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Authors: Brandon Sanderson

Tags: #Fantástico

El Héroe de las Eras (99 page)

La muchacha, MeLaan, se quedó boquiabierta.

—¡No se atreverán!

—Ya lo han hecho —respondió Sazed, incorporándose—. Temo por la seguridad de los Primeros. Puede que KanPaar tuviera miedo de matarme porque soy humano. Sin embargo, los Primeros…

—Pero los Segundos son kandra —dijo MeLaan—. ¡No harían algo así! No somos de esa clase de gente.

TenSoon y Sazed compartieron una mirada.
Todas las sociedades tienen gente que rompe las reglas, muchacha
, pensó Sazed.
Sobre todo cuando se refiere al poder.

—Tenemos que encontrar a los Primeros —dijo TenSoon—. Y recuperar el Cubil de la Confianza.

—Lucharemos contigo, TenSoon —dijo uno de los otros kandra.

—¡Finalmente los expulsaremos! —exclamó otro—. ¡A los Segundos y su insistencia de que servimos a los humanos!

Sazed frunció el ceño. ¿Qué tenían que ver los humanos con este conflicto? Entonces advirtió cómo consideraban los otros a TenSoon.
El cuerpo del perro
, advirtió.
Para ellos, TenSoon es un revolucionario del más alto nivel… todo por algo que Vin le ordenó hacer.

TenSoon miró de nuevo a Sazed a los ojos, y abrió la boca para hablar. Entonces vaciló.

—Vienen —dijo, con una maldición, aplanando sus orejas de perro.

Sazed se volvió preocupado, advirtiendo sombras en las rocas del pasillo que conducía a la prisión. La cámara era pequeña, con unos seis pozos-celda en el suelo. No había otras entradas.

A pesar de sus valientes palabras, los compañeros de TenSoon retrocedieron de inmediato, apretujándose contra la pared. Obviamente, no estaban acostumbrados al conflicto, sobre todo con su propia especie. TenSoon no compartía su timidez. Cargó en cuanto el grupo de Quintos entró en la sala, golpeando con el hombro el pecho de uno, aullando y arañando a otro.

Aquí tengo un kandra que encaja tan poco con su pueblo como yo con el mío
, pensó Sazed, sonriendo. Dio un paso atrás, acercándose a la reja de la prisión, y tocó sus metales con los pies descalzos.

Los Quintos tenían problemas para luchar contra TenSoon: el kandra se había entrenado con Vin, y al parecer se sentía muy confiado en su cuerpo de perro. No paraba de moverse, derribándolos. Sin embargo, ellos eran cinco, y TenSoon sólo uno. Se vio obligado a retroceder.

Las heridas de su cuerpo se cierran según lo ordena
, advirtió Sazed.
Debe de ser por eso que los guardias llevan martillos.

Eso dejaba muy claro cómo había que combatir a los kandra. TenSoon retrocedió hasta situarse junto a Sazed.

—Lo siento —gruñó el perro—. Vaya porquería de rescate.

—¡Oh, no sé! —dijo Sazed con una sonrisa, mientras los Quintos los rodeaban—. Creo que no hay que rendirse tan fácilmente.

Los Quintos atacaron, y Sazed decantó hierro de la reja bajo sus pies. Inmediatamente, su cuerpo se hizo varias veces más fornido de lo normal, y agarró a un guardia kandra por los brazos.

Entonces cayeron sobre él.

Sazed siempre decía que no era guerrero. Sin embargo, pese a todas las veces que lo había dicho, siempre se había visto obligado a luchar de todas formas, haciéndole pensar que se estaba quedando sin esa excusa. La verdad era que había participado en más batallas estos últimos años de las que consideraba que tenía derecho a haber sobrevivido.

Fuera como fuese, conocía algunos movimientos rudimentarios, y con la sorpresa y la feruquimia de su lado, era todo lo que necesitaba. Decantar peso aumentó la densidad de su cuerpo y sus huesos, impidiendo que se hiciera daño al desplomarse encima del soldado. Sazed notó un crujido cuando golpearon la reja, y su peso amplificado aplastó los huesos del guardia kandra. Usaban Cuerpos Verdaderos de piedra, pero ni siquiera eso bastó.

Sazed liberó la mente de metal, y empezó a llenarla, haciendo su cuerpo increíblemente liviano. Tocó con el pie el cerrojo de acero, y decantó velocidad. De repente, fue más rápido de lo que ningún hombre tenía derecho a serlo. Se levantó mientras los otros cuatro guardias se volvían sorprendidos hacia él.

Dejó de llenar su mentehierro, recuperando el peso normal, y con cegadora velocidad echó mano al martillo del soldado caído. No tenía fuerza ampliada, pero sí velocidad. Golpeó con el martillo el hombro de un kandra, haciéndose más pesado para aumentar el impulso del golpe.

