Rayuela (62 page)

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Authors: Julio Cortazar

Cómo me gustaría... Che, ahora que lo pienso, Cefe es uruguayo.

Traveler no le contestó nada, y miró a Ovejero que entraba y se inclinaba para tomar el pulso de la histeria matinensis yugulata.

—Monjes que han de combatir siempre todo mal espiritual —dijo distintamente Oliveira.

—Ahá —dijo Ovejero para alentarlo.

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Y mientras alguien como siempre explica alguna cosa, yo no sé por qué estoy en el café, en todos los cafés, en el Elephant & Castle, en el Dupont Barbès, en el Sacher, en el Pedrocchi, en el Gijón, en el Greco, en el Café de la Paix, en el Café Mozart, en el Florian, en el Capoulade, en Les Deux Magots, en el bar que saca las sillas a la plaza del Colleone, en el café Dante a cincuenta metros de la tumba de los Escalígeros y la cara como quemada por las lágrimas de Santa María Egipcíaca en un sarcófago rosa, en el café frente a la Giudecca, con ancianas marquesas empobrecidas que beben un té minucioso y alargado con falsos embajadores polvorientos, en el Jandilla, en el Floccos, en el Cluny, en el Richmond de Suipacha, en El Olmo, en la Closerie des Lilas, en el Stéphane (que está en la rue Mallarmé), en el Tokio (que está en Chivilcoy), en el café Au Chien qui Fume, en el Opern Café, en el Dôme, en el Café du Vieux Port, en los cafés de cualquier lado donde

We make our meek adjustments,

Contented with such random consolations

As the wind deposits

In slithered and too ample pockets.

Hart Crane
dixit.
Pero son más que eso, son el territorio neutral para los apátridas del alma, el centro inmóvil de la rueda desde donde uno puede alcanzarse a sí mismo en plena carrera, verse entrar y salir como un maníaco, envuelto en mujeres o pagarés o tesis epistemológicas, y mientras revuelve el café en la tacita que va de boca en boca por el filo de los días, puede desapegadamente intentar la revisión y el balance, igualmente alejado del yo que entró hace una hora en el café y del yo que saldrá dentro de otra hora.

Autotestigo y autojuez, autobiógrafo irónico entre dos cigarrillos.

En los cafés me acuerdo de los sueños, un
no man’s land
suscita el otro; ahora me acuerdo de uno, pero no, solamente me acuerdo de que debí soñar algo maravilloso y que al final me sentía como expulsado (o yéndome, pero a la fuerza) del sueño que irremediablemente quedaba a mis espaldas. No sé si incluso se cerraba una puerta detrás de mí, creo que sí; de hecho se establecía una separación entre lo ya soñado (perfecto, esférico, concluido) y el ahora. Pero yo seguía durmiendo, lo de la expulsión y la puerta cerrándose también lo soñé.

Una certidumbre sola y terrible dominaba ese instante de tránsito dentro del sueño: saber que irremisiblemente esa expulsión comportaba el olvido total de la maravilla previa. Supongo que la sensación de puerta cerrándose era eso, el olvido fatal e instantáneo. Lo más asombroso es acordarme también de haber soñado que me olvidaba del sueño anterior, y de que ese sueño
tenía
que ser olvidado (yo expulsado de su esfera concluida).

Todo eso tendrá, me imagino, una raíz edénica. Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. De golpe comprendo mejor el espantoso gesto del Adán de Masaccio. Se cubre el rostro para proteger su visión, lo que fue suyo; guarda en esa pequeña noche manual el Último paisaje de su paraíso. Y llora (porque el gesto es también el que acompaña el llanto) cuando se da cuenta de que es inútil, que la verdadera condena es eso que ya empieza: el olvido del Edén, es decir la conformidad vacuna, la alegría barata y sucia del trabajo y el sudor de la frente y las vacaciones pagas.

