Read Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España Online
Authors: Bernal Díaz del Castillo
Pues como Cortés siempre tuvo los pensamientos muy altos y en la ambición de mandar y señorear quiso en todo remedar a Alejandro Macedonio, y con los buenos capitanes y extremados soldados que siempre tuvo y después que se hobo poblado la gran ciudad de Méjico, e Guaxaca, e a Zacatula, e a Colimar, e a la Veracruz, e a Pánuco, e a Guazacualco, y tuvo noticia que en la provincia de Guatimala había recios pueblos e de mucha gente, e que había minas, acordó de enviar a la conquistar y poblar a Pedro de Alvarado, e aún el mismo Cortés había enviado a rogar aquella provincia que viniesen de paz, e no quisieron venir. Y diole al Alvarado para aquel viaje sobre trecientos soldados, y entre ellos ciento y veinte escopeteros y ballesteros, e más le dio ciento e treinta e cinco de a caballo y cuatro tiros, y mucha pólvora, y un artillero que se decía Fulano de Osagre, y sobre docientos tascaltecas y cholultecas, y ciento mejicanos que iban sobresalientes; y después de dadas las instrucciones en que le demandaba que con toda vigilancia procurase de los atraer de paz sin dalles guerra, e con ciertas lenguas e clérigos que llevaba les predicase las cosas tocantes a nuestra santa fe, e que no les consintiese sacrificios, ni sodomías, ni robarse unos a otros, e que las cárceles e redes que hallase hechas adonde suelen tener presos indios a engordar para comer que las quebrase, y que los saquen de las prisiones, y que con amor y buena voluntad los atraiga a que den la obidiencia a Su Majestad, y en todo se les haga buenos tratamientos; pues ya despedido el Pedro de Alvarado de Cortés y de todos los caballeros amigos suyos que en Méjico había se despidieron los unos de los otros, y partió de aquella ciudad en trece días del mes de noviembre de mill e quinientos y veinte y tres años; y mandóle Cortés que fuese por unos peñoles que cerca del camino estaban alzados, en la provincia de Teguantepeque, los cuales peñoles trujo de paz: llámase el peñol de Guelamo, que era entonces de la encomienda de un soldado que se decía Guelamo, y desde allí fue a Teguantepeque, pueblo grande y son zapotecas, y le rescibieron muy bien, porque estaban de paz e ya habían ido de aquel pueblo, como dicho tengo en el capítulo pasado que dello habla, a Méjico y dado la obidiencia a Su Majestad e a ver a Cortés, y aun le llevaron un buen presente de oro; y desde Teguantepeque fue a la provincia de Soconusco, que era en aquel tiempo muy poblada de más de quince mill vecinos, y también le rescibieron de paz y le dieron un presente de oro y se dieron por vasallos de Su Majestad; y desde Soconusco llego cerca de otras poblazones que se dicen Zapotitán, y en el camino, en una puente de un río que hay allí un mal paso, halló muchos escuadrones de guerreros que lestaban esperando para no dejalle pasar, y tuvo una batalla con ellos en que le mataron un caballo e hirieron muchos soldados, y dos dellos murieron de las heridas; y eran tantos indios los que se habían juntado contra Alvarado, no solamente los de Zapotitán, sino de otros pueblos comarcanos, que por muchos dellos que herían no los podían apartar, y por tres veces tuvieron reencuentros; y quiso Nuestro Señor que los venció e le vinieron de paz; y desde Zapotitán va camino de un recio pueblo que se dice Quetzaltenango, y antes de llegar a él tuvo otros reencuentros con los naturales de aquel pueblo y con otros sus vecinos que se dicen Utlatán, que era cabecera de ciertos pueblos questán en su retorno a la redonda del Quetzaltenango, y hirieron ciertos soldados y mataron tres caballos, puesto quel Pedro de Alvarado y su gente mataron e hirieron muchos indios; y luego estaba una mala subida de un puerto que dura legua y media, y con los ballesteros y escopeteros y todos sus soldados puestos en gran concierto lo encomenzó a subir, y en la cumbre del puerto hallaron una india gorda que era hechicera e un perro de los que ellos crían, que son buenos para comer, que no saben ladrar, sacrificado; y más adelante halló tanta multitud de guerreros que lestaban esperando y le encomenzaron a cercar, y como eran los pasos malos e en sierra, los de caballo no podían correr ni revolver, ni aprovecharse dellos, mas los ballesteros y escopeteros y soldados despada y rodela tuvieron reciamente con ellos pie con pie, y