Instantes después reparó en el hueco que se había abierto en la formación de la Alianza; en el lugar que ocupaba la
Furiosa
. Más atrás, donde los dos bandos se habían encontrado, sus restos formaban una nube cada vez más voluminosa.
—Deben de haber concentrado su fuego sobre la
Furiosa
—dijo Desjani con voz monótona—. Sufrió una sobrecarga del núcleo. Es imposible que pudieran desocuparla. Malditos síndicos.
Por un momento, Geary recordó a la capitana Jaylen Crésida cuando la conoció, en el sistema nativo síndico, apoyándolo sin vacilar frente a sus oponentes y pese a las dudas de muchos, y rememoró también la última vez que la vio en Atalia, con el diseño que había desarrollado para salvar a la humanidad del disparate que esta había cometido al construir la hipernet sin comprender del todo el peligro que suponían las puertas.
Después, alejó el recuerdo de su cabeza. Ahora no. Ya habría tiempo más adelante para lamentaciones.
—La
Dragón
ha recibido daños críticos y la
Implacable
ha sufrido más averías. —Quedaban once cruceros de batalla, y la capacidad de combate de la mitad de ellos se había reducido considerablemente a causa de los múltiples daños.
Geary se fijó en sus acorazados, que se encontraban a un minuto luz de distancia cuando la caja síndica se dio media vuelta de nuevo. Sumaban dieciocho, más una multitud de escoltas. Casi instintivamente, modificó el vector de los acorazados teniendo en cuenta la pequeña diferencia temporal que seguía habiendo entre ellos y el
Intrépido
.
—Formación Índigo Dos, viren a estribor cero cero tres grados, desciendan cero dos grados.
Al comandante de la flotilla síndica, concentrado en los cruceros de batalla de la Alianza, no debió de hacerle ninguna gracia comprobar que los acorazados enemigos se habían unido a la contienda. La caja apenas se había estabilizado para seguir persiguiendo a los cruceros de batalla enemigos cuando los acorazados de la Alianza atravesaron uno de sus flancos, momento en que, haciendo uso de su brutal potencia de fuego, arremetieron contra los dos acorazados y seis cruceros de batalla síndicos que la flotilla había situado allí.
Los acorazados de la Alianza habían dejado tras de sí los ocho buques capitales síndicos, todos ellos fuera de combate, y, más aún, algunos de los cruceros de batalla habían quedado reducidos a meros fragmentos, como vengativo contrapunto a la suerte de la
Furiosa
.
Así y todo, la consultora de operaciones se encargó de rebajar el júbilo que embargaba a Geary.
—La Fusil ha agotado todas sus células de combustible. Su núcleo energético se ha apagado. Y el de la Culebrina también está empezando a desactivarse. Se estima que el resto del Vigesimotercer Escuadrón de Destructores se quedará sin energía en menos de cinco minutos. Las naves del Octavo Escuadrón de Cruceros Ligeros informan de que la consunción de sus células de combustible y la desconexión de sus núcleos energéticos son inminentes.
Los dos destructores de la Alianza que se mostraban en el visualizador viajaban a la deriva con sus sistemas principales desactivados, totalmente indefensos.
—¿Durante cuánto tiempo pueden los sistemas de seguridad auxiliares mantener activos los sistemas de ventilación? —preguntó Geary.
—Durante doce horas —contestó Desjani al instante—. Me pareció conveniente conocer ese dato. Este enfrentamiento debería quedar decidido antes de que transcurra ese tiempo.
—Desde luego. —Cuando ordenó que los acorazados retornaran, vio que la formación iba dejando atrás cada vez más destructores y cruceros ligeros que se habían quedado sin suministro energético, y a los que la inercia seguía llevando por la anterior trayectoria de las naves de la Alianza.
Sintió que todo el mundo lo estaba mirando, y no necesitó comprobar la actualización del estado de la flota para saber lo poco que quedaba para que sus cruceros de batalla y sus acorazados se quedaran también sin células de combustible. Llegado ese momento, la superioridad numérica de la Alianza no serviría de nada si casi todas las naves que tenía en Varandal pasaban a ser un blanco fácil.
Ahora los síndicos se hallaban entre los cruceros de batalla y los acorazados de la Alianza, y los cruceros se encontraban entre los síndicos y el punto de salto hacia Atalia; sin embargo, los síndicos no estaban realizando grandes modificaciones en su rumbo, sino que se limitaban a intentar recomponer la caja de su flotilla después de que uno de sus flancos hubiera sido atravesado.
—Seguro que saben que nos estamos quedando sin células de combustible —murmuró Desjani.
