Fragmentos de una enseñanza desconocida (34 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

"El hombre debe darse cuenta
de que él no existe;
debe darse cuenta de que no puede perder nada porque no tiene nada que perder: debe darse cuenta de su nadidad en el sentido más fuerte de esta palabra.

"Este conocimiento de su propia nadidad
, y sólo ello, puede acabar con el miedo de someterse a la voluntad de otro. Aunque parezca muy extraño, este miedo es en realidad uno de los mas grandes obstáculos que encuentra el hombre en el camino. El hombre teme que le hagan cosas contrarias a sus principios, a sus concepciones, a su ideas. Además, este temor produce de inmediato en él la ilusión de que realmente tiene principios, concepciones y convicciones, que en realidad nunca ha tenido ni sería capaz de tener. Un hombre que durante toda su vida nunca se ha preocupado por la moral, de repente se espanta con la idea de que le harán hacer algo inmoral. Un hombre que nunca se ha ocupado de su salud y que ha hecho todo lo posible por arruinarla, comienza a temer que se verá forzado a hacer algo que le pueda hacer daño. Un hombre que por todas partes durante toda su vida ha mentido a todo el mundo de la manera mas descarada, tiembla al pensar que se le pueda pedir que mienta. Conocí un borracho que a lo que mas temía en el mundo era a que se le hiciera beber.

"Muy a menudo, el miedo de someterse a la voluntad de otro se manifiesta en forma tal, que nada puede lograrse. El hombre no comprende que la subordinación a la voluntad de otro, a la cual se adherirá conscientemente, es el único camino que puede conducirlo a la adquisición de una voluntad propia."

La vez siguiente G. regresó a la cuestión de la voluntad:

—La cuestión de la voluntad, de nuestra propia voluntad y de la voluntad de otro hombre, dijo él, es mucho más compleja de lo que parece a primera vista. Un hombre no tiene suficiente voluntad para
hacer,
es decir para dominarse a sí mismo y controlar sus acciones, pero tiene suficiente voluntad para obedecer a otra persona. Y solo de esta manera puede escapar a la
ley de accidente
. No hay otro camino.

"Ya he hablado
del destino y del accidente
en la vida del hombre. Examinemos ahora en detalle el sentido de estas palabras. El destino mismo existe pero no para todo el mundo. La mayoría de la gente está separada de su destino y vive solamente bajo la ley del accidente. El destino es el resultado de las influencias planetarias que corresponden a un tipo de hombre dado. Hablaremos de los tipos mas adelante. Mientras tanto comprendan esto: el hombre puede tener el destino que corresponde a su tipo pero prácticamente no lo tiene nunca. Y esto porque el destino concierne a una sola parte del hombre,
su esencia.

"Recordemos que el hombre está constituido por dos partes:

esencia y personalidad
. La esencia en el hombre es lo que le pertenece. La personalidad en el hombre es «lo que no le pertenece». «Lo que no le pertenece» significa: lo que le ha venido de afuera, lo que él ha aprendido, o lo que él refleja; todas las huellas de impresiones exteriores grabadas en la memoria y en las sensaciones, todas las palabras y todos los movimientos que le han sido enseñados, todos los sentimientos creados por imitación, todo esto es «lo que no le pertenece», todo esto es la personalidad.

"Desde el punto de vista de la psicología ordinaria, la división del hombre en personalidad y esencia es difícilmente comprensible. Sería más exacto decir que la psicología lo ignora todo acerca de esta división.

"Un niño pequeño no tiene todavía personalidad. Él es lo que realmente es. Es esencia. Sus deseos, sus gustos, lo que quiere y lo que no quiere expresan su ser tal cual es.

"Pero tan pronto interviene aquello que llamamos «educación», la personalidad comienza a crecer. La personalidad se forma en parte bajo la acción de influencias intencionales, es decir, de la educación, y en parte por el hecho de la involuntaria imitación de los adultos por el niño mismo. En la formación de la personalidad, también desempeña un gran papel la «resistencia» del niño a los que le rodean y sus esfuerzos por disimular ante ellos lo que le «pertenece», lo que es «real».

"La esencia es la verdad en el hombre; la personalidad es la mentira. Pero a medida que aumenta la personalidad, la esencia se va manifestando más y más raramente, más y más débilmente; aun muchas veces la esencia se detiene en su crecimiento a una edad muy temprana y no puede crecer más. Muy a menudo ocurre que el desarrollo de la esencia de un adulto, aun de un hombre muy intelectual o en el sentido corriente de la palabra, muy culto, se ha detenido al nivel de desarrollo de un niño de cinco a seis años. Esto significa que nada de lo que vemos en este hombre
le pertenece
en realidad: lo que le pertenece, lo que le es propio, es decir su esencia, se manifiesta habitualmente sólo en sus instintos y en sus emociones más simples. Sin embargo, en ciertos casos la esencia puede crecer paralelamente a la personalidad. Tales casos representan muy raras excepciones, especialmente en las condiciones de vida de los hombres «cultos». La esencia tiene más oportunidades para desarrollarse en los hombres que viven en estrecho contacto con la naturaleza, en condiciones difíciles en las cuales es necesario constantemente combatir y superar los peligros.

