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Authors: Michael Talbot

Tags: #Autoayuda, Ciencia, Ensayo

El Universo holográfico (49 page)

Por último, lo más curioso de todo es que los platillos volantes ni siquiera se comportan como objetos físicos. Se les ha observado en pantallas de radar hacer giros instantáneos de noventa grados a velocidades enormes, una payasada que haría saltar en pedazos a cualquier objeto físico. Pueden cambiar de tamaño, desvanecerse en el aire instantáneamente, aparecer de la nada, cambiar de color y hasta cambiar de forma (características que también tienen sus ocupantes). En resumen: su conducta no es en absoluto la que se espera de un objeto físico, sino la de algo muy distinto, un algo con lo que nos estamos familiarizando un poco más con este libro. Como declaró recientemente el doctor Jacques Vallee, astrofísico y uno de los investigadores de ovnis más respetado del mundo, que sirvió de modelo para el personaje de Lacombe de la película
Encuentros en la Tercera Fase
, «es la conducta de una imagen, de una proyección holográfica».
[119]

Como cada vez eran más obvias las propiedades holográficas, no físicas, de los ovnis, algunos investigadores llegaron a la conclusión de que los ovnis, en realidad, más que venir de otros sistemas solares, son visitantes de otras dimensiones o niveles de la realidad (es importante mencionar que no todos los investigadores están de acuerdo con este punto de vista y que algunos siguen convencidos de que los ovnis son de origen extraterrestre). No obstante, ese argumento tampoco explica adecuadamente muchos aspectos extraños del fenómeno, como el motivo de que no establezcan contactos formales o de que se comporten de una manera tan absurda.

En efecto, la inadecuación de la explicación extradimensional, al menos en los términos en los que se expresó inicialmente, es patente sólo cuando se centra la atención en otros aspectos del fenómeno ovni, más inusuales todavía. Uno de los más incomprensibles es el número cada vez mayor de indicios que sugieren que los encuentros con los platillos volantes constituyen una experiencia subjetiva o psicológica, más que una experiencia objetiva. Por ejemplo, el famoso «viaje interrumpido» de Betty y Barney Hill, uno de los casos más documentados de abducción por un ovni, parece un verdadero contacto extraterrestre en todos los aspectos salvo en uno: el comandante de la nave vestía un uniforme nazi. Este hecho carece de sentido si los raptores de los Hill fueran auténticos visitantes de una civilización extraterrestre, pero sí lo tiene si se tratara de un fenómeno de carácter psicológico, más parecido a un sueño o a una alucinación, pues tales experiencias contienen a menudo símbolos y faltas de lógica desconcertantes y obvios.
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Otros encuentros con ovnis son de carácter más surrealista aún y más parecidos a los sueños. En la literatura se pueden encontrar ejemplos de entidades tipo ovni que cantan canciones absurdas o que arrojan objetos extraños (como patatas) a los testigos; o casos que empiezan como secuestros directos a bordo de naves espaciales pero terminan como viajes alucinatorios a través de una serie de realidades dantescas; o casos de seres alienígenas humanoides que cambian de forma y se convierten en pájaros, insectos gigantes u otras criaturas fantasmagóricas.

Ya en 1959, mucho tiempo antes de que existiera gran parte de esa información, el componente psicológico y arquetípico del fenómeno ovni llevó a Carl Jung a formular la hipótesis de que los «platillos volantes» eran realmente fruto del inconsciente colectivo de la humanidad, una especie de mito moderno que se estaba creando. En 1969, Vallee llevó esa hipótesis un paso más lejos cuando parecía ser cada vez más obvia la dimensión mítica de las experiencias con ovnis. En el
best seller Pasaporte a Magonia
, señala que los ovnis, lejos de ser un fenómeno nuevo, eran aparentemente un fenómeno muy antiguo que aparecía bajo un disfraz nuevo y que guardaba un gran parecido con diversas tradiciones folclóricas, desde las descripciones de los elfos y los gnomos de los países europeos, hasta los relatos angélicos medievales o los seres sobrenaturales que describen las leyendas de los nativos americanos.

