Lugares donde se calma el dolor (20 page)

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Authors: Cesar Antonio Molina

Tags: #Relato, Viajes

Telefoneo para darle las gracias a la periodista. Por fin estoy ya en la historia de este rotativo en el cual escribió Joyce. Aunque me indica que la redacción ya no se encuentra en el edificio fundacional, me invita a visitar la nueva y ver en los archivos aquellos números donde publicó sus artículos el escritor irlandés. Miro la cabecera del ejemplar que tengo en mis manos,
Il Piccolo. Giornale di Trieste
es el subtítulo que aparece en un cuerpo mucho más pequeño y debajo, justo en el centro mismo de la cabecera. La dirección de la redacción, la administración y la imprenta es Via Guido Reni. Entre otras informaciones indica que es su año 125. El precio, 0'90 céntimos de euro.

La redacción de
Il Piccolo
, en la época de Joyce, estaba en el Palazzo Tonello, en la Piazza Carlo Goldoni, al inicio de la Via Silvio Pellico. En el número 3 se encontraba el Monte de Piedad, muy visitado por el autor del
Ulises
, pésimo administrador de su, por otra parte, siempre ruinosa economía. A esta plaza, muy céntrica y concurrida, se la conocía también como la «plaza de la leña». Teodoro Mayer, judío húngaro, fue el fundador y propietario (hoy figura una sociedad) no sólo de
Il Piccolo
sino también de
Il Piccolo della Sera
. El primero era matutino. El segundo, vespertino. La fecha, que también figura en la mancheta actual, es la de 1881.
Il Piccolo
constaba de una sola página impresa por ambos lados y tenía un tamaño sábana. Se dedicaba fundamentalmente a publicar informaciones de carácter nacional: era antiaustríaco, antieslavista y proitaliano. Fue también acusado de projudío, de denigrar a la Iglesia católica y propagar la religión hebrea. Llegó a tirar más de cien mil ejemplares. La persecución lo ayudó en su éxito. En 1914, tras los sucesos de Sarajevo y la inminencia de la guerra mundial, la represión contra los elementos anexionistas proitalianos se extendió por todo Trieste. Los cafés, el Di San Marco (el habitual de Magris, en la Via Cesare Battisti), el Milano, el Fabris o el Stella Polare fueron saqueados; la estatua de Verdi, demolida;
Il Piccolo
incendiado. En la ciudad aún se encontraba la familia Joyce. Partirá definitivamente en 1915, estableciéndose temporalmente en Zurich.
Il Piccolo della Sera
era menos político. Daba noticias nacionales (austríacas, pero sobre todo de Italia) e incluía otras de carácter internacional. Pero, además, añadía informaciones relacionadas con la moda, la cultura y resúmenes de otras noticias publicadas en la prensa europea: caricaturas, chistes, artículos. En la parte baja de su primera plana, es decir, en el faldón, se daban novelas por entregas, aquellos famosos folletones. Joyce publicó sus artículos en esta edición vespertina. Leopold Bloom tendrá muchas semejanzas con Teodoro Mayer, un judío húngaro que promueve la integración con Italia, que renuncia a su religión y se hace masón. Mayer fue un afortunado empresario periodístico. No se conformó con crear estas dos exitosas cabeceras, sino que sacó a la calle
L'Inevitabile
e
Il Corriere dei Francoboli
. El primero estaba dedicado, única y exclusivamente, a los anuncios; el segundo fue un capricho suyo. Mayer era un gran coleccionista de sellos y este diario de cuatro páginas informaba de esta pasión y la promovía.

Y si Mayer era el fundador y propietario de estas cabeceras, el
alma mater
periodística de los dos piccolos era Roberto Prezioso. Alumno de Joyce en la Berlitz y luego de manera privada, Prezioso sentía una gran admiración por su maestro de inglés. Lo invitó a escribir en el periódico y lo recomendó para el puesto bancario de Roma, al que luego Joyce renunciaría estrepitosamente tras varios meses de vivir en la capital italiana. Prezioso le sugirió los artículos sobre Irlanda (a pesar de que el periódico tenía un buen corresponsal en Londres, Fabian, que prestaba mucha atención a la cuestión irlandesa), y le ofreció un buen dinero para ayudarle en su desastrosa economía. Joyce se comprometió a escribirlos en italiano. El redactor Silvio Benco fue encargado de revisarlos, aunque el italiano del irlandés era irreprochable. Joyce siempre tuvo un don de lenguas y también conocía muy bien el triestino. Lo llegó a hablar mejor que el italiano y en él se entendía con sus hijos. Muchas palabras y frases en esta lengua están esparcidas por el
Ulises
. En Trieste además se oía hablar habitualmente en italiano, alemán, armenio, inglés, español, francés, griego, turco, siciliano, maltés, húngaro, esloveno, croata, checo y otros. Un semanario satírico
La Coda del Diavolo
mezclaba humorísticamente esta babel. ¿Origen —como se ha dicho— de
Finnegan's Wake?
En la novela se cita a esta publicación.

En el año 1907 Joyce publicó tres textos en
Il Piccolo
: «Il Fenianismo», «Home Rule maggiorenne» y «L'Irlanda alla sbarra». Dos años después en 1909, aparecieron otros dos: «La battaglia fra Bernard Shaw e la censura», enviado desde Irlanda y «Oscar Wilde: il poeta di Salome». Meses después, en 1910: «La cometa del Home Rule». Finalmente, en 1912, vieron la luz otros tres artículos más: «La cittá delle tribu», «Il miraggio del pescatore di Aran» y «L'ombra di Parnell». Los artículos explican el entramado sociopolítico y cultural de Irlanda, así como su enfrentamiento contra Gran Bretaña. La visión de Joyce es la de un independentista moderado que desconfía de sus compatriotas. Critica a los ingleses pero también a los recalcitrantes católicos irlandeses que persiguieron a Parnell. Defiende el inglés como lengua y sugiere que se haga compatible con el gaélico. Joyce no era muy nacionalista, cada vez lo fue menos. No le gustaba la violencia, ni los extremismos. Eso mismo le sucedía con los nacionalismos de Trieste. Sus artículos decepcionaron un poco a los lectores de
Il Piccolo della Sera
, entregados con pasión a la causa irredentista. Joyce se consideró ante todo socialista. Defendía una economía más justa, el internacionalismo de las clases trabajadoras, el pacifismo y la creación de sindicatos. Los personajes de sus obras son obreros, clase media baja, pobres que luchan por mejorar su destino. Creía en la educación librepensadora, ajena a las religiones. Así Leopold Bloom tiene fe en la libertad y critica los nacionalismos por perpetuar el odio entre naciones. Se consideró, tanto en Dublín como en los primeros años de Trieste, socialista; pero poco a poco se fue alejando de esta ideología: «He perdido todo interés en el socialismo y similares. No tengo ningún deseo de clasificarme como anarquista o socialista o reaccionario», le escribió a su hermano Stanislaus. Pero esta evolución sólo la sabía él, de ahí la sorpresa cuando sus correligionarios triestinos vieron su primer artículo en
Il Piccolo della Sera
, una cabecera ultranacionalista italiana. Joyce escribió aquí porque fue el único sitio donde lo dejaron, al margen de cualquier otro tipo de convicciones. Joyce siempre dio un apoyo condicional a la causa nacionalista irlandesa. Era irlandés pero no antianglófilo. En su artículo sobre el fenianismo (22/3/1907), aparecido con algunas modificaciones llevadas a cabo por los correctores, comenta la lucha de la nación irlandesa contra el gobierno inglés y de los patriotas moderados contra los violentos. En el artículo sobre la Home Rule, defendió los buenos efectos del gobierno autónomo; y del asesinato moral y político de Parnell culpó a los curas. Joyce vivió la contradicción entre desear la libertad de Irlanda y la desconfianza hacia sus compatriotas. No dudó de la importancia de la cultura de su país, más entroncada con Europa que con Inglaterra, pero no simpatizó ni con los Sinn Feiners, ni con los nacionalistas del Partido Nacionalista Liberal. En Trieste las figuras patrióticas proitalianas que representaban lo mismo que Yeats, Synge o lady Gregory eran: Atilio Hortis, Ricardo Pitteri o Silvio Benco, un novelista de enorme éxito. En esta lista no está Svevo, al que Joyce ayudó a resucitar, después de sus fracasos monumentales como escritor, pero que no fue capaz de sacarse de encima el sambenito de que sus obras eran demasiado negativas y antipatrióticas. ¿Por qué Joyce no publicó más artículos durante esa década que habitó en Trieste? Artículos sobre otros motivos literarios o culturales. Joyce escribió a su hermano Stanislaus diciéndole que tenía talento para el periodismo. Pero el periodismo tampoco lo acogió. Joyce fracasó en todo lo que se propuso, excepto en su carrera literaria, y ésta tampoco fue un camino de rosas. Joyce trató de abrirse paso como colaborador no sólo en la prensa triestina, sino también en la italiana. Nadie acogió sus propuestas. Su esperanza en colaborar en
Il Corriere della Sera
de Milán,
La Stampa
de Turín o
Il Mattino
de Nápoles fueron rechazadas. Quizá se equivocó en presentarse como irlandés para hablar de temas irlandeses cuando estos grandes rotativos ya tenían corresponsales. En el año 1914 envió al editor genovés Angelo Fortunato Formiggini los nueve artículos de
Il Piccolo della Sera
para que los publicara en un volumen bajo el título de
Irlanda ante el Tribunal
. El editor, un culto socialista, ni siquiera le contestó. Este desgarrador silencio administrativo lo hizo alejarse de todo y volcarse sobre el
Ulises
.

Sus colaboraciones en
Il Piccolo della Sera
le proporcionaron uno de los pocos momentos de orgullo ante sus paisanos. Joyce se presentó en Dublín como periodista, enviado especial de
Il Piccolo
. Imprimió tarjetas con su nombre y el del periódico triestino. Se paseó gratis por Irlanda y sus teatros. En agosto del año 1909, en Dublín, Joyce asiste gratuitamente a la representación de la obra de Shaw,
Blanco Posnet smascherato
. Luego viaja —también gratis— en tren a Galway para visitar a los padres de Nora. En Trieste, algunos amigos periodistas como Francini Bruni de
Il Piccolo della Sera
le proporcionaban pases para ir al teatro o a la ópera, géneros tan queridos por él.

La actividad laboral-intelectual de Joyce en Trieste —clases de inglés, artículos, su propia obra en marchase completó con un ciclo de conferencias. La Universitá Popolare, hoy en la Piazza Ponterosso y en la época de Joyce en la Via Carducci 28, lo invitó a hablar a través del ofrecimiento de uno de sus alumnos de la Berlitz. Él quería haber dado tres charlas, pero la universidad sólo podía pagarle dos. Entonces decidió dar sólo una, bajo el título de
Irlanda, isla de santos y de sabios
(1907). Los de la Berlitz llevaron a sus alumnos. Joyce tuvo que pedir ropa prestada para ponerse. La conferencia se llevó a cabo en la sala mayor de la vieja Bolsa (hoy es la Cámara de Comercio y la nueva Bolsa se encuentra en el edificio de al lado). La sesión estuvo abarrotada y consiguió muchos aplausos. La dio en italiano. En inglés impartió otro ciclo de doce charlas sobre Hamlet, en la Societá di Minerva, en la Via Carducci 28 (hoy número 24), segundo piso. También obtuvo una gran aceptación, y Prezioso la recensionó muy favorablemