Las aventuras de Tom Bombadil y algunos poemas del Libro Rojo

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Authors: J.R.R. Tolkien

Tags: #fantástico, poesía

 

La única obra de Tolkien inédita en castellano. Una obra que hará las delicias de los amantes de la Tierra Media.

Tom Bombadil es bajito y de rostro rubicundo, alegre y despreocupado, de buen corazón pero indiferente hacia los problemas del mundo exterior. Es señor del Bosque Viejo, donde tiene un poder absoluto. Este espléndido y divertido poema nos ofrece acompañarle en sus aventuras y descubrir una nueva vertiente del talento del maestro de la fantasía de todos los tiempos.

J.R.R. Tolkien

Las aventuras de Tom Bombadil

Y otros poemas del Libro Rojo

ePUB v1.0

fjpalacios
24.03.12

Título original:
The Adventures of Tom Bombadil and other verses from The Red Book
.

Traductores: Alejandro González y Alejandro Murgía, de Ediciones Minotauro.

© J.R.R. Tolkien, 1962.

Prefacio

El Libro Rojo contiene un gran número de versos. Unos pocos se incluyen en la narrativa de La Caída del Señor de los Anillos, o en las historias y crónicas anexas; muchos otros se encuentran en páginas sueltas, mientras que algunos están escritos descuidadamente en márgenes y espacios en blanco. De estos últimos, muchos son auténticos disparates, rimas sin sentido, a menudo ininteligibles, incluso cuando pueden leerse, o son fragmentos semi-recordados. De estos marginalia se han extraído los Nos. 4, 11 y 13; aunque un mejor ejemplo de su carácter general sea el garabato en la página que recoge el poema de Bilbo «Cuando el invierno empieza a morder»:

El viento hacía girar una veleta

No podía mantener la cola quieta

La escarcha mordió al gallo que buscaba

Ni un simple caracol encontraba.

«Es triste mi condición», dijo el gallo,

Y «Todo es en vano», replicó la veleta;

Y dieron comienzo a su lamento.

La selección que aquí se presenta se ha extraído de las obras más antiguas, que se refieren principalmente a las leyendas y gestas de la Comarca a finales de la Tercera Edad, y que parecen haber sido compuestas por Hobbits, especialmente por Bilbo y sus amigos, o por sus descendientes. La autoría, sin embargo, rara vez se especifica. La narración es obra de varios manos, y fue escrita probablemente a partir de tradiciones orales.

En el Libro Rojo se cuenta que el Nº 5 fue escrito por Bilbo y el Nº 7 por Sam Gamyi. El Nº 8 está marcado «SG», una imputación que debe ser aceptada. El Nº 12 también lleva la indicación «SG», aunque tal vez Sam solo haya revisado una antigua pieza del bestiario cómico, que los Hobbits parecían adorar. En El Señor de los Anillos Sam afirma que el Nº 10 era tradicional en la Comarca.

El Nº 3 es un ejemplo de otro tipo que parece haber entusiasmado a los Hobbits: una rima o historia que vuelve a su propio principio, de modo que puede ser recitada hasta que los oyentes digan basta. Algunos ejemplares se encuentran en el Libro Rojo, pero los otros son simples y bastos. El Nº 3 es el más largo y el más elaborado, y evidentemente fue hecho por Bilbo. Resulta evidente por su relación con el largo poema recitado por Bilbo, como su propia composición, en la Casa de Elrond. Originalmente una «rima sin sentido», en la versión de Rivendel se adapta, quizás de forma incongruente, a las leyendas Alto-élficas y Númenóreanas de Eärendil. Tal vez porque Bilbo había inventado la métrica, y estaba orgulloso de ella. No aparece en otras obras del Libro Rojo. La forma antigua, que aquí se presenta, pertenece sin duda a días anteriores, poco después de que Bilbo retornara de su viaje. Aunque la influencia de la tradición élfica puede verse claramente, no se trata de forma seria, y los nombres usados (Derrilyn, Thelamie, Belmarie, Aerie) son meras invenciones al estilo élfico, pero no son élficos en absoluto.