La absurda conducta de las entidades ovni es el mismo comportamiento engañoso de los elfos y los duendes de las leyendas celtas, de los dioses nórdicos y de los personajes embaucadores de los nativos americanos, asegura Vallee. Todos esos fenómenos, una vez reducidos a sus arquetipos subyacentes, forman parte de un mismo algo, vasto y latente, un algo que, si bien cambia de apariencia para cuadrar con la cultura y el tiempo en que se manifiesta, ha estado con la raza humana desde hace muchísimo tiempo. ¿Qué es ese algo? En
Pasaporte a Magonia
, Vallee no da una respuesta concreta y se limita a decir que se trata, por lo que parece, de una entidad inteligente y eterna, así como del fenómeno en el que se basan todos los mitos.
[121]

Entonces, ¿qué son los ovnis y los fenómenos relacionados con ellos? En
Pasaporte a Magonia
, Vallee declara que no se puede descartar la posibilidad de que sean una manifestación de una inteligencia no humana extraordinariamente avanzada, una inteligencia tan ajena a nosotros, que su lógica se nos antoja simplemente absurda. Ahora bien, si eso es cierto, ¿qué explicación tienen las conclusiones de expertos en mitología, desde Mircea Eliade a Joseph Campbell, según las cuales los mitos constituyen una expresión orgánica y necesaria de la raza humana, una producción humana tan inevitable como el lenguaje o el arte? ¿Podemos aceptar realmente que la psique colectiva de la humanidad es tan vacua y tan estéril que ha creado mitos tan sólo como respuesta a otra inteligencia?

Ahora bien, si los ovnis y otros fenómenos relacionados son simplemente proyecciones psíquicas, ¿cómo se explican las huellas físicas que dejan tras ellos, los círculos quemados y las profundas impresiones que se encuentran en los lugares donde aterrizan, sus rastros inconfundibles en las pantallas de radar y las cicatrices y marcas de incisiones que presentan las personas a las que hacen un reconocimiento médico? En un artículo publicado en 1976, planteé que fenómenos semejantes son difíciles de categorizar porque intentamos encajarlos en una imagen de la realidad fundamentalmente incorrecta.
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Sugería que los ovnis y demás fenómenos relacionados constituyen una prueba más de la falta de división esencial entre el mundo psicológico y el mundo físico, puesto que la física cuántica nos ha mostrado que la mente y la materia están vinculadas inextricablemente. En realidad son fruto de la psique colectiva de la humanidad,
pero también son muy reales
. Dicho de otro modo: son algo que la raza humana todavía no ha aprendido a comprender apropiadamente, un fenómeno que no es subjetivo ni objetivo sino «omnijetivo» —término que acuñé para referirme a ese estado inusual de existencia (en aquel entonces no sabía que Corbin había acuñado ya la palabra «imaginal» para describir el mismo estado confuso de la realidad, en el contexto de las experiencias místicas de los sufíes solamente).

Esta opinión está cada vez más extendida entre los investigadores. En un artículo reciente, Ring sostiene que los encuentros con los ovnis son experiencias imaginales, similares no sólo a las confrontaciones con el mundo real pero mental que se viven durante las ECM, sino también a las realidades míticas que los chamanes encuentran cuando viajan por otras dimensiones sutiles. Son, en resumen, una prueba más de que la realidad es un holograma de capas múltiples generado por la mente.
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«Estoy descubriendo que cada vez me atraen más los puntos de vista que, además de permitirme reconocer y honrar la realidad de estas experiencias distintas, me dejan ver también las conexiones que existen entre ámbitos que han sido estudiados, en su mayor parte, por sabios de diferentes categorías —afirma Ring—. El chamanismo suele incluirse dentro de la antropología. Los ovnis suelen meterse en la ufología, sea lo que sea. Profesionales médicos y parapsicólogos estudian las experiencias cercanas a la muerte. Y Stan Grof estudia las experiencias psicodélicas desde la perspectiva de la psicología transpersonal. Creo que hay buenas razones para esperar que lo imaginal (y todavía podría demostrarse que lo holográfico también) pueda ofrecer un prisma que permita ver, no las identidades, sino los vínculos y los puntos en común que existen entre todos estos tipos de experiencias distintas».
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Tan convencido está Ring de que existe una profunda relación entre todos esos fenómenos, a primera vista tan dispares, que ha obtenido recientemente una beca para hacer un estudio comparado entre personas que han tenido encuentros con ovnis y personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte.

