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Authors: Andrés Ibáñez

Tags: #Fantasía, Relato

La música del mundo (57 page)

MISTERIOS, 1

Zoé se había cansado de llorar por el daño terrible que le había causado a Otón, un ser tan indefenso y débil, al abandonarle en medio de una relación que no significaba mucho para ella y que para él era casi la vida… llorar una hora escondida en un rincón, en medio de una fiesta apoteósica, llorar hasta tener los ojos hinchados, todo el maquillaje corrido, había algo muy tierno y romántico en todo aquello, en cierto modo gracias a aquellas lágrimas se sentía redimida… el resto de la noche la invadieron la tristeza y la soledad, no era una sensación en absoluto desagradable… redimida, ya que Otón estaba solo en medio de un jardín habitado por plantas parásitas y calabazas podridas abiertas al sol, y ella era joven, hermosa, inteligente, la vida le sonreía, no había nada que no pudiera hacer, apenas había empezado… algo más tarde, esa misma noche, cuando los salones de la embajada de Estonia comenzaron a vaciarse y Jaime propuso que continuaran la fiesta en su casa, decidió unirse al grupo para poder disfrutar todavía un poco más de aquella amarga sensación en la boca, de aquel vacío en el corazón…

del pequeño grupo que salió de la embajada, sólo Block y Zoé, además de Jaime y Estrella, llegaron a subir los nueve pisos de escaleras, hazaña más que considerable teniendo en cuenta la hora de la mañana, el nivel de intoxicación de los libertinos… se dejaron caer en la alfombra, pusieron música, encendieron dos velas rojas, abrieron una de las botellas de champán robadas en la embajada… nadie tenía mucho que decir, entonces Jaime tuvo la brillante idea de continuar la reunión con los pijamas puestos y metidos en la cama junto con la última botella de champán, una caja de galletas de chocolate y un montón de cómics… era una idea tan absurda que tuvo un éxito inmediato; Block se puso un pijama de Jaime, Zoé un camisón de Estrella, y los cuatro entraron en la enorme y ondulante cama de Jaime y Estrella… leyeron historias del Gato Félix en voz alta, y luego indagaron los tomos de Guido Crepax, las mansiones infernales de Valentina, donde un astronauta aparecía entre las cañas resecas de un jardín y una duquesa rusa azotaba con una fusta a bellas jóvenes indefensas, y al notar que el hechizo de las bellas y extrañas historias les hacía quedar en silencio y ponerse a leer, Jaime sustituyó a Crepax por Spirit, que también permitía las impersonaciones, pero cuando abrieron los pesados tomos de Flash Gordon, y sus ojos se perdieron en las verdes arboledas de Mongo, de nuevo quedaron en silencio, y mil veces Dale Arlen era raptada, encadenada, o se desmayaba de terror o pendía del borde de un abismo, y ellos contemplaban los coloreados relámpagos y las naves espaciales que se deslizaban entre flores gigantes y las escenas de heroísmo, saltando o volando sobre las llamas con la ligera muchacha en los brazos, con una especie de misteriosa fascinación, ya que todo el aire estaba lleno con el fantasma del amor, y también ellos saltaban sobre las llamas y caminaban y conversaban entre las flores que les hacían invisibles por las avenidas del Planeta del Amor, mientras las rojas naves enemigas giraban inútilmente en el tramado cielo de tinta de la noche…

—he bebido demasiado, dijo Zoé… estoy mareada

—¿te sientes mal? dijo Block

a lo mejor, pensó, algo más tarde, podría intentar besarla

—mareada, dijo ella… tengo que hacer un esfuerzo para que las cosas no den vueltas

—no te sienta bien estar tumbada, dijo Jaime… ven, dijo incorporándose y caminando sobre las piernas de los otros, saltando al suelo… ¿por qué no vemos fotos de los viejos tiempos? el otro día me encontré con una caja de zapatos llena… son muy divertidas

—Jaime y Zoé fueron juntos al instituto, dijo Estrella

—fuimos novios, dijo Jaime tímidamente…

salieron de la habitación, Zoé se agarró a la puerta al salir, y luego al brazo de Jaime

Block y Estrella se miraron… suspiraron, los dos al mismo tiempo… se sentían violentos… Block sintió un calor que le llenaba las mejillas, y entonces vio que Estrella apartaba los ojos y se ruborizaba también… ella lo sabía, pensó agitadamente, ella lo sabía todo… se miraron, ella rio y negó con la cabeza —lo cual podía significar casi cualquier cosa… pero ella lo sabía, y eso hacía las cosas mucho más fáciles, en cierto sentido también mucho más difíciles…

—¿te acuerdas…? comenzó Block… ¿en el parque Servadac, el día que tú y yo nos conocimos? cuando escapamos de los caníbales, subiendo colina arriba… y luego nos dejamos caer sobre la espuma de pino, nos dormimos…

—sí

—ahí comenzó todo, dijo Block, mirándola a los ojos, y sabiendo que la estaba mirando con una intensidad excesiva…

