGIDOS”
se refiere a aquellos que, teniendo la gran fortuna de encontrarse con la oportunidad de aprender la Verdad; de recortar el largo recorrido de su evolución; y que por descuido, o por preferir cosas de menor valor que el adelanto espiritual, desprecian este esfuerzo y no vuelven, son los llamados que no han sido elegidos”. No es por favoritismo que no han sido elegidos, ya que en el espíritu todos son herederos del Reino. Es porque, como dice la parábola del sembrador: “La semilla que cae sobre la roca son los que cuando oyen, reciben la palabra con gozo, pero éstos no tienen raíces, los cuales por algún tiempo creen, y en tiempo de tentación se apartan”.
Cuando se deja perder la semilla, se pasan muchas vidas antes de que se vuelva a presentar la oportunidad; y cerramos con la frase de mi Maestro: “Si no encuentras tiempo que dedicarle a Dios, es porque todo tu tiempo estará dedicado a problemas y enfermedades”.
Uno de ustedes me hizo una pregunta ¿Que por qué si ya fuimos espiritistas en vidas pasadas, si fuimos médiums, videntes, claroaudientes, si nos proyectábamos y desdoblábamos, por qué no conservamos la facultad ni recordamos nada de esto en la vida presente?
Respuesta: No siempre es así. Algunas personas conservan algo de la facultad síquica, aunque no siempre en la misma forma en que se manifestó en una vida pasada, puesto que ella también va evolucionando. Por ejemplo, conozco a una persona que es médium de aporte. Esta es una de las facultades de mayor adelanto entre todas las facultades síquicas. Esto significa que ella tuvo facultades en una vida anterior, o en varias, y en ésta se le desarrolló la facultad de aporte. Ella no recuerda ninguna otra ni es vidente ni claroaudiente. Ahora, sabemos quién fue en su última encarnación y sabemos también que fue una gran clarividente.