Mientras tanto, en el mundo real, Howard Bluestein y otros investigadores han abandonado ya hace tiempo sus intentos por situar un equipo instrumental especial en el embudo de un tomado. Lo intentaron durante cinco temporadas, sin lograrlo en ninguna ocasión, aunque si pudieron determinar que el TOTO era demasiado ligero y muy sensible a los vientos tormentosos. No obstante, sentimos la mayor admiración por la tenacidad y la osadía de los cazadores de tormentas y, al escribir este guión, confiamos que les divierta descubrir que sus intentos alcanzaron éxito, al menos en las películas.
M
ICHAEL
C
RICHTON
Imagen difusa: exterior rural en Oklahoma.
Día tormentoso
Primer plano de hierbas altas batidas por el viento.
Una niña de diez años cruza corriendo por la hierba hacia nosotros. El viento le azota el vestido y el cabello.
NIÑA
: ¡Mamá! ¡Mamá!
Pasa ante nosotros y continúa hacia la granja. Detrás de ella, el cielo aparece negro y amenazador. El viento ruge con fuerza y los árboles se doblan, oponiendo débil resistencia ante semejante fuerza.
Cerca de la casa
El padre de la niña está junto a la puerta abierta del sótano, donde se resguardan durante las tormentas y hace señas a su hija mientras ésta sigue corriendo. Arrecia el viento.
PADRE
: ¡Vamos!
Desciende presuroso al sótano y deja a la niña con la madre, que ya está abajo. Preocupado, mira por última vez la tormenta que se avecina, y cierra las puertas haciendo un gran esfuerzo para vencer el ímpetu del viento.
Plano de las puertas
Las puertas tiemblan con un estruendo creciente a medida que la mano invisible del viento trata de arrancarlas con mayor tenacidad.
Desplazamiento lateral de la imagen desde las puertas. La cámara pasa ante las ventanas, que vibran y finalmente explotan, y llega hasta la esquina de la casa. La vivienda se retuerce desde los cimientos, al ser girada en remolino, como si de una mera tapa de rosca se tratase. Luego, arrancada de la tierra, se eleva y vemos la extensión de la cimentación. La intensidad del viento aumenta, de forma que el sonido es ensordecedor, y, de repente, la casa desaparece. La negrura lo envuelve todo.
Un informe de noticias en la televisión
Imagen de un vídeo casero que muestra una visión más distante de la casa que, según acabamos de ver, ha sido alcanzada y arrastrada por un tornado.
PRESENTADOR
: Esta escena ocurrió hace apenas unos minutos, cuando se desencadeno un tornado cerca de Lancaster. Estamos en la temporada alta de estos fenómenos naturales, por esta razón Oklahoma es conocida como el Callejón de los Tornados.
En la sala de noticias
Detrás del presentador hay un mapa de Oklahoma, donde aparecen señalados los frentes tormentosos.
PRESENTADOR
: Según el Servicio Nacional de Meteorología, esta es la tormenta más violenta que se ha producido desde 1992. Por esta razón y varios equipos de investigadores de esta clase de fenómenos han llegado al lugar, procedentes de todo el país Se esperan muchos más tornados en las próximas veinticuatro horas.
Mientras el presentado habla aparecen unas letras blancas que se deslizan por la parte interior de la pantalla: «
ALERTA, SE ESPERAN TORNADOS EN LOS CONDADOS DE
…»
Exterior. Campo de Oklahoma.
Día tormentoso
Un cielo negro amenazador se cierne sobre los llanos campos verdes, donde hay una solitaria granja encalada en cuyas paredes reverberan los relámpagos. Un coche pasa por delante.
Exterior visto desde el interior de un coche por el parabrisas
Gruesas gotas de agua salpican el parabrisas. La carretera se extiende ante el vehículo.
Interior del coche
Bill Harding, de treinta y cinco años, con aspecto de vaquero curtido, vestido con tejanos y una camisa de trabajo, conduce concentrado en la carretera.
Junto a él, Melissa Huntley, de treinta años, bonita y elegante. Viste pantalones hechos a medida y una camisa blanca. Mira por la ventanilla.
MELISSA
(preocupada)
: ¿Crees que llegaremos a tiempo?
BILL
: Sí, Almont está a ciento cincuenta kilómetros al norte. No te preocupes, estaremos en Phoenix al anochecer.
MELISSA
(lo besa)
: Estoy impaciente por llegar.
Él trata de prolongar ese instante besándola a su vez.
MELISSA
(con expresión feliz)
: Está ocurriendo finalmente…
BILL
: Sí. Sólo hay un problema…
MELISSA
: ¿Quieres volver a hablar de eso?
BILL
: Quizá sea mejor que lo hagamos.
