Consultó la hora y la ubicación de los síndicos, agradecido por primera vez por los largos retrasos derivados de las enormes distancias espaciales. Desjani había llamado para informarlo de que, cuando los síndicos vieron llegar a la flota de la Alianza, cuatro horas después de que esta saliera del punto del salto, la flotilla enemiga adoptó un vector que interceptaría los buques de guerra de la Alianza si estos continuaban en dirección al punto de salto hacia Padronis. La flotilla enemiga menor, que los seguía a una hora luz de distancia, acabó tomando un rumbo similar. Las dos formaciones síndicas habían mantenido la velocidad a ocho centésimas de la velocidad de la luz, la misma a la que avanzaba la flota de la Alianza, de tal manera que las fuerzas se iban cerrando la una sobre la otra mientras Geary meditaba y realizaba simulaciones. A un ritmo de aproximación combinado de dieciséis centésimas de la velocidad de la luz, la flota de la Alianza y la flotilla síndica tardarían unas veinte horas en encontrarse.
El inconveniente que se derivaba de que los síndicos hubieran decidido mantener la velocidad a ocho centésimas de la velocidad de la luz era que quedaba patente que estaban intentando aumentar las posibilidades de realizar buenos disparos una vez que las flotas se encontraran. Estaban dispuestos a esperar un poco y asegurarse de que la flota de la Alianza sufría el mayor daño posible.
Geary se sentó para repasar los comandos de la batalla y revisarlos con avidez antes de contactar con el puente del
Intrépido
.
—Por favor, dígale a la capitana Desjani que se presente en mi camarote.
Esperó y observó al enemigo, preguntándose cómo maniobrarían los síndicos para iniciar el combate y durante el desarrollo del mismo, hasta que la alarma de la escotilla sonó y le indicó a Desjani que entrara.
Lo primero que hizo la capitana fue mirar el visualizador que había sobre la mesa.
—¿Cuál es el plan? —preguntó. A juzgar por su aspecto, no le resultaba fácil disimular su curiosidad.
—Es… complicado. —Geary no mentía. Sobre todo cuando Desjani vio dónde se encontraría el
Intrépido
cuando las flotas se enfrentaran.
—¿Puedo comprobarlo?
—Se lo agradecería. —Torció el gesto al imaginarse cómo reaccionaría Desjani—. Voy a intentar algo distinto. —Guardó silencio y miró el visualizador fijamente.
—De acuerdo, señor —dijo por fin Desjani—. No supone un problema. Pero si desea conocer mi punto de vista, necesitaría ver el plan de maniobras.
Tal como le dijeron una vez, cuando Desjani se fijaba un objetivo, no paraba hasta que lo conseguía. Además, estaba muy interesado en conocer su opinión. Lo mejor sería terminar con aquel asunto lo antes posible.
—Muy bien. Pero, insisto, se trata de algo distinto.
Era obvio que Desjani estaba perpleja. Geary inclinó la cabeza, suspiró e introdujo los comandos necesarios para reproducir las maniobras planificadas para el contacto inicial con los síndicos. Atónita, Desjani observó con los ojos abiertos como platos cómo la formación de la flota se disolvía en lo que parecía un enjambre caótico mientras se acercaba al enemigo. Miró con atención cómo los buques de guerra de la flota de la Alianza volvían a colocarse en formación en el último momento, hasta que se quedó paralizada.
—Ha… —Por un instante pareció quedarse sin aliento, pero continuó hablando en un tono tan apagado que parecía brotar de los labios de un cadáver—. Señor, con el debido respeto, debo preguntarle si mi nave o yo ya no somos merecedores de su confianza.
—No, nada de eso.
—Señor. Este plan…
—Permitirá que los acorazados hagan aquello para lo que están más capacitados.
Desjani enrojeció.
—¡Los cruceros de batalla no entran en combate detrás de ninguna otra nave! ¡Nosotros abrimos el camino!
—Esta vez no. —Vio que la capitana apretaba los puños con fuerza—. Capitana Desjani, necesito alcanzar a los síndicos de una manera que no se esperen sin que mi flota termine barrida en el proceso. Durante este enfrentamiento no colocaré los cruceros de batalla en una posición secundaria. Por favor, ejecute el siguiente conjunto de órdenes.
Desjani lo obedeció sin mirarlo y respirando hondo.
—Como usted ha dicho, este plan es muy inusual.
—De eso se trata.
—Entiendo que todavía no le haya comunicado su estrategia a los demás cruceros de batalla. No les parecería bien. Igual que a mí. Aun así, acataré las órdenes que se me den, capitán Geary. —Desjani parecía haberse calmado un poco, aunque mantenía su gesto grave y se negaba a mirarlo.
—Gracias, capitana Desjani. Bajo ninguna circunstancia me gustaría estar en otra nave que no fuera el
Intrépido
. —Desjani no respondió y Geary pensó que, tal vez, debía añadir algo más, pero ya había dicho lo que pensaba—. ¿Cree que el plan es acertado?
