Rayuela (51 page)

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Authors: Julio Cortazar

Al final de lo que Balzac hubiese llamado una orgía, cierto individuo nada metafísico me dijo, creyendo hacer un chiste, que defecar le causaba una impresión de irrealidad. Me acuerdo de sus palabras: «Te levantás, te das vuelta y mirás, y entonces decís: ¿Pero
esto lo hice yo?
»

(Como el verso de Lorca: «Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.» Y creo que también Swift, loco: «Pero, Celia, Celia, Celia defeca.») Sobre el dolor físico como aguijón metafísico abunda la escritura. A mí todo dolor me ataca con arma doble: hace sentir como nunca el divorcio entre mi yo y mi cuerpo,
me lo pone
como dolor. Lo siento más mío que el placer o la mera cenestesia. Es realmente un lazo. Si supiera dibujar mostraría alegóricamente el dolor ahuyentando al alma del cuerpo, pero a la vez daría la impresión de que todo es falso: meros modos de un complejo cuya unidad está en no tenerla.

(-142)

84

Vagando por el Quai de Célestins piso unas hojas secas y cuando levanto una y la miro bien la veo llena de polvo de oro viejo, con por debajo unas tierras profundas como el perfume musgoso que se me pega en la mando. Por todo eso traigo las hojas a mi pieza y las sujeto en la pantalla de una lámpara. Viene Ossip, se queda dos horas y ni siquiera mira la lámpara. Al otro día aparece Etienne, y todavía con la boina en la mano,
Dis donc, c’est épatant, ça!,
y levanta la lámpara, estudias las hojas, se entusiasma, Durero, las nervaduras, etcétera.

Una misma situación, dos versiones... me quedo pensando en todas las hojas que no veré yo, el juntador de hojas secas, en tanta cosas que habrá en el aire y que no ven estos ojos, pobres murciélagos de novelas y cines y flores disecadas. Por todos lados habrá lámparas, habrá hojas que no veré.

Y así,
de feuille en aiguille
, pienso en esos estados excepcionales en que por un instante se adivinan las hojas y las lámparas invisibles, se las siente en un aire que está fuera del espacio. Es muy simple, toda exaltación o depresión me empuja a un estado propicio a

lo llamaré paravisiones

es decir (lo malo es eso, decirlo)

una aptitud instantánea para salirme, para de pronto desde fuera aprehenderme, o de dentro pero en otro plano,

como si fuera alguien que me está mirando

(mejor todavía —porque en realidad, no me veo— : como alguien que me está viviendo).

No dura nada, dos pasos a la calle, el tiempo de respirar profundamente (a veces al despertarse dura un poco más, pero entonces es fabuloso)

y en ese instante sé lo que soy porque estoy exactamente sabiendo
lo que no soy
(eso que ignoraré luego astutamente). Pero no hay palabras para una materia palabra y visión pura, como un bloque de evidencia. Imposible objetivar, precisar ese defectividad que aprehendí en el instante y que era
clara ausencia
o claro error o clara insuficencia pero

sin saber
de qué, qué

Otra manera de tratar de decirlo: Cuando es eso, ya no estoy mirando hacia el mundo, de mí a lo otro, sino que por un segundo soy el mundo, el plano de fuera,
lo demás mirándome
. Me veo como pueden verme los otros. Es inapreciable: por eso dura apenas. Mido mi defectividad, advierto todo lo que por ausencia o defecto no nos vemos nunca. Veo lo que no soy. Por ejemplo (esto lo armo de vuelta, pero sale de ahí): hay enormes zonas a las que no he llegado nunca, y lo que no se ha conocido es lo que se es. Ansiedad por echar a correr, entrar en una casa, en esa tienda, saltar a un tren, devorar todo Jouhandeau, saber alemán, conocer Aurangabad... Ejemplos localizados y lamentables pero que pueden dar una idea. (¿una
idea
?)

Otra manera de querer decirlo: Lo defectivo se siente más como una pobreza intuitiva que como una mera falta de experiencia. Realmente no me aflige gran cosa no haber leído Jouhandeau, a lo sumo la melancolía de una vida demasiado corta para tantas bibliotecas, etc. La falta de experiencia es inevitable, si leo a Joyce estoy sacrificando automáticamente otro libro y viceversa, etc. La sensación de falta es más aguda en

Es un poco así: hay líneas de aire a los lados de tu cabeza, de tu mirada,

zonas de detención de tus ojos, tu olfato tu gusto,

es decir que andás con tu límite
por fuera

y más allá de ese límite no podés llegar cuando creés que has aprehendido plenamente cualquier cosa, la cosa lo mismo que un iceberg tiene un pedacito por fuera y te lo muestra, y el resto enorme está más allá de tu límite y así es como se hundió el
Titanic
. Heste Holiveira siempre con sus hejemplos.