Los huesos del kandra se rompieron. Sazed enganchó el pie en el cerrojo y decantó toda la velocidad restante. Se agazapó, giró, y golpeó con el martillo las rodillas de los dos kandra que intentaban atacarlo con sus propios martillos.

Los kandra gritaron y se desplomaron, mientras la velocidad de Sazed se agotaba.

Se irguió. TenSoon estaba sentado sobre el último guardia, sujetándolo contra el suelo.

—Creí que lo tuyo eran los estudios —dijo el perro, mientras su cautivo se retorcía.

Sazed arrojó el martillo.

—Y así es —contestó—. Vin habría escapado de esta prisión hace días. Ahora creo que tendríamos que tratar con ésos…

Señaló los Quintos caídos, que parecían tener problemas para moverse con los huesos rotos.

TenSoon asintió. Indicó a algunos de sus amigos que lo ayudaran con el kandra sobre el que estaba sentado. Ellos sujetaron al cautivo, con cierto resquemor, pero eran suficientes y el prisionero se quedó quieto.

—¿Qué habéis hecho aquí, FhorKood? —le preguntó TenSoon al cautivo. Sazed vigiló a los otros Quintos, y se vio obligado a golpear con el martillo a uno de ellos cuando intentaba escabullirse, rompiéndole más huesos.

FhorKood escupió.

—Sucio Tercero —murmuró.

—Tú
eres el traidor esta vez —dijo TenSoon, sonriendo levemente—. ¿KanPaar me acusa de romper los Contratos y luego derroca a la Primera Generación? Si el mundo no estuviera llegando a su fin, me parecería muy divertido. ¡Ahora, habla!

Sazed vaciló cuando advirtió algo. Las otras celdas del suelo estaban ocupadas. Se agachó, reconociendo algo en los músculos que vio dentro. Estaban… descoloridos, y un poco deformados. Como… musgo colgante.

—¡TenSoon! —llamó—. Tal vez la Primera Generación está todavía viva. Ven aquí.

TenSoon se acercó, y luego se asomó al pozo, con una mueca en sus labios caninos.

—¡MeLaan! ¡Las llaves!

Ella corrió a abrir la reja. Sazed, consternado, pudo determinar que había múltiples grupos de músculos agitándose en el pozo, cada uno de un color levemente distinto.

—Necesitamos huesos —dijo TenSoon, incorporándose.

MeLaan asintió, y salió corriendo de la sala. Sazed compartió una mirada con TenSoon.

—Deben de haber matado a los otros kandra de estas celdas —dijo TenSoon en voz baja—. Traidores de nuestra especie, prisioneros para siempre. Iba a ser mi destino. Un movimiento astuto: todo el mundo piensa que estas celdas albergan a criminales temibles. No sería extraño que los Quintos continuaran alimentándolos, y nadie sospechara que los ocupantes habían sido sustituidos por la Primera Generación, siempre que no miraran con demasiada atención el color de los músculos.

—Tenemos que actuar —dijo Sazed—. Llegar hasta KanPaar.

TenSoon negó con la cabeza:

—No llegaremos lejos sin los Primeros para apoyar nuestra historia, terrisano. Ve y almacena más feruquimia. Puede que la necesitemos.

Con eso, TenSoon se volvió hacia su cautivo.

—Tienes dos opciones, FhorKood —dijo—. Entrega esos huesos, o digeriré tu cuerpo y te mataré, como hice con OreSeur.

Sazed frunció el ceño. El kandra capturado parecía aterrorizado ante TenSoon.

El cuerpo del Quinto se licuó, y se apartó como una babosa de los huesos de granito. TenSoon sonrió.

—¿Para qué es eso? —preguntó Sazed.

—Algo que me enseñó Zane —dijo TenSoon, y su cuerpo de perro empezó a fundirse, y a caérsele el pelo—. Nadie espera que un kandra sea un impostor. Dentro de unos instantes, FhorKood acudirá a la Segunda Generación y les dirá que el traidor TenSoon ha sido capturado. Tendría que poder entretenerlos lo suficiente para que los Primeros se regeneren… tardarán bastante más que yo en crear cuerpos.

Sazed asintió. MeLaan regresó poco después con un gran saco lleno de huesos, y TenSoon, tras haber recreado el cuerpo de FhorKood con increíble velocidad, salió de la cámara a cumplir su misión.

Sazed se sentó, quitó el cerrojo y lo sostuvo para usarlo como mente de metal, usando un martillo de hierro en la otra mano para almacenar peso. Le parecía extraño estar allí sentado, pero al parecer los Primeros necesitarían unas cuantas horas para regenerar sus cuerpos.

En realidad no hay prisa, ¿verdad?
, pensó.
Tengo aquí a la Primera Generación: es a ellos a quienes necesito. Puedo seguir interrogándolos, descubrir lo que me interesa. TenSoon distraerá a KanPaar. No importa que los Segundos estén al mando unas cuantas horas más.