—¿qué es lo que comenzó? se sintió ella obligada a preguntar

—yo lo sé, tú lo sabes, dijo Block… yo soñé con la Pagoda de Posibles… tú eras la esposa de los sabios, y te tendías a dormir entre los crisantemos del jardín… yo era un bonzo vagabundo, entraba allí por casualidad, quizá para refugiarme de la lluvia… yo lo sé, tú lo sabes…

hundió la mano entre los cabellos de Estrella, hasta su nuca ardiente y tensa

ella le miró como con incredulidad, luego negó con la cabeza, muy despacio, pero los músculos de su cuello se aflojaron, y Block se inclinó sobre sus labios y los besó, y se apartó para mirarla a los ojos, y volvió a besarla…

—Block, ¿por qué me estás besando? dijo ella riendo

—pasa la noche conmigo, dijo Block… sólo hoy, sólo esta noche

Estrella le besó con los labios entreabiertos, se abandonó a sus labios

—Block, dijo en un murmullo

—sólo una noche, dijo Block besando los largos músculos de su cuello, rodeando con la mano uno de sus senos, más suave que la lluvia…

—¿te das cuenta de lo que me estás pidiendo?, dijo ella poniendo la mano sobre la mano de él

—lo siento, dijo Block… me parece que no he podido resistir más tiempo sin decírtelo

—que quieres dormir conmigo

—que estoy enamorado de ti, dijo Block… pero al fin y al cabo tú ya lo sabías…

—no, yo no sabía nada, dijo ella acariciándole la mejilla…

—cuando nos hemos quedado solos, dijo Block, tú te has ruborizado

—ah ¿sí?

—si no te hubieras ruborizado no habría pasado nada, dijo Block hundiendo la mano en el camisón de Estrella, tenue como una medusa, y rozando con las yemas de los dedos sus pezones erizados…

—me he ruborizado porque tú te has ruborizado, dijo Estrella cerrando los ojos y abandonándose a las caricias de Block… me he ruborizado cuando me he dado cuenta de que te sentías violento de estar conmigo… Block, ¿te das cuenta de que la puerta está abierta y que Jaime y Zoé están en la otra habitación?

—sí, dijo Block

—Block, pueden entrar en cualquier momento, dijo Estrella en un murmullo

—lo sé, dijo Block haciendo deslizarse los tirantes del camisón de Estrella sobre sus hombros morenos y dejando al descubierto sus senos pálidos y jóvenes… ella sacó los brazos de los tirantes del camisón, mirándole con ojos tristes, como la reina del país de brumas… entonces le pareció a Block que veía a su amiga por primera vez… al verla frente a él con el pecho desnudo se dio cuenta Block de que su amiga era en realidad una mujer… comprendió, como en un éxtasis, que ella era una persona, que estaba viva, y que ella no era él, que el cuerpo de ella era un cuerpo distinto al de él, y que ella tenía una vida que sólo le pertenecía a ella, del mismo modo que él tenía una vida que sólo le pertenecía a él… se inclinó para besar sus senos y ella se hundió entre las sábanas, y Block se hundió con ella, y era como si de pronto hubieran descendido a las profundidades del mar… Block besó los senos de Estrella, besó su cuello perfumado, mordió su nuca húmeda, y ella se cimbreaba con la suavidad de un delfín entre las olas, y luego se arqueó graciosamente cuando Block siguió tirando de su camisón hacia abajo, pasándolo por debajo de sus caderas y luego deslizándolo a lo largo de sus esbeltas piernas onduladas… Block acarició su vientre, suave como un pétalo de seda; luego sus dedos se hundieron por debajo del elástico y alcanzaron la herbosa prominencia del monte de Venus, los florales pliegues de la vulva, la abertura húmeda y ardiente, y durante unos instantes ella recibió las delicadas y desesperadas caricias de Block gimiendo como un animal moribundo, las piernas separadas y moviéndose como las alas de una mariposa, hasta que en un movimiento convulsivo y aparentemente independiente de su voluntad cerró los muslos con fuerza alrededor de la mano de Block y le obligó a retirarse…

—no podemos, dijo Estrella con un jadeo… Block, no podemos seguir

Block tomó una de sus manos y la puso suavemente sobre la tensión de la tela de su pijama; ella retiró la mano al instante como si hubiera tocado un hierro ardiendo…

—¡no, Block! dijo como una niña asustada… luego agarró el camisón y saltó de la cama con la gracilidad de una ninfa… corrió hasta el otro extremo de la habitación y se puso el camisón levantando los brazos y dejándolo deslizarse sobre su cuerpo; luego se acercó a la luna del armario y comenzó a arreglarse el pelo con ambas manos…

—lo siento, dijo Block cerrando un puño y apoyándolo sobre su frente… me gustaría poder decir que esto no ha pasado… si no fuera porque…

—¿si no fuera porque…?

