—¿Por qué?
Rione, con voz rotunda, se encargó de resolver sus dudas.
—Controles automáticos. Usted me dijo que los síndicos pueden automatizar sus naves y controlarlas a distancia.
—Pero ¿para qué iban a querer automatizar los cruceros…? —Geary y Desjani vieron clara la respuesta en el mismo instante.
—Van a utilizar los cruceros pesados para derribar la puerta hipernética —dijo Desjani—. Tiene sentido. Todo encaja. ¡Miren! Los síndicos han llegado hasta el corazón del sistema estelar, pero no han arrasado las defensas de la Alianza ni devastado mediante bombardeos las instalaciones que tenemos en esta región.
—Es un cebo —dijo Geary en voz baja.
—Exacto. Si hubieran acabado con todas las defensas y destruido la mayor parte de las instalaciones de este sistema estelar, podríamos haber decidido quedarnos en las cercanías cuando llegamos aquí, conscientes de que los síndicos tendrían que volver a pasar entre nosotros tarde o temprano. En cambio, si todavía queda alguien a quien salvar…
—Cargaremos contra ellos. —Geary deslizó un dedo por el visualizador imaginando la ruta que seguiría la flota—. Cuando nos vean, esperarán el momento adecuado y, entonces, atacarán las defensas que queden con la contundencia necesaria para aniquilarlas y enviar a los cruceros pesados hacia la puerta hipernética. El resto de sus tropas avanzarán hacia el punto de salto, pasando entre nosotros a gran velocidad. Para cuando nos queramos dar cuenta de lo que está ocurriendo, la onda de choque ya se habrá originado y los síndicos podrán saltar y salir sin que llegue a afectarlos. Si no hubiéramos descubierto que pretendían colapsar la puerta hipernética de esta región, el plan podría haberles salido bien.
—Nos atrapan a nosotros y se apoderan de todo el sistema estelar. —Desjani parecía dispuesta a empezar a matar síndicos con sus propias manos—. Sin embargo, ¿cómo pueden estar seguros de que la puerta causaría el daño necesario? Es el único fallo que le veo a su plan.
—Es posible ampliar el nivel de la descarga de energía producida por el colapso de una puerta, del mismo modo que se puede reducir —explicó Geary sin mirar a Rione. Cuando Crésida realizó los cálculos necesarios para reducir la descarga de energía de una puerta, también tuvo que averiguar cómo realizar el proceso inverso. Geary le confió los resultados de aquel ominoso programa a Rione con la esperanza de que nadie tuviera que ponerlo en práctica nunca—. Hemos de suponer que los síndicos también han descubierto cómo hacerlo.
Llevaban ya quince minutos en la misma zona. El enemigo no vería a la flota hasta pasadas dos horas y treinta minutos, pero Geary no podía permitirse desperdiciar ni un segundo más, ya que cualquier orden que enviase tardaría todo ese tiempo en llegar a las defensas que quedasen en aquel sistema estelar.
La máxima prioridad era transmitirles las órdenes necesarias a las naves que seguían defendiendo Varandal.
—Habla el capitán John Geary, oficial al mando de la flota de la Alianza en funciones, para la capitana Jane Geary, al mando del destacamento especial encargado de la defensa de Varandal. El objetivo de los síndicos es colapsar la puerta hipernética de este sistema estelar mediante la destrucción de varios de sus ronzales. Si la puerta cae, la descarga de energía resultante arrasará todo el sistema estelar. Creemos que los síndicos pretenden derribar la puerta utilizando cruceros pesados sin tripulación y controlados automáticamente, dado que todas las naves que se encuentren en las cercanías de la puerta cuando esta se colapse serán destruidas. Su misión es proteger la puerta… —Guardó un breve silencio antes de continuar con sus instrucciones—. A toda costa. La defensa de la puerta tiene prioridad sobre cualquier otra operación, incluidas la destrucción de los buques de guerra síndicos que no supongan una amenaza para la puerta y la protección de los demás intereses que la Alianza tiene en este sistema estelar. No ponga en riesgo su destacamento a menos que sea necesario para proteger la puerta. Resistan. Los refuerzos están en camino. Por el honor de nuestros ancestros. Geary, cambio y corto.
Había regresado. Por fin estaba de vuelta en el sistema estelar donde se encontraba su sobrina nieta, y lo primero que había tenido que decirle era que se sacrificara si era necesario para defender la puerta hipernética de esta región.
—¿Está seguro de que sus órdenes no serán desoídas? —le preguntó Rione—. Es posible que en algún lugar de este sistema estelar todavía quede algún almirante vivo.
