Read Out Online

Authors: Natsuo Kirino

Tags: #Intriga, policiaco

Out (64 page)

—Ibas a matarme —repuso ella. Él separó su mano de la mejilla y se quedó mirándola—. Quería darte en el cuello, pero tengo la mano dormida.

Sin embargo, su mente y su boca parecían funcionar por cuenta propia. Al ver que todavía tenía el bisturí en la mano, lo arrojó al suelo y rebotó con un ruido hueco. Antes de salir de casa había cogido el bisturí que le había proporcionado Jumonji, lo había clavado en un tapón de corcho y se lo había guardado en el bolsillo.

—Eres especial —le dijo Satake hablando con dificultad—. Debería haber dejado que me mataras... Hubiera sido bonito...

—¿Querías matarme?

—No lo sé... —dijo él negando con la cabeza y mirando hacia el techo.

La luz que se colaba por los ventanucos era cegadora y proyectaba hileras de polvo en suspensión que unían el techo con el suelo de hormigón, como si fueran los focos de un teatro. Masako desvió la vista hacia el punto en que él tenía enfocada la mirada. Aún temblaba, pero ya no era a causa del frío sino porque era consciente de que había sesgado la vida de Satake con sus propias manos. Al otro lado de los ventanucos se extendía un cielo azul pálido; un nuevo día estaba a punto de empezar, como si no hubiera pasado nada, como si los horrores de esa noche jamás hubieran acontecido. Satake observó el charco de sangre que se había formado a sus pies antes de añadir:

—No quería matarte... Sólo verte morir.

—¿Por qué?

—Porque entonces te hubiera querido.

—¿Sólo entonces?

Él la miró a los ojos.

—Creo que sí.

—No te mueras... —murmuró ella.

En sus ojos apareció un ligero rastro de sorpresa. La sangre que manaba de su rostro había teñido su cuerpo de rojo, y él había empezado a gemir de dolor.

—Yo maté a Kuniko... —dijo—, y a otra mujer que se parecía a ti. Al acabar con su vida, algo dentro de mí murió también. Por eso, al verte, pensé que no me importaría morir de nuevo...

Masako se quitó la parka para poder abrazarlo mejor. Tenía el rostro abotargado y amoratado, era consciente que debía de tener un aspecto horrible, pero no le importaba.

—Yo estoy viva —dijo—. No te mueras.

—Es demasiado tarde —repuso él casi aliviado. Su cuerpo se estremecía. Ella acercó su cara a la herida para examinarla. Era enorme y profunda; juntó la piel y la mantuvo unida—. Es inútil —dijo él—. Me has seccionado una arteria.

Sin embargo, Masako se resistía a rendirse y seguía aguantándole la cara mientras la vida se le iba poco a poco. Volvió a mirar a su alrededor: se habían encontrado en ese enorme ataúd, se habían comprendido y ahora tenían que despedirse.

—¿Me das un cigarrillo? —le pidió él con un susurro.

Masako cogió los pantalones de él, sacó un cigarrillo del bolsillo, se lo puso en los labios y lo encendió. En pocos segundos quedó empapado en sangre, pero Satake logró extraer una delgada columna de humo.

Masako se arrodilló frente a él y lo miró a la cara.

—Te llevaré a un hospital.

Satake sonrió levemente. Debía de tener también algún tendón seccionado, porque su sonrisa no fue más que un movimiento apenas perceptible en la parte del rostro que no tenía bañada en sangre.

—La mujer a quien maté dijo lo mismo... Debe de ser el destino...

El cigarrillo cayó de sus labios y chisporroteó en el charco de sangre. Satake cerró los ojos, se había abandonado a su suerte.

—Venga, vamos.

—Si vamos a un hospital, acabaremos en la cárcel.

Tenía razón. Si salían de la fábrica, todo el peso de la ley caería sobre ellos.

Satake empezó a sufrir convulsiones y ella lo abrazó con más fuerza. Cuando sus cabezas se juntaron, notó que su piel había empezado a enfriarse.

—Me da igual —dijo ella—. Quiero que sobrevivas.

—¿Por qué? —preguntó él en voz baja—. Después de lo que te he hecho...

—Si mueres, también yo moriré. No podré seguir viviendo.

