La Palabra (102 page)

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Authors: Irving Wallace

—Te oigo, hombre. ¡Trato hecho! ¡Vaya regalo de Navidad!

—Para mí también lo es, Jim —dijo Randall suavemente—. Nos veremos en las barricadas.

Cuando se volvió hacia Wanda y le tomó la maleta de las manos, vio que ella tenía las mejillas húmedas y el rostro resplandeciente.

—¡Oh, Steven, Steven…! —dijo ella, sofocándose.

La acompañó a bajar la escalera y a tomar el taxi. Cuando el automóvil iba a arrancar, Wanda bajó la ventanilla trasera y asomó la cabeza.

—Quería decirte que me agradan tus dos chicas, jefe. Me gustan mucho. Una quiniela ganadora, sin duda. Apuéstale. Están en el patio haciendo un muñeco de nieve. Feliz Año Nuevo, jefe.

El taxi aceleró y desapareció velozmente.

Randall se volvió hacia la casa y consideró entrar, pero había tiempo suficiente para eso.

Todavía le quedaba un asunto pendiente, el último, y estaba en el patio.

Caminó lentamente a un lado de la casa, sacudiéndose de las mejillas los suaves copos de nieve.

Sabía que por fin había dado con la respuesta a la clásica pregunta de Pilatos que le había obsesionado desde el verano.

«¿Qué es la verdad?», era la pregunta de Pilatos.

Randall había pensado que era una pregunta para la cual no había respuesta. Ahora sabía que había estado equivocado. Sí había respuesta.

Disfrutando de la nieve que se le derretía en el rostro, murmuró la respuesta para sus adentros: «la verdad es el amor».

Y para amar, uno debe creer: en sí mismo, en los demás, en el subyacente propósito de todo lo que está vivo y en el plan que hay detrás de la existencia misma.

«Ésa es la verdad», se dijo a sí mismo.

Llegó al espacio nevado que había en la parte trasera de la casa, sintiéndose por primera vez como su padre siempre había querido que se sintiera, en paz, sin temor, y no solitario.

Frente a él se alzaba el enorme y gracioso muñeco de nieve, y su hija se estiraba para acomodarle en su lugar la bolita de nieve que tenía por nariz.

—Hola, Judy.

Ella se volvió a medias y lo saludó alegremente con una mano.

—Hola, papá —y siguió jugando.

Después vio asomarse detrás de la gigantesca figura de nieve a la otra muchacha, que llevaba una vistosa gorrita de esquiar sobre el cabello negro y que estaba muy ocupada en darle al muñeco una forma humana.

—Hola, Ángela —le gritó—. Te amo, ¿sabes?

Ella comenzó a correr hacia él, abriéndose paso entre la nieve.

—Querido —le contestó—, ¡amor mío!

Y por fin llegó a sus brazos, y él supo entonces que nunca la dejaría ir.

NOTAS

1) La palabra se asemeja al vulgarismo norteamericano
Fucking
, utilizado para denotar el acto sexual. (
N. del T
.)
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