El Universo holográfico (51 page)

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Authors: Michael Talbot

Tags: #Autoayuda, Ciencia, Ensayo

Como el universo material es solamente una realidad de segunda generación, una creación de la consciencia velada, los hindúes dicen que es transitorio e irreal, o
maya
. Como afirma el Upanishad Svetasvatara, «uno debería saber que la naturaleza es ilusión (
maya
) y que el Brahman es el hacedor de la ilusión. El mundo entero está saturado de seres que son partes del Brahman».
[9]
De manera similar, el Upanishad Kena declara que el Brahman es un algo misterioso, «que cambia de forma a cada instante, desde la forma humana a una hoja de hierba».
[10]

Como todo se desenvuelve de la totalidad irreductible del Brahman, el mundo es igualmente un todo ininterrumpido —afirman los hindúes— y lo que nos impide darnos cuenta de que, en última instancia, no existe eso de la separación, es
maya
de nuevo. Como dice el experto en los Vedas sir John Woodroffe, «
Maya
separa la consciencia unida de modo que el objeto se ve como algo distinto del ser, dividido en los innumerables objetos del universo. La objetividad existe en tanto la consciencia [de la humanidad] esté velada o contraída. Pero en el fundamento último de la experiencia, la distinción ha desaparecido, porque en ella residen, en una masa indiferenciada, el experimentador, la experiencia y lo experimentado».
[11]

Esta misma idea se puede encontrar en el pensamiento judío. Según la tradición cabalística, «la creación entera es una proyección ilusoria de los aspectos trascendentales de Dios», dice Leo Schaya, un suizo experto en la Cábala. Sin embargo, no es la nada absoluta, pese a tener una naturaleza ilusoria, «pues cada reflejo de la realidad, aun siendo remoto, fragmentado y transitorio, posee necesariamente algo de su causa».
[12]
La idea de que la creación que puso en marcha el Dios del Génesis sea una ilusión se refleja incluso en el idioma hebreo, porque como reza el Zohar, comentario cabalístico del siglo XIII sobre la Tora y el más famoso de los textos esotéricos judaicos, el verbo
baro
, «crear», implica el concepto de «crear una ilusión».
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También hay muchos conceptos holográficos en el pensamiento de los chamanes. Los kahunas hawaianos afirman que todas las cosas del universo están infinitamente conectadas entre sí y que podemos concebir esa interconexión casi como si fuera una red. El chamán, que reconoce la interconexión de las cosas, se ve a sí mismo en el centro de la red, para poder así influir en las demás partes del universo (es interesante mencionar que también en el pensamiento hindú la noción de
maya
se compara a menudo con una red).
[14]

Al igual que Bohm, para quien la consciencia siempre tiene su fuente en lo implicado, los aborígenes creen que la verdadera fuente de la mente está en la realidad trascendente del tiempo de ensoñación. La gente normal no lo sabe y cree que la consciencia está en el cuerpo. Los chamanes, no obstante, saben que eso no es cierto y que es lo que les permite contactar con los niveles más sutiles de la realidad.
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El pueblo dogón del Sudán cree igualmente que el mundo físico es fruto de un nivel más profundo y más fundamental de la realidad y que perpetuamente está fluyendo de ese aspecto más primario de la existencia y regresando a él. Como lo describía un anciano dogón: «Sacar y devolver después lo que uno ha sacado, ésa es la vida del mundo».
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De hecho, el concepto de implicado/explicado se puede encontrar en prácticamente todas las tradiciones chamanísticas. Douglas Sharon afirma en su libro
El chamán de los cuatro vientos
: «El concepto central del chamanismo, en cualquier parte del mundo, es probablemente la idea de que por debajo de todas las formas visibles del mundo animado e inanimado subyace una esencia vital de la que emergen y de la que se nutren. Finalmente, todo regresa a esa esencia desconocida, inefable, misteriosa e impersonal».
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La vela y el láser

Una de las propiedades más fascinantes de una placa holográfica es sin duda la forma no local en que se distribuye una imagen por su superficie. Como hemos visto ya, Bohm cree que también el universo mismo está organizado de esa manera y se vale de un experimento teórico, en el que intervienen un pez y dos monitores de televisión, para explicar por qué cree que el universo es no local. Al parecer, muchos pensadores antiguos reconocieron también ese aspecto de la realidad, o al menos lo intuyeron. Los sufíes del siglo XII lo resumían diciendo simplemente que «el macrocosmos es el microcosmos», una versión anterior de la idea de Blake, que veía el mundo en un grano de arena.
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Abrazaron igualmente la idea del macrocosmos/microcosmos los filósofos griegos Anaxímenes de Mileto, Pitágoras, Heráclito y Platón; los antiguos gnósticos; el filósofo judío precristiano Filón de Alejandría, y Maimónides, filósofo judío medieval.

