El año que trafiqué con mujeres (20 page)

Estos entramados comerciales de empresas, sociedades y asociaciones tapadera son habituales en el negocio de la prostitución, en el que se mueven cifras astronómicas, y la mayoría de las veces en negro. Por ejemplo, Concepción Puente y Lázaro Moreno Pérez, propietarios de la empresa Scutari, que figura como responsable de los conocidos burdeles madrileños D'Angelos, son también los propietarios de la promotora inmobiliaria Lacar, que declaró sólo en el año 2001 108.422,58 euros. Además, poseen el 25 por ciento de Promociones Treviso, que ingresó cerca de 2 millones de euros en el año 2000.

Por su parte, Pablo Mayo, quien hace las veces de presidente de ANELA y propietario del lujoso complejo sexual El Romaní, en Valencia, donde también es parte interesada el ultra José Luís Roberto, es dueño a la vez de la promotora inmobiliaria Hasuiocha, ubicada en el pueblo valenciano de Cullera. Hasuocha tuvo unas pérdidas declaradas de 45.000 euros, sin embargo, cuenta con unos fondos propios que superan los 2 millones de euros. Además, el presidente en funciones de ANELA posee también Paylo Valdeobras, una empresa de fontanería y materiales de construcción en el pueblo 0 Barco de Orense.

El Pinar Pigmalion, por citar otro ejemplo, es uno de los burdeles más famosos de Madrid. Sus propietarios son Teodoro Pastor y

Mariano Moreno Iniesta. Este último participa además de la promotora inmobiliaria Balclan, que facturó 3.142.752, 39 euros en 2001, y que tiene proyectos en Torrelodones y en Madrid centro.

La investigación del burdel La Paloma y su supuesta vinculación con alguien relacionado con Gran Hermano me haría comprobar por mí mismo esos entramados comerciales. Pero eso ocurriría meses después, en el registro mercantil gallego. Barcelona todavía tenla que enseñarme mucho sobre sus oscuros negocios.

En el año 2002, la Generalitat de Catalunya planteó un decreto, del que me había hablado José Luís Roberto, fundador de ANELA, para regular los burdeles catalanes que, según los cálculos de la Generalitat, llegaban a ser medio millar de locales que podían mover anualmente unos 18ci millones de euros —30.000 millones de pesetas. Uno de los principales problemas planteados para la elaboración del censo de locales incluidos en la regularización era precisamente la pluralidad de epígrafes utilizados a la hora de obtener las licencias municipales. Mientras el Bailén 22, antes aludido, abrió sus puertas con dos licencias de café-teatro para la planta superior y gimnasio para el sótano —un juez ironizó a la hora de cerrar el sótano, diciendo que la gimnasia que se practicaba en el local no era exactamente deportiva—, el célebre local de Aribau, N. 226 obtuvo su licencia de apertura como pensión, y tanto el Riviera como el Saratoga, como hoteles. Por cierto, quizá sea oportuno comentar que uno de los colaboradores en la elaboración de ese proyecto de regulación fue el coordinador de ANELA en Cataluña, Manuel Nieto, abogado, de cincuenta y tres años, e inspector del Cuerpo Nacional de Policía.

Según el decreto de la Generalitat, que tanto entusiasmó a asociaciones empresariales como ANELA, los serrallos, harenes y ramerías deberían encontrarse ubicados lejos de centros docentes y zonas frecuentadas por menores. Su horario de apertura al público quedaría establecido entre las 17:00 y las 04:00 horas, exceptuando fines de semana y festivos que podrían cerrar una hora más tarde. Todos los locales deberían tener al menos un vigilante de seguridad propio, y otro por cada cincuenta usuarios, así como un seguro que cubra el riesgo de responsabilidad civil.