"Más como regla general la personalidad de tales hombres está muy poco desarrollada. Tienen más de «lo que realmente les pertenece» pero están casi desprovistos de «lo que no les pertenece»; en otros términos les falta educación e instrucción, les falta cultura. La cultura crea la personalidad; al mismo tiempo es también producto y el resultado de esta última. No nos damos cuenta de que toda nuestra vida, todo lo que llamamos civilización, ciencia, filosofía, arte, política, son creaciones de la personalidad, es decir, de todo lo que en el hombre «no le pertenece».

"En el hombre, el elemento que «no le pertenece» difiere mucho de lo que «le es propio» por el hecho de que puede ser perdido, alterado o quitado por medios artificiales.

"Es posible obtener una confirmación experimental de esta relación de la personalidad a la esencia. En las escuelas del Oriente, se conocen medios y métodos mediante los cuales se pueden separar la esencia y la personalidad de un hombre. Con este fin, se sirven a veces del hipnotismo o de narcóticos especiales, otras veces de ciertas clases de ejercicios. Si por uno u otro de estos medios se separan la personalidad y la esencia de un hombre por un cierto tiempo, se ven dos seres completamente formados, coexistentes de alguna manera en él, que hablan distintas lenguas, que tienen gustos, intereses y metas totalmente diferentes, y a menudo se descubre que uno de los dos se ha quedado en el nivel de un niño muy pequeño. Si el experimento se prolonga, es posible dormir uno de estos dos seres; o bien el experimento puede comenzar con esto, es decir, poniendo a dormir ya sea la personalidad, ya sea la esencia. Ciertos narcóticos tienen la propiedad de dormir a la personalidad sin afectar la esencia. Después de haberle hecho tomar a un hombre el narcótico, se puede ver desaparecer su personalidad por un cierto tiempo, quedándole sólo su esencia. Ocurre que un hombre lleno de ideas variadas y exaltadas, lleno de simpatías y antipatías, de amor, de odio, de apegos, de patriotismo, de hábitos, de gustos, de deseos, de convicciones, de repente se revela completamente vacío, desprovisto de todos sus pensamientos, sentimientos, convicciones y de todo punto de vista personal sobre las cosas. Todo aquello que lo había agitado anteriormente ahora lo deja completamente indiferente. A veces, puede así percibir el carácter artificial e imaginario de sus estados de ánimo habituales y de sus frases pomposas; y aun sucede que puede olvidarlas completamente como si esto no hubiera existido nunca. Tales cosas, por las cuales estaba dispuesto a sacrificar su vida, ahora le parecen ridículas, o insensatas, o indignas de su atención. Todo lo que puede encontrar en sí mismo es un pequeño número de inclinaciones instintivas y de gustos. Le gustan los caramelos, el calor, no le gusta el frío, no quiere trabajar más, o por el contrario, le gusta hacer ejercicio. Esto es todo.

"En ciertos casos muy raros, y a veces cuando menos se espera, la esencia se revela plenamente adulta, plenamente desarrollada, aun cuando la personalidad no lo esté y en tales circunstancias, la esencia engloba todo lo que es firme y real en un hombre.

"Pero esto sucede muy rara vez. Por regla general, la esencia del hombre es o bien primitiva, salvaje e infantil, o simplemente estúpida. El desarrollo de la esencia es fruto del trabajo sobre sí.

"Un momento muy importante en el trabajo sobre sí es aquel en que un hombre comienza a distinguir entre su personalidad y su esencia. El verdadero «Yo» de un hombre, su individualidad, no puede crecer sino a partir de su esencia. Se puede decir que la individualidad de un hombre es su esencia ya adulta, madura. Pero para permitir que crezca la esencia, es indispensable ante todo atenuar la constante presión que la personalidad ejerce sobre ella, porque en la personalidad están contenidos los obstáculos al crecimiento de la esencia.

"Si consideramos al hombre culto promedio, veremos que en la inmensa mayoría de los casos, en tal hombre su personalidad es el elemento activo, mientras su esencia es el elemento pasivo. El crecimiento interior de un hombre no puede comenzar mientras este orden de cosas no cambie. La personalidad debe volverse pasiva y la esencia, activa. Esto no puede producirse hasta que se quiten o se debiliten los «topes», puesto que los «topes», en su conjunto, constituyen el arma principal de la que se sirve la personalidad para mantener sujeta a la esencia.