La influencia de los acontecimientos de finales de la Tercera Edad, y la ampliación de los horizontes de la Comarca gracias al contacto con Rivendel y Gondor, puede verse en otras piezas. El Nº 6, aunque aquí se sitúa al lado de la rima de Bilbo El Hombre de la Luna, y el último poema, Nº 16, tiene su origen en Gondor, sin duda. Están evidentemente basadas en las tradiciones de los Hombres, que vivían en tierras costeras y en las orillas de los ríos que desembocaban en el Mar. El Nº 6 menciona de hecho a Belfalas y a la Torre de Guardia de Dol Amroth, Tirith Aear. El Nº 16 menciona los siete ríos
[1]
del Reino del Sur que fluían hacia el Mar, y usa el nombre Gondoriano, de forma alto-élfica, Fíriel, mujer mortal.
[2]
En Langstrand y Dol Amroth existían muchas tradiciones de los antiguos asentamientos élficos, y de los Puertos en la boca del Morthond donde los «Buques del Oeste» zarpaban, desde la Caída de Eregion en la Segunda Edad. Estos dos poemas, por lo tanto, son sólo recreaciones de material del sur, aunque pudo haber llegado a Bilbo desde Rivendel. El Nº 14 también surge del conocimiento élfico y númenóreano, y se refiere a los heroicos días de finales de la Primera Edad; parece contener un eco del cuento númenóreano de Túrin y Mîm el Enano.

Los Nos. 1 y 2, evidentemente provienen de Los Gamos. Muestran más conocimiento de esa tierra, y del Valle del Tornasauce,
[3]
de la que podría esperarse de cualquier Hobbit al oeste de Marjala. También muestra que los gamunos conocían a Bombadil,
[4]
aunque, sin dudarlo, comprendían tan poco de sus poderes, como las gentes del resto de la Comarca comprendían los de Gandalf: ambos eran considerados personas benévolas, misteriosos quizá, pero de ningún modo cómicos. El Nº 1 es el más antiguo y está compuesto de versiones hobbit de varias leyendas concernientes a Bombadil. El Nº 2 usa tradiciones similares, aunque la socarronería de Bombadil se convierte aquí en bromas acerca de sus amigos, que disfrutan con ellas (y quizá también las temen); pero probablemente fue compuesto mucho más tarde y después de la visita de Frodo y sus compañeros a la Casa de Bombadil.

Los versos, de origen hobbit, que aquí se presentan tienen dos características en común. Están llenos de palabras extrañas, y de trucos de rima y métrica (en su simplicidad, los Hobbits evidentemente consideraban estas cosas extraordinarias, aunque en realidad eran, sin duda, meras imitaciones de prácticas élficas). También son, por lo menos superficialmente, ligeras y frívolas, aunque a menudo puede sospecharse que hay más de lo que se oye. El Nº 15, ciertamente de origen hobbit, es una excepción. Es la penúltima pieza y pertenece a la Cuarta Edad; pero se incluye aquí porque una mano escribió al comienzo: El Sueño de Frodo. Esto es muy notable y, aunque es altamente improbable que el mismo Frodo lo haya escrito, el título muestra que está asociado con los sueños oscuros y desesperados que le asaltaron en los meses de marzo y octubre durante sus últimos tres años en la Comarca. Pero hubo ciertamente otras tradiciones relativas a los Hobbits que sucumbieron a la «Locura viajera» y que, si alguna vez volvieron, fueron en adelante extraños y poco comunicativos. El concepto del Mar siempre estaba presente en el fondo de la imaginación hobbit; pero el temor que despertaba y la desconfianza acerca de la tradición élfica eran las actitudes predominantes en la Comarca a finales de la Tercera Edad, y no desaparecieron del todo con los acontecimientos y cambios con los que esa Edad terminó.

I
Las aventuras de Tom Bombadil

El viejo Tom Bombadil era un alegre sujeto;

De chaqueta azul brillante y botas amarillas;

Llevaba en su alto sombrero una pluma de ala de cisne.

Vivía bajo la colina, donde el Tornasauce

Corría desde su fuente herbosa hasta la cañada.

El viejo Tom en verano caminaba por los prados

Recogiendo ranúnculos, persiguiendo a las sombras,

Cosquilleando a las abejas que zumbaban entre las flores,

Sentándose junto al agua durante horas y horas.