Respecto a las condiciones higiénico—sanitarias, los reservados donde se ejecutaran los encuentros sexuales tendrían que contar con baño, ducha, bidé, ventilación, aislamiento acústico y mobiliario. Además, el titular debería garantizar el control sanitario del establecimiento y de sus trabajadoras y contar con preservativos homologados. Teniendo en cuenta que un burdel de tipo medio consume unos 10.000 preservativos al mes, hasta los fabricantes de condones celebraron este proyecto gestor de la Generalitat. Sin embargo, tal y como pude comprobar personalmente, la mayoría de los clubes de pequeño y medio nivel se sintieron agredidos por esta normativa que tan sólo beneficiaba a los grandes macrocentros capaces de sostener la inversión económica que implicarían estas reformas.

Gracias a Jesús, el putero catalán que ya he nombrado y que me ayudaría tanto en Barcelona como Paulino en Galicia, pude burlar las reservas de algunos empresarios como Pepe, propietario del club Capricho, situado muy cerca del cruce entre Enric Granados con Provenza desde hace veintisiete años. Éste es uno de los pequeños empresarios perjudicados por la regulación de la Generalitat. Jesús colabora con Pepe como algo más que un diente, aunque no pude averiguar a tiempo su grado de implicación en el negocio.

Pepe lleva casi treinta años en el negocio del alterne. Su local es uno de los más veteranos. Sin embargo, se trata de una pequeña whiskería de unos treinta metros cuadrados, además de los reservados y el almacén, en la que no conté más de ocho o diez rameras, todas de aspecto latinoamericano. Sus recursos económicos no le permiten habilitar el burdel de acuerdo a las exigentes condiciones planteadas por la Generalitat, y su enfado era evidente. Aunque todavía hoy no sé si el carácter profundamente arisco y extremadamente desconfiado que me manifestó era fruto de un cabreo momentáneo o es su estado natural. Sea como fuere intenté ser muy prudente para que ni él ni Jesús pudiesen detectar la cámara oculta con la que les estaba grabando.

—Eso no es una nueva ley, eso es una mala ley que quieren sacar. Pero nosotros somos una agrupación, una asociación, para arremeter contra esa ley. Eso es algún chalado del Ayuntamiento que fue a un sitio de éstos, le dieron un carajo, le cobraron caro, y al otro día se levantó mosqueado y montó esto. Un chalado, un subnormal... ¡Si en Barcelona solamente hay 4.000 puestos de trabajo con todo esto! ¿Qué hacemos? ¿Lo cerramos todo y los mandamos a la calle a robar? Lo que yo te digo, un subnormal que salió un día, se tomó dos copas y como no sabe salir, le cogieron la tarjeta Visa y se la destrozaron...

Intuyo que Pepe intenta llevar su negocio dentro de la legalidad, aunque no por ello deja de caerme antipático. Sin embargo, fue el primer propietario de burdel que me reconoció los negocios paralelos que, sin ser su caso, se desarrollan en la trastienda de los lupanares españoles.

—Mira, esto es un mundo muy complejo. Aquí hay granujas que se dedican a pasar tarjetas robadas, a vender cocaína, a esto y lo otro... Es un mundo muy complejo.

Poco tiempo después, yo mismo me relacionaría con narcotraficantes internacionales y con expertos en el robo y falsificación de tarjetas de crédito que además son traficantes de mujeres. Incluso, yo debería pasar por uno de ellos.

En un momento determinado de la conversación, y ante la sugerencia de que una amiga mía pudiese entrar a trabajar en su pub, Pepe no dudó en confesar ante la cámara que primero tendría que acostarse con él, para pasar la prueba. El empresario presumía de «catar» la mercancía que se ofrecía en su local y, sinceramente, viendo la soltura y familiaridad con que Jesús se movía en el Capricho, entrando en la barra libremente o recorriendo el local como si fue, se su propia casa, llegué a pensar que él también tenía «carta blanca» en el burdel.