Seamos serios. Ossip no vio las hojas secas en la lámpara simplemente porque su límite está más acá de lo que significaba esa lámpara. Etienne las vio perfectamente, pero en cambio su límite no le dejó ver que yo estaba amargo y sin saber qué hacer por lo de Pola. Ossip se dio inmediatamente cuenta, y me lo hizo notar. Así vamos todos.

Imagino al hombre como una ameba que tira seudópodos para alcanzar y envolver su alimento. Hay seudópodos largos y cortos, movimientos, rodeos. Un día esos
se fija
(lo que llama la madurez, el hombre hecho y derecho). Por un lado alcanza lejos, por otro no una lámpara a dos pasos. Y ya no hay nada que hacer, como dicen los reos, uno es favorito de esto o de aquello. En esa forma el tipo va viviendo bastante convencido de que no se le escapa nada interesante, hasta que un instantáneo corrimiento a un costado le muestra por un segundo, sin por desgracia darle tiempo a
saber qué
,

le muestra su parcelado ser, sus seudópodos irregulares, la sospecha de que más allá, donde ahora ve el aire limpio,

o en esta indecisión, en la encrucijada de la opción, yo mismo, en el resto de la realidad que ignoro

me estoy esperando inútilmente.

(Suite)

Individuos como Goethe no debieron abundar en experiencias de este tipo.

Por aptitud o decisión (el genio es elegirse genial y
acertar
) están cono los seudópodos tendidas al máximo en todas direcciones. Abarcan con un diámetro uniforme, su límite es su piel proyectada espiritualmente a enorme distancia. No parece que necesiten desear lo que empieza (o continúa) más allá de su enorme esfera. Por eso son clásicos, che.

A la ameba a
uso nostro
lo desconocido se le acerca por todas partes. Puedo saber mucho o vivir mucho en un sentido dado, pero entonces
lo otro
se arrima por el lado de mis carencias y me rasca la cabeza con su uña fría. Lo malo es que me rasca cuando no me pica, y a la hora de la comezón —cuando quisiera conocer–-, todo lo que me rodea está tan plantado, tan ubicado, tan completo y macizo y etiquetado, que llego a creer que soñaba, que estoy bien así, que me defiendo bastante y que no debo dejarme llevar por la imaginación.

(Última Suite)

Se ha elogiado en exceso a la imaginación. La pobre no puede ir un centímetro más allá del límite de los seudópodos. Hacia acá: gran variedad y vivacidad. Pero en el otro espacio, donde sopla el viento cósmico que Rilke sentía pasar sobre su cara, Dame Imagination no corre.
Ho detto
.

(-4)

85

Las vidas que terminan como los artículos literarios de periódicos y revistas, tan fastuosos en la primera plana y rematando en una cola desvaída, allá por la página treinta y dos, entre avisos de remate y tubos de dentífrico.

(-150)

86

Los del Club, con dos excepciones, sostenían que era más fácil entender a Morelli por sus citas que por sus meandros personales. Wong insistió hasta su partida de Francia (la policía no quiso renovarle la
carte de séjour)
que no valía la pena seguir molestándose en champollionizar las rosettas del viejo, una vez localizadas las dos citas siguientes, ambas de Pauwels y Bergier:

«Quizá haya un lugar en el hombre desde donde pueda percibirse la realidad entera. Esta hipótesis parece delirante. Auguste Comte declaraba que jamás se conocería la composición química de una estrella. Al año siguiente, Bunsen inventaba el espectroscopio.

.     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .    .     

«El lenguaje, al igual que el pensamiento, procede del funcionamiento aritmético binario de nuestro cerebro. Clasificamos en sí y no, en positivo y negativo. (...) Lo único que prueba mi lenguaje es la lentitud de una visión del mundo limitada a lo binario. Esta insuficiencia del lenguaje es evidente, y se la deplora vivamente. ¿Pero qué decir de la insuficiencia de la inteligencia binaria en sí misma? La existencia interna, la esencia de las cosas se le escapa. Puede descubrir que la luz es continua y discontinua a la vez, que la molécula de la bencina establece entre sus seis átomos relaciones dobles y que sin embargo se excluyen mutuamente; lo admite, pero no puede comprenderlo, no puede incorporar a su propia estructura la realidad de las estructuras profundas que examina. Para conseguirlo, debería cambiar de estado, sería necesario que otras máquinas que las usuales se pusieran a funcionar en el cerebro, que el razonamiento binario fuese sustituido por una conciencia analógica que asumiera las formas y asimilara los ritmos inconcebibles de esas estructuras profundas...»

Le matin des magiciens
.

(-78)

87

En el 32, Ellington grabó
Baby when you ain’t there
, uno de sus temas menos alabados y al que el fiel Barry Ulanov no dedica mención especial. Con voz curiosamente seca canta Cootie Williams los versos:

I get the blues down North,

The blues down South,

Blues anywhere,

I get the blues down East,

Blues down West,

Blues anywhere.

