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Authors: Garci Rodríguez de Montalvo

Amadís de Gaula (122 page)

Acabada la carta y dada por extenso la creencia al maestro como adelante parecerá, tomando licencia de él y de su señora Grasinda, se metió a la mar para hacer su viaje, el cual acabó tan cumplidamente como en su tiempo se dirá.

Capítulo 89

Cómo Amadís envió otro mensajero a la reina Briolanja.

La historia dice que después que Amadís hubo despachado al maestro Helisabad y aposentado a Grasinda con la infanta Oriana, que mandó llamar a Tantiles, el mayordomo de la hermosa reina Briolanja, y díjole:

—Mi buen amigo, yo querría que por mi tomaseis el trabajo y cuidado que en las cosas que a vos tocasen tomaría, y esto es que mirando en el punto que mi honra tengo, y cuanto con buen recaudo y aparejo acrecentarse puede, y con el contrario lo que menoscabarse podría, vais a vuestra señora y como quien todo lo ha visto, le digáis lo que conviene, trabajando mucho como toda su gente y amigos mande aparejar para cuando menester será, y decidle que ya sabe que lo que a mí toca, suyo es, pues que perdiéndolo yo, de su servicio se pierde.

Tantiles le respondió:

—Así, señor, como lo mandáis se hará luego por mí, y podéis ser bien cierto que no pudiera venir cosa en que la reina mi señora hubiese tanto placer como en ser llegado al tiempo en que conozcáis el gran amor y voluntad que tiene para seguir todo lo que de ella y de todo su reino mandar quisiereis, y de lo que a esto toca, perder cuidado, que yo vendré cuando menester será con aquel recaudo y aparejo que gran señora tal como lo es esta, debe enviar a quien después de Dios le dio todo su reino.

Amadís se lo agradeció mucho y diole una carta de creencia que para con él, como persona que todo su estado gobernaba, bastaba. Él se metió luego a la mar en una nave que allí había venido, e hizo lo que adelante se dirá.

Esto hecho, Amadís se apartó con Gandalín y díjole:

—Mi amigo Gandalín, si yo he menester amigos y parientes en esta necesidad que sin la poder excusar me ha puesto, tú lo ves, y aunque mucha graveza siento verte alongado de mí, la razón me obliga que lo haga; ya ves cómo por todos estos caballeros es acordado que sean todos nuestros amigos requeridos y apercibidos, porque con tiempo puedan venir a sostener nuestras honras, y aunque en muchos por quien yo mucho he hecho, como tú sabes, tengo gran esperanza, que querrán pagar la deuda en que me son, mucho más la tengo en el rey Perión mi padre, que éste, con razón o sin ella ha de acudir a lo que me tocare, y porque tú mejor que otro y más sin empacho le dirás que tanto esto me toca, y cómo en la voluntad y pensamientos de todos, aunque aquí haya tantos caballeros famosos y de gran linaje, a mí solo como más principal lo atribuyen, será bien que a él te partas luego, y le digas lo que has visto y sabes que conviene a la necesidad en que me dejas, y a vueltas de las otras cosas le dirás cómo yo no temo fuerza ninguna de todo el restante del mundo, según esta fuerza es, pero que harta fuerza sería para él si yo que su hijo y el mayor soy, no pudiese responder a estos dos principes si contra mí viniesen en la forma y manera que ellos me llamasen, y porque entiendo que estás al cabo de ello, no será menester que más te diga, sino antes que te partas vayas hablar con mi cohermana Mabilia si manda algo para su tía y Melicia mi hermana, y verás a mi señora Oriana qué tal está, porque aunque a los otros se encubra, a ti sólo descubrirá su querer y voluntad, y esto hecho partirte has luego con esta creencia que por escrito te doy, la cual dice así:

—Dirás al rey mi señor que ya su merced sabe cómo después que Dios quiso que por su mano yo fuese caballero, nunca mi pensamiento fue de seguir otro estado sino de caballero andante, y a todo mi poder quitar los tuertos y desaguisados de muchos que lo reciben, especialmente de las dueñas y doncellas que ante que otros algunos acorridas deben ser, y por esto he puesto mi persona a muchos trabajos y peligros, sin que de ello otro interés esperase, sino servir a Dios y cobrar prez y fama entre las gentes, y con este deseo cuando de su reino partí quise andar por las tierras extrañas, buscando los que mi acorro y defensa habían menester, viendo lo que visto no había, donde por muchas venturas pasé como tú le puedes bien decir, si saberlo quisiere, y que al cabo de mucho tiempo, viniéndome a esta ínsula, supe cómo el rey Lisuarte, no catando al temor de Dios, ni a consejo de sus naturales ni de otros que lo no son, que su honra y servicio deseaban, antes con toda crueldad y gran menoscabo de su fama, quiso desheredar a la infanta Oriana su hija, que después de sus días ha de ser señora de sus reinos, por heredar a otra hija menor, que por ningún derecho le venía, dándola al emperador de Roma por mujer. Y como se querellase esta princesa a todos cuantos la veían, y a los otros por sus mensajeros con muchos llantos y angustias por ella hechas que de ella hubiesen piedad, y no consintiesen que a tan gran sin razón desheredada fuese. Aquel justo juez amparador de todas las cosas la oyó, y por su voluntad y permisión fueron juntos en esta ínsula muchos príncipes y grandes caballeros para el remedio de ella, donde yo cuando vine los hallé y de ellos supe esta fuerza tan grande que pasaba y con acuerdo y consejo suyo se consideró, que pues a las cosas de esta calidad más que a otras ninguna son los caballeros más obligados, en esta que tan señalada era se pusiese remedio, porque lo que hasta aquí con mucho peligro y trabajo de nuestras personas habíamos ganado, en una sola no se perdiese, pues razón no lo mandaba, porque según la grandeza de su calidad, más a cobardía y poco esfuerzo que a otra causa juzgarse debía, y así se hizo, que desbaratada la flota de los romanos y muertos muchos y los otros presos, fue por nosotros tomada y socorrida esta princesa con todas sus dueñas y doncellas, sobre que tenemos acordado de enviar a don Cuadragante de Irlanda y a mi cohermano don Brián de Monjaste al rey Lisuarte a le requerir de nuestra parte se quiera poner en toda razón, y que si caso fuere que no la quiera, antes el rigor será menester principalmente su ayuda y después de todos aquellos que nuestros amigos son, la cual le suplico esté presta con toda la más gente que haber se pudiere para cuando fuere llamada, y a la reina mi señora besa las manos por mí, y le suplico mande venir aquí a mi hermana Melicia, que tenga compañía a Oriana, y porque su nobleza y gran hermosura sea conocida de muchos por vista, así como lo es por fama.

Esto hecho, díjole:

—Adereza para te ir en una fusta de esas que mejor proveída hallaréis, y lleva quien te guíe, y habla con mi cohermana Mabilia antes como te dije.

Gandalín le dijo que así lo haría.

Agrajes habló con don Gandales, amo de Amadís, para que se partiese a Escocia al rey su padre, y con éste bien se pudo excusar el trabajo de escribir porque era tanto suyo y de tan largo tiempo y tan fiable en todas las cosas que allí más por deudo y consejero que por vasallo era tenido, pues de creer es que este caballero con toda afición y diligencia procuraría el efecto de este viaje tocando tanto a su criado Amadís, que era la cosa del mundo que más amaba y cómo lo hizo adelante se dirá.

Capítulo 90

De cómo don Cuadragante habló con su sobrino Landín y le dijo que fuese a Irlanda y hablase con la reina, su sobrina, para que diese lugar a alguno de sus vasallos le viniesen a servir.

Don Cuadragante habló con Landín, su sobrino, que muy buen caballero era, y díjole:

—Amado sobrino, menester es que con toda diligencia partáis y seáis en Irlanda, y habléis con la reina mi sobrina, sin que el rey Cildadán ninguna cosa sepa, porque según lo que tiene jurado y prometido al rey Lisuarte, no sería razón que ninguna cosa de esto se le diga, contándole en lo que estoy puesto, y, aunque aquí haya muchos caballeros de gran guisa, en mí, por quien soy y del linaje donde vengo, se tiene mucha esperanza y se hace gran cuenta, como vos, sobrino, lo veis, que le pido mucho a su merced dé lugar a los que de sus vasallos me querrán venir a servir, y que crea que la revuelta es acá tan grande que de estas semejantes cosas muchas veces acaece trabucarse los estados y señoríos, de suerte y forma que los señores por vasallos quedan y los vasallos por señores, y que por esto no dude de mandar esto que le suplico, y así con los que de éstos haber pudiereis, como de mis vasallos y amigos, adereza, una flota, la mayor que ser pudiere, y con ella haréis prestos para cuando mi llamamiento veáis.

Landín le respondió que, con ayuda de Dios, él pondría tal recaudo de que fuese contento y se mostraría de su valor y grandeza.

Con esto se despidió de él, y en una nave de las que a los romanos tomaron se metió en la mar, y lo que recaudó de este camino adelante se dirá.

Don Bruneo de Bonamar habló con Lasindo, su escudero, que luego partiese para su padre, el marqués, y para Branfil, su hermano, con su carta, y que muy ahincadamente hablase con su hermano y de su parte le rogase que, sin en otra cosa entremeter, trabajase en juntar la más gente que ser pudiese de allí hasta ver su mandado, y demás de esto le dijo:

—Lasindo, mi buen amigo, aunque tú veas aquí tantos caballeros y de tan gran cuenta, bien debes creer que toda la mayor parte de este hecho es de Amadís, pues si yo tengo razón de ayudar, dejando aparte el grande amor que conmigo tiene, que a ello mucho me obliga, ya tú sabes que éste es hermano de mi señora Melicia; éste es el que ella ama y precia más que a ninguno de su linaje, pues si éste es el que ella ama y precia más que a ninguno de su linaje, pues so éste mi enemigo fuese, a mí no me convenía otra cosa sino seguir su voluntad y mandamiento, porque esto sería seguir el servicio y voluntad suya y de ella, pues siendo al contrario en ser el hombre del mundo que yo más amo, con más afición y voluntad me tengo de aparejar a sostener su honra y estado, especial en este caso en que ninguno más que yo esta puesto, ni más que a mí le toca, y todo esto, mi buen amigo, dejando aparte lo de mi señora, puedes hablar con mi padre y con mi hermano, porque les hará mover a lo que con gran razón se debe cumplir con mi honra, aunque de Branfil, mi hermano, cierto soy yo que antes querría estar aquí y haber sido en lo pasado que ganar un gran señorío, porque su condición y deseo más inclinado es ganar prez y fama de caballero que a otras cosas de las que otros, mirando más a los vicios que a la virtud, desean.

Lasindo le dijo:

—Señor, para mí de lo que sé que es necesario, yo confío en Dios que de allí os traeremos tal aparejo que vuestra señora sea muy servida y vuestro estado puesto en mucha más honra.

Con esto se partió en otra fusta, y lo que hizo la historia lo contará cuando tiempo fuere, que este Lasindo era muy buen escudero y de gran linaje e iba con toda afición y voluntad, y así puso en obra su viaje en servicio de su señor, que con mucha honra suya acrecentó en el negocio grande ayuda.

Capítulo 91

Cómo Amadís envió al rey de Bohemia.

Amadís, como aquél que sobre sí tenía tan gran carga, especial tocando a su señora, nunca pensamiento apartaba le proveer en lo que menester era acordado enviar a Ysanjo, caballero muy honrado y de muy gran discreción, el cual halló por gobernador en la Ínsula Firme al tiempo que la ganó, el cual cargo le había sucedido de sus antecesores, como más largo lo cuenta el segundo libro de esta historia, y apartado con él le dijo:

—Mi buen señor y gran amigo, conociendo vuestra virtud y buen seso y el deseo que siempre, desde que me conocisteis, habéis tenido de guardar mi honra y el que yo de lo galardonar tengo cuando el caso viniese, he acordado de os poner en un poco de trabajo, porque según a quien os envío no se requiere sino semejante mensajero, y esto es que habéis de ir luego al rey Tafinor de Bohemia con una mi carta y más la creencia que os será remitida, en que muy por entero le diréis este caso como pasa y cuánta fucia y esperanza tengo en la su merced, y yo fío en Dios que de vuestra embajada se nos seguirá gran provecho, porque aquél es muy noble rey y con mucho amor y afición me quedó ofrecido al tiempo que de su casa me partí.

Ysanjo le respondió:

—Señor, para mucho más que vuestro servicio sea mi voluntad aparejada está, que este camino más por honra que por pena mi trabajo lo tengo, y en cuanto en mí fuese podéis, señor, ser cierto que así en esto como en todo lo que acrecentamiento de vuestro estado fuere tengo de poner mi persona hasta el punto de la muerte, y por esto, señor, no es menester sino que el despacho se haga, que mi partida será cuando por bien tuviereis.

Amadís se lo agradeció con mucho amor, conociendo con la voluntad que le respondía, que en no menos la buena voluntad reputarse debe que la buena obra, porque de allí nace, y aquél es el fundamento de ella. Pues con este concierto, Amadís escribió una carta al rey, la cual así decía:

—Noble rey Tafinor de Bohemia, si en el tiempo que en vuestra casa como caballero andante estuve algún servicio os hice, yo me tengo por muy bien pagado de ello, según las honras y buenas obras, así de vuestra persona como de todos los vuestros yo he recibido, y si ahora envío a requerir a la merced vuestra, pidiendo ayuda en mi necesidad, no es teniendo en la memoria otra cosa sino conocer vuestro noble deseo y mucha virtud, que siempre en aquel poco tiempo que en vuestra corte me hallé la vi aparejada a seguir toda cosa justa conforme a toda virtud y buena conciencia, y porque este caballero de mi parte dirá el caso más por extenso como pasa, le pido, después de le mandar, darse haya aquel efecto su embajada que habría la de vuestra parte a mí enviado fuese.

Acabada la carta y dicha la creencia, Ysanjo hizo aparejar una nave y luego, como le era mandado, se partió, y muy bien se puede decir ser su camino bien empleado, según la gente que este buen rey envió a Amadís, como adelante se dirá.

Capítulo 92

De cómo Gandalín habló con Mabilia y con Oriana, y lo que le mandaron que dijese a Amadís.

Cuenta la historia que partidos estos mensajeros como habéis oído, Gandalín estaba muy aquejado por ir donde su señor le mandaba, y porque le mandó que no partiese hasta ver su cohermana Mabilia, fuese luego al aposentamiento de Oriana, donde hombre alguno entrar no podía sin su especial mandado, que era aquella torre que ya oísteis, la cual no era guardada ni cerrada sino por dueñas y doncellas, y llegando a la puerta de la huerta, dijo que dijesen a Mabilia cómo estaba allí Gandalín, que se partía para Gaula, y que la quería ver antes que se partiese.

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