En definitiva, la normativa de la Generalitat, por mucho que incomode a los pequeños y medianos empresarios, como Pepe, sólo afecta a un tipo de prostitución, la de los locales de alterne. Sin embargo, las furcias callejeras y las escorts y agencias de lujo, es decir, el extremo más bajo y el más alto del negocio, permanecen ajenos a esta normativa.

Los extremos se tocan

Valérie Tasso, a la que ya me he referido anteriormente, nació en Francia, aunque ha viajado por todo el mundo, y ha vivido en media docena de países antes de establecer su residencia en Barcelona. Quizá por su afán viajero habla cinco idiomas y posee una exquisita cultura. Licenciada en dirección de empresa y lenguas extranjeras aplicadas, doctorando en interculturalidad y autora de Diario de una ninfómana, es una mujer cuando menos inusual. Ejerció durante cinco meses la prostitución en una agencia de lujo barcelonesa, cuyo nombre me ha pedido que no divulgue —aunque puedo dar fe de que se trata de una de las agencias de escorts más importante del país—, y conoce mejor que nadie la trastienda económica de la prostitución de alto standing. Como otras muchas mujeres, Valérie llegó a convertirse en una cortesana después de un traumático desengaño sentimental. En realidad, de dos. Su pareja la estafó, económica y emocionalmente, y perdió el hijo que esperaba un triste día de San Valentín. Consideró la posibilidad de suicidarse, pero finalmente optó por una forma más cruel de acabar con su vida hasta esa fecha. Mataría a la Valérie ejecutiva para dar paso a la Valérie mesalina.

Como otras muchas mujeres, Valérie especuló durante semanas con la idea de hacerse meretriz antes de decidirse a responder a uno de los muchos anuncios que cada día, desde los periódicos más importantes del país, reclaman nuevas señoritas para sus clubes de alterne. Por fin se decidió, pero no por un anuncio cualquiera. Eligió un anuncio de gran tamaño que destacaba entre todos los demás, no sólo por su volumen, sino por su clase y estilo. Empezó a trabajar en el burdel de lujo aquella misma tarde.

Como otras muchas mujeres, desde que ingresó en aquella ramería de lujo, aprendió a convivir con la humillación, las drogas y también con el dinero. Un dinero negro, libre de impuestos, que llegaba a su cuenta bancaria como nunca en toda su vida profesional. Y es que una escort de lujo puede cobrar diez o cien veces más que una ramera callejera, por hacer básicamente el mismo trabajo. En su primer mes de empleo, la francesa había ganado ya casi dos millones de pesetas. Naturalmente, la agencia había obtenido la misma cantidad con Valérie, o más, porque aunque la francesa lo ignorase, muchas de esas agencias estafan a sus chicas.

Resulta imposible calcular el número de agencias de escorts que existen en Barcelona, ni en ninguna otra ciudad del mundo. De hecho, tampoco es posible precisar cuántos pisos clandestinos, dedicados a la prostitución, están funcionando en estos momentos en el país. En muchas ocasiones, son apartamentos alquilados, utilizados durante una temporada, antes de pasar a otro piso o incluso a otra ciudad. Los cálculos de asociaciones como ANELA, o los decretos gubernamentales como los de la Generalitat, no afectan a esta forma de prostitución, equiparable o mayor a la existente en los clubes de carretera, o en las saunas-relax reconocidas como burdeles con puerta a la calle. Womans Intemational, Prestige Internacional o Madame Cristina son reconocidas agencias de lujo, implantadas en Barcelona, Madrid, Valencia, etc., que disponen de página web en Internet, catálogos con las fotos de sus sofisticadas escorts, y grandes inversiones en publicidad. Sus clientes son adinerados políticos, empresarios, actores o deportistas de elite, dispuestos a invertir más de mil euros en un encuentro sexual, exigiendo tanta calidad y clase en las meretrices que desean, corrió en la discreción de la agencia que las lleva. Quizá por eso, empresas como Wornaris Internacional, propiedad de Mireya Scarpetta y Francisco Martínez Marqués, figura en el registro de la propiedad como agencia de publicidad, a nombre de Scarpetta Decoraciones. Evidentemente, resulta mucho menos embarazoso que las esposas de esos ejecutivos o políticos se encuentren accidentalmente con una tarjeta de Scarpetta Decoraciones, que con una en la que se anuncie un servicio de rameras de lujo. Me consta que todos los burdeles y agencias de alto nivel utilizan en sus tarjetas de visita las tapaderas de inmobiliarias, publicistas, anticuarios, etc. Lo sé porque ahora tengo una buena cantidad de ellas en mi archivo.