El casi mítico profeta egipcio Hermes Trimegisto, tras tener una visión chamánica de los niveles más sutiles de la realidad, empleó una frase ligeramente distinta para explicar que una de las principales claves del conocimiento era entender que, «el exterior es lo mismo que el interior de las cosas; lo pequeño es como lo grande».
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Los alquimistas medievales, que convirtieron a Hermes Trimegisto en una especie de santo patrono, condensaron su pensamiento en la máxima «arriba, como abajo». Al hablar del mismo concepto de «macrocosmos igual a microcosmos», el texto sagrado hindú, el tantra Visvasara, utiliza términos un tanto más crudos y declara simplemente: «Lo que está aquí, está en todas partes».
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Alce Negro, el hechicero de los sioux oglala, dio un giro aún más no local al concepto. Mientras estaba en el monte Harney Peak, en las Black Hills, tuvo «una gran visión» durante la cual, «vi más de lo que puedo enumerar y entendí más de lo que vi; pues veía de modo sagrado, con el espíritu, las formas de las cosas del espíritu y la forma de todas las formas que deben vivir juntas como un solo ser». Una de las interpretaciones más profundas derivadas de su encuentro con lo inefable fue que el Harney Peak estaba en el centro del mundo. Sin embargo, esta distinción no se limitaba al Harney Peak porque, como dijo Alce Negro, «el centro del mundo está en todas partes».
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Más de veinticinco siglos antes, el filósofo griego Empédocles vio la misma otredad sagrada y escribió que, «Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna parte».
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Algunos pensadores antiguos no se contentaron con meras palabras y recurrieron a analogías más elaboradas para intentar comunicar las propiedades holográficas de la realidad. Así, el autor del sutra hindú Avatamsaka comparó el universo con una red legendaria de perlas que, según decían, colgaba sobre el palacio del dios Indra y estaba, «dispuesta de tal manera que cuando miras una perla, ves todas las demás perlas reflejadas en ella». Como explicaba el autor del sutra, «de la misma manera, cada objeto del mundo no es él mismo meramente, sino que lleva consigo a todos los demás objetos y, de hecho,
es
todo lo demás».
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Fa-Tsang, el fundador de la escuela de pensamiento budista Hua-yen del siglo XVII, empleaba una metáfora extraordinariamente similar al intentar transmitir la idea de la interpenetración y la interconexión última entre todas las cosas. Fa-Tsang, que sostenía que todo el cosmos estaba implícito en cada una de sus partes (y creía también que cada punto del cosmos era su centro), comparaba el universo con una red multidimensional de joyas, en la que cada una reflejaba a todas las demás hasta el infinito.
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Cuando la emperatriz Wu anunció que no entendía lo que quería decir con esa imagen y le pidió una aclaración, Fa-Tsang suspendió una vela en medio de una sala llena de espejos. Le explicó a la emperatriz Wu que aquello representaba la relación de la Unidad con la pluralidad. Luego cogió un cristal pulido y lo colocó en el centro de la sala de modo que reflejara todo lo que había a su alrededor. Aquello mostraba la relación de la pluralidad con la Unidad. Sin embargo, al igual que Bohm insiste en que el universo no es un holograma simplemente sino un holomovimiento, Fa-Tsang recalcó también que aquel ejemplo era estático y no reflejaba el dinamismo y el movimiento constante de la interrelación cósmica que existe entre todas las cosas del universo.
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En resumen, mucho antes de que se inventase el holograma, muchos pensadores habían vislumbrado ya la organización no local del universo y cada uno de ellos elaboró su propia forma exclusiva de expresar su revelación. Merece la pena señalar que sus intentos, por rudimentarios que puedan resultarnos a quienes contamos con una tecnología sofisticada, seguramente han sido mucho más importantes de lo que pensamos. Por ejemplo, según parece, Leibniz, matemático y filósofo alemán del siglo XVII, estaba familiarizado con la escuela budista de pensamiento Hua-yen. Algunos argumentan que de ahí viene su propuesta de que el universo está formado por «mónadas» o entidades fundamentales, y que cada una de ellas contiene un reflejo del universo entero. Es significativo que Leibniz diera también al mundo el cálculo integral, pues fue el cálculo integral lo que posibilitó a Dennis Gabor inventar el holograma.

El futuro de la idea holográfica

Y esa idea tan antigua, que encuentra expresión según parece, al menos en parte, en todas las tradiciones filosóficas y metafísicas del mundo prácticamente, viene a cerrar el círculo. Ahora bien, si esas antiguas interpretaciones llevaron a la invención del holograma y la invención del holograma llevó a Bohm y a Pribram a formular el modelo holográfico, ¿a qué nuevos avances y descubrimientos puede llevarnos el modelo holográfico? Ya asoman otras posibilidades por el horizonte.