I get the blues very well

O my baby when you ain't there ain't there

ain't there-

¿Por qué, a ciertas horas, es tan necesario decir: «Amé esto?» Amé unos blues, una imagen en la calle, un pobre río seco del norte. Dar testimonio, luchar contra la nada que nos barrerá. Así quedan todavía en el aire del alma esas pequeñas cosas, un gorrioncito que fue de Lesbia, unos blues que ocupan en el recuerdo el sitio menudo de los perfumes, las estampas y los pisapapeles.

(-105)

88

—Che, pero si movés así la pierna te voy a clavar la aguja en las costillas

—dijo Traveler.

—Seguime contando eso del colorado del amarillo —dijo Oliveira—. Con los ojos tapados es como un calidoscopio.

—El colorado del amarillo —dijo Traveler, frotándole el muslo con un algodón—, está a cargo de la corporación nacional de agentes comisionados en las especies correspondientes.

—Animales de pelaje amarillo, vegetales de flor amarilla y minerales de aspecto amarillo —recitó obedientemente Oliveira—. ¿Por qué no? Al fin y al cabo aquí el jueves es el día de moda, el domingo no se trabaja, las metamorfosis entre la mañana y la tarde del, sábado son extraordinarias, y la gente tan tranquila. Me estás haciendo doler que da miedo. ¿Es algún metal de aspecto amarillo, o qué?

—Agua destilada —dijo Traveler—. Para que te creas que es morfina. Tenés mucha razón, el mundo de Ceferino sólo les puede parecer raro a los tipos que creen en sus instituciones con prescindencia de las ajenas. Si se piensa en todo lo que cambia apenas dejás el cordón de la vereda y das tres pasos en la calzada...

—Como pasar del colorado del amarillo al colorado del pampa —dijo Oliveira—. Esto da un poco de sueño, che.

—El agua es soporífera. Si fuera por mí te hubiera inyectado nebiolo y estarías lo más despierto.

—Explicame una cosa antes de que me duerma.

—Dudo de que te duermas, pero dale no más.

(-72)

89

Había dos cartas del licenciado Juan Cuevas, pero era materia de polémica el orden en que debían leerse. La primera constituía la exposición poética de lo que él llamaba «soberanía mundial»; la segunda, también dictada a un mecanógrafo del portal de Santo Domingo, se desquitaba del obligado recato de la primera: Pueden sacar de la presente carta todas las copias que deseen, especialmente para los miembros de la ONU y gobiernos del mundo, que son puros cerdos y chacalazos internacionales. Por otra parte, el portal de Santo Domingo es la tragedia de los ruidos, pero por otra parte me gusta, porque aquí vengo a tirar las piedras más grandes de la historia.

Entre las piedras figuraban las siguientes:

El Papa Romano es el cerdo más grande de la historia, pero de ninguna manera el representante de Dios; el clericalismo romano es la pura mierda de Satanás; todos los templos clericales romanos deben ser arrasados por completo, para que esplenda la luz del Cristo, no solamente en lo profundo de los corazones humanos, sino transparentada en la luz universal de Dios, y digo todo esto, porque la carta anterior la hice delante de una señorita muy amable, en donde no pude decir ciertos disparates, que me miraba con una mirada muy lánguida.

¡Caballeresco licenciado! Enemigo acérrimo de Kant, insistía en «humanizar la filosofía actual del mundo», tras de lo cual decretaba:

Y que la novela sea más bien psicopsiquiátrica, es decir, que los elementos realmente espirituales del alma, se constituyan como elementos científicos de la verdadera psiquiatría universal...

Abandonando por momentos un arsenal dialéctico considerable, entreveía el reino de la religión mundial:

Pero siempre que la humanidad se encarrile por los dos mandamientos universales; y hasta las piedras duras del mundo, tórnanse cera sedosa de luz iluminada...

Poeta, y de los buenos.

Las voces de todas las piedras del mundo resuenan en todas las cataratas y barrancas del mundo, con hilillos de voces de plata, ocasión infinita de amar a las mujeres y a Dios...

De golpe, la visión arquetípica invadiendo y derramándose:

El Cosmos de la Tierra, interior como la imagen mental universal de Dios, que más tarde se había de tornar materia condensada, está simbolizado en el Antiguo Testamento por aquel arcángel que voltea la cabeza y ve un mundo obscuro de luces, claro que literalmente no puedo recordar párrafos del Antiguo Testamento, pero más o menos ahí va la cosa: es como si el rostro del Universo se tornara la misma luz de la Tierra, y quedara como órbita de energía universal, alrededor del sol... Del mismo modo la Humanidad entera y sus pueblos, han de voltear sus cuerpos, sus almas y sus cabezas... Es el universo y toda la Tierra que se vuelven al Cristo, poniendo a sus pies todas las leyes de la Tierra...

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