Tormenta (31 page)

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Authors: Lincoln Child

Tags: #Aventuras, Intriga

Después silencio.

Volvió a asomarse muy, muy despacio hasta distinguir algo a través de la reja. Los marines estaban al lado de la mesa, examinando detalladamente el laboratorio.

—Aquí no hay nadie —dijo uno de los dos—. Vayamos a ver el siguiente.

—Un minuto —contestó el otro—. Primero quiero comprobar algo.

Despacio, con cautela, se acercó al armario.

43

Crane se encogió en la oscuridad. Tras el, Hui aguanto la respiración. Crane le cogió la mano y se la apretó.

La proximidad del marine oscureció los finos rayos de luz que se filtraban por la reja. Crane oyó que los pasos se detenían justo al lado de la puerta. De repente se encendió una radio. Al breve ruido de buscar un botón siguió el de pulsarlo.

—Barbosa —dijo una voz, tan cerca que casi parecía estar dentro del armario. Otro chisporroteo—. Señor, si, señor.

Tras un instante añadió:

—Vamos.

—¿Que pasa? —preguntó el otro marine.

—Korolis. Han visto algo.

—¿Donde?

—En Recogida de Residuos. Venga, vámonos.

Pasos alejándose, una puerta… y de nuevo el silencio.

Crane se dio cuenta de que no respiraba. Vacio los pulmones con un suspiro largo, entrecortado. Después soltó la mano de Hui y se volvió para mirarla.

Los ojos de la científica brillaban en la penumbra.

Pasaron cinco minutos sin que dijeran una sola palabra. Crane sintió que sus latidos recuperaban poco a poco el ritmo normal. Al final puso una mano en la puerta del armario y la abrió con sigilo. Salió como si tuviera las piernas de gelatina, y encendió otra vez la luz.

Hui retiró la lona impermeable de los instrumentos y los ordenadores con movimientos lentos y mecánicos.

—¿Ahora que? —preguntó.

Crane trato de encarrilar sus pensamientos.

—Ahora a seguir.

—¿Pero por donde? Ya hemos visto todo lo desencriptado y solo hay formulas matemáticas imposibles.

—Y el otro archivo, ≪inicio.txt≫? La señal larga, transmitida desde debajo del Moho. Seguro que no hay ninguna traducción en el portátil?

Hui negó con la cabeza.

—Segurísimo. Es lo que has dicho tú, que el doctor Asher debió de centrarse en los mensajes más cortos que emitían los centinelas.

Crane hizo una pausa y se volvió hacia el portátil.

—¿Que pudo haber descubierto? —se dijo—. Cuando me llamó desde la cámara de oxigeno estaba entusiasmado. Algo tiene que haber…

Miró otra vez a Hui.

—¿Podrías seguir sus últimos pasos?

Ella frunció el entrecejo.

—¿Como?

—Consulta la fecha y hora de los archivos del ordenador y averigua que hizo durante los minutos previos a llamarme.

—Vale, sacare un listado de todos los archivos ordenados por fecha y hora.

Hui se puso delante del ordenador, abrió una ventana de búsqueda y tecleo una orden; recuperó poco a poco su velocidad de movimientos.

—La mayoría de los archivos en los que trabajo estaban en la carpeta ≪desencriptado≫. —Señaló la pantalla—. Pero parece que durante el último cuarto de hora el doctor Asher navego por internet.

—¿Ah, si?

HUI asintió.

—Voy a abrir el navegador para ver el historial.

Una ráfaga de pulsaciones. Crane, perplejo, se acaricio la barbilla. ≪Podremos acceder inalámbricamente a la WAN desde dentro≫, le había dicho Asher a Marris justo antes de entrar en la cámara hiperbarica. Estaba claro que podían haber entrado en internet… pero por que?

—Mira, una lista de las webs que visitaron —dijo Hui.

Se apartó para hacerle sitio.

Crane se inclino hacia la pantalla. La lista contenía una docena de webs, casi todas con nombres de una aridez gubernamental.

—Un par de webs de la Agencia de Protección del Medio Ambiente —murmuro—. La Comisión Reguladora Nuclear… El Proyecto Ocotillo Mountain…

—La lista es cronológica —dijo Hui—. Las últimas webs que visito son las del final.

Crane leyó el resto de la lista.

—Departamento de Energía. Plan Piloto de Aislamiento de Residuos. Ya esta.

Se quedó mirando la pantalla, hasta que de repente lo entendió.

—Dios mío… —musitó.

Era una revelación terrible, físicamente dolorosa.

—¿Que ocurre? —preguntó Hui.

Se volvió hacia ella.

—¿Donde esta el puerto de red de este laboratorio? Tengo que conectarme a internet.

Sin decir nada, ella saco un cable de categoría 5 de su caja de herramientas y conecto el portátil a la WAN del Complejo. Crane puso el puntero sobre la última entrada del historial y clico el ratón. Se abrió una nueva ventana del navegador con una web oficial casi sin imágenes, encabezada por el membrete del Departamento de Energía y un titulo en letras grandes:

WlPP-Waste Isolation Pilot Plant

Carlsbad, Nuevo México

—WIPP —dijo Hui en voz muy baja.

