Amos y Mazmorras II (4 page)

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Authors: Lena Valenti

Tags: #prose_contemporary

La niña le robó el corazón para siempre.
La adolescente le calentó el cuerpo.
La mujer, definitivamente, robaría su alma; y Lion no tendría otra opción que claudicar y hacer lo que los amos de corazón hacen con sus mujeres elegidas: clavar las rodillas y entregar su vida por ellas.
Sonrió tristemente. La había dejado. Tuvo miedo; miedo por lo sucedido con Billy Bob; miedo por no saber mantenerla a su lado; terror por pensar que, después de lo sucedido, ella se atemorizara cada vez que él se aproximase para jugar; y, sobre todo, tenía miedo de exponerla en el juego y no poder protegerla de las manos de las criaturas.
Dragones y Mazmorras Ds
no era un torneo sencillo. Habían muchísimas combinaciones que hacer con cartas, objetos y personajes; combinaciones que podrían salvarles de las garras de los Orcos, los Monos voladores, los Hombres lagarto y la Reina de las arañas. No obstante, a veces, las combinaciones no eran suficientes. Lion era consciente de que Cleo era una agente infiltrada; y, si tenía que jugar con ellos, jugaría. Pero él no quería que lo hiciera.
Le destruiría compartirla. No era de ese tipo de amos.
Y por todas esas razones la había traicionado, dejándola sola en su casa y apartándola de la misión.
Cleo no volvería a hablarle jamás. No se acercaría a él de nuevo. Se había acabado.
El corazón le dolía.
Con el rostro ensombrecido se dio la vuelta para entrar de nuevo en el hotel.
Sharon esperaba a todos los participantes para hacer las pertinentes presentaciones y debían reunirse en el salón principal.
Claudia, su partenaire, la misma ama «Switch» —podía hacer de ama y sumisa indistintamente— con la que él jugaba de vez en cuando, lo esperaba apoyada en la pared. La mirada que Claudia le dirigía era muy diferente de cómo lo miraba Cleo.
Cleo lo abría de arriba abajo y asomaba la cabeza a su alma.
Claudia le abría la bragueta de arriba abajo y le tocaba la polla. Ella había accedido a jugar con él porque sabía que ambos eran una pareja fuerte y poderosa. A la mujer le iba todo. Y como era Lion quien se lo había pedido y, sabiendo lo conocidos que ambos eran en los círculos de BDSM, aceptó la proposición, porque tendrían las de ganar.
Con Claudia podría llegar a la final sin importarle las consecuencias. Esa mujer jugaba de verdad y no le daba importancia al hecho de caer en manos ajenas. El sexo era sexo para ella. Nada más.
Con Cleo no habría llegado a la final. Él mismo habría acabado el juego si su chica cayera en un duelo y tuviera que ponerse en manos de las Criaturas. No, ni hablar. Con ella no lo hubiera logrado.
—¿Estás listo, señor?
La mujer iba vestida con un
short
de látex negro y un top del mismo estilo que dejaba entrever sus pechos. Su pelo era largo por delante, hasta la barbilla, pero por detrás estaba muy corto, a lo chico, por capas. Tenía la piel morena por los rayos UVA. Era atractiva; tenía la boca gruesa y las dos paletas de delante un poco separadas. Pero sus ojos estaban llenos de fórmulas matemáticas: era una gran calculadora. Por dos millones de dólares sería capaz de hacer un
gang bang
con los más de cincuenta amos protagónicos que se reunían en el salón comedor del hotel. Llevaba un collar de sumisa bastante grueso y sostenía con las manos la cadena que pendía de él. Cuando Lion llegó hasta ella, Claudia sonrió educadamente y le ofreció la cadena.
—Lleva a tu perra a la sala, señor.
Lion se concentró en el caso. En Clint muerto, en Leslie en algún lugar de esas islas, y en los demás hombres y mujeres que estuvieran en el torneo y en el juego sin haber consentido y a los cuales drogaban hasta las cejas para realizar su cometido. ¿Quiénes serían? ¿Dónde estarían?
Era un maldito profesional y el corazón no debía importar para nada en su situación.
Lion tomó aire y, por primera vez, sintió que era completamente inadecuado estar con Claudia.
Porque cuando un amo prueba por fin las mieles de la mujer destinada a estar con él, solo ella le complace.

