Lisístrata (6 page)

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Authors: Aristófanes

Tags: #Clásico, Humor, Teatro

C
LEONICA
.— Sí, por Afrodita la de Pafos.

L
ISÍSTRATA
.— Es que ahora se pasean por las cacharrerías y por las verdulerías con sus armas como coribantes.

C
ONSEJERO
.— Por Zeus, como cuadra a los valientes.

L
ISÍSTRATA
.— Y la cosa resulta ridícula cuando uno que lleva un escudo con una Gorgona compra pescado
[560]
.

C
LEONICA
.— Por Zeus, que yo vi a un filarco
[52]
melenudo a caballo, metiendo en su casco de bronce el puré que le había vendido una vieja; y otro, un tracio, que agitando el escudo ligero y la lanza, hecho un Tereo
[53]
, asustaba a la vendedora de higos y se tragaba las aceitunas negras a puñados.

C
ONSEJERO
.— ¿Y cómo vais vosotras a poder acabar con tantas cosas revueltas como hay en el país y desenredarlas?

L
ISÍSTRATA
.— Muy fácilmente.

C
ONSEJERO
.— ¿Cómo? Dilo.

L
ISÍSTRATA
.— Como con una madeja: cuando se nos enreda, la cogemos así y la separamos con nuestros husos, uno por aquí, otro por allí; del mismo modo vamos a desenredar nosotras esta guerra, si se nos deja, separando a los dos bandos mediante embajadas, una hacia allí, otra hacia aquí
[570]
.

C
ONSEJERO
.— ¿Con la lana, las madejas y los husos como modelo creéis que podréis acabar con asuntos tan graves? Estáis locas.

L
ISÍSTRATA
.— También vosotros si tuvierais cabeza haríais toda vuestra política tomando el manejo de la lana como modelo.

C
ONSEJERO
.— ¿Cómo es eso, vamos a ver?

L
ISÍSTRATA
.— Ante todo, como se hace con los vellones, habría que desprender de la ciudad en un baño de agua toda la porquería que tiene agarrada, quitar los nudos y eliminar a los malvados, vareándolos sobre un lecho de tablas, y a los que aún se quedan pegados y se apretujan para conseguir cargos arrancarlos con el cardador y cortarles la cabeza; cardar después en un canastillo la buena voluntad común, mezclando a todos los que la tienen sin excluir a los metecos y extranjeros que nos quieren bien
[580]
y mezclar también allí a los que tienen deudas con el tesoro público y además, por Zeus, todas las ciudades que cuentan con colonos salidos de esta tierra, comprendiendo que todas ellas son para nosotros como mechones de lana esparcidos por el suelo cada cual por su lado. Y luego, cogiendo de todos ellos un hilo, reunirlos y juntarlos aquí y hacer con ellos un ovillo enorme y tejer de él un manto para el pueblo.

C
ONSEJERO
.— Ya tiene narices que ovillen y vareen esto las que no participan en absoluto de la guerra.

L
ISÍSTRATA
.— Pues bien, grandísimo canalla, soportamos más del doble de su peso que vosotros. Ante todo pariendo hijos y dejándolos ir lejos a servir como hoplitas.

C
ONSEJERO
.— Calla, no recuerdes desgracias
[590]
.

L
ISÍSTRATA
.— Luego, cuando habría que pasárselo bien y disfrutar de la juventud tenemos que dormir solas por culpa de las campañas. Y por lo que a mi respecta, pase: pero me aflijo por las muchachas que envejecen en su tálamo.

C
ONSEJERO
.— ¿Es que los hombres no envejecen?

L
ISÍSTRATA
.— Sí, por Zeus, pero no es lo mismo. El hombre llega, y aunque esté lleno de canas no tarda en encontrar una chica joven para casarse; pero la ocasión de la mujer es breve, y si no la aprovecha, nadie quiere casarse con ella, y ella se queda a verlas venir.

C
ONSEJERO
.— Es que al que aún se le pone tiesa…

L
ISÍSTRATA
.— ¿Y tú por qué no te mueres? Sitio hay, cómprate el ataúd
[600]
: yo te amasaré la torta de miel; toma esta corona y póntela.

C
LEONICA
.— Y estas cintas de mi parte.

M
IRRINA
.— Y esta otra corona.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Qué te falta? ¿Qué quieres? Corre a la barca; Caronte te llama, estás retrasando su salida.

C
ONSEJERO
.— ¿No es terrible que tenga yo que pasar por esto? Mas, por Zeus, me voy directamente con los miembros del Consejo y les mostraré cómo estoy
[610]
.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Vas a denunciamos por no exponer tu cadáver? Pasados dos días tendrás bien tempranito nuestras ofrendas del tercer día bien preparadas.