—Es lo que decía Asher.

—¿Pero que es?

—Un conjunto de enormes cuevas en una formación salina muy grande situada a gran profundidad del desierto de Chihuahua, en Nuevo México. Queda muy lejos de todo. Sera el principal cementerio de residuos transuránicos del país.

—Residuos transuránicos?

—Basura nuclear. Restos de la guerra fría y de la carrera armamentística. Hay de todo, desde herramientas y trajes protectores hasta baterías viejas de vehículos espaciales. De momento lo tienen guardado un poco por todas partes, pero el plan es almacenarlo todo junto en un único lugar, debajo del desierto. —Crane miró a Hui—. Ocotillo Mountain es un vertedero muy vigilado del sudeste de California, un depósito geológico para combustibles nucleares agotados y armas de destrucción masiva confiscadas.

Se volvió otra vez hacia la pantalla.

—Yo asistí a un congreso médico sobre el peligro de los residuos nucleares y las armas desactivadas, y no imaginas lo problemático que es encontrar un lugar para tirar un material tan peligroso. Por eso existen depósitos como Ocotillo Mountain, pero que tiene que ver con el proyecto Deep Storm? ¿Que quiso decir Asher?

Un momento de silencio.

—Te comento algo más? —preguntó Hui—. Durante la llamada telefónica.

Crane se quedó pensando.

—Si, que era fundamental, absolutamente fundamental que no… Fue cuando se corto.

—¿Que no que? ¿Que no siguiéramos excavando?

—No estoy seguro. No me pare a pensarlo.

De golpe Crane lo entendió todo. Fue una mezcla de triunfo y miedo que lo avasallo casi físicamente.

—Oh, no… —murmuro.

—¿Que pasa?

—El WIPP, el Plan Piloto de Aislamiento de Residuos… Ocotillo Mountain… Es lo que tenemos debajo.

Hui palideció.

—No te referirás…

—Pues si, exactamente. Siempre hemos partido de la hipótesis de unos seres benévolos y paternales que dejaron una tecnología fabulosa en las entrañas de la Tierra para que la descubriese la humanidad cuando hubiéramos progresado lo suficiente para valorarla, pero no se trata de eso en absoluto. La verdad es que la Tierra ha sido usada como basurero de armas o residuos tóxicos, unos residuos de un peligro inimaginable, teniendo en cuenta lo avanzados que están tus amigos de Cygnus Major.

—¿Era lo que intentó decirte Asher?

—Seguro. No hay otra respuesta posible. Lo que hay debajo del Moho, el objetivo de las excavaciones de Spartan… es una bomba de relojería.

Crane pensó muy deprisa, en silencio.

—¿Sabes lo que te he dicho acerca de ese congreso médico? Pues encontrar un basurero para los residuos nucleares solo es una parte del problema. Lo peor es que la radiactividad del material durara más que el tiempo que lleva el ser humano escribiendo su historia. Como avisas a alguien dentro de diez mil años de que no se acerque a Carlsbad o a Ocotillo Mountain? Para entonces la civilización ya no tendrá nada que ver con lo que conocemos. Por eso el Departamento de Energía esta sembrando todas esas zonas con lo que llama ≪controles institucionales pasivos≫.

—Indicadores de advertencia.

—Exacto, y no de un solo tipo, sino de una amplia gama: imágenes, símbolos, texto… Todo para informar a nuestros descendientes de que teníamos buenas razones para aislar y sellar la zona. También ha habido rumores sobre controles activos.

—¿Pero como puedes estar seguro de que lo que tenemos debajo es peligroso?

—¿No lo entiendes? Los centinelas que hemos ido encontrando durante las excavaciones… a su manera también son ≪controles institucionales≫, y las señales que envían son advertencias.

—Solo son formulas matemáticas.

—Si, pero piensa un poco en que tipo de formulas: imposibles. ¿Sabes que dijo Asher cuando descifro el mensaje por primera vez y pensó que se había equivocado? ≪La división por cero esta prohibida por todas las leyes del universo.≫ Es la palabra clave, ≪prohibido≫. Cada una de las formulas que emiten los centinelas (cero elevado a cero y todas las demás) esta prohibida.

—Por que quien lo hizo no podía usar una advertencia lingüística.

—Ni más ni menos. Lo único universal son las formulas matemáticas. —Crane sacudió la cabeza—. Y pensar en todo lo que dijo Flyte sobre los números irracionales… No sabía cuanta razón tenia, me temo.

—¿Quien?

Se rio en voz baja.

—Nada, cosas mías.

Hui reflexiono.

—¿Por que empezaron con una sola formula y luego empezaron a emitir miles?

Crane se encogió de hombros.