El sonido holográfico

El fisiólogo argentino Hugo Zuccarelli, inspirándose en el modelo del cerebro holográfico de Pribram, ha desarrollado recientemente una nueva técnica de grabación que permite crear el equivalente a un holograma, pero de sonido en vez de luz. Basa su técnica en un hecho curioso: las orejas humanas emiten sonido. Al darse cuenta de que esos sonidos, que se producen de forma natural, eran el equivalente auditivo al «láser de referencia» que se utiliza para recrear una imagen holográfica, los usó como base para crear una técnica de grabación nueva y revolucionaria que reproduce sonidos más realistas y tridimensionales todavía que los sonidos producidos mediante el proceso estereofónico. Zuccarelli llama «sonido holofónico» a esa nueva clase de sonido.
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Hace poco, un reportero del
Times
de Londres, tras escuchar una de las grabaciones holofónicas de Zuccarelli, escribió: «Miré a hurtadillas los números tranquilizadores de mi reloj para asegurarme de dónde estaba. La gente se me acercaba por la espalda, por donde yo sabía que no había nada más que la pared… Al cabo de siete minutos tenía la impresión de ver figuras, encarnaciones de las voces de la cinta. El sonido crea una “imagen” multidimensional».
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Como la técnica de Zuccarelli se basa en la manera holográfica en que el cerebro procesa el sonido, al parecer confunde al oído con el mismo éxito con que los hologramas de luz engañan a los ojos. Por consiguiente, cuando los oyentes escuchan una grabación de alguien andando delante de ellos, a menudo mueven los pies, o mueven la cabeza cuando oyen lo que parece una cerilla encendida demasiado cerca de la cara (algunas personas dijeron que incluso olieron la cerilla). Lo extraordinario es que las grabaciones holofónicas, que no tienen nada que ver con el sonido estereofónico convencional, mantienen un extraño carácter tridimensional aun cuando se escuchen solamente por un solo auricular. Los principios holográficos que participan en el proceso parecen ser también la explicación de que personas sordas de un oído puedan localizar la fuente del sonido sin mover la cabeza.

Varios músicos importantes, como Paul McCartney, Peter Gabriel y Vangelis, se han dirigido a Zuccarelli interesándose por su sistema de grabación, pero todavía no ha revelado la información necesaria para poder comprender completamente la técnica, por cuestiones relativas a la patente.

Misterios sin resolver en química

Recientemente, el químico Ilya Prigogine declaró que la idea de Bohm de los órdenes implicado-explicado puede ayudar a explicar ciertos fenómenos químicos anómalos. Desde hace mucho tiempo, los científicos creen que una regla categórica del universo es que las cosas siempre tienden hacia un estado más desordenado. Si dejas caer un equipo estereofónico desde el Empire State, cuando se estrelle contra la acera no se hará más ordenado convirtiéndose en un vídeo. Estará más desordenado y se convertirá en un montón de añicos.

Prigogine ha descubierto que esa norma no se cumple en todas las cosas del universo. Observa que algunas sustancias químicas, al mezclarse, crean una disposición más ordenada y no más desordenada. A esos sistemas que aparentemente se ordenan de forma espontánea los denomina «estructuras disipativas», y ganó el premio Nobel por desentrañar sus misterios. Pero ¿cómo puede empezar a existir un sistema nuevo y más complejo así, de repente? Dicho de otro modo, ¿de dónde salen las estructuras disipativas? Prigogine y otros han sugerido que, lejos de materializarse de la nada, constituyen un indicio de que existe un nivel de orden más profundo en el universo y un ejemplo de aspectos implicados de la realidad convirtiéndose en aspectos explicados.
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Si eso fuese verdad, podría tener profundas repercusiones; nos llevaría a entender, entre otras cosas, cómo surgen nuevos niveles de complejidad en la consciencia, tales como actitudes y pautas de conducta nuevas, y a entender incluso cómo la vida misma, la complejidad más misteriosa de todas, apareció sobre la Tierra hace varios miles de millones de años.

Nuevos tipos de ordenador

El modelo holográfico del cerebro también se ha extendido últimamente al mundo de los ordenadores. En el pasado, los científicos informáticos pensaban que la mejor manera de construir un buen ordenador era simplemente construir un ordenador mayor. Pero en los últimos cinco años, más o menos, se ha desarrollado una estrategia nueva y, en vez de construir máquinas monolíticas individuales, se han empezado a conectar muchos ordenadores pequeños entre sí formando «redes neuronales» que se parecen mucho a la estructura biológica del cerebro humano. Recientemente, Marcus S. Cohen, científico informático de la New México State University, señaló que los procesadores basados en interferencias de ondas de luz que pasan a través de «enrejados holográficos múltiples» podrían constituir un buen ejemplo de la estructura neuronal del cerebro.
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De manera similar, el físico Dana Z. Anderson de la Universidad de Colorado ha enseñado recientemente cómo se podrían utilizar enrejados holográficos para construir una «memoria óptica» que tenga memoria asociativa.
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