—Solo han visto quedarse parados a los escoltas. Tenemos que hacer que crean que nuestros buques capitales siguen teniendo reservas de sobra. —Geary golpeó sus mandos—. Formación Índigo Uno, de inmediato, viren a babor uno nueve cero grados, asciendan cero uno dos grados y aceleren hasta seis centésimas de la velocidad de la luz. —El armazón del
Intrépido
chirrió cuando la nave empezó a describir una curva tan cerrada como le permitían los compensadores inerciales. A su alrededor, los restantes cruceros de batalla de la Alianza ejecutaron la misma maniobra, tras lo cual se estabilizaron y orientaron hacia el flanco todavía deshecho de la caja síndica.
—¡Concentren el fuego en las naves síndicas de vanguardia!
Cuando pasaron junto a los síndicos, el
Intrépido
volvió a sacudirse a causa de los impactos recibidos.
—La
Valiente
informa de que ha recibido daños críticos. El
Arrojado
ha perdido todo su armamento, a excepción de la batería de lanzas infernales Bravo Tres y el generador de campos de anulación. La
Implacable
ha perdido el control de la propulsión y las maniobras.
Geary, atento a los resultados de la última pasada ofensiva, no apartó los ojos del visualizador. Uno de los acorazados síndicos que habían resistido al ataque quedó hecho pedazos y el crucero de batalla síndico que avanzaba hacia ese flanco de la formación había desaparecido.
Los acorazados de la Alianza estaban regresando, y pese a que en el visualizador de Geary parpadeaban múltiples alarmas que avisaban de que sus reservas de combustible estaban bajo mínimos, desde fuera seguían pareciendo una temible maza a punto de descargar una vez más sobre los síndicos. Los cruceros de batalla de la Alianza, situados ahora en el mismo flanco de los síndicos que la formación de acorazados, siguieron avanzando hacia los acorazados de la Alianza mientras aumentaba el número de cruceros ligeros y de destructores que se quedaban descolgados, no a causa de los daños recibidos, sino del apagado de sus núcleos. La
Impertérrita
, la Cumplidora y la Desmesurada se encontraban a tan solo dos minutos luz de distancia; no obstante, aunque tenían suficientes reservas de células de combustible, las tres habían sufrido averías de diversa consideración durante los últimos enfrentamientos con el enemigo.
En ese instante apareció una nueva alarma. Geary miró el símbolo que parpadeaba en su visualizador.
—Naves aliadas en el punto de salto desde Atalia. Acabamos de detectar la luz que muestra la llegada del destacamento especial
Ilustre
. —Miró de nuevo a los síndicos, a la espera de su reacción.
Los enemigos viraron ligeramente a estribor y a continuación aceleraron, dejando atrás algunas naves inutilizadas para que sus tripulantes pudieran desocuparlas en las cápsulas de escape.
—Han visto las naves que acompañan a la
Ilustre
, pero no han evaluado lo dañadas que están. Solo se han fijado en que están llegando más acorazados y cruceros de batalla enemigos; nos han visto detrás de ellos, con aspecto de estar preparados para machacarlos otra vez y posicionados entre ellos y la puerta hipernética, y han decidido huir.
Geary, que no daba crédito, siguió atento al visualizador para comprobar si decidían volver, pero continuaban alejándose tan rápido como podían. Siete acorazados y dos cruceros de batalla síndicos, junto con los escoltas que les quedaban, avanzaban como una exhalación rumbo al punto de salto hacia Atalia.
—El Décimo Escuadrón de Cruceros Ligeros y el Tercer Escuadrón de Destructores informan de que sus naves están a punto de agotar todas sus células de combustible. El crucero pesado Almófar informa de que ha consumido todo su combustible.
Desjani empezó a carcajearse y Geary la miró asombrado.
La capitana señalaba el nivel de las reservas de células de combustible de su nave, que oscilaba entre el uno y el dos por ciento. De pronto, dejó de reírse e hizo ademán de abalanzarse sobre Geary, aunque finalmente se contuvo y cerró un puño, con el que lo golpeó afectuosamente en el hombro.
—¡Lo ha conseguido! ¡Por la gracia de las estrellas del firmamento, lo ha conseguido!
—Lo hemos conseguido —matizó Geary, y se frotó el hombro sintiendo también el impulso de romper a reír con incredulidad—. Lo hemos logrado entre todos. —En ese momento fue consciente de los gritos de alegría que resonaban por todo el casco del
Intrépido
. La tripulación estaba celebrando la victoria.
Por un instante, Geary volvió a recordar los últimos momentos de la
Merlón
. No pudo salvar su crucero pesado ni consiguió llevar a casa a su tripulación. No le importaba lo que nadie dijera sobre la batalla de Grendel, que tuvo lugar hacía demasiado tiempo para los demás y demasiado poco para él, porque siempre sentiría que aquel día fracasó. Le falló a su nave y les falló a sus hombres. Pero esta vez no.
—¿Señor? —preguntó Desjani, que seguía sonriendo aunque ahora lo miraba un tanto perpleja—. ¿Ocurre algo?
Geary le devolvió la sonrisa.