fueron peleando la cuesta y puerto, abajo hasta llegar a unas barrancas, donde tuvo otra no muy recia escaramuza con otros escuadrones de guerreros que allí en aquellas barrancas lesperaban, y era con un ardid que entrellos tenían acordado, y fue desta manera: que como fuese el Pedro de Alvarado peleando, hacían que se iban retirando, y como los fuese siguiendo hasta donde lo estaban esperando sobre seis mill guerreros, y éstos eran de Utlatán y de otros pueblos sus subjetos, que allí los pensaban matar; y Pedro de Alvarado y todos sus soldados pelearon con ellos con grande ánimo, y los indios le hirieron veinte seis o veinte siete soldados y dos caballos, mas todavía les puso en huida, y no fueron muy lejos que luego se tornaron a rehacer con otros escuadrones y tornaron a pelear creyendo desbaratar al Pedro de Alvarado, y fue cabe una fuente donde les aguardaron de arte que se venían ya pie con pie, y muchos indios hobo dellos que aguardaron dos o tres juntos a un caballo, y se les ponían a fuerza para derrocalles, e otros los tomaban de las colas; y aquí se vio el Pedro de Alvarado en gran aprieto, porque como eran muchos los contrarios, no podían sustentar a tantas partes de los escuadrones que les daban guerra a él y a todos los suyos desque vieron o que habían de vencer o morir sobrellos y temían no los desbaratasen porque se vieron en gran aprieto, y dánles una buena mano con las escopetas y ballestas y a buenas cochilladas, que les hicieron que se apartaran algo; pues los de a caballo no estaban despacio sino alancear y tropellar e pasar adelante hasta que los hobieron desbaratado, que no se juntaron en aquellos tres días; e como vio que ya no tenía contrarios con quien pelear se estuvo en el campo sin ir a poblado dos días ranchando y buscando de comer; y luego se fue con todo su ejército al pueblo de Quetzaltenango, y allí supo que en las batallas pasadas les habían muerto dos capitanes, señores de Utlatán; y estando reposando y curando los heridos tuvo aviso que venía otra vez contra él todo el poder de aquellos pueblos comarcanos, y se habían juntado muchos
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, e que venían con determinación de morir todos o vencer; y como el Pedro de Alvarado lo supo se salió con su ejército en un llano, y como venían tan determinados los contrarios, comenzaron a cercar al ejército y tirar vara y flecha y piedra y con lanzas, y como era llano y podían correr muy bien a todas partes los caballos, da en los escuadrones contrarios, de manera que de presto los hizo volver las espaldas; aquí le hirieron muchos soldados, e también un caballo, y según paresció murieron ciertos indios principales, ansí de aquel pueblo como de toda aquella tierra, por manera que de aquella vitoria ya temían aquellos pueblos mucho a Alvarado, y concertaron toda aquella comarca de le enviar a demandar paces, e le enviaron un presente de oro de poca valía por que aceptase las paces y fue buen acuerdo de todos los caciques de todos los pueblos de aquella provincia, porque otra vez se tornaron a juntar muchos guerreros que de antes, y les mandaron a sus guerreros que secretamente estuviesen entre las barrancas de aquel pueblo de Utlatán, y que si enviaban a demandar paz era porque como el Pedro de Alvarado e su ejército estaba en Quetzaltenango haciendo entradas y corredurías, y siempre traían presa de indios e indias, y por llevalle a otro pueblo muy fuerte y cercado de barrancas que se dice Utlatán, para que desque le tuviesen dentro y en parte que ellos creían aprovecharse dél y sus soldados, dar en ellos con sus guerreros, que ya estaban aparejados y escondidos para ello. Volvamos a decir que como fueron con el presente delante de Pedro dio Alvarado muchos principales, y después de hecha su cortesía a su usanza, le demandan perdón por las guerras pasadas, ofreciéndose por vasallos de Su Majestad, y le ruegan que, porque su pueblo es grande y está en parte más apacible donde le pueden servir e junto a otras poblazones, que se vaya con ellos a él; y el Pedro de Alvarado lo rescibió con mucho amor y no entendió las cautelas que traían; y después de les haber respondido el mal que habían hecho de salir de guerra, acetó sus paces, e otro día por la mañana se fue con su ejército con ellos a Utlatán, que ansí se dice el pueblo, e desque hobo entrado adentro e vieron una casa tan fuerte, porque tenía dos