El doctor Peter M. Rojcewicz, experto en folclore en la Juilliard School de Nueva York, ha llegado asimismo a la conclusión de que los ovnis son omnijetivos. De hecho, cree que ha llegado el momento de que los estudiosos del folclore se den cuenta de que los fenómenos estudiados por Vallee en
Pasaporte a Magonia
son probablemente tan reales como alegóricos de procesos psíquicos profundos. Según él, «existe un continuo de experiencias en donde la realidad y la imaginación fluyen imperceptiblemente la una en la otra». Admite que ese continuo es una prueba más de la unidad bohmiana entre todas las cosas y cree que los estudiosos del folclore, a la luz de los indicios que apuntan al carácter imaginal/omnijetivo de tales fenómenos, no pueden seguir defendiendo que son meras creencias.
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Muchos otros investigadores, entre los que se cuentan Vallee, Grosso y Whitley Strieber, autor del
best seller Comunión
y una de las víctimas más famosas y elocuentes de secuestros por ovnis, han reconocido también la naturaleza aparentemente omnijetiva del fenómeno. Como declara Strieber, los encuentros con los seres de los platillos volantes, «pueden ser nuestro primer auténtico descubrimiento cuántico en el mundo de la gran escala: el acto mismo de observarlo puede estar creándolo como realidad concreta, con sentido, definición y consciencia propios».
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En resumen, cada vez más investigadores de este fenómeno misterioso están de acuerdo en que lo imaginal no está limitado al ámbito del más allá, sino que se ha desbordado sobre la solidez aparente de nuestro mundo de palos y piedras. Los antiguos dioses han dejado de estar confinados a las visiones de los chamanes y han llegado navegando en sus cortezas de árboles celestiales justo hasta el umbral de la generación de los ordenadores, sólo que en vez de veleros con proas de cabeza de dragón, tienen naves espaciales y han trocado las cabezas de arrendajo por cascos espaciales. Quizá deberíamos haber anticipado dicho desbordamiento hace mucho tiempo, esa fusión del País de los Muertos con nuestro propio mundo, porque, al igual que Orfeo, el poeta músico de la mitología griega, advirtió una vez, «no se deben abrir las puertas de Plutón; hay un pueblo de sueños dentro».

Por importante que sea esta idea —que el universo no es objetivo sino omnijetivo, que más allá de los límites de nuestro seguro vecindario se extiende una vasta otredad, un paisaje numinoso (más propiamente un paisaje mental) que es tanto parte de nuestra propia psique como «terra incógnita»—, no arroja luz sobre el misterio más profundo de todos. Como señala Carl Raschke, miembro del profesorado del departamento de estudios religiosos de la Universidad de Denver, «en el cosmos omnijetivo, donde los ovnis ocupan un lugar propio junto con los quásares y las salamandras, es discutible el carácter, verídico o alucinatorio, de las apariciones indirectas y entusiásticas. El problema
no
es si existen, o en qué sentido existen, sino cuál es su objetivo en última instancia».
[127]

En otras palabras: ¿cuál es la identidad última de esas entidades? De nuevo nos encontramos con que no hay una respuesta definida, como ocurre con las entidades que se encuentran en el terreno cercano a la muerte. En un extremo del espectro, hay investigadores como Ring y Grosso que se inclinan por la idea de que son más una proyección psíquica que una inteligencia no humana, a pesar de sus intrusiones en el mundo de la materia. En opinión de Grosso, por ejemplo, al igual que las visiones marianas, constituyen una prueba más de que la psique de la humanidad se encuentra en un estado de inquietud. Como afirma él, «los ovnis y otros fenómenos extraordinarios son manifestaciones del desasosiego del inconsciente colectivo de la especie humana».
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En el otro extremo del espectro están los investigadores que mantienen que, a pesar de sus peculiaridades arquetípicas, los ovnis son una inteligencia alienígena más que una proyección psíquica. Por ejemplo, Raschke cree que los ovnis son, «una materialización holográfica que procede de una dimensión acorde del universo» y que esta interpretación «debe tener precedencia sin duda sobre la hipótesis de la proyección psíquica, ya que ésta falla cuando se examinan detenidamente los rasgos asombrosos y claramente definidos, además de complejos y coherentes, de los «alienígenas» y sus «naves espaciales» según los describen los abducidos».
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Vallee se encuentra asimismo en este lado: «Creo que el fenómeno de los ovnis es un método utilizado por formas de inteligencia alienígena de una complejidad increíble para comunicarse con nosotros simbólicamente. No hay indicación alguna de que sea extraterrestre. En cambio, cada vez hay más pruebas de que… [proceden de] otras dimensiones que están más allá del tiempo y del espacio; de un
multiverso
que está a nuestro alrededor y que nos hemos negado pertinazmente a considerar, pese a haber tenido indicios a nuestra disposición durante siglos».
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En cuanto se refiere a mi opinión, creo que probablemente no hay una explicación que pueda aclarar por sí sola los variados aspectos del fenómeno ovni. Dada la aparente inmensidad de los niveles de realidad sutil, para mí es fácil creer que hay incontables especies no físicas en los ámbitos de vibraciones superiores. La abundancia de visiones de ovnis, si bien puede ser un indicio en contra de que sean extraterrestres —dado el obstáculo que supone la inmensa distancia interestelar que separa la Tierra de las demás estrellas de la galaxia—, en un universo holográfico, un universo en el que puede haber infinitas realidades ocupando el mismo espacio que ocupa nuestro mundo, no sólo deja de ser un punto conflictivo, sino que se convierte de hecho en una prueba de la abundancia insondable de vidas inteligentes que hay en el superholograma.

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