MELISSA
: Está bien. Cuando la veas, le dirás…
BILL
(con calma, recitando)
: Jo, me alegra verte de nuevo. Estoy seguro de que sabes por qué estoy hoy aquí. La verdad es que ya es hora de reconocer…
MELISSA
: De que ambos reconozcamos…
BILL
(continúa el recitado)
: Sí, vale…, ya es hora de que reconozcamos que nuestro matrimonio ha terminado. Ahora los dos necesitamos seguir con nuestra vida, cada uno por su lado.
MELISSA
: Bien, bien.
(Incitándole a seguir.)
Y…
BILL
: Yo quiero que firmes estas cláusulas y renuncias para el divorcio, Jo.
MELISSA
: Y tienes la pluma preparada…
Bill saca una pluma y la sostiene como un cuchillo.
BILL
: ¡Está preparada!
MELISSA
: Y sin enfados…
BILL
: Sin enfados.
MELISSA
: Bien. ¿Quieres volver a repasarlo?
BILL
(con expresión de perro boxer)
: No. Ya sé lo que debo decir. Estoy preparado. Lo estoy. Me siento bien.
Exterior. Vista de la carretera
Las gotas de agua golpetean el parabrisas. La carretera se extiende recta. La ciudad ha quedado atrás. Campo abierto. Se oyen truenos. Bill observa el cielo.
BILL
: Se está formando una torre con una bonita base. Estará por aquí cerca, en alguna parte…
Mientras conduce, mira atentamente por la ventanilla.
BILL
: ¡Ahí!
En la distancia
La imagen recorre los campos hasta alcanzar a un equipo de cazadores de tormentas: cuatro vehículos polvorientos, aparcados desordenadamente al borde de un camino.
Coche de Bill
Gira por el camino para dirigirse hacia ellos.
Junto a los vehículos aparcados
Bill frena, y antes de descender coge una carpeta con una cinta negra.
MELISSA
: Déjame acompañarte.
BILL
: No, cariño. Esto es algo que debo hacer yo solo.
MELISSA
: Lo harás muy bien. Estoy segura.
Ella le besa apasionadamente, y el tiempo se detiene por un instante. Cuando se separan, Bill la mira a los ojos.
BILL
: Gracias.
Sale del coche, cierra la puerta y se dirige con paso tranquilo hacia los viejos y destartalados vehículos aparcados.
El equipo de cazadores de tormentas
Son jóvenes estudiantes, de unos veinte años, vestidos con pantalones cortos y camisetas. Su equipo, al igual que sus vehículos, no es desde luego nuevo. Timmy está bajo una camioneta tratando de arreglar la suspensión. Dusty, dentro de otro camión, está recogiendo un fax de una ruidosa máquina portátil arreglada con cinta adhesiva. Rick, con un donut en la boca, endereza una antena giratoria en lo alto de uno de los coches; por un lado cae una maraña de cables. Todos levantan la mirada y sonríen al ver a Bill.
RICK
: ¡Hola, Bill!
BILL
: ¡Hola, Ricky!
Dusty se acerca a él y camina a su lado.
BILL
: ¿Qué tal, Dusty? ¿Cómo va ese viejo fax?
DUSTY
: No sé cómo funciona aún.
(Ve la carpeta con la cinta.)
¿Se trata de una visita oficial?
BILL
: Sólo quiero atar algunos cabos sueltos…
DUSTY
: Jo no tiene un buen día hoy.
BILL
: Siento oír eso.
Dusty se queda atrás mientras Bill sigue caminando. Timmy sale de debajo de la camioneta y se limpia las manos manchadas de grasa con un trapo.
TIMMY
(traga con nerviosismo): Oooh, muchacho…
Jo Wilder
Está inclinada buscando algo en el maletero de un coche. Lleva unos sucios pantalones cortos de color caqui y una camiseta rota y desteñida. Grita a Larry, su nervioso ayudante, mientras saca una antigua cámara de vídeo VHS y un abultado bastidor impermeable, ahora abierto, delante del cual hay una alidada y una plancheta.
JO
: ¡Idiotas!… Hay hierba en la montura del autoenfoque. Por eso está atascado. Maldita sea, Larry, ¿no te dije ayer que la limpiaras?
Bill llega junto a ellos. Larry intenta decírselo a Jo, que está de espaldas.
LARRY
: Lo siento, Jo, pero…
Ella vuelca el bastidor y sacude la hierba.
JO
: ¿Lo sientes? ¿Y de qué me sirve que lo sientas? Has estropeado el lector, has echado a perder la fotogrametría, las velocidades de partículas no valen un pimiento, no se pueden leer los vectores, los puntos sigma-K no son tridimensionales. ¡Es como si estuviéramos aquí con una maldita y anticuada Brownie! Vamos, cierra bien esto. No quiero perderme el siguiente tornado por algo tan estúpido.
