Rayuela (63 page)

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Authors: Julio Cortazar

33) CORPORACIÓN NACIONAL DE LOS BEATOS GUARDADORES DE COLECCIONES Y SUS CASAS DE COLECCION (todas las casas de colección, e ídem, casas —depósitos, almacenes, archivos, museos, cementerios, cárceles, asilos, institutos de ciegos, etc., y también todos los empleados en general de cuyos establecimientos). (Colecciones: ejemplo: un archivo guarda expedientes en colección; un cementerio guarda cadáveres en colección; una cárcel guarda presos en colección, etc.)

—Lo del cementerio no se le ocurrió ni a Espronceda —dijo Traveler—. No me vas a negar que la analogía entre la Chacarita y un archivo... Ceferino adivina las relaciones, y eso en el fondo es la verdadera inteligencia, ¿no te parece? Después de semejantes proemios, su clasificación final no tiene nada de extraño, muy al contrario. Habría que ensayar un mundo así. Talita no dijo nada, pero levantó el labio superior como un festón y proyectó un suspiro que venía de eso que llaman el primer sueño. Traveler se tomó otra caña y entró en las Corporaciones finales y definitivas:

40) CORPORACIÓN NACIONAL DE AGENTES COMISIONADOS EN ESPECIES COLORADAS DEL COLORADO DEL ROJO Y CASAS DE LABOR ACTIVA PRO ESPECIES COLORADAS DEL ROJO (todas las casas de comunidad de agentes comisionados en especies genéricas del colorado del rojo, u Oficinas grandes de cuyos agentes, y también todos cuyos mismos agentes). (Especies genéricas del colorado del rojo: animales de pelaje colorado del rojo; vegetales de flor colorada del rojo, y minerales de aspecto colorado del rojo.)

41) CORPORACIÓN NACIONAL DE AGENTES COMISIONADOS EN ESPECIES COLORADAS DEL NEGRO Y CASAS DE LABOR ACTIVA PROESPECIES COLORADAS DEL NEGRO (todas las casas de comunidad de agentes comisionados en especies genéricas del negro, u Oficinas grandes de cuyos agentes, y también todos cuyos mismos agentes). (Especies genéricas del colorado del negro o del negro simplemente: animales de pelaje negro, vegetales de flor negra, y minerales de aspecto negro.)

42) CORPORACIÓN NACIONAL DE AGENTES COMISIO NADOS EN ESPECIES COLORADAS DEL PARDO Y CASAS DE LABOR ACTIVA PROESPECIES GENERICAS DEL PARDO (todas las casas de comunidad de agentes comisionados en especies genéricas del colorado del pardo, u Oficinas grandes de cuyos agentes, y también todos cuyos mismos agentes). (Especies genéricas del colorado del pardo o del pardo simplemente: animales de pelaje pardo, vegetales de flor parda, y minerales de aspecto pardo.)

43) CORPORACIÓN NACIONAL DE AGENTES COMISIONADOS EN ESPECIES COLORADAS DEL AMARILLO Y CASAS DE LABOR ACTIVA PRO ESPECIES COLORADAS DEL AMARILLO (todas las casas de comunidad de agentes comisionados en especies genéricas del colorado del amarillo, u Oficinas grandes de cuyos agentes, y también todos cuyos mismos agentes). (Especies genéricas del colorado del amarillo o del amarillo simplemente: animales de pelaje amarillo, vegetales de flor amarilla, y minerales de aspecto amarillo.)

44) CORPORACIÓN NACIONAL DE AGENTES COMISIONADOS EN ESPECIES GENERICAS DEL BLANCO Y CASAS DE LABOR ACTIVA PRO ESPECIES GENERICAS DEL COLORADO DEL BLANCO (todas las casas de comunidad de agentes comisionados en especies genéricas del colorado del blanco, u Oficinas grandes de cuyos agentes, y también todos cuyos mismos agentes). (Especies genéricas del colorado del blanco: animales de pelaje blanco, vegetales de flor blanca, y minerales de aspecto blanco.)

45) CORPORACIÓN NACIONAL DE AGENTES COMISIONADOS EN ESPECIES GENERICAS DEL PAMPA Y CASAS DE LABOR ACTIVA PRO ESPECIES GENERICAS DEL COLORADO DEL PAMPA (todas las casas de comunidad de agentes comisionados en especies genéricas del colorado del pampa, u Oficinas grandes de cuyos agentes, y también todos cuyos mismos agentes). (Especies genéricas del colorado del pampa o del pampa simplemente: animales de pelaje pampa, vegetales de flor pampa, y minerales de aspecto pampa.)

Romper la dura costra mental... ¿Cómo
veía
Ceferino lo que había escrito? ¿Qué realidad deslumbrante (o no) le mostraba escenas donde los osos polares se movían en inmensos escenarios de mármol, entre jazmines del Cabo? O cuervos anidando en acantilados de carbón, con un tulipán negro en el pico... ¿Y por qué «colorado del negro», «colorado del blanco»? ¿No sería «coloreado»? Pero entonces, ¿por qué: «colorado del amarillo o del amarillo simplemente»? ¿Qué colores eran esos, que ninguna marihuana michauxina o huxleyana traducía? Las notas de Ceferino, útiles para perderse un poco más (sí eso era útil) no iban muy lejos. De todos modos:

Sobre el ya mencionado color pampa: el color pampa es todo aquel color que sea vario, o que esté o sea formado por dos o más pintas.

Y una aclaración eminentemente necesaria:

Sobre los ya aludidos o mencionados agentes en especies genéricas: cuyos agentes han de ser Gobernadores, que por medio de ellos nunca llegue a extinguirse del mundo ninguna de las especies genéricas; que las especies genéricas, dentro de sus clases, no se crucen, ya una clase con otra, ya un tipo con otro, ya una raza con otra raza, ya un color de especie con otro color de otra especie, etc.

¡Purista, racista Ceferino Piriz! ¡Un cosmos de colores puros, mondrianesco a reventar! ¡Peligroso Ceferino Piriz, siempre posible candidato a diputado, tal vez a presidente! ¡En guardia, Banda Oriental! Y otra caña antes de irse a dormir mientras Cefe, borracho de colores, se concedía un último poema donde como en un inmenso cuadro de Ensor estallaba todo lo estallable en materia de máscaras y antimáscaras. Bruscamente irrumpía el militarismo en su sistema, y había que ver el tratamiento entre macarrónico y trismegístico que le reservaba el filósofo uruguayo. O sea:

En cuanto a la anunciada obra «La Luz de la Paz del Mundo», se trata de que en ella se explica algo detallado sobre el militarismo, pero ahora, en breve explicación, diremos la o las siguientes versiones sobre militarismo:
La Guardia
(tipo «Metropolitana»)
para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Aries; los Sindicatos del antigobierno fundamental, para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Tauro, la Dirección y auspicios de festejos y reuniones sociales
(bailes, reuniones de veladas, conciertos de noviazgos: hacer parejas de novios, etc.)
para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Géminis; la Aviación
(militar)
para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Cáncer; la Pluma pro gobierno fundamental
(periodismo militar, y de las magias políticas en pro de todo el Gobierno fundamental y nacional)
para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Leo; la Artillería
(armas pesadas en general y bombas)
para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Virgo; Auspicios y representaciones prácticas de fiestas publicas y/o patrias
(usos de disfraces adecuados por parte de militares, en los momentos de encarnar, ya un desfile militar, ya un desfile de carnaval, ya una comparsa carnavalesca, ya una fiesta de las de «vendimia», etc.)
para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Escorpión; la Caballería
(caballerías comunes y caballerías motorizadas, con las respectivas participaciones, ya de fusileros, ya de lanceros, ya de macheteros: caso común: «Guardia Republicana», ya de espadachineros, etc.)
para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Capricornio; y la ,Servidumbre militar práctica
(chasquis, propios, bomberos, misioneros prácticos, sirvientes de lo práctico, etc.)
para los militares nacidos balo el signo zodiacal Acuario.

Sacudiendo a Talita, que se despertó indignada, Traveler le leyó la parte del militarismo y los dos tuvieron que meter la cabeza debajo de la almohada para no despertar a toda la clínica. Pero antes se pusieron de acuerdo en que la mayoría de los militares argentinos eran nacidos bajo el signo zodiacal Tauro. Tan borracho estaba Traveler, nacido bajo el signo zodiacal Escorpión, que se declaró dispuesto a apelar de inmediato a su condición de subteniente de la reserva a fin de que le permitieran hacer uso de disfraces adecuados por parte de militares.

—Organizaremos enormes fiestas de las de vendimia —decía Traveler, sacando la cabeza de debajo de la almohada y volviéndola a meter apenas terminaba la frase—. Vos vendrás con todas tus congéneres de la raza pampa, porque no hay la menor duda de que sos una pampa, o sea que estás formada por dos o más pintas.

—Yo soy blanca —dijo Talita—. Y es una lástima que vos no hayas nacido bajo el signo zodiacal Capricornio, porque me encantaría que fueras un espadachinero. O por lo menos un chasqui o un propio.

—Los chasquis son Acuario, che, Horacio es Cáncer, ¿no?

—Si no lo es, lo merece dijo Talita cerrando los ojos.

—Le toca modestamente la aviación. No hay más que imaginárselo piloteando un Bang-Bang de ésos y ya te lo está escrachando en la Confitería del Águila a la hora del té con masitas. Sería fatal.

Talita apagó la luz y se apretó un poco contra Traveler que sudaba y se retorcía, envuelto por diversos signos del zodíaco, corporaciones nacionales de agentes comisionados y minerales de aspecto amarillo.

—Horacio vio a la Maga esta noche —dijo Talita, como dormida—. La vio en el patio, hace dos horas, cuando vos estabas de guardia.

—Ah —dijo Traveler, tendiéndose de espaldas y buscando los cigarrillos sistema Braille—. Habría que meterlo entre los beatos guardadores de colecciones.

—La Maga era yo —dijo Talita, apretándose más contra Traveler—. No sé si te das cuenta.

—Más bien sí.

—Alguna vez tenía que ocurrir. Lo que me asombra es que se haya quedado tan sorprendido por la confusión.

—Oh, vos sabés, Horacio arma los líos y después los mira con el mismo aire de los cachorros cuando han hecho caca y se quedan contemplándola estupefactos.

—Yo creo que empezó el mismo día en que lo fuimos a buscar al puerto —dijo Talita—. No se puede explicar, porque ni siquiera me miró, y entre los dos me echaron como a un perro, con el gato abajo del brazo.

—Cría de animales no corpulentos —dijo Traveler.

—Me confundió con la Maga —insistió Talita—. Todo lo demás tenía que seguir como si lo enumerara Ceferino, una cosa detrás de la otra.

—La Maga —dijo Traveler, chupando del cigarrillo hasta que se le iluminó la cara en la oscuridad— también es uruguaya. Ya ves que hay un cierto orden.

—Dejame hablar, Manú.

—Mejor no. Para qué.

—Primero vino el viejo con la paloma, y entonces bajamos al sótano. Horacio hablaba todo el tiempo del descenso, de esos huecos que lo preocupan. Estaba desesperado, Manú, daba miedo ver lo tranquilo que parecía, y entre tanto... Bajamos en el montacargas, y él fue a cerrar una de las heladeras, era tan horrible.

—De manera que bajaste —dijo Traveler—. Está bueno.

—Era diferente —dijo Talita—. No era como bajar. Hablábamos, pero yo sentía como si Horacio estuviera desde otra parte, hablándole a otra, a una mujer ahogada, por ejemplo. Ahora se me ocurre eso, pero él todavía no había dicho que la Maga se había ahogado en el río.

—No se ahogó en lo más mínimo —dijo Traveler— . Me consta, aunque admito que no tengo la menor idea. Basta con conocerlo a Horacio.

—Cree que está muerta, Manú, y al mismo tiempo la siente cerca y esta noche fui yo. Me dijo que también la había visto en el barco, y debajo del puente de la Avenida San Martín... No lo dice como si hablara de una alucinación, y tampoco pretende que le creas. Lo dice, nomás, y es verdad, es algo que está ahí. Cuando cerró la heladera y yo tuve miedo y dije no sé qué, me empezó a mirar y era a la otra que miraba. Yo no soy el zombie de nadie, Manú, no quiero ser el zombie de nadie.

Traveler le pasó la mano por el pelo, pero Talita lo rechazó con impaciencia. Se había sentado en la cama y él la sentía temblar. Con ese calor, temblando. Le dijo que Horacio la había besado, y trató de explicar el beso y como no encontraba las palabras iba tocando a Traveler en la oscuridad, sus manos caían como trapos sobre su cara, sobre sus brazos, le resbalaban por el pecho, se apoyaban en sus rodillas, y de todo eso nacía como una explicación que Traveler era incapaz de rechazar, un contagio que venía desde más allá, desde alguna parte en lo hondo o en lo alto o en cualquier parte que no fuera esa noche y esa pieza, un contagio que a través de Talita lo poseía a su vez, un balbuceo como un anuncio intraducible, la sospecha de que estaba delante de algo que podía ser un anuncio, pero la voz que lo traía estaba quebrada y cuando decía el anuncio lo decía en un idioma ininteligible, y sin embargo eso era lo único necesario ahí al alcance de la mano, reclamando el reconocimiento y la aceptación, debatiéndose contra una pared esponjosa, de humo y de corcho, inasible y ofreciéndose, desnudo, entre los brazos pero como de agua yéndose entre lágrimas.

«La dura costra mental», alcanzó a pensar Traveler. Oía confusamente que el miedo, que Horacio, que el montacargas, que la paloma; un sistema comunicable volvía a entrar poco a poco en el oído. De manera que el pobre infeliz tenía miedo de que él lo matara, era para reírse.

—¿Te lo dijo así, che? Cuesta creerlo, vos sabes el orgullo que tiene.

—Es otra cosa —dijo Talita, quitándole el cigarrillo y chupando con una especie de avidez de cine mudo—. Yo creo que el miedo que siente es como un último refugio, el barrote donde tiene las manos prendidas antes de tirarse. Está tan contento de tener miedo esta noche, yo sé que está contento en el fondo.

—Eso —dijo Traveler, respirando como un verdadero yogi— no lo entendería la Cuca, podés estar segura. Y yo debo estar de lo más inteligente esta noche, porque lo del miedo alegre es medio duro de tragar, vieja.

Talita se corrió un poco en la cama y se apoyó contra Traveler. Sabía que estaba otra vez de su lado, que no se había ahogado, que él la estaba sosteniendo a flor de agua y que en el fondo era una lástima, una maravillosa lástima. Los dos lo sintieron en el mismo instante, y resbalaron el uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común donde las palabras y las caricias y las bocas los envolvían como la circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de mantenerse a flote contra viento y marea, contra el llamado y la caída.

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134

EL JARDIN DE FLORES

Conviene saber que un jardín planeado de manera muy rigurosa, en el estilo de los «parques a la francesa», compuesto de macizos, canteros y arriates dispuestos geométricamente, exige gran competencia y muchos cuidados.

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