—Yo lo he hecho.

Satake cerró los ojos.

Masako intentaba taponarle la herida y detener la hemorragia, pero él parecía estar cada vez más lejos. Finalmente entreabrió los ojos y le preguntó de nuevo:

—¿Por qué quieres que sobreviva?

—Porque te entiendo —respondió Masako—. Somos iguales, y quiero que vivamos los dos.

Cuando se inclinó para besarle los labios ensangrentados, él la miró con ojos serenos. Entonces, como si no estuviera habituado a hablar con esperanza, dijo con voz vacilante:

—Nunca lo había pensado... pero con cincuenta millones... Si lográramos llegar hasta el aeropuerto de Narita, quizá podríamos salvarnos.

—Me han dicho que en Brasil se vive bien.

—¿Me llevas contigo?

—Claro. Yo tampoco tengo adonde volver.

—Ni adonde ir... ni adonde volver... —dijo Satake. Masako miró sus manos ensangrentadas—. Seremos libres —añadió en un murmullo.

—Sí, libres —confirmó ella. Él alargó el brazo y le acarició la mejilla, pero sus dedos estaban terriblemente fríos—. Apenas sangras —le dijo.

Satake se limitó a asentir con la cabeza, consciente de que Masako mentía.

Notas a pie de página

[1]
Aproximadamente, treinta mil euros. Al cambio actual, un euro equivale a unos ciento sesenta yenes.
(N. del t.)

[2]
El sashimi es un platillo japonés que consiste principalmente en mariscos o pescado crudos, cortados finamente, aunque no tanto como un carpaccio. Se sirve junto a ellos una salsa (como salsa de soja, que es muy salada, con wasabi, un condimento japonés muy picante, o bien salsa ponzu) y un aderezo simple como rábano rallado.
(N. del traductor)

[3]
En Japón estampar el sello personal en un documento es como la firma en los países occidentales. Estos sellos son expedidos por la Administración y permiten garantizar la autenticidad de una transacción, no sólo económica.
(Nota del T.)

[4]
Un yukata es un kimono ligero hecho de algodón, que se usa principalmente para el verano o estaciones cálidas.
(Nota del T.)

[5]
El pachinko es un juego de máquinas tragaperras, una combinación entre pinball y las tragaperras de toda la vida. Para jugar hay que comprar unas bolas de metal directamente en la máquina y hay que dispararlas, controlando su velocidad, para introducirlas donde queramos. El objetivo del juego es conseguir más bolas, pues después se cambian por regalos y después con discreción (en algún local de cambio cercano a la sala) se cambian éstos por dinero, pues la ley no permite el juego por dinero. Nació en los años 20 y se ha convertido en uno de los vicios más populares de los nipones.
(Nota del T.)

[6]
Ueno es uno de los distritos de Tokio. En Ueno tuvo lugar la batalla donde las fuerzas imperiales derrotaron al último apoyo del shogunado Tokugawa en 1868. El distrito está dominado por el parque Ueno, creado en el lugar de la batalla y convertido en parque público en 1873. El parque alberga a varios museos, incluyendo el Museo Nacional de Tokio, el Museo Nacional de las Ciencias y el Museo Nacional de Arte Occidental. En el parque está la tumba Shogi Tai: dos lápidas que recuerdan a los samurái que lucharon en la batalla de Monte Ueno.
(Nota del T.)

[7]
Roppongi Hills es un desarrollo urbano en el Distrito de Roppongi en Tokio, Japón. Fue construido por el magnate de la construcción Minoru Mori y costó cuatro mil millones de dólares. Fue inagurado en 2003 tras 17 años de construcción. El complejo incluye espacio de oficinas, departamentos residenciales, cafés, restaurantes, salas de cine, un museo, un hotel, un estudio de televisión, un anfiteatro al aire libre y varios parques.
(Nota del T.)

Other books

Erotic Weekend by Cheyenne McCray
B008IJW70G EBOK by Lane, Soraya
Brought to Book by Anthea Fraser
Reinventing Mona by Jennifer Coburn
Brave New World Revisited by Aldous Huxley
Ruthless by Sara Shepard
Greta Again! by Stones, Marya
A Swell-Looking Babe by Jim Thompson