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Claro que, como lo pensó en seguida Traveler, lo que contaba eran los resultados. Sin embargo, ¿por qué tanto pragmatismo? Cometía una injusticia con Ceferino, puesto que su sistema geopolítico no había sido ensayado como muchos otros igualmente insensatos (y por tanto promisorios, eso había que reconocerlo). Impertérrito, Cefe se mantenía en el terreno teórico y casi de inmediato entraba en otra demostración aplastante:

Los jornales obreros en el mundo:

De acuerdo con la Sociedad de las Naciones será o ha de ser que si por ejemplo un obrero francés, un herrero pongamos por caso, gana un jornal diario y basado entre una
base mínima
de $ 8,00 y una
base máxima
de $ 10,00, entonces ha de ser que un herrero italiano también ha de ganar igual, entre $ 8,00 y $ 10,00 por jornada; más: si un herrero italiano gana lo mismo dicho, entre $ 8,00 y $ 10,00 por jornada, entonces un herrero español también ha de ganar entre $ 8,00 y $ 10,00 por jornada; más: si un herrero español gana entre $ 8,00 y $ 10,00 por jornada, entonces un herrero ruso también ha de ganar entre $ 8,00 y $ 10,00 por jornada; más: si un herrero ruso gana entre $ 8,00 y $ 10,00 por jornada, entonces un herrero norteamericano también ha de ganar entre $ 8,00 y $ 10,00 por jornada; etc.

—¿Cuál es la razón —monologó Traveler— de ese «etc.», de que en un momento dado Ceferino se pare y opte por ese etcétera tan penoso para él? No puede ser solamente el cansancio de la repetición, porque es evidente que le encanta, ni la sensación de monotonía, porque es evidente que le encanta (se le estaba pegando el estilo). El hecho era que el «etc.» lo dejaba un poco nostálgico a Ceferino, cosmólogo obligado a conceder un reader’s digest irritante. El pobre se desquitaba agregando a continuación de su lista de herreros:

(Por lo demás, en esta tesis, de seguir hablando, caben o cabrían desde luego todos los países respectivamente, o bien todos los herreros de todo respectivo país.)

«En fin», pensó Traveler sirviéndose otra caña y rebajándola con soda, «es raro que Talita no vuelva». Habría que ir a ver. Le daba lástima salirse del mundo de Ceferino en pleno arreglo, justamente cuando Cefe se ponía a enumerar las 45 Corporaciones Nacionales que debían componer un país ejemplar:

1) CORPORACIÓN NACIONAL DE MINISTERIO DEL INTERIOR (todas las dependencias y empleados en general de Ministerio del Interior). (Ministración de toda estabilidad de todo establecimiento, etc.); 2) CORPORACIÓN NACIONAL DE MINISTERIO DE HACIENDA (todas las dependencias y empleados en general de Ministerio de Hacienda). (Ministración a modo de patrocinio, de todo bien (toda propiedad) dentro de territorio nacional, etc.); 3) Y así, corporaciones en número de 45, entre las que se destacaban por derecho propio la 5, la 10, la 11 y la 12:

5) CORPORACIÓN NACIONAL DE MINISTERIO DE LA PRIVANZA CIVIL (todas las dependencias y empleados en general de cuyo Ministerio). (Instrucción, Ilustración, Amor de un prójimo para con otro, Control, Registro (libros de), Salud, Educación Sexual, etc.). (Ministración o Control y Registro (letrado...) que ha de suplir a «Juzgados de Instrucción», a «Juzgados de lo Civil», a «Consejo del Niño», a «Juez de Menores», a «Registros»: nacimientos, defunciones, etc.) (Ministración que ha de comprender a todo lo que sea de la Privanza Civil: MATRIMONIO, PADRE, HIJO, VECINO, DOMICILIO, INDIVIDUO, INDIVIDUO DE BUENA O MALA CONDUCTA, INDIVIDUO DE INMORALIDAD PUBLICA, INDIVIDUO CON MALAS ENFERMEDADES. HOGAR (FAMILIA Y), PERSONA INDESEABLE, JEFE DE FAMILIA, NIÑO, MENOR DE EDAD, NOVIO. CONCUBINATO, etc.).

. . . . . . . . . .