 

 

 

Cuando entraron de nuevo al salón, Lion respiró el ambiente de dominación y sumisión. Todos se miraban con respeto, hablaban entre ellos con educación y también con alegría por compartir un torneo de ese tipo con personas de los mismos gustos. Predominaban los colores negros y rojos. Había al menos setenta parejas de amos y amas con sus sumisos y sumisas.
Se oían los tintineos de los collares de esclavos, las risas y las carcajadas de algunos de ellos. Y caras conocidas.
Lion buscó a Nick Summers y a Karen Robinson entre la turba, pero no los hallaba. Tenían que fingir que no se conocían y actuar por separado excepto, cuando la situación les permitiera encontrarse a hurtadillas.
A quien sí vio, y no sin sorpresa, fue a Brutus y Prince que estaban ahí en calidad de amos, y ambos le sonreían, sorprendidos por que no llevara a la deliciosa chica de la mansión LaLaurie.
—¿Era demasiado para ti? —Prince, vestido todo de negro, con su cola negra alta, se colocó a su lado con la mirada clavada en el escenario pasarela de presentación. Dentro de poco saldría Sharon como la reina de ceremonias y daría la bienvenida a todos, presentando a las parejas una a una y mostrándolas ante la multitud.
Lion lo miró de reojo.
—¿Vienes a joder?
—Como tú. Todos vienen aquí a joder —aclaró Prince con amargura—. Lo que no comprendo es que dejaras a ese bocadito en casa y traigas a
Mistress
Pain contigo. —Se llevó a la boca la copa de champán francés que iban sirviendo los camareros—. Quieres el botín sí o sí.
—Hola, Prince —lo saludó Claudia ronroneante.
Lion torció el gesto. Prince la saludó con un gesto de barbilla.
Prince no tenía ni idea de que él era agente del FBI. Nadie lo sabía. Lion se había encargado de construir una leyenda urbana a su alrededor, llena de misterio y sombras oscuras, y era un auténtico enigma para el resto.
Obviamente, al formar esa pareja con Claudia, se convertirían automáticamente en los favoritos para alzarse con el premio del torneo.
—Es una pena que no entiendas por qué, Prince —explicó Lion—. Nadie mejor que tú para comprenderlo; aunque por lo visto a ti ya todo te da igual.
—¿Me estás sermoneando, King?
—En absoluto, lo hice una vez y salió mal. —Se tocó la ceja derecha, la que llevaba la cicatriz.
Un músculo palpitó en su mandíbula. ¿Dolor? ¿Rencor? ¿Qué más daba? Su amistad estaba rota.
—Por otra parte —Prince se encogió de hombros—, es una pena que no la trajeras. Me habría encantado esperarla en una de mis mazmorras.
Lion frunció el ceño y miró a su alrededor, buscando una cadena, un anillo de O..., algo que revelara a la sumisa de Prince. Pero no había nada de eso.
Prince sonrió.
«Joder», pensó Lion.

Sip
—Prince se apartó de él, le guiñó un ojo y alzó su copa—. Soy una de las criaturas. Y me entristece mucho no ver a Lady Nala contigo. Pero te prometo, King, que yo devuelvo las puñaladas. No las olvido.
Lion se lo quedó mirando hasta que el amo de las tinieblas desapareció entre la multitud.
Se alegró muchísimo por no traer a Cleo.
Prince quería vengarse por algo del pasado. Lo deseaba desde hacía años. Entre ellos había una relación cordial pero fría. Antes fueron amigos, pero, lo que pasó tres años atrás los dejó tocados a ambos.
Prince creyó que Lion había seducido a su mujer, al amor de su vida, cuando les encontró en una situación comprometida, en uno de los locales que frecuentaban como pareja.
No fue así. La realidad fue mucho más fea y sórdida.
Pero Prince huyó con el corazón hecho añicos y no quiso escuchar ninguna de sus explicaciones.
Fue una pena, porque Prince y su mujer eran únicos como binomio y muy especiales para él como amigos.
Sharon, la Reina de las Arañas, apareció con un increíble vestido transparente de color rojo. Llevaba un sostén y unas braguitas de la misma tonalidad.
El foco la iluminó por completo, y todos los amos y sumisos le aplaudieron y la ovacionaron con fuerza. Sharon era una reina en todos los sentidos. Treinta años, como Leslie, muy guapa, aunque también montaraz y áspera como una gata que no desea que la toquen. Ella decidía cuándo y cómo.
Su pelo rubio caía en ondas y tirabuzones llenos de brillo y vida; una vida que sus ojos caramelo no tenían.
Se llevó el micro a los labios y gritó:
—¡Bienvenidos al segundo torneo de
Dragones y Mazmorras DS
! ¡Bienvenidos al reino de Töril!
Todos vitorearon, silbaron y aclamaron el torneo y a su anfitriona.
—¡Ha sido un éxito de participación y una ardua tarea escogeros uno a uno! Pero hemos reunido a lo mejor, a los más experimentados y a los más —hizo una estudiada pausa y después sonrió— sexys —ronroneó. La multitud se echó a reír y la piropearon. Sharon sabía cómo hacer partícipe al público e incluirlo en su particular fiesta—. Las mesas aquí dispuestas están personalizadas con vuestros nombres. Cómo veis, tenemos una enorme mesa presidencial —señaló el balcón superior, que estaba repleto de todos los amos y amas criaturas, los cuales observarían con interés a sus rivales protagónicos—, que no piensa perder detalle de vuestro desfile. Pero, primero, iré llamando una a una a las parejas para que suban al escenario y se muestren. Pronunciaré el
edgeplay
de cada uno, vuestros rangos como amos protagónicos y en qué estáis especializados. Pero antes de comenzar, dejadme deciros algo que no estaba incluido en las normas del torneo. Como sabéis, todo el torneo será seguido por los Villanos. Hay cámaras dispuestas en los escenarios; y Venger, Tiamat y Sombra Oscura —nombró los nombres de los villanos del juego oficial—, estudiarán los comportamientos de las parejas para, en un momento cualquiera del torneo, proponerles una prueba que no podrán negar. Si lo hacen, serán eliminados del concurso. —Sharon sonrió sabiendo que había cogido a todos los asistentes por sorpresa y que, para algunos, saber aquello despertaba todavía más sus anhelos de superarse—. Los Villanos y las Criaturas os esperan a todos. Dicho esto... ¡que empiece el espectáculo!
El
S&M
de Rihanna estalló a través de los altavoces.
Las parejas de amos y sumisas empezaron a desfilar según La Reina de las Arañas las iba llamando.
Había parejas de todo tipo. Se caracterizaban por mujeres y hombres que, como bien había dicho Sharon, eran sexys. El BDSM, como la vida, estaba repleto de personas de todo tipo, pero teniendo en cuenta el estilo de torneo que se iba a realizar y la importancia de la estética en las
performances
, se había elegido a gente en buen estado de forma física.
El escenario y la pasarela se convirtieron en un desfile de parejas. Algunas más en el papel que otras. No a todos les gustaba exhibirse de ese modo. Había amos más serios que otros, y sumisas más descaradas que otras. Había parejas lésbicas y gays.
—Aquí tenemos a Brutus y su pareja, Miss Olivia. Brutus es un Amo Bobby y por fin ha podido secuestrar a la mujer de Popeye e instruirla en las artes oscuras... Y Olivia está encantada, tanto que adora que su amo la momifique, la prive sensorialmente, y la golpee mediante
caning
(fusta) y
paddling
(azotes con pala)... Olivia adora la cera, y no solo para depilarse. Y le encanta que se le sienten en la
cara
(facesiting). Así que ¡Ojete con ellos!
Lion sonrió ante las ocurrencias de Sharon. Era una mujer inteligente y sabía improvisar. Una auténtica
show-woman.
El desfile continuó. Rubias y morenos, de raza negra y asiática,
dóminas
en látex y sumisas medio desnudas, hombres con máscaras completas de piel y mujeres con collares y cadenas... Todos sonrientes y mostrando un respeto máximo hacia los demás.
—Aquí tenemos a Ama Thelma con su sumisa, Louise Sophiestication. —Thelma era una mujer alta y rubia, de pelo liso con cola de caballo. Vestía toda de negro y cuero y miraba a todos por encima del hombro. Sophiestication era una bella y elegante sumisa de pelo castaño recogido en un moño, con un antifaz negro que cubría media cara—. Sophiestication es un buen bocado, ¿no creéis? Ama Thelma es de rango Diana. Thelma y Louise, además de saltar en coche por acantilados, hacen auténticas acrobacias. Ama Thelma está versada en todo tipo
despanking
, y está dispuesta a compartir a su amiga, Sophiestication, con otro hombre o mujer. Adoran los tríos.
Las mesas empezaban a estar llenas de las parejas que ya se habían presentado. La gente aplaudía interesada y se reía ante los chistes de la Reina.
—Bueno, bueno... ¿Y a quién tenemos por aquí? —Sharon miró a Lion por encima del hombro y sonrió—. Desde las profundidades de la selva africana, entonando el
Hakuna Matata
, tenemos a King Lion y su preciosa sumisa
switch
, Mistress Pain. Seguramente ya los habréis visto trabajar alguna vez juntos. Ambos son espectaculares, ¿verdad? King Lion es un Amo Hank. Hace de todo con todas. Es el rey y no hay animal en el reino que no se someta a él. King Lion maneja todo tipo de instrumentos, y adora el
fisting
y los
roleplay
. ¿Será capaz de llevar el «timón» de Mistress Pain y darle un buen «Pumba»?
Lion sonrió al foco y tiró de la cadena de Claudia. La actitud a la hora de representar un papel era básica. La luz hizo que entrecerrase los ojos, pero algo por el rabillo del ojo, algo le llamó la atención. Mientras bajaba del escenario para dar paso a la siguiente pareja, entrecerró los ojos con curiosidad, mirando fijamente aquello que despertó su interés.
Una melena roja se sacudía a través de las parejas de amos y sumisas, como una llama que ardía a fuego lento.
Lion y Claudia tomaron asiento en la mesa. Él buscaba a la propietaria de ese pelo. Solo Cleo tenía ese color; y le llamaba la atención que otra mujer tuviera aquella melena. No sería tan guapa como Cleo, de eso estaba seguro.
—Vaya... Esto va a ser divertido —murmuró Sharon realmente interesada en la siguiente ficha. Por un momento se quedó sin palabras pero reaccionó rápida y feliz—. ¡Otra salvaje! Desde las profundidades de la selva africana y —puntualizó mirando a Lion con sorpresa—, haciendo el salto al Rey León...

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