Habitualmente el trabajo de estas agencias de alto nivel se desarrolla en las grandes ciudades como Barcelona, Madrid o Valencia.

Las chicas, escogidas por los clientes a través de atractivos books de fotos que, en el fondo, sólo son catálogos de «ganado sexual de lujo», se desplazan en avión, con billetes de primera clase, de una ciudad a otra. En verano, Ibiza, Marbella o Mallorca entran también en el circuito de las escorts. El entorno en el que se mueven estas mujeres difiere totalmente del que sufren las chicas de un club de carretera y no tiene comparación con las desgraciadas meretrices de la Casa de Campo.

Cristina Fernández es el verdadero nombre de Madame Cristina, directora de la agencia de escorts homónima, que funciona en Barcelona desde hace ocho años, y que ha sido recomendada por la revista Penthouse. Ninguna escort de Madame Cristina, como ocurre con las de President Palace o jet-Set-Angels, regentada esta última por la francesa Julie Atenda, cobra menos de 600 euros por servicio. Lo mismo puede decirse de Barcelona Escorts, Escortbcn.Com, o Sevilla Scorts, regentadas por Albertina Albiana, Victoria Khouditch y Marta López Flores, respectivamente.

Las señoritas que pertenecen a estas agencias, como algunas otras que ejercen su trabajo de forma independiente, o se ofrecen a través de páginas web como Desire-Vips.Com, realizada por Femando Arán, forman parte de las 10.000 escorts o prostitutas de lujo que se calculan en Europa. Sus ingresos triplican, en el peor de los casos, los de cualquiera de las inmigrantes que trabajan en los locales de alterne o en las calles de cualquier ciudad de España, haciendo el triple de servicios y en condiciones de higiene y salubridad tres veces peor.

Sin embargo, es justo reconocer que algunos locales muy específicos acogen también a algunas de las escorts que paralelamente ofrecen sus servicios de forma independiente. Se trata de burdeles de alto nivel como el complejo valenciano Romaní, que, como ya dije, está dirigido por el presidente en funciones de ANELA Pablo Mayo; o el madrileño que recibe el nombre de Pigmalión, regentado por Mariano Moreno Iniesta y Teodoro Pastor Bricio. Este último declaró, sólo en el año 2001, 610.658 euros. Esta suma fue superada por los conocidos burdeles D'Angelos, que figuran en el Registro de la Propiedad a nombre de la empresa Scutari, regentada por Lázaro Moreno Pérez y Concepción Puente Sánchez, que declaró ese mismo año más de 800.000 euros. Personalmente, pondría la mano en el fuego porque los ingresos de ambos clubes son muchos más.

Para las escorts que ingresan miles de euros a la semana, la regularización de la prostitución es un chiste de mal gusto. Es tal la cantidad de dinero que genera este negocio, que algunos burdeles de lujo, como The Daily Planet Lid., en Melbourne, ya cotizan en bolsa. Lo mismo ocurre con los prostíbulos de Heidi Fleiss, más conocida como la madame de Hollywood. Fleiss alcanzó fama internacional cuando trascendió a la opinión pública que ella dirigía la mayor red de prostitución de la meca del cine, y que contaba entre sus clientes con personajes como Jack Nicholson o Charlie Sheen, entre otros actores famosos.

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