—si no fuera porque ha pasado

—sí, dijo ella todavía respirando con fuerza… ha pasado, claro que ha pasado, Block

él la llamó con un gesto, mirándola a través del espejo del armario

—no, dijo Estrella con una risa nerviosa, me parece que es mejor que no me acerque a esa cama…

—Estrella, dijo Block incorporándose entre las sábanas revueltas… hagamos que esto no haya pasado nunca… olvidémoslo completamente…

—eso es imposible, Block… tú sabes que eso es imposible

—¿por qué no podemos burlarnos del tiempo una vez más? dijo Block poseído por la angustia… ¿por qué no podemos saltar, simplemente, a otra dimensión…? lo hemos hecho tantas veces…

—eso ya no es posible, dijo Estrella acercándose a la cama… querido Block, eso ya no es posible

—Estrella, tú y yo sabemos que el tiempo no existe…

—ahora sí existe, dijo Estrella… a lo mejor hemos sido muy ingenuos al creer que podíamos librarnos de lo que nadie se libra… a lo mejor hemos actuado con descuido, y en un instante y casi sin darnos cuenta hemos perdido nuestra libertad y nuestro sueño… o a lo mejor es todo lo contrario, Block, a lo mejor todo esto tenía que suceder para que despertáramos del sueño…

—no quiero dejar de verte, dijo Block… no quiero que me odies… no quiero que se termine nuestra amistad

—yo no te odio, dijo Estrella… no seas melodramático…

—no me odias ahora, dijo Block… ahora todo es hermoso, nos corre la sangre por las venas… estamos asustados, nos sentimos generosos, aturdidos… hemos bebido demasiado, es la última noche del año… pero cuando pase algo de tiempo comenzarás a odiarme…

—¿por qué dices eso, Block? ¿por qué iba a odiarte yo? tú no has hecho nada para hacer que yo te odie…

—a lo mejor no es odio, dijo Block… tú no eres capaz de odiar… pero nos separaremos, Estrella… ya no querrás verme más… será como un veneno lento… será el veneno del tiempo…

—¿por qué? ¿por qué, por qué?

—porque tú también estás enamorada de mí, Estrella…

—lo que dices no tiene ningún sentido

—¿te parece que no tiene sentido? dijo Block… y sin embargo lo tiene

—Block, yo no estoy enamorada de ti

—a lo mejor tú crees que no, dijo Block… yo podría dudarlo, pero mi cuerpo lo sabe, y tu cuerpo lo sabe también…

sonó el timbre de la puerta… los dos quedaron en silencio, esperando, escuchando las voces de la otra habitación

—¿quién es? dijo Estrella… ¿quién ha venido?

—es Montoliu, dijo Block, escuchando

—¿Montoliu?

cuando salieron, todavía vestidos con los pijamas, se encontraron a Montoliu sentado en el sofá, jadeante después de subir nueve pisos de escaleras… les saludó levantando una mano… si le extrañó en algo el verles aparecer así, no lo demostró en absoluto

—¿cuándo vas a cambiarte a una casa con ascensor? le dijo a Jaime

—¿estás bien? preguntó Jaime

—estoy sin aliento, y bastante borracho, dijo Montoliu… pero por lo demás estoy bien… son horas un poco intempestivas, añadió, pero me imaginaba que estaríais levantados

—esto es una fiesta, dijo Jaime

Montoliu intentó incorporarse en el sofá… tenía los ojos vidriosos, su gesto era solemne, casi demasiado solemne

—sois vosotros los únicos a los que puedo deciros esto, dijo… no hay otros, ésa es la verdad… cuando me he dado cuenta de esto, que sois los únicos a los que puedo contárselo, y que no hay otros, entonces he venido

—¿contarnos? dijo Jaime, ¿contarnos qué?

—es una gran sorpresa… ¿no os gustan las sorpresas?… la solución del misterio, dijo Montoliu, por fin… la solución del misterio… lo más rápido será coger un taxi

—¿un taxi? ¿por qué no pruebas a contárnoslo, simplemente?

—no, dijo Montoliu… ésa es la condición… no puedo «contar» nada, pero estoy deseando poneros enfrente de los hechos… es muy tarde, es verdad, lo sé, pero… estoy harto de
El lago Ariadna
, dijo, a veces me siento como si hubiera empezado a entrar en la irrealidad… por eso quiero desenmascararme…

—no sabía que fuera un «misterio», dijo Jaime

—lo hay, dijo Montoliu

había recuperado el aliento, y ahora parecía más tranquilo… Zoé desapareció en el dormitorio y volvió vestida al cabo de unos minutos

—la solución del enigma, repitió Montoliu… comprenderé perfectamente que no queráis salir de casa a estas horas y con este frío…

Jaime había abierto la guía de teléfonos y llamaba a un taxi

—yo voy, les dijo a los otros… yo voy, Agustín

—vamos todos, dijo Estrella estrechando el brazo de Block… vamos a vestirnos

—gracias, murmuró Montoliu cuando nadie estaba escuchando… luego repitió en voz casi inaudible, gracias

Zoé se peinaba en el espejo del baño —¿puedes pedirme a mí otro taxi? dijo, mirando a Jaime en el espejo

él asintió

MISTERIOS

—adónde vamos, preguntó Jaime cuando entraban en el taxi; Montoliu se sentó al lado del conductor, y ellos tres detrás, Estrella en medio de los dos

—al camping, dijo Montoliu… dónde si no… coja la carretera de Bolante, le dijo al conductor, yo le indicaré…

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