—Quizá pensaran que la división por cero era la más simple y básica, y por eso era tan omnipresente. Quizá el contacto conmigo provoco el cambio de funcionamiento del centinela, a menos que, al no interrumpir las excavaciones, los aparatos creyeran que no habíamos captado la indirecta y necesitábamos más datos.

Bruscamente se volvió y dio un paso hacia la puerta. De repente tenía una horrible sensación de apremio en todo el cuerpo. A cada minuto la excavación les acercaba más a un olvido inconcebible.

—¿Adonde vas? —preguntó Hui.

—Aquí donde me ves, yo si he captado la indirecta.

—¿Y yo? ¿Adonde voy?

—Quédate aquí, es tan seguro como cualquier otro lugar; probablemente más, por que ya lo han registrado. —Le cogió la mano y le dio otro apretón para tranquilizarla—. Vendré a buscarte. No tardare mucho.

Hui respiro hondo.

—De acuerdo. Quizá le eche otro vistazo a la transmisión inicial, la que no tradujo el doctor Asher.

—Muy buena idea.

Crane sonrió, se acercó a la puerta del laboratorio, se paro a escuchar y salió rápidamente al pasillo.

44

El almirante Spartan miraba silenciosamente a Crane. Estaban en un rincón tranquilo de la sala de observación. La única luz que entraba por la ventana alargada que daba al Complejo de Perforación era insuficiente para que pudiera ver la expresión del almirante.

Tras echar un vistazo a los técnicos e ingenieros, siempre sentados ante sus terminales de control, Crane miró el hangar. Había un grupo de operarios haciendo los preparativos de inmersión en una de las dos Canicas que quedaban. El entusiasmo se palpaba en el ambiente, incluso desde aquel observatorio. Al parecer solo faltaban días, u horas, para llegar al Moho, y cualquier viaje podía ser el decisivo.

Volvió a mirar a Spartan.

El almirante junto las manos en la espalda, como si saliera de una profunda contemplación.

—A ver si lo entiendo. ¿Todas las misteriosas enfermedades y los problemas psicológicos están causados por una señal?

—Es la misma señal digital que transmitían los centinelas al principio por ondas de luz, con la diferencia de que esta se transmite de un modo que no pueden detectar nuestros técnicos y provoca unos picos anómalos de las ondas theta del cerebro. El cerebro funciona con electricidad —explico Crane—, y cualquier alteración de esta afecta al sistema nervioso autónomo, lo cual, a su vez, puede provocar nauseas, problemas en el campo visual, arritmia… Todos los déficits neurológicos que hemos ido viendo. También puede afectar al lóbulo frontal del cerebro, lo cual, a su vez, explica los problemas de memoria y de concentración, los cambios de carácter y hasta los episodios psicóticos.

—¿Como podemos contrarrestarlo? ¿Como podemos eliminar sus efectos?

—¿De la señal? Ni siquiera podemos detectarla. La única solución es evitarla: detener la excavación y llevarse a la gente a la superficie, lejos del origen.

Spartan lo descarto con un movimiento de la cabeza.

—Y esta señal transmite una formula matemática.

—Asher descodifico varias señales, todas formulas matemáticas, y todas imposibles.

—Y dice que son una especie de aviso.

—Todas las formulas están prohibidas por la ley universal. ¿Que mejor manera de indicar peligro cuando no se puede recurrir al lenguaje?

—¿Que mejor manera, doctor? Pues con algo más explicito y directo.

Crane creyó percibir cierto escepticismo en el tono de Spartan, pero continúo.

—Es evidente que los que pusieron estos objetos debajo del Moho, los que crearon los centinelas, están muchísimo más adelantados que nosotros. ¿Como podemos saber que no transmiten señales más explicitas, como usted dice, pero que todavía no somos bastante inteligentes para interceptarlas?

Spartan apretó los labios.

—O sea, que somos los orgullosos dueños de un basurero interestelar, o de un polvorín con armas de una carrera armamentística lejana.

Crane no contestó. El silencio se alargaba. Oía por encima del hombro un rumor lejano de voces y teclas.

Al final Spartan exhaló despacio.

—Lo siento, doctor, pero me parecen simples conjeturas. Empiezo a preguntarme si no se le estarán descontrolando las ondas theta. Una civilización extraterrestre usa la Tierra para almacenar residuos y nos manda señales de advertencia.

—No, a nosotros no; nosotros les importamos un comino. Lo demuestra la violencia del enterramiento. Para ellos somos insectos. Lo más probable es que la civilización que lo hizo proceda de un entorno de metano y acido sulfúrico. Hasta es posible que para ellos el oxigeno y el nitrógeno sean tóxicos. No se preocupan por nosotros. Para ellos la Tierra es un planeta inservible, y nosotros demasiado primitivos para merecer su atención. Ha sido pura suerte que hayamos descubierto su mensaje. A ellos les preocupan civilizaciones mucho más adelantadas. Las avisan a ellas de que se alejen de la Tierra.

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