C
ORIFEO DE VIEJOS

Estrofa

No es cuestión ya de que duerma ningún hombre libre,

preparémonos, compañeros, para la faena.

C
ORO
.—
Esto apunta ya a asuntos más graves

y más importantes, me parece a mí:

me viene un fuerte olor a la tiranía de Hipias.

Mucho me temo que algunos espartanos
[620]

que han venido aquí a reunirse con Clístenes

hayan incitado con engaños a esas mujeres enemigas de los dioses

a apoderarse del tesoro público

y del salario del que yo vivía
[54]
.

C
ORIFEO DE VIEJOS
Porque es intolerable que éstas reprendan ya a los ciudadanos y que, mujeres como son, anden dándole al pico respecto a escudos de bronce e intenten reconciliamos con los hombres de Esparta, en quienes puede confiarse tanto como en un lobo con las fauces abiertas. Esto nos lo han tramado, compañeros, con las miras puestas en la tiranía
[630]
. Pero a mí no me la impondrán, porque estaré alerta y en lo sucesivo llevaré mi espada en una rama de mirto
[55]
y en armas estaré en el ágora al lado de Aristogitón y me plantaré junto a él de este modo
(Compone el gesto de la estatua en cuestión, el Aristogitón del famoso grupo de
Los tiranicidas
, adelantando el puño)
, pues se me presenta la ocasión de atizarle en los morros a esta vieja, enemiga de los dioses.

C
ORIFEO DE VIEJAS

Antístrofa

Ni tu madre te reconocerá cuando vuelvas a casa;

ea, queridas viejas, al suelo todo esto lo primero.

C
ORO
.—
Nosotras, ciudadanos, vamos a iniciar

un discurso útil para la ciudad.

Y es lógico, pues ella me crió con lujo y esplendor
[640]
.

Nada más cumplir siete años fui arréforo;

a los diez molía el grano para nuestra patrona

y después, con el vestido de azafrán fui osa en Braurón.

Finalmente, hecha una guapa moza fui canéforo

y llevaba al cuello un collar de higos secos
[56]
.

C
ORIFEO DE VIEJAS
.— ¿No estoy, pues, obligada a aconsejar algo útil para la ciudad? Y si nací mujer no me lo echéis en cara si doy consejos más adecuados a la situación presente
[650]
. Yo pago mi cuota proporcionando hombres y en cambio vosotros, tristes viejos, no la pagáis, porque del fondo que llamamos «de los abuelos», que procede de las Guerras Médicas, habéis gastado hasta el último céntimo sin meter a cambio ningún ingreso, y corremos el riesgo de arruinarnos por vuestra culpa. ¿Qué, podéis aún farfullar algo? Pues si me molestas, por poco que sea, te voy a dar una patada en los morros con este coturno que no es nada blando.

C
ORO DE VIEJOS

Estrofa

¿No es ya demasiada insolencia

este asunto? Y la cosa

irá a más, creo yo
[660]
.

Pero ha de oponerse a ello todo hombre que tenga cojones;

ea, quitémonos las túnicas
[57]
, pues es preciso que las hombres

huelan directamente a hombres y dejarse de envoltorios.

Adelante, con el pie desnudo, los que

nos echamos al monte
[58]
cuando aún éramos alguien;

ahora, ahora es cuando hay que rejuvenecer y echar alas

en todo nuestro cuerpo y sacudirse esta vejez
[670]
.

C
ORIFEO DE VIEJOS
.— Porque si alguien les ofrece un punto de presa, por pequeño que sea, no hay nada que no toquen con sus manos pringosas: harán armar naves e intentarán navegar y combatir por mar contra nosotros, como Artemisia
[59]
. Y si ponen sus miras en la equitación, adiós nuestros caballeros, pues la mujer es el ser más apto para montar a caballo; y no se desliza aunque se corra: mira las Amazonas que pintó Micón, combatiendo a caballo con los hombres. Así que habría que coger a éstas hechas un único cuello
[680]
y encerrarlas a todas juntas en el cepo.

C
ORO DE VIEJAS

Antístrofa

Por las dos diosas, que si me calientas

soltaré la fiera que yo llevo

dentro de mí y haré que llames hoy

a gritos a tus paisanos, del repaso que te voy a dar.

Ea, mujeres, desnudémonos también nosotras

para oler a mujeres cabreadas y prestas a morder.

Y ahora que se me acerque alguien, si ya nunca

quiere comer ajos ni habas negras
[690]
.

Con sólo que digas algo que me moleste —tanta es mi cólera—

haré contigo como el escarabajo con los huevos del águila
[60]
.

C
ORIFEO DE VIEJAS
.— No me das ningún cuidado, mientas a mi lado vivan Lampito y la noble niña amada de Tebas, Ismenia
[61]
, pues nada podrás contra mí ni aunque promulgues siete decretos, desgraciado, que te has ganado el odio de todos tus vecinos; que ayer mismo ofrecía yo una fiesta en honor de Hécate
[700]
e invité a la vecina, a la amiga de mis hijas, una niña de Beocia bien buena y encantadora, una anguila, y sus padres dijeron que no me la enviaban por culpa de tus decretos. Y no habrá manera de que terminéis con esos dichosos decretos hasta que alguien os coja por una pierna, os tire y os parta el cuello.
(A Lisístrata que sale. Parodiando versos de Eurípides)

Soberana de esta empresa y de este plan,

¿por qué con sombrío semblante abandonas tu morada?

L
ISÍSTRATA
.—
El modo de ser femenino y las acciones de unas malas mujeres

me tienen dando vueltas arriba y abajo presa del desánimo.

C
ORIFEO DE VIEJAS
.—
¿Qué dices, qué dices?

L
ISÍSTRATA
.—
La verdad, la verdad
[710]
.

C
ORIFEO DE VIEJAS
.—
¿Qué ocurre de malo? Díselo a tus amigas
.

L
ISÍSTRATA
.—
Vergonzoso es hablar e insoportable callar

C
ORIFEO DE VIEJAS
.—
No me ocultes lo que nos pasa de malo.

L
ISÍSTRATA
.— ¡Queremos follar, por decirlo brevemente!

C
ORIFEO DE VIEJAS
.— ¡Oh Zeus!

L
ISÍSTRATA
.— ¿Por qué clamas a Zeus? La cosa está así y punto. Yo ya no soy capaz de retenerlas lejos de sus maridos: se me escapan. A una la pillé hace un momento ensanchando la abertura
[720]
que hay por el lado de la gruta de Pan; a otra, descolgándose con ayuda de una garrucha; a otra, pasándose al enemigo y a otra la agarré por los pelos ayer, cuando se disponía a bajar al burdel de Orsíloco, volando sobre un gorrión
[62]
. Echan mano de toda clase de excusas para ir a su casa. ¡Vaya, ahí va una de ellas! ¿Eh tú, adónde vas?

M
UJER
1.— Quiero ir a casa; allí tengo una lana de Mileto que se la están comiendo los gusanos
[730]
.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Qué gusanos? Vuelve aquí.

M
UJER
1.— Pero si vuelvo enseguida, por las dos diosas: en cuanto la tienda sobre el lecho.

L
ISÍSTRATA
.— Déjate de tender nada. Tú no te vas de ninguna manera.

M
UJER
1.— ¿Y dejaré que se me estropee la lana?

L
ISÍSTRATA
.— Si hace falta, sí.

M
UJER
2.— ¡Desdichada, desdichada de mí, que me he dejado en casa un calabacín sin pelar
[63]
!

L
ISÍSTRATA
.— Otra que sale a ocuparse de su calabacín. Vuelve otra vez aquí.

M
UJER
2.— Pero por la Luminosa, no voy más que a pelarlo un poco y vuelvo.

L
ISÍSTRATA
.— Nada de pelarlo, porque si tú empiezas con eso
[740]
habrá otra mujer que quiera hacer lo mismo.

M
UJER
3.— ¡Señora Ilitía, retén el parto mientras me encuentro en lugar sagrado
[64]
!

L
ISÍSTRATA
.— ¿Qué bobadas dices?

M
UJER
3.— Estoy a punto de parir.

L
ISÍSTRATA
.— ¡Pero si ayer no estabas preñada!

M
UJER
3.— Pues hoy sí. Mándame a casa con la partera, Lisístrata, sin perder un momento.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Qué dices? ¿Qué es eso duro que llevas?

M
UJER
3.— Un varón.

L
ISÍSTRATA
.— ¡Qué va, por Afrodita, lo que me parece que llevas es algo hueco de bronce! Voy a verlo
[750]
. ¡Qué irrisión; llevabas este casco de la diosa y pretendías estar embarazada!

M
UJER
3.— Y lo estoy, por Zeus.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Y para qué llevabas eso?

M
UJER
3.— Por si el parto me pillaba aún en la Acrópolis; para parir me habría metido en el casco como hacen las palomas.

L
ISÍSTRATA
.— ¿Qué dices? Pretextos. El asunto está claro. Espera aquí a que celebremos el bautizo del casco
[65]
.

M
UJER
3.— No, pues ni siquiera puedo dormir en la Acrópolis desde que vi la serpiente que la guarda.

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