10) CORPORACIÓN NACIONAL DE ESTANCIAS (todos los establecimientos rurales de la Cría Mayor de animales y todos los empleados en general de cuyos establecimientos). (Cría Mayor o cría de animales corpulentos: bueyes, caballos, avestruces, elefantes, camellos, jirafas, ballenas, etc.);

11) CORPORACIÓN NACIONAL DE GRANJAS (todas las granjas agrícolas o chacras grandes, y todos los empleados en general de cuyos establecimientos). (Plantíos de toda clase respectiva de vegetales, menos hortalizas y árboles frutales);

12) CORPORACIÓN NACIONAL DE CASAS-CRIADEROS DE ANIMALES (todos los establecimientos de la Cría Menor de animales, y todos los empleados en general de cuyos establecimientos). (Cría Menor o cría de animales no corpulentos: cerdos, ovejas, chivos, perros, tigres, leones, gatos, liebres, gallinas, patos, avejas, peces, mariposas, ratones, insectos, microbios, etc.)

Enternecido, Traveler se olvidaba de la hora y de cómo bajaba la botella de caña. Los problemas se le planteaban como caricias: ¿Por qué exceptuar las hortalizas y los árboles frutales? ¿Por qué la palabra
aveja
tenía algo de diabólico? Y esa visión casi edénica de una chacra donde los chivos se criaban al lado de los tigres, los ratones, las mariposas, los leones y los microbios... Ahogándose de risa, salió al pasillo. El espectáculo casi tangible de una estancia donde los empleados-de-cuyo-establecimiento se debatían tratando de criar una ballena, se superponía a la austera visión del pasillo nocturno. Era una alucinación digna del lugar y de la hora, parecía perfectamente tonto preguntarse qué andaría haciendo Talita en la farmacia o en el patio, cuando la ordenación de las corporaciones se seguía ofreciendo como una lámpara.

25) CORPORACIÓN NACIONAL DE HOSPITALES Y CASAS AFINES (todos los hospitales de toda clase, los talleres de arreglos y composturas, casas de curados de cueros, caballerizas de las de componer caballos, clínicas dentales, peluquerías, casas de podado de vegetales, casas de arreglado le expedientes intrincados, etc., y también todos los empleados en general de cuyos establecimientos).

—Ahí está —dijo Traveler—. Una ruptura que prueba la perfecta salud central de Ceferino. Horacio tiene razón, no hay por qué aceptar los órdenes tal como nos los alcanza papito. A Cefe le parece que el hecho de componer alguna cosa vincula al dentista con los expedientes intrincados; los accidentes valen tanto como las esencias... Pero es la poesía misma, hermano. Cefe rompe la dura costra mental, como decía no sé quién, y empieza a ver el mundo desde un ángulo diferente. Claro que a eso es lo que le llaman estar piantado. Cuando entró Talita, estaba en la Corporación vigesimoctava:

28) CORPORACIÓN NACIONAL DE LOS DETECTIVES CIENTÍFICOS EN LO ANDANTE Y SUS CASAS DE CIENCIAS (todos los locales de detectives y/o policías de la investigación, todos los locales de exploradores (recorredores) y todos los locales de exploradores científicos, y todos los empleados en general de cuyos mismos establecimientos). (Todos los mencionados empleados han de pertenecer a una clase que se ha de denominar como «ANDANTE».)

A Talita y a Traveler les gustaba menos esta parte, era como si Ceferino se abandonara demasiado pronto a una inquietud persecutoria. Pero quizá los detectives científicos en lo andante no eran meros pesquisas, lo de «andante» los investía de un aire quijotesco que Cefe, a lo mejor dándolo por sentado, no se había molestado en subrayar.

29) CORPORACIÓN NACIONAL DE LOS DETECTIVES CIENTIFICOS EN LO PERTENECIENTE A LA PETICIÓN Y A SUS CASAS DE CIENCIAS (todos los locales de detectives y/o policía de la Investigación, y todos los locales de exploradores, y todos los empleados en general de cuyos mismos establecimientos). (Todos los mencionados empleados han de pertenecer a una clase que se ha de denominar como «PETICION», y los locales y empleados de esta clase han de ser aparte de los de otras clases como la ya mencionada «ANDANTE».)