puertas y la una dellas tenía veinte e cinco escalones antes de entrar en el pueblo, y la otra puerta con una calzada que era muy mala y deshecha por dos partes, y las casas muy juntas y las calles angostas, y en todo el pueblo no había mujeres ni gente menuda, cercado de barrancas, y de comer no les proveían sino mal y tarde, y los caciques muy demudados en los parlamentos, y avisaron al Pedro de Alvarado unos indios de Quetzaltenango que aquella noche los querían quemar a todos en aquel pueblo si allí se quedaban, e que tenían puestos en las barrancas muchos escuadrones de guerreros para en viendo arder las casas juntar con los de Utlatán y dar en ellos los unos por una parte y los otros por otra, y con el fuego e humo no se podrían valer, y que entonces los quemarían vivos; y desquel Pedro de Alvarado entendió el gran peligro en questaban, de presto mandó a sus capitanes e a todo su real sin más tardar se saliesen al campo, y les dijo el peligro que tenían, y como lo entendieron, no tardaron de se ir a lo llano cerca de unas barrancas, porque en aquel tiempo no tuvieron más lugar de se salir a tierra llana de enmedio de tan recios pasos, e a todo esto el Pedro de Alvarado mostraba buena voluntad a los caciques y principales de aquel pueblo y de otros comarcanos, y les dijo que porque los caballos eran acostumbrados de andar paciendo en el campo un rato del día, que por esta causa se salió del pueblo, porquestaban muy juntas las casas y calles, y los caciques estaban muy tristes porque ansí lo vieron salir; e ya el Pedro de Alvarado no pudo más disimular la traición que tenían urdida, y sobre los escuadrones que tenían juntos mandó prender al cacique de aquel pueblo y por justicia lo mandó quemar y dio el señorío a su hijo; y luego se salió a tierra llana fuera de las barrancas y tuvo guerra con los escuadrones que tenían aparejados para el efeto que he dicho, y después que hobieron provocado sus fuerzas y mala voluntad fueron desbaratados. Y dejemos de hablar de aquesto, y digamos cómo en aquella sazón, en un gran pueblo que se dice Guatimala, se supo las batallas que Pedro de Alvarado había habido después que entró en la provincia, y en todas había sido vencedor, e que al presente estaba en tierra de Utlatán, que desde allí hacía entradas y daba guerra a muchos pueblos: los de Utlatán y sus subjetos eran enemigos de los de Guatimala, acordaron de les enviar mensajeros con presente de oro a Pedro de Alvarado y a darse por vasallos de Su Majestad, y enviaron a decir que si había menester algún servicio de sus personas para aquella guerra que ellos vernían; y el Pedro de Alvarado los rescibió de buena voluntad y les envió a dar muchas gracias por ello, y para ver si era como se lo decían, y como no sabía la tierra, para que le encaminasen, les envió a demandar dos mill guerreros, y esto por causa de muchas barrancas y pasos malos questaban cortados por que no pudiesen pasar, para que si fuesen menester los adobasen y llevar el fardaje, y los de Guatimala se los enviaron con sus capitanes; y Pedro de Alvarado sestuvo en la provincia de Utlatán siete y ocho días haciendo entradas, y eran de los pueblos rebeldes que habían dado la obidiencía a Su Majestad y después de dada se tornaban a alzar, y herraron muchos esclavos e indias y pagaron el real quinto, los demás repartieron entre los soldados, y luego se fue a la ciudad de Guatimala, y fue rescibido y hospedado. Y los caciques de aquella ciudad le dijeron que muy cerca de allí había unos pueblos junto a una laguna e que tenían un peñol muy fuerte, e que eran sus enemigos y les daban guerra, y que bien sabían los de aquel pueblo que no estaban lejos e cómo estaba allí el Pedro de Alvarado, y no venían a dar la obidiencia, como los demás pueblos, y que eran muy malos e de peores condiciones, el cual pueblo se dice Atitán. Y el Pedro de Alvarado les envió a rogar que viniesen de paz y que serían dél muy bien tratados, y otras blandas palabras; y la respuesta que enviaron que maltrataron los mensajeros; y viendo que no aprovechaba tornó a enviar otros embajadores para les traer de paz; y porque tres veces les envió a demandar paces y todas tres les maltrataron de palabra, fue Pedro de Alvarado en persona a ellos y llevó sobre ciento y cuarenta soldados, y entrellos veinte escopeteros y ballesteros y cuarenta de a caballo y con dos mill guatemaltecos; e cuando llegó