¿Qué daño pueden hacer?

Capítulo 79

Creo que las brumas buscaban a alguien que se convirtiera en nuevo anfitrión para ellas. El poder necesitaba una consciencia que lo dirigiera. En este asunto, siento aún cierta confusión. ¿Por qué necesita el poder usado para crear y destruir una mente que lo supervise? Y sin embargo, parece tener sólo una vaga voluntad propia, constreñida al mandato de sus habilidades. Sin una consciencia para dirigirlo, nada podría ser creado ni destruido. Es como si el poder de Conservación comprendiera que su tendencia a reforzar la estabilidad no es suficiente. Si nada cambiara, nada llegaría a existir jamás.

Eso hace que me pregunte quién o qué eran las mentes de Conservación y Ruina.

En cualquier caso, las brumas (el poder de Conservación) escogió a alguien para que se convirtiera en su anfitrión mucho antes de que todo esto sucediera. Ese alguien, sin embargo, fue inmediatamente tomado por Ruina para utilizarlo como peón. Debió de saber que al darle a Vin un clavo hemalúrgico disfrazado, debía impedir que las brumas se internaran en ella como deseaban.

Las tres veces que ella recurrió a su poder, por tanto, fueron las tres veces en que el pendiente fue retirado de su cuerpo. Cuando combatió al Lord Legislador, su alomancia lo había soltado. Cuando luchaba contra Marsh en Fadrex, usó el pendiente como arma. Y, al final, Marsh lo arrancó, liberándola y permitiendo que las brumas (que ahora deseaban desesperadamente un anfitrión, ya que el último jirón de Conservación había desaparecido) se volcaran finalmente en su interior.

Algo cambió.

Vin despertó de su contemplación del mundo. Algo importante estaba sucediendo. No tenía suficiente experiencia para decir qué era inmediatamente, pero vio que el nexo de Ruina se disparaba de repente.

Lo siguió. La velocidad no era un problema. De hecho, ni siquiera sentía estar moviéndose. «Siguió» porque así era como su mente interpretaba la experiencia de mover instantáneamente su consciencia al lugar donde Ruina había concentrado la suya.

Reconoció la zona. Los Pozos de Hathsin, o un lugar cercano. Como una porción de su mente había advertido antes, los Pozos en sí se habían convertido en un enorme campo de refugiados, y la gente que allí había consumía rápidamente los recursos que los habitantes de Terris habían almacenado con sumo cuidado. Una parte de ella sonrió. Los terrisanos daban libremente sus cosas, ayudando a aquellos que habían huido de Luthadel. El Lord Legislador había logrado que los de Terris fueran dóciles. Sin embargo, ¿esperaba que al convertirlos en sus criados perfectos también iba a crear un pueblo reflexivo y amable que entregaría sus últimos rebaños para ayudar a quienes pasaban hambre?

Aquello que había advertido antes no tenía nada que ver con los terrisanos ni sus invitados. Lo vio a medida que se acercaba. Una brillante llamarada de… algo. Poderoso, más poderoso que el mismo sol para sus ojos. Se concentró en ello, pero pudo ver poco. ¿Qué podía brillar tanto?

—Coge esto —dijo una voz—. Encuentra a humanos, y cámbialo por armas y suministros.

—Sí, Lord KanPaar —dijo una segunda voz. Procedían del centro de la zona resplandeciente. Estaba junto a los Pozos, apenas a unos minutos de marcha de los refugiados.

¡Oh, no…!
, pensó Vin, sintiendo un súbito temor.

—Los necios Primeros han permanecido sentados sobre su tesoro demasiado tiempo —dijo KanPaar—. Con estas riquezas, podríamos
gobernar
y no servir a la humanidad.

—Yo… creí que no queríamos cambiar las cosas —dijo la segunda voz.

—¡Oh!, no lo haremos. No rápidamente, al menos. Por ahora, sólo hay que vender esta pequeña cantidad…

Oculto bajo tierra
, pensó Vin, y su mente ampliada hizo la conexión.
En un lugar que ya brilla por el gran número de depósitos de metal. Ruina nunca habría podido saber dónde estaba el atium.

La profundidad de la estrategia del Lord Legislador la asombró. Había aguantado durante mil años, guardando tan sorprendente secreto, manteniendo el atium a salvo. Imaginó a los obligadores comunicándose solamente con placas de metal, dando instrucciones para el trabajo en los Pozos. Imaginó las caravanas que viajaban desde los Pozos, transportando atium mezclado con oro y monedas para ocultar adónde se dirigía y qué hacía exactamente.

No sabes lo que hago por la humanidad
, había dicho el Lord Legislador.

Y no lo sabía
, pensó Vin.
Gracias.

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