Allí su barba se balanceaba hasta tocar el agua:

Llegó Baya de Oro, hija de la Dama del Río;

Tiró del cabello colgante de Tom. Y él cayó revolcándose

Bajo los lirios de agua, resoplando y tragando agua.

«¡Eh, Tom Bombadil! ¿A donde vas?»

Dijo la hermosa Baya de Oro. ¡Estás soplando burbujas,

Asustando a los peces aletados y a las pardas ratas de agua,

Espantando a los somormujos, anegando tu sombrero emplumado!

«¡Tráelo aquí de nuevo, hermosa doncella!»

Dijo Tom Bombadil. No me importa vadear.

¡Ve abajo! ¡Duerme de nuevo, donde los charcos son oscuros,

Lejos bajo las raíces de los sauces, pequeña dama de agua!

De vuelta a casa de su madre en la profunda caverna

Nadó la joven Baya de Oro. Pero Tom no la siguió;

Se sentó en nudosas raíces de sauce, bajo el sol,

Secando sus botas amarillas y su ensuciada pluma.

Se despertó entonces el Hombre Sauce, empezó su canto,

Cantó y Tom se durmió pronto bajo las oscilantes ramas;

En una hendidura lo atrapó con fuerza; ¡clack! Se cerró,

Y atrapó a Tom Bombadil, chaqueta, sombrero y pluma.

«¡Ja, Tom Bombadil! ¿En qué estabas pensando,

Husmeando en mi árbol, observando como bebo

en mi profunda casa de madera, cosquilleándome con tu pluma,

Salpicando mi cara como la lluvia?»

«¡Déjame salir, Viejo Hombre Sauce!

Estoy bien tieso aquí, no son buena almohada

Tus raíces duras y torcidas. ¡Bebe el agua del río!

¡Vuelve a dormir de nuevo, como la Hija del Río!»

El Hombre Sauce lo dejó libre cuando oyó sus palabras;

Cerró enseguida su casa de madera, refunfuñando y crujiendo,

Susurrando dentro de su árbol. Fuera de la cañada del sauce

Fue Tom caminando junto al Tornasauce.

Bajo los aleros del bosque se sentó mientras escuchaba:

En las ramas, los pájaros sibilantes gorjeaban y silbaban.

Las mariposas se estremecían y temblaban sobre su cabeza,

Hasta que llegaron nubes grises, y el Sol se hundió.

Tom se apresuró entonces. La lluvia empezó a caer,

Anillos circulares se esparcían en el fluyente río;

Sopló un viento, las agitadas hojas dejaron caer frías gotas;

El Viejo Tom se deslizó en un acogedor agujero.

Salió el Tejón, con su nevada frente

Y sus oscuros ojos parpadeantes. En la colina excavaba

Con su mujer y sus muchos hijos. Por la chaqueta le agarraron,

Bajo tierra le arrastraron, le llevaron a sus túneles.

Dentro de su casa secreta, se sentaron murmurando:

«¡Eh, Tom Bombadil!, ¿de donde has salido revolcándote,

Quebrando la puerta? Los Tejones te han atrapado.

¡Nunca encontrarás el camino por el que has entrado!»

«Ahora, viejo Tejón, ¿oyes lo que digo?

¡Enséñame la salida ahora mismo! Debo salir a caminar.

Llévame a tu puerta trasera, bajo las eglantinas;

¡Luego limpia tus sucias zarpas, enjuaga tus narices llenas de tierra!

Vuelve a dormir de nuevo en tu lecho de paja,

¡Cómo la Bella Baya de Oro y el Viejo Hombre Sauce!»

Entonces los tejones dijeron: «¡Discúlpanos!»

Mostraron a Tom la salida de su espinoso jardín,

Volvieron y se ocultaron, agitándose y temblando,

Bloquearon sus puertas, cubriéndolas con tierra.

La lluvia pasó. El cielo se aclaró, y en la noche de verano

el Viejo Tom Bombadil reía mientras volvía a casa,

Desatrancó su puerta de nuevo, y abrió una contraventana.