—No, Tanya. Es solo que me he acordado de algo. —De alguna manera, sabía que aunque el recuerdo de la caída de la
Merlón
siguiera visitándolo, nunca le causaría el mismo dolor que antes.
—Capitana —dijo la consultora de operaciones—, tres transportes rápidos están remolcando varias plataformas de construcción hacia la puerta hipernética.
Desjani recuperó la compostura y respiró hondo.
—El sistema de seguridad de la capitana Crésida. Van a proceder a su instalación. Que sus ancestros la reciban con los honores que merece, Jaylen. Salude a Roge de mi parte.
—¿Su marido? —preguntó Geary intentando mantener la firmeza de su voz. La tensión y las emociones vividas durante los últimos minutos, las buenas y las malas, resultaban abrumadoras.
—Sí. Desde que Roge murió, Crésida siempre estuvo segura de que la estaría esperando. —Desjani se frotó un ojo con un movimiento breve de la mano y se dirigió a su equipo de consultores—. Establezcan las medidas de ahorro máximo de energía hasta que tengamos más células de combustible a bordo.
Geary recordó que todavía quedaban algunas tareas críticas por concluir y pulsó algunos mandos.
—A todas las unidades de la flota de la Alianza. Reduzcan la velocidad todo lo posible sin que el nivel de combustible baje del uno por ciento. —Enseguida abrió otro canal—. A todos los miembros de la Alianza que se encuentren en el sistema estelar Varandal. Les habla el capitán John Geary, oficial al mando de la flota de la Alianza en funciones. Nuestras naves apenas conservan células de combustible. Algunas unidades ya se han visto obligadas a apagar su núcleo energético. Solicito a todos los miembros disponibles que proporcionen células de combustible a las naves de la flota con carácter prioritario. Por el honor de nuestros ancestros. Geary, cambio y corto.
A continuación emitió otro mensaje.
—
Impertérrita
, siga a los síndicos con su destacamento especial. —Con la ventaja que los síndicos le llevaban, la
Impertérrita
ya no los alcanzaría, aunque no estaría de más presionarlos un poco.
Y, seguidamente, transmitió el último comunicado.
—Capitán Badaya, los síndicos huyen hacia el punto de salto de Atalia. Es posible que intenten barrerlos de camino a la salida. Eviten entrar en combate con ellos. Los alcanzaremos más adelante, y ese día quiero que la flota cuente con el apoyo de sus naves.
Rione, que había permanecido inmóvil en su asiento con la mirada perdida al frente, se libró por fin de su aturdimiento y miró a Geary como si no terminase de dar crédito a lo que estaba viendo.
—Enhorabuena. La lucha no ha terminado, pero usted ya ha hecho lo imposible.
La guerra seguía su curso, pero la flota perdida estaba en casa.
Geary, de nuevo en su camarote, observaba el visualizador; estaba enfocado en Varandal, donde el enjambre de naves de la flota orbitaba alrededor de la estrella. Por primera vez desde que asumiera el mando de la flota, esta se hallaba en territorio aliado, sin un enemigo cercano que pretendiese aniquilarla. Los planetas, las ciudades y las instalaciones que veía ofrecerían su ayuda a la flota en lugar de intentar destruirla.
Las cosas habían cambiado mucho en las últimas veinticuatro horas. Hacía dos horas que los síndicos, que continuaban huyendo a toda prisa como si los persiguiera un agujero negro, habían saltado fuera de Varandal. Mientras el enemigo huía, una multitud de naves espaciales de todo tipo, que habían recibido la petición de ayuda de Geary, aparecieron procedentes de los distintos mundos, colonias e instalaciones orbitales de Varandal para facilitarles todas las células de combustible que podían transportar. Ahora ninguna de las unidades de la flota corría peligro de quedarse sin energía, y las que ya se habían detenido podían continuar la marcha de nuevo. Los buques de guerra que tenían las averías más graves empezaban a llegar a los inmensos astilleros espaciales e instalaciones de reparación de los que Varandal podía presumir.
Geary sintió una profunda tristeza por los buques y tripulantes que habían caído en el umbral de casa. Aunque habían sido destruidas más naves aparte de la
Furiosa
, esta era la pérdida que más lamentaba. Los cruceros pesados Kaidate y Gavilán recibieron demasiados daños como para que los pudiesen rescatar; los cruceros ligeros Estocade, Desarmadora y Caballero saltaron en pedazos durante las pasadas ofensivas de los cruceros de batalla contra los síndicos; y los destructores Serpentina, Basilisco, Bowie, Guion y Sten quedaron hechos trizas o bien estallaron en algún momento del combate. Estas eran tan solo las naves que formaban parte de la flota, pero había que contar también las que cayeron durante las batallas defensivas de Varandal y junto a la
Impertérrita
. Tampoco estaban incluidos los tripulantes que fallecieron o resultaron heridos en las naves que «solo» sufrieron daños durante los combates. Muchas otras naves se hubiesen salvado de haber quedado inutilizadas en territorio aliado.