Alexias de Atenas (61 page)

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Authors: Mary Renault

Tags: #Novela histórica

—Bebe más de lo que le conviene —dije—. Todos sus amigos lo lamentan. En los días en que frecuentaba la compañía de Sócrates, nunca le vi beber así. No creo que sea feliz. Y estoy seguro de que no es a causa de que no le parezca demasiado bueno trabajar en tu curtiembre, sino quizá porque se le impide emplear algo que tiene en sí mismo, como podría ocurrirle a un pájaro si lo enjaularas cuando le estaban creciendo las alas.

—¡Tonterías! —exclamó—. ¿Quién cree ser? Hará su aprendizaje como todo el mundo. He luchado para establecer la igualdad entre todos los hombres. Nadie dirá de mí que he criado a mi hijo para que sea mejor que sus conciudadanos.

—¿Debemos entonces impedir el amor a lo excelente, hasta que todos los ciudadanos sientan de un modo igual? Yo no he luchado, Anitos, para ser coronado donde no pueda disfrutar de libertad alguna, sino por una Ciudad en la que pueda saber quiénes son realmente iguales a mí, o mejores que yo, para poder honrarlos. Una Ciudad donde la vida cotidiana de un hombre le concierna tan sólo a él mismo, y donde nadie me obligue a mentir porque es conveniente, o a someterme a la voluntad de otro hombre.

Mientras hablaba, me pareció que las palabras pertenecían a unos pensamientos que no debía a nadie, o sólo a algún recuerdo grabado en mi alma; pero cuando miré más allá del estadio, al lugar donde en la Ciudad Alta estaban encendiendo las luces bajo las sombras de la noche, vi las lámparas de Samos brillar a través de una puerta y la copa de vino depositada sobre una mesa de madera corroída. Entonces el dolor de la pérdida se clavó en mí como un cuchillo en la noche, cuando se ha estado de guardia todo el día. El mundo me pareció lleno de sombras, y, sin embargo, nadie me tendió la copa del Leteo para dejarme beber.

«No —pensé—. No bebería agua del Leteo. Pues él vive en las cosas que hemos hecho: en esos muchachos que danzan en honor a Zeus; en esas gentes que los observan libremente, con los pensamientos a flor de cara; en este estúpido anciano que dice lo que piensa, sin que nadie le amenace; en un Sócrates que dice a sus amigos: «O hallamos lo que buscamos, o nos liberamos de la persuasión de que sabemos que no sabemos".»

Miré a los bancos de abajo, y lo vi conversando con el vendedor de vino, a quien Cairofonte estaba comprando una ronda. Las antorchas habían sido encendidas ya para la carrera, y a su resplandor pude ver la máscara del viejo Sileno y a Platón y Fedón riendo. Toqué el anillo que llevaba en el dedo, y pensé: «Duerme en paz, Lisias. Todo va bien».

La voz de Anitos, a la que había dejado de escuchar, volvió a mis oídos.

—Os enseña también una nueva religión, decís. Puedo creerlo. Ni siquiera los dioses son lo bastante buenos para él. Necesita tener su propia deidad para que le dé oráculos y lo sitúe sobre los dioses de la Ciudad. Es impío, es anti-democrático, es, en una palabra, anti-ateniense. No soy yo el único que está más que harto de él. Tan sólo el hecho de que cuente con elevadas influencias impide que reciba lo que merece. Pero esto es una democracia.

Me volví para mirarle, y vi sus ojos. Entonces supe que en su voz estaba lo que había detectado mi oído. Era un sentimiento de poder.

Un viento sopló desde la corriente del Ilisos, y se deslizó a lo largo del estadio. Hizo vacilar las llamas de las antorchas, y la negra noche se impuso.

Alguien se inclinó desde arriba para tocarme el hombro.

—¿No vienes, Alexias? Tus muchachos te buscan. La carrera está a punto de comenzar. La danza ha terminado ya, y van a cantar el himno.

Mientras él hablaba, el director del coro levantó la varilla, y el canto de los jóvenes se elevó al cielo como el vuelo de luminosos pájaros, invocando a Zeus el Rey, el sapiente, el dador de sabiduría y de justicia entre hombre y hombre. Me puse en pie, mientras Anitos continuaba hablando. Ante mí, a la luz de las antorchas, vi a Sócrates que hablaba con Fedón, la copa en la mano.

Epílogo

Este libro lo halle entre los papeles de mí padre Miron, los cuales pasaron a mí a su muerte. Supongo que debe de ser la obra de mi abuelo Alexias, que murió repentinamente mientras cazaba, cuando yo era aún niño y tenía cincuenta y cinco años. Lo he atado tal como estaba, pues no he conseguido hallar más. Si mi abuelo llegó a terminarlo, no lo sé.

ALEXIAS, hijo de Miron, ifiarca de la caballería ateniense para el divino Alejandro, rey de Macedonia, jefe supremo de todos los helenos.

 

NOTAS SOBRE ALGUNOS PERSONAJES

ALEXIAS y su familia son todos personajes ficticios.

LISIAS aparece en el diálogo epónimo de Platón sobre la Amistad como un muchacho de unos quince años. A menudo Platón traza juveniles retratos de personas (Carmides, Alcibíades) que en realidad eran considerablemente mayores que él. Los detalles familiares dados de Lisias sugieren que era un verdadero ateniense; pero nada más se sabe de él, salvo un comentario de Diógenes Laercio, según el cual «por conversar con Sócrates, Lisias se convirtió en una excelente persona». Incluso esto puede ser tan sólo un plagio de Platón.

El relato de los orígenes de FEDÓN pertenece a Diógenes Laercio. Lo llama eleático; pero Grot señala que los melinos, no los eleáticos, fueron esclavizados en una fecha coincidente con esa historia. Después de la muerte de Sócrates, Fedón vivió en Elea, fundando la escuela eleática, notable por su severa dialéctica negativa derivada del elenco de Sócrates. Ateneo dice que Fedón solía negar las opiniones que Platón le atribuye. Pero el Fedón no le atribuye ninguna, lo cual sugiere que Platón, por delicadeza, hizo a Siminias y Kebe los portavoces de un escepticismo tenido por suyo. Quizá lo abandonó; acaso pensó que su propia dialéctica sería demolida con menos facilidad. En todo caso, resulta claro que un ancho abismo intelectual separaba a los dos amigos.

Ninguna historia de la juventud de JENOFONTE ha llegado hasta nosotros, salvo la anécdota de su primer encuentro con Sócrates, relatada por Diógenes Laercio. Su Memorabilia, y sus manuales sobre la Caza, Equitación, Mando de Caballería y Administración del Estado, nos dan una visión de su fondo social y psicológico. La tradición según la cual fue hecho prisionero por los tebanos nos ofrece un probable origen de su amistad con Próxenos, a quien, a causa de la guerra, le habría sido difícil conocer de otro modo. En su propio y vívido relato de la Expedición Persa, nos cuenta cómo Próxenos fue traidoramente asesinado. Jenofonte fue exiliado por haber servido a las órdenes de Ciro, y nunca más volvió a ver a Sócrates.

Posteriores generaciones concedieron a PLATÓN el crédito de haber ganado coronas luchando en todos los principales Juegos Helénicos, pero parece improbable que consagrara a eso tanto tiempo después de haber alcanzado la edad viril. Es creencia general que compitió en el istmo; y debido a las exigencias de la guerra, el 412 parece el año más probable. Las frecuentes alusiones que a la lucha hace en sus Diálogos demuestran que tenía un experto conocimiento de sus principios. Se dice que fue su preparador quien le dio el sobrenombre.

En su Epístola Séptima describe su cambio de opinión durante la tiranía y su disgusto por el trato dado a Sócrates. Que intervino junto con Critias es sólo conjetura; no parece improbable que también Carmides lo hiciese. Jenofonte relata el incidente de Eutidemo referente a la bofetada pública de Sócrates, y su entrevista con Critias durante la tiranía. Si Platón salvó a Sócrates, no dejaría de ser notable no hallar mención alguna de ello en Jenofonte, cuya sola referencia a Platón, a través de sus recuerdos de Sócrates, se hace sólo de pasada, durante un derogatorio juicio sobre un hermano más joven. Platón jamás menciona a Jenofonte. Se desconoce la causa.

El famoso epitafio de Platón sobre Aster acaba con la palabra «timenosis», que puede referirse a la decadencia u ocaso de una estrella, a extinción en general, o, específicamente, a muerte por tisis. El poema se inicia con un juego de palabras, y puede o no haber otro juego de palabras al final. Está pleno de vocablos evocativos, cuya traducción sólo puede captar una parte de su sentido.

En cuanto a Sócrates, me he apoyado totalmente en el relato de Jenofonte respecto a su vida y sus enseñanzas, sin considerar que está en contradicción con lo que dice Platón, quien probablemente le conoció en un plano diferente. Se conserva la tradición de que su genio era naturalmente violento y que en aquellas raras ocasiones en que escapaba a su control, su lenguaje era bastante soez, lo cual parece estar confirmado por la historia de Jenofonte. Diógenes Laercio dice que a veces enfurecidos ciudadanos le atacaban en la calle, y cita su comentario sobre el asno.

En el año 399 a. de C., poco antes del término de esta historia, Sócrates fue acusado por Melitos, Licón y Anitos en los siguientes términos: «Sócrates es culpable de renegar de los dioses admitidos por la Ciudad, y de introducir otras nuevas divinidades. También es culpable de corromper a la juventud. La pena pedida es la muerte».

Bien podría ser que Licón creyese responsable a Sócrates de formar el carácter de Critias y que al condenarle creyese vengar el asesinato de su hijo Autólico. Pero, según el relato de Jenofonte, después de su juicio el mismo Sócrates consideró a Anitos como a su principal enemigo: «Le he dicho que sus males le vienen de educar a su hijo en una tenería». Jenofonte añade que el joven pronto se convirtió en alcohólico crónico y que de ello murió. Platón representa a Sócrates haciendo de Anitos un estúpido en una discusión. Diógenes Laercio agrega que Anitos no pudo soportar el ridiculo y que no se lo perdonó nunca. A Plutarco debemos la anécdota sobre Alcibíades, el cual, desde su juventud hasta su muerte, pareció producir profunda impresión en la imaginación de aquellos con cuya vida se cruzó la suya.

ÍNDICE CRONOLÓGICO A. de C.

431

(Nehemías reconstruye Jerusalén. Roma completa su conquista de los volscos.) Estalla la guerra del Peleponeso.

Asedio de Potidea. Sócrates, que entonces tiene 38 años de edad, salva la vida a Alcibíades, de 18 años, y renuncia en su favor al premio al valor.

430

Los espartanos invaden el Ática. La plaga de Atenas. Jenofonte nace por ese tiempo.

429

Muerte de Pendes. La plaga continúa.

428

Los espartanos siguen en el Ática. Probable año del nacimiento de Platón.

427

Caída de Mitilene. Acto de gracia para los lesbianos. Los espartanos siguen en el Ática.

425

Victoria de Demóstenes en Pilo. Los espartanos siguen en el Ática.

Atenas aumenta los tributos a los vasallos aliados.

424

Batalla de Delos. Los atenienses son derrotados por los tebanos, con su corps d'elite de amigos, más tarde conocido como la Unión Sagrada. Alcibíades rescata a Sócrates durante la retirada. Tucídides es exiliado.

423

Un año de tregua. Aristófanes presenta "Las nubes", en la cual Sócrates es representado como anárquica influencia sobre los jóvenes.

422

Asalto a Anfipolis. Cleón y el general espartano Brasides mueren.

Autólico, de 17 años, gana su primera corona en las Panateneas. La ocasión es descrita en el Simposio de Jenofonte.

421

La paz de Nicias.

420

Juegos Olímpicos. Profuso despliegue de Alcibíades, que conduce siete carros y gana el primero, el segundo y el cuarto premios.

419

Alianza con Argos preparada por Alcibíades.

418

Atenas vuelve a entrar en la guerra.

416

Milo es sometido y tomado por los atenienses después de un asedio. Los adultos son exterminados y los no combatientes esclavizados, estando Fedón probablemente entre ellos.

Agatón gana el premio de la Tragedia. La ocasión es descrita en el Symposium de Platón.

414

Primera representación de "Mujeres troyanas", de Eurípides.

Preparativos para la Expedición Siciliana.

Rotura de los hermas y acusación a Alcibíades.

La expedición emprende la marcha a principios de verano.

Alcibíades es llamado a juicio, pero huye a Esparta.

Se representa Los pajaros, de Aristófanes.

413

Dekeleia es tomada y fortificada por los espartanos, que en ello siguen el consejo de Alcibíades.

En Beocia, Micalesos es tomada por los tracios bajo mando ateniense, y se produce una bárbara matanza de no combatientes, incluidos niños en edad escolar.

Timea, esposa del rey Agis, es seducida por Alcibíades.

Se mandan refuerzos a Sicilia, a las órdenes de Demóstenes, cuyo ataque nocturno es rechazado con grandes pérdidas. Nicias consiente en irse, pero es demorado por un eclipse lunar (27 de agosto).

Acción naval en la rada y derrota total de la flota ateniense.

Retirada del ejército ateniense.

412

Alcibíades combate en las Islas Jónicas. Se extiende la revuelta de los vasallos aliados atenienses. Esparta reconoce las pretensiones persas sobre Jonia, en pago a los fondos para financiar su flota.

Se inician los Juegos en el istmo, y los atenienses son invitados.

Alcibíades se va con los persas, invitado por Tisafernes.

411

Subversión de la democracia en Atenas. Promesa de una lista electoral de 4.000 miembros. Asesinatos políticos y reinado del terror.

Revolución en Samos aplastada con la ayuda de Alcibíades, que ha descartado a los oligarcas, según Tucídides, porque les ha prometido más de lo que los persas podían darles.

Contrarrevolución en Atenas llevada a cabo por conservadores moderados a las órdenes de Terámenes y con miras a impedir la capitulación ante Esparta. Los Cuatrocientos oligarcas son derribados, y los jefes enviados al exilio.

Eubea es tomada por los espartanos, lo que significa una gran pérdida de tierras productivas y de propiedades privadas.

La restaurada democracia llama a Alcibíades, quien decide permanecer en Samos al mando de la flota.

Se representan "Lisistrata" y "Tesmofortanos", de Aristófanes.

410

Alcibíades triunfa en el Egeo.

Es representada "Electra", de Eurípides.

409

Agatón, y posiblemente Eurípides, se trasladan a Macedonia.

408

Alcibíades reconquista Bizancio y regresa triunfalmente a Atenas.

407

Lisandro toma el mando de la flota.

406

Antioco es derrotado por Lisandro en la batalla de Notium (Cabo Lluvia). Alcibíades es depuesto.

Batalla de Arginuses (Islas Blancas). La falta de auxilio a los náufragos causa gran pérdida de vidas. Juicio anticonstitucional de los generales. Protestas de Sócrates.

Los espartanos ofrecen la paz. El demagogo Cleofonte propone rechazar el ofrecimiento.

405

Lisandro, que de nuevo ha tomado el mando a petición de Ciro, bloquea Lampsaco.

La flota ateniense es aniquilada en Egospotamos (Río de la Cabra).

Revuelta general de los vasallos aliados, excepto Samos.

Empieza el asedio de Atenas.

404

Continúa el asedio de Atenas. Terámenes negocia en Salamina. El hambre impone la rendición (abril).

Lisandro da el poder en Atenas a los Treinta Tiranos.

Reinado del terror. Alcibíades es asesinado en Frigia. Autólico sufre el mismo fin.

Terámenes procura nombrar a 3.000 ciudadanos, a los que se conceden derechos civiles.

403

Critias denuncia a Terámenes.

Trasíbulos y los Setenta se apoderan de Filo. Asesinato judicial de los eleusinos.

Toma de El Pireo y batalla de Municia. Critias muere. El rey Pausanias interviene. Proclama la amnistía y retira la guarnición.

402

Lisandro es depuesto.

401

Ciro muere en una guerra de sucesión contra Artajerjes. Su ejército mercenario de los Diez Mil griegos se queda sin jefe, y sus generales, incluido Próxenos, el amigo de Jenofonte, son traidoramente muertos por Tisafernes. Jenofonte reagrupa a las desesperadas tropas y con la ayuda de otros oficiales más jóvenes se retira desde Babionia al Helesponto, a través de una región salvaje y hostil.

400

Muerte del rey Agis. Su hijo no le sucede porque se sospecha en él la paternidad de Alcibíades.

399

Jenofonte es exiliado.

Sócrates es acusado, juzgado y ejecutado después de permanecer treinta días en la prisión, esperando el regreso de la sagrada galera de Dekm. Platón y otros amigos, después de haber permanecido con él hasta el final, se retiran a Megara.

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