Cierra de golpe el maletero del coche, todavía furiosa, y entonces advierte la expresión nerviosa de Larry.
JO
(enfadada)
: ¿Qué pasa ahora?
LARRY
: Bill.
Ella se vuelve hacia atrás. Jo tiene la cara manchada de grasa y el cabello alborotado; pero a pesar de su aspecto poco femenino, es una atractiva mujer de treinta y cinco años. Mira a Bill como si tuviera ganas de golpearle, y Larry retrocede. De repente, y ante la extrañeza de ambos, Jo sonríe, aparentemente, complacida.
JO
: ¡Bill! ¡Qué sorpresa!…
(Como si buscara las palabras.)
Bienvenido de nuevo.
BILL
(controlado, rígido)
: Hola, Jo. Me alegro de verte.
JO
(observa su actitud)
: Yo también me alegro de verte, Bill.
Larry permanece inmóvil, con una sonrisa forzada. En este momento de tensión, el enfoque se aparta de Jo y se centra en el ayudante.
LARRY
: Hola, Bill.
BILL
: ¿Qué tal, Larry? ¿Cómo te van las cosas?
LARRY
: Bastante bien. Hoy tenemos un gran frente tormentoso.
BILL
: Sí, eso parece.
JO
(se tira de la camiseta, mientras habla, tratando de arreglarse un poco)
: ¡El mayor en cuarenta años! Presenta contornos extensos, buenos salientes, un limpio arco ascendente… ¡Bien! Me alegro de que se te haya pasado el enfado y hayas decidido regresar.
BILL
: ¿Enfado?
JO
: ¿Cómo lo llamarías tú?
BILL
(trata de dominarse)
: Jo, sabes muy bien por qué estoy aquí hoy. He venido porque…
JO
(señala la carpeta)
: ¿Qué es eso? ¿Se ha muerto alguien?
BILL
(recitando)
: He venido porque ya es hora de que ambos reconozcamos que nuestro matrimonio ha terminado…
JO
: Sí, lo echamos todo a perder. Lo sé.
BILL
: Y los dos necesitamos seguir con nuestra vida, cada uno por su lado…
JO
: Sí, tienes razón.
BILL
: Estoy seguro de que estarás de acuerdo conmigo.
JO
(extrañada ante su rigidez)
: Lo estoy…
BILL
(abre la carpeta)
: Bien. Sólo necesito que firmes estas cláusulas y renuncias, y el divorcio será definitivo.
Jo se separa con cierta brusquedad, y vuelve a concentrarse de nuevo en su equipo. Rodea el coche.
JO
: Ya he firmado eso.
BILL
(la sigue)
: No, no lo has hecho.
JO
: Bueno, sé que firmé unos papeles.
BILL
: Pues no era éstos.
JO
: Entonces ¿qué fue lo que firmé?
BILL
(frustrado)
: ¡No lo sé!
JO
: Bill, ¿es necesario que arreglemos esto ahora?
BILL
: Sí, es necesario.
JO
: ¿Ahora que tenemos tan cerca a un verdadero monstruo, y aún nos quedan tantas cosas por hacer antes de que llegue? De hecho, podrías…
BILL
: No voy a quedarme.
JO
(incrédula)
: Bill, ¡ésta es la que hemos estado esperando! La mayor tormenta desde el cuarenta y nueve, y…
BILL
: Jo…
JO
(bromeando)
: ¿A qué se deben tantas prisas? ¿Te vas a casar o algo así?
BILL
: Sí, voy a casarme.
Jo no puede disimular su asombro.
JO
: Vaya… ¿Y cuándo será el acontecimiento?
BILL
: La semana que viene.
JO
: Está bien…
Se vuelve hacia el coche para ocultarle sus sentimientos. Está llegando un mensaje al fax portátil situado en el techo del vehículo. El aparato parece tan viejo y usado como el resto del equipo. Está imprimiendo una imagen de la gran tormenta que se avecina.
JO
: Entonces, supongo que realmente necesitas que firme esos papeles…
BILL
: Sí, así es.
Primer plano de Jo, pensativa, mirando el fax.
Primer plano del fax. Se ve impresa la imagen de la tormenta en el papel que se dobla a medida que sale del aparato.
Jo se vuelve hacia Bill.
JO
: Está bien. Dame, los firmaré, Bill.
BILL
(extrañado)
: ¿Lo harás?
JO
: Desde luego. ¿Acaso creías que me interpondría en tu camino? ¿Con quién te casas?
(Mira a lo lejos.)
¿Es ella?
BILL
: Sí.
JO
: Me gustaría conocerla. ¿A qué se dedica?
BILL
: Es psicóloga.
JO
: ¡Bien! Me alegro de que por fin te hayas decidido a buscar ayuda profesional.