—Por el momento no ha aparecido ningún oficial de mayor rango que Jane Geary —apuntó Desjani como si estuviera respondiendo a una pregunta que hubiera formulado otra persona—. Pero estamos en nuestro territorio, y alguien podría ordenar que las defensas o esta flota inicien una serie de ataques absurdos. —La capitana se giró hacia el consultor de comunicaciones—. Si el capitán Geary recibiera alguna orden de algún oficial de mayor rango que él que se encuentre en este sistema estelar, quiero cerciorarme de que esta nave no suponga un obstáculo para la recepción y la emisión de los mensajes entrantes. El menor error sería inaceptable. Dadas las circunstancias, revisaré personalmente esas comunicaciones antes de que se acuse su recibo y de que sean transmitidas a las demás naves de la flota; debo asegurarme de que su contenido sea razonable y de que el capitán Geary no sea molestado sin necesidad.
El consultor de comunicaciones la miró sobresaltado durante un instante, hasta que por fin asintió con gesto serio.
—Entendido, capitana. Si recibo un mensaje de ese tipo, se lo haré llegar solo a usted para que compruebe su coherencia.
—Sí, exacto. No debe molestar al capitán Geary con estos avisos hasta que hayamos terminado con los síndicos de este sistema estelar. —Desjani se reclinó en su asiento de capitana y se fijó en la expresión de Geary—. ¿Hay algún problema, señor?
—Solo que es posible que la haya subestimado, capitana Desjani.
La oficial lo miró enarcando una ceja.
—Eso puede ser muy peligroso, señor.
—No se lo discuto. —Geary se volvió para mirar a Rione—. Señora copresidenta, mientras yo me enfrento a los síndicos, le agradecería que averiguase con qué cargos de la Alianza habremos de tratar en este sistema estelar.
Rione lo miró con determinación.
—Ya lo he hecho. Por lo que sé, de momento soy la figura política con el cargo más importante, así que, por ahora, no debe preocuparse por tener que enfrentarse a otros directivos políticos.
—Entonces solo tenemos que preocuparnos de los síndicos. ¿Cómo podemos desbaratar sus planes, Tanya? —En realidad, ya conocía la respuesta, la única solución posible—. Necesitamos reforzar el destacamento especial de la defensa y enviar al resto de la flota a por los síndicos. Impediremos que colapsen la puerta y los dejaremos tan hechos polvo que no podrán cumplir su objetivo.
Desjani lo miró desafiante.
—Ya sabe para qué sirven los cruceros de batalla, capitán Geary.
—Sí. —Todavía conservaba doce cruceros, algunos de los cuales no habían podido reparar aún los graves daños sufridos durante los enfrentamientos anteriores. Aun así, podían aportarle la potencia de fuego que necesitaba y trasladarla a donde fuera necesario—. ¿A qué velocidad hemos de ir para no agotar las células de combustible una vez que nos encontremos con los síndicos?
La capitana realizó una serie de cálculos.
—A catorce centésimas de la velocidad de la luz. ¿El
Intrépido
también va? —preguntó con una mezcla de preocupación y esperanza.
—Desde luego que sí. —Geary empezó a organizar las nuevas formaciones—. Tenemos que dividir la flota. Una formación se compondrá de los doce cruceros de batalla, a los que se unirán los cruceros ligeros y varios destructores. La otra la integrarán los acorazados, los cruceros pesados y el resto de destructores.
—Entendido. Me aseguraré de que el Duodécimo Escuadrón de Cruceros Ligeros y el Vigesimotercer Escuadrón de Destructores permanezcan con los acorazados. Sus niveles de combustible son demasiado bajos para acompañar a los cruceros de batalla.
—Bien pensado. —Trabajaron frenéticamente, cotejando cada uno de ellos su trabajo con el de los demás, hasta que Geary transmitió las órdenes—. A todas las unidades de la flota de la Alianza: ejecuten las órdenes de maniobras adjuntas a las dos uno cero cinco. —Guardó silencio mientras recorría con los ojos la lista de los acorazados. El
Vengativo
había demostrado su valía—. Capitán Plant, le nombro comandante de la formación de acorazados. Si algo me ocurriera, usted deberá hacer todo lo posible por impedir que los síndicos destruyan la puerta hipernética de este sistema.
—Entendido —contestó Plant al cabo de unos segundos—. Buena caza, señor.
Rione se había situado de nuevo a su lado para susurrarle algo al oído con urgencia.
—Capitán Geary, no puede utilizar el
Intrépido
en una operación tan arriesgada.
—Señora copresidenta —replicó Geary en el mismo tono—, si la puerta hipernética se colapsa, el
Intrépido
estará igualmente en peligro, sin importar en qué punto del sistema estelar se encuentre. Tenemos que evitar que los síndicos lleven a cabo su plan, y, ahora mismo, el
Intrépido
es la duodécima parte de la formación de cruceros de batalla. Los demás cruceros lo necesitan.
Rione dejó escapar un suspiro de exasperación, pero prefirió no seguir discutiendo y regresó a su asiento de observadora.
—Gracias, señor —dijo Desjani en voz baja.