30) CORPORACIÓN NACIONAL DE LOS DETECTIVES CIENTÍFICOS EN LO PERTENECIENTE A LA ACOTACIÓN A FIN Y SUS CASAS DE CIENCIAS (todos los locales de detectives y/o policías de la Investigación, y todos los locales de exploradores, y todos los empleados en general de cuyos mismos establecimientos). (Todos los mencionados empleados han de pertenecer a una clase que se ha de denominar como «ACOTACIÓN», y los locales y empleados de esta clase han de ser aparte de los de otras clases como las ya mencionadas «ANDANTE» y «PETICIÓN».)

—Es como si hablara de órdenes de caballería dijo Talita convencida—. Pero lo raro es que en estas tres corporaciones de detectives, lo único que se menciona son los locales.

—Por un lado eso, y por otro, ¿qué quiere decir «acotación a fin»?

—Debe ser una sola palabra,
afín.
Pero no resuelve nada. Qué importa.

—Qué importa —repitió Traveler—. Tenés mucha razón.

Lo hermoso es que exista la posibilidad de un mundo donde haya detectives andantes, de petición y de acotación. Por eso me parece bastante natural que ahora Cefe pase de la caballería a las órdenes religiosas, con un intermedio que viene a ser una concesión al espíritu cientificista (algún nombre hay que darle, che) de estos tiempos. Te leo:

31) CORPORACIÓN NACIONAL DE LOS DOCTOS EN CIENCIAS DE LO IDÓNEO Y SUS CASAS DE CIENCIAS (todas las casas o locales de comunidad de doctos en ciencias de lo idóneo, y todos cuyos mismos doctos). Doctos en ciencias de lo idóneo: médicos, homeópatas, curanderos (todo cirujano), parteras, técnicos, mecánicos (toda clase de técnicos), ingenieros de segundo orden o arquitectos en toda respectiva rama (todo ejecutor de planes ya trazados de antemano, tal como lo sería un ingeniero de segundo orden), clasificadores en general, astrónomos, astrólogos, espiritistas, doctores completos en toda rama de la ley o leyes (todo perito), clasificadores en especies genéricas, contadores, traductores, maestros de escuelas de las Primarias (todo compositor), rastreadores —hombres— de asesinos, baquianos o guías, injertadores de vegetales, peluqueros, etc.

—¡Qué me contás! —dijo Traveler, bebiéndose una caña de un trago—. ¡Es absolutamente genial!

—Sería un gran país para los peluqueros —dijo Talita, tirándose en la cama y cerrando los ojos—. Qué salto que dan en el escalafón. Lo que no entiendo es que los rastreadores de asesinos tengan que ser hombres.

—Nunca se oyó hablar de una rastreadora —dijo Traveler— y a lo mejor a Cefe le parece poco apropiado. Ya te habrás dado cuenta de que en materia sexual es un puritano terrible, se nota todo el tiempo.

—Hace calor, demasiado calor —dijo Talita—. ¿Te fijaste con qué gusto incluye a los clasificadores, y hasta repite el nombre? Bueno, a ver el salto místico que ibas a leerme.

—Carpeteá —dijo Traveler.

32) CORPORACIÓN NACIONAL DE LOS MONJES DE LA ORACIÓN DE SANTIGUAMIENTO Y SUS CASAS DE CIENCIAS (todas las casas de comunidad de monjes, y todos los monjes). (Monjes u hombres santiguadores, que han de pertenecer fuera de todo culto extraño, únicamente y solamente al mundo de la palabra y los misterios curativos y de «vencimiento» de ésta.) (Monjes que han de combatir siempre a todo mal espiritual, a todo daño ganado o metido dentro de bienes o cuerpos, etc.) (Monjes penitentes, y anacoretas que han de orar o santiguar, ya a personas, ya a objetos, ya a lugares de parajes, ya a sembrados de vegetales, ya a un novio mal afectado por un rival, etcétera.)

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