En la cocina las polillas empezaron a revolotear;

A través de la ventana Tom vio a las nacientes estrellas titilar,

Y a la delgada luna nueva descender hacia el oeste.

La oscuridad cayó sobre la colina. Tom encendió una vela;

Se oyeron crujidos en la escalera, giró el tirador de la puerta.

«¡Huu, Tom Bombadil! ¡Mira lo que te trae la noche!

Estoy aquí, tras la puerta. ¡Por fin te he atrapado!

Olvidaste al Tumulario del viejo montículo

Allá en la cima de la colina, en el círculo de piedras.

Es libre de nuevo. Bajo tierra te llevará.

¡Pobre Tom Bombadil, pálido y frío te tornará!»

«¡Fuera! ¡Cierra la puerta y no vuelvas nunca!

¡Llévate tus centelleantes ojos, tu risa hueca!

Vuelve al montículo herboso, en tu lecho de piedra

tiende tu cabeza huesuda, como el Viejo Hombre Sauce,

Como la joven Baya de Oro, y los Tejones en su madriguera.

¡Vuelve al oro enterrado y a la tristeza olvidada!»

Huyó el Tumulario saltando por la ventana,

A través del patio, sobre la tapia como una sombra barrida,

Lamentándose volvió a la colina, al inclinado círculo de piedras,

Bajo el montículo solitario, agitando sus anillos de hueso.

El Viejo Tom Bombadil yació sobre su almohada

Más dulce que Baya de Oro, más tranquilo que el Sauce,

Más abrigado que los Tejones o que los Tumularios;

Durmió como un tronco, roncó como un fuelle.

Se despertó con la luz de la mañana, silbó como un estornino,

Cantó, «¡Ven, derry-dol, alegre-dol, querida!»

Palmeó su abollado sombrero, botas, chaqueta y pluma;

Abrió la ventana al clima soleado.

El sabio Viejo Bombadil era un sujeto cauteloso;

De chaqueta azul brillante y botas amarillas.

Nadie atrapó nunca al Viejo Tom en las colinas o en la cañada,

Andando por los senderos del bosque, o junto al Tornasauce,

O en los estanques de lirios, en un bote sobre el agua.

Pero un día Tom fue y capturó a la Hija del Río,

Con su vestido verde, su suelto cabello, sentada en el juncal,

Cantando antiguas canciones de agua a los pájaros en los arbustos.

¡La atrapó, la agarró velozmente! Las ratas de agua se escabulleron,

Las plantas silbaron, las garzas gritaron, y el corazón de ella se agitaba.

Dijo Tom Bombadil: «¡Aquí está mi hermosa doncella!

¡Deberías venir a casa conmigo! La mesa está puesta:

Crema amarilla, panal de miel, mantequilla y pan blanco;

Rosas en la ventana y pájaros piando en los postigos.

¡Deberías venir bajo la colina! ¡No temas por tu madre

En su profundo y herboso estanque: ¡no hallarás un amante allí!

El viejo Tom Bombadil tuvo una alegre boda,

Coronado de ranúnculos, sin pluma ni sombrero;

Su esposa con nomeolvides y lirios como guirnalda

Estaba vestida de verde y plata. Él cantaba como un estornino,

Zumbaba como una abeja, tocaba el violín,

Abrazaba a su Doncella del Río por su delgada cintura.

Las lámparas brillaban en su casa, y la cama era blanca;

En la brillante luna de miel, los Tejones llegaron con paso suave,

Bailaron bajo la Colina, y el Viejo Hombre Sauce

golpeó, golpeó el cristal de la ventana, mientras dormían en la cama,

En la orilla junto a las cañas la Dama del Río suspiraba,

Oyendo al viejo Tumulario gritar en su montículo.

El Viejo Tom Bombadil no prestó atención a las voces,

Golpes, crujidos, pies danzantes, ruidos nocturnos;

Durmió hasta que el Sol salió, y entonces como un estornino cantó:

«¡Hey! ¡Ven derry-dol, alegre-dol, querida!»

Sentado junto a la puerta, cortando ramas de sauce,

Mientras la Hermosa Baya de Oro peinaba sus rubias trenzas.

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