Vio que la capitana se esforzaba por controlar sus emociones e intentaba concentrarse en el sentido de la estrategia.
—Si de verdad nuestras naves pueden realizar estas maniobras en el tiempo y la distancia programados, no cabe duda de que cogeremos a los síndicos por sorpresa…, del mismo modo que a algunas de nuestras propias naves.
—Los sistemas de maniobra indican que nuestras naves pueden hacerlo.
—En teoría. —Miró a Geary con aspereza—. Todo el proceso dependerá de los controles automáticos; ningún operario de la flota podría ejecutar maniobras como estas sin que los resultados fueran desastrosos.
—Lo entiendo.
—Señor, por favor, el
Intrépido
puede adelantarse más.
—Lo hará cuando dividamos la formación. Tanya, no es más que un maldito intercambio de disparos. ¿Cuántas batallas hemos librado juntos en esta nave? ¿Cuántas veces el
Intrépido
ha abierto el camino y ocupado el núcleo de la formación mientras los síndicos disparaban directamente contra nosotros?
Desjani mantenía la cabeza baja y la vista clavada en el suelo.
—Supongo que no debería haber esperado que lo entendiera.
—Maldita sea, Tanya. Si pudiera, echaría el cielo abajo para hacerla feliz, pero tengo responsabilidades con la flota y la Alianza. Todo esto sería mucho más fácil si yo estuviera en cualquier otra nave hablando con cualquier otro capitán, pero no puedo permitir que mis sentimientos influyan en mis decisiones. —Desjani se irguió y Geary apretó las mandíbulas. Tal vez, con lo que acababa de decir, se estaba refiriendo al respeto profesional que sentía por ella y a la amistad que los unía, pero también podía interpretarse como una alusión implícita a algo que ni él ni ella podían admitir, ni expresar o utilizar como base para sus acciones. Geary recondujo la conversación hacia un terreno más impersonal—. El
Intrépido
tiene que regresar a casa porque transporta la llave hipernética síndica, la cual no se podrá duplicar hasta que lleguemos al espacio de la Alianza. No puedo poner la nave en una posición que, prácticamente, garantizaría su destrucción. Y tampoco tengo por qué hacerlo, puesto que nadie puede discutir que el
Intrépido
y su comandante se han comportado con honor y han estado en la vanguardia de todas las batallas.
Desjani guardó un breve silencio y, antes de hablar, lo miró de soslayo.
—¿Echaría el cielo abajo?
Sorprendido, Geary asintió.
—Sí, si pudiera.
—Le tomo la palabra. —Desjani se puso firme y lo saludó—. El
Intrépido
cumplirá con su deber, al igual que su capitana. Es un buen plan, señor. Cogerá al enemigo por sorpresa y, lo que es más importante, le causará un gran daño.
—Gracias. —Le devolvió el saludo y suspiró, aliviado, una vez que Desjani se hubo marchado.
No obstante, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago cuando se preguntó qué habría querido decir la capitana con «Le tomo la palabra».
—Supongo que ya habrá ideado un plan —conjeturó Rione.
Geary, que se encontraba de nuevo en el puente del
Intrépido
, sentado en el puesto de mando de la flota, se giró para mirarla.
—Es una sorpresa.
—Genial, aunque parece que se trata de una sorpresa no solo para el enemigo, sino también para sus propias naves.
—Hasta cierto punto, sí.
—Y, dado que falta menos de una hora para el contacto, entiendo que no tardaremos en averiguar lo que pretende. —Desjani mantenía el gesto impasible, aunque, aun así, Rione pareció darse cuenta de algo—. Quiero decir, los que aún no seamos merecedores de su plena confianza. —La copresidenta se movió hacia atrás con aire despreocupado.
Desjani esperó unos minutos y, luego, se inclinó hacia Geary para hablarle en privado.
—Me gustaría pedirle disculpas.
—No, no tiene por qué. Si quiere que le sea sincero, pensaba que se lo tomaría mucho peor.
—No me refiero a eso. —Miró a Rione—. Me preguntaba si usted habría mantenido el
Intrépido
inactivo a petición de ella, para mantener a salvo la llave síndica. Debería haberme dado cuenta de que no haría algo así. Lamento haber dudado de usted.
—No se preocupe. Ahora concéntrese en esta operación, Tanya. Nos espera un paseo muy complicado y necesito que se entregue al cien por cien.
—Siempre doy lo mejor de mí, señor. —Desjani sonrió y se acomodó en el asiento del capitán.
Faltaba media hora para el contacto. Doce horas atrás, Geary había dispuesto, deliberadamente, la formación de la Alianza de la misma manera que la de los síndicos, con cuatro subformaciones rodeando la subformación central. Pronto tendría que modificarla, pero no con demasiada antelación. Los síndicos mantenían el rumbo y la velocidad, y avanzaban hacia un encuentro frontal con la formación central de la flota de la Alianza, aunque, seguramente, esperaban que Geary hiciera algún cambio de última hora en los vectores de sus naves.