"Como ya hemos dicho, la esencia de los hombres poco cultos, es en general mucho más desarrollada que la de los hombres cultos. Parece entonces que ellos deberían estar más cerca de la posibilidad de un desarrollo, pero en realidad no es así, porque su personalidad se demuestra insuficientemente desarrollada. Para crecer interiormente y, desde luego, para trabajar sobre sí, un cierto grado de desarrollo de la personalidad es tan indispensable como una cierta fuerza de la esencia. La personalidad está constituida por los «rollos»,
[7]
y por los «topes» que resultan de cierto trabajo de los centros. Una personalidad insuficientemente desarrollada significa una falla en los rollos, es decir, una falta de saber, una falta de informaciones, una falta del material en que se basa el trabajo sobre sí. Sin cierta suma de conocimientos, sin cierta cantidad de los elementos que «no le pertenecen», un hombre no puede comenzar el trabajo sobre sí, no puede aun comenzar a estudiarse y a combatir sus hábitos mecánicos, simplemente porque para el no hay razón o motivo para emprender tal trabajo.

"Esto no quiere decir que todos los caminos le están cerrados. El camino del faquir y el camino del monje, que no exigen ningún desarrollo intelectual, le quedan abiertos. Pero los medios o los métodos que pueden ser utilizados por un hombre cuyo intelecto ha sido desarrollado, le son inutilizables. De este modo, la evolución es tan difícil para un hombre sin cultura como para un hombre culto. Un hombre culto vive apartado de la naturaleza, lejos de las condiciones naturales de la existencia, dentro de condiciones artificiales de vida, que desarrollan su personalidad a expensas de su esencia. Un hombre menos culto, que viva en condiciones más normales y naturales, desarrolla su esencia a expensas de su personalidad. Para que un trabajo sobre sí pueda ser emprendido con éxito, se necesita la conjunción feliz de una personalidad y de una esencia igualmente desarrolladas. Tal conjunción dará las más grandes oportunidades de éxito. Cuando la esencia está muy poco desarrollada, es indispensable un largo periodo de trabajo preparatorio, pero todo este trabajo quedará completamente estéril, si la esencia está interiormente podrida o si ha contraído algunos defectos irremediables. Casos de este tipo se encuentran muy a menudo. Un desarrollo anormal de la personalidad detiene frecuentemente el desarrollo de la esencia en un nivel tan bajo que aquella deviene una pobre y pequeña cosa informe. De una pobre y pequeña cosa informe, nada se puede esperar. "Además, sucede a menudo que la esencia de un hombre muere mientras que su personalidad y su cuerpo permanecen vivos. Casi todas las personas que vemos en las calles de una gran ciudad son así, interiormente vacías; en realidad, están ya
muertas.

"Es una suerte para nosotros que no lo veamos y que no sepamos nada de ello. Si supiésemos cuántos hombres están ya muertos y cuan numerosos son los cadáveres que gobiernan nuestras vidas, el espectáculo de este horror nos haría perder la razón. De hecho, muchos hombres se han vuelto locos porque han entrevisto esta realidad sin una preparación suficiente; han visto lo que no estaban facultados para ver. Para estar en condiciones de afrontar esta visión impunemente, hay que estar en el camino. Si un hombre que no puede hacer nada viera la verdad, seguramente se volvería loco. Pero esto sucede rara vez. En el curso ordinario de las cosas, todo está ordenado en forma tal que nadie puede ver nada prematuramente. La personalidad no ve sino lo que quiere ver, y lo que no es contrario a su experiencia. No ve jamás lo que no le gusta —lo cual es a la vez una ventaja y una desventaja. Es una ventaja para el hombre que quiere dormir, y es un obstáculo para el que quiere despertar.

—Si la esencia está sometida a la influencia del destino, preguntó uno de nosotros, ¿significa esto que, comparado al accidente, el destino es siempre favorable al hombre? Yo quisiera saber si un hombre puede ser conducido al trabajo por su destino.

—No, respondió G., no se trata en absoluto de esto. El destino es preferible al accidente sólo en el sentido de que es posible tomarlo en consideración; el destino puede ser conocido de antemano, y entonces es posible prepararnos para lo que nos espera. Por el contrario, en lo que se refiere al accidente no se puede saber nada. Pero el destino puede ser no menos desagradable o no menos difícil. En este caso, a pesar de todo, hay medios que permiten al hombre liberarse de su destino.

"El primer paso en esta dirección consiste en sustraerse a las leyes generales. El accidente general o colectivo se produce exactamente como el accidente individual. Y así como hay un destino individual, hay también un destino general o colectivo. El accidente colectivo y el destino colectivo están gobernados por las
leyes generales.
Un hombre deseoso de crearse una individualidad propia debe entonces liberarse de las
leyes generales.
Las leyes generales no son todas ellas obligatorias para el hombre; el puede liberarse de un gran número de éstas, si llega a liberarse de «topes» y de la imaginación. Todo esto se conecta a este problema fundamental: ¿Cómo liberarse de la personalidad? La personalidad encuentra su alimento en la imaginación y la mentira. Cuando la mentira en la cual vive el hombre haya disminuido, y la imaginación se haya debilitado, la personalidad misma no tardará en declinar y el hombre podrá pasar entonces a estar bajo el control ya sea de su destino, o de una
línea de trabajo
que a su vez está dirigida por la voluntad de otro hombre; de esta manera, un hombre puede ser conducido hasta el punto en que una voluntad podría ser formada en él, una voluntad capaz de hacer frente a la vez al accidente, y si es necesario,
al destino."

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