—Capitana Desjani, tenemos que aplastar a los síndicos y salir de esta. ¿Podremos hacerlo?
—Lucharemos con todas nuestras fuerzas, señor.
Las estilizadas figuras de las subformaciones de la Alianza que aparecían en el visualizador se disgregaron de tal modo que la mitad de las naves formaron un gran círculo que abarcaba los acorazados que habían resistido y los cruceros pesados, además de un buen número de destructores. Los cruceros de batalla, la mayoría de los cruceros ligeros y el resto de los destructores se desplazaron hacia delante para formar un círculo más pequeño, al tiempo que aceleraban a lo largo de un vector por el que pretendían alcanzar una posición comprendida entre la flotilla síndica de reserva y la puerta hipernética de Varandal.
Geary se emocionó cuando los cruceros de batalla se adelantaron y se lanzaron hacia el enemigo a una velocidad que los acorazados no podrían igualar nunca. En realidad, hasta ese momento Geary no había intervenido en la carga de una gran formación de cruceros de batalla y, aunque el sentido común le hacía ver los puntos débiles del blindaje y los escudos de los cruceros, y era consciente de que aquellas naves no resistirían muchos más daños, miraba el visualizador con expectación mientras los cruceros avanzaban implacables, embelesado por el entusiasmo irracional que suscitaban en él el coraje y la gloria del avance.
Tal vez aquel no fuese el movimiento más sensato, pero no se podía negar que era majestuoso.
Se preguntó cuántos de aquellos cruceros de batalla resistirían el inminente combate.
Aún quedaban algunos mensajes por enviar, uno de ellos al enemigo.
—Póngame en contacto con el buque insignia de los síndicos. —Al cabo de unos instantes, con la conexión ya establecida, Geary puso su mejor «mirada de héroe de leyenda» para transmitir su comunicación.
—Para el director general que esté al mando de la flotilla de reserva de los Mundos Síndicos, le habla el capitán John Geary. Sabemos de quién ha estado defendiendo su flotilla el espacio de los Mundos Síndicos en la frontera del otro lado de la Alianza. Sabe que esta no provocó el colapso de la puerta hipernética de Kalixa. Sabe quiénes lo hicieron. No les siga el juego. No se le permitirá que ejecute sus órdenes en este sistema estelar. Por el honor de nuestros ancestros. Geary, cambio y corto.
Lo más probable es que la advertencia no surtiera ningún efecto, pero merecía la pena intentarlo.
Otro mensaje.
—Al centro de mando de la Alianza de Varandal, al habla el capitán John Geary, oficial al mando de la flota de la Alianza en funciones. Voy a intentar derribar la flotilla síndica y solicito todo el apoyo que puedan ofrecerme. Sepan que el objetivo de los síndicos es colapsar la puerta hipernética de este sistema, lo que generará una descarga de energía cuya magnitud será equivalente a la de una nova. Por el honor de nuestros ancestros. Geary, cambio y corto.
Desjani llamó su atención.
—Crésida está transmitiendo sus datos. Llegarán a todo el que se encuentre en este sistema estelar.
—Bien. —Se tomó un momento para pensar mientras veía sus naves avanzar por el espacio de tal modo que los arcos que representaban sus trayectorias conformaban una red brillante que cruzaba toda la pantalla. Los cruceros de batalla iban describiendo amplias curvas a la vez que los acorazados se adentraban en el sistema estelar para tomar posiciones en los flancos de los síndicos.
Geary se preguntó si debería haberle dicho algo más a su sobrina nieta. Sin embargo, ¿cuáles eran las palabras adecuadas ante la inminente batalla?
Tal vez te hayas dado cuenta de que la Resistente no acompaña a la flota. Esto podría deberse a que tu hermano murió cubriéndola durante la retirada del sistema nativo síndico. Por cierto, me pidió que te hiciera llegar un mensaje.
No. Las cuestiones personales tendrían que esperar. Jane Geary no podía permitirse ninguna distracción. Y él tampoco. Hasta que terminase aquel conflicto, primero era el comandante de la flota, después el capitán John Geary y, por último, el tío abuelo de Jane Geary.
Los cruceros de batalla estaban cerrando la formación con los cruceros ligeros y los destructores. Por su parte, los acorazados empezaban a rezagarse. Después de la frenética actividad de los últimos minutos, todavía quedaba por delante una larga espera. A pesar de que avanzaban a mayor velocidad, los cruceros de batalla tardarían veinticinco horas en llegar a su destino, una órbita entre los síndicos y la puerta hipernética. Al cabo de dos horas y media, la flotilla síndica de reserva vería llegar a la flota de la Alianza, y esta tardaría un poco menos de tres horas en comprobar la reacción de los síndicos.
Geary envió un mensaje a toda la flota.
—Abandonen el estado de combate inminente. Descansen.
—Señor, la Obús solicita instrucciones.