—¿Quiere dirigirse a la flota? —le preguntó Desjani insinuando que estaba deseando hacerlo, aunque no fuera consciente.
—Buena idea. —Guardó silencio un momento mientras estructuraba el discurso y, después, activó el circuito de comunicación general de la flota—. A todas las naves de la flota de la Alianza: la flotilla síndica se interpone entre nosotros y nuestro hogar. Los suministros que nos faltan los compensaremos con nuestra experiencia y nuestro espíritu de lucha. —No le gustaba del todo el estilo del capitán Falco, quien creía que la expresión «espíritu de lucha» multiplicaba por arte de magia la capacidad de las fuerzas de combate. Sin embargo, funcionaba, marcaba la diferencia, siempre que uno no creyera que iba a proporcionarle una protección mística contra la potencia de fuego enemiga. La experiencia, por otro lado, podía llegar a ser decisiva—. Los síndicos no podrán detenernos, y hoy añadiremos otra victoria a los anales de la flota de la Alianza.
Cuando terminó la transmisión, se sintió un tanto incómodo por haber utilizado palabras grandilocuentes, pero le alivió ver que Desjani lo miraba con gesto aprobatorio.
—Siempre se le ocurren buenos discursos antes de los enfrentamientos, señor. Breves, directos e impactantes.
Ah, ¿sí?
—Gracias, capitana Desjani. Hablaba en serio. —Se preguntó si Desjani pensaría que se había puesto a la defensiva.
Sin embargo, la capitana pareció sorprenderse.
—Desde luego. Nadie lo pone en duda. Lo ha demostrado. En todo caso, todos hemos escuchado muchos discursos interminables. Siempre he pensado que, si de verdad quienes los pronuncian se creen lo que dicen, deberían ser capaces de resumirlos en unas pocas palabras.
—Tal vez tenga razón.
De pronto, Rione interrumpió la conversación y dijo con sequedad:
—Por supuesto que tiene razón.
Sin mirar atrás, Desjani frunció el ceño; luego, mirando a Geary, les hizo un gesto a todos los ocupantes del puente para que guardaran silencio.
Geary apenas se dio cuenta, pues estaba concentrado en los movimientos de las fuerzas enemigas, que se iban acercando unas a otras. Los sistemas de maniobra habían iniciado la cuenta atrás para indicar el instante preciso en el que iniciar la operación, pero Geary también tenía en cuenta lo que le decían la experiencia y el instinto para determinar el momento adecuado; así, siempre consideraba el tiempo necesario para enviar la orden de empezar a ejecutar las instrucciones que ya había transmitido a las demás naves de la flota.
Los síndicos seguían sin hacer cambios. En Cavalos se comportaron igual. Tanto si el director general de la flotilla sabía que eso le causó problemas a Geary en Cavalos como si no, lo cierto es que ahora estaba aplicando la misma táctica: mantendría el rumbo hasta el último minuto con la intención de truncar los planes que Geary hubiera hecho.
Un minuto para el momento recomendado para iniciar la maniobra. Miró la cuenta atrás con gesto adusto y tuvo la impresión de que era demasiado precisa. Tenía que sincronizarlo todo muy bien, tal vez no a la perfección, pero sí adecuadamente; y sin saber cómo reaccionaría el director general de los síndicos. Sin embargo, ya había luchado contra ellos las veces suficientes como para poder hacerse una idea, de modo que esperó y se dejó guiar por el instinto mientras veía que la flota de la Alianza y la flotilla síndica principal se iban acercando. Siguió esperando.
A diez segundos de la hora recomendada para dar la orden, el pulgar se le contrajo de forma casi inconsciente para activar el circuito de comunicación.
—Formación Índigo Dos, formación Índigo Tres, ejecuten primera serie de órdenes de maniobras de inmediato. —Guardó silencio por un instante y repitió—: Formación Índigo Uno, ejecuten primera serie de órdenes de maniobras de inmediato. —Esperó un momento. Los segundos transcurrían mientras la proa del
Intrépido
cabeceaba hacia arriba—. Formación Índigo Cuatro, formación Índigo Cinco, ejecuten primera serie de órdenes de maniobras de inmediato.
Geary observaba en el visualizador cómo las subformaciones más pequeñas que avanzaban por encima y por debajo del grueso de la flota de la Alianza se disgregaban y dirigían hacia el núcleo al tiempo que este se abría para recibirlas, mientras los buques de guerra también abandonaban sus posiciones según cambiaban el rumbo. El director general de los síndicos vería aquellas acciones con algunos minutos de retraso, debido a la gran distancia que todavía separaba a ambas flotas, así que pensaría que la flota de la Alianza buscaba una buena posición para abrir fuego por encima de la caja síndica o bien que intentaba saltar la corona de la flotilla síndica. Entonces, tendría que decidir si alterar el rumbo un poco hacia arriba también, y sabría que tan solo disponía de unos minutos para decidirse.