junto a el pueblo les tornó a requerir con la paz, y no le respondieron sino con arcos y flechas que comenzaron a flechar; y desque aquello vio y que no muy lejos de allí estaba dentro en el agua un peñol muy poblado con gente de guerra, fue allá a orilla de la laguna, y sálenle al encuentro dos buenos escuadrones de indios guerreros con grandes lanzas y buenos arcos y flechas y con otras muchas armas y coseletas y tañendo sus atabales, y con penachos y devisas, y peleó con ellos buen rato, y hobo muchos heridos de los soldados, mas no tardaron mucho en el campo los contrarios, que luego fueron huyendo acogerse al peñol, y el Pedro de Alvarado con sus soldados tras ellos y de presto les ganó el peñol, y hobo muchos muertos y heridos, y más hobiera si no se echaran todos al agua y se pasaran a una isleta; y entonces se saquearon las casas questaban pobladas junto a la laguna y se salieron a un llano adonde había muchos maizales, y durmió allí aquella noche. Otro día de gran mañana fueron al pueblo de Atitán, que, ya he dicho que ansí se dice, y estaba despoblado; y entonces mandó que corriesen la tierra e las huertas de cacahuatales, que tenían muchos, y trujeron presos dos principales de aquel pueblo, y Pedro de Alvarado les envió luego aquellos principales con los questaban presos del día antes a rogar a los demás caciques que vengan de paz y que les dará todos los prisioneros y serán dél muy bien mirados y honrados, e que si no vienen, que les dará guerra como a los de Quetzaltenango e Utlatán y les cortará sus árboles de cacahuatales y hará todo el daño que pudiere. En fin de más razones, con estas palabras y amenazas luego vinieron de paz y trujeron un presente de oro y se dieron por vasallos de Su Majestad, y luego el Pedro de Alvarado y su ejército se volvió a Guatimala; y estando algunos días sin hacer cosa que de contar sea, vinieron de paz todos los pueblos de la comarca y otros de la costa del Sur que se llaman los pipeles y muchos de aquellos pueblos que vinieron a darse de paz se quejaron que en el camino por donde venían estaba una poblazón que se dice Izcuintepeque, y que eran malos, que no los dejaban pasar por su tierra y les iban a saquear sus pueblos, y dieron otras muchas quejas dellos, e no fueron verdaderas, porque personas dinas de fe de decir dijeron que se le levantaron y que fue a ellos por les robar muy hermosas indias, e que no los llamó de paz. Y el Pedro de Alvarado acordó de ir a ellos con todos los más soldados que tenía y de a caballo y escopeteros y ballesteros y muchos amigos de Guatimala, y sin ser sentidos da una mañana en ellos, en que se hizo mucho daño y presa, y valiera más... que no lo hiciera sino conforme a justicia, que fue muy mal hecho e no conforme a lo que mandó Su Majestad. Ya que hemos hecho relación de la conquista y pacificación de Guatimala y sus Provincias, y más cumplidamente lo dice en una historia que dello tiene hecho un vecino de Guatimala deudo de los Alvarados, que se dice Gonzalo de Alvarado, lo que verán más por extenso, y si yo en algo aquí faltare, y esto digo porque no me halle en estas conquistas hasta que pasamos por aquestas provincias estando todo de guerra en el año e XXIV, y fue cuando veníamos de las Higueras e Honduras con el capitán Luis Marín, e nos encontramos en el mismo tiempo que nos volvíamos para Méjico, y más digo que tuvimos en aquella sazón con los naturales de Guatimala algunos reencuentros de guerra, y tenían muchos hoyos y cortados en pasos malos pedazos de sierra para que no pudiésemos pasar con las grandes barrancas y aun entre un pueblo que se dice Juanagazapa y Petapa, en unas quebradas hondas, estuvimos allí detenidos guerreando con los naturales de aquella tierra dos días, que no podíamos pasar un mal paso, y entonces me hirieron de un flechazo, mas fue poca cosa, y pasamos con harto trabajo, porquestaban en el paso muchos guerreros guatimaltecas y de otros pueblos. Y porque hay mucho que decir en esto y por fuerza tengo de traer a la memoria algunas cosas de que venga en su tiempo e lugar, y esto fue en el tiempo que hobo fama que Cortés era muerto y todos los que con él fuimos a las Higueras, lo dejaré agora, y digamos de la armada que Cortés envió a Higueras y Honduras; también digo que en esta provincia de Guatimala no eran guerreros los indios, porque no esperaban sino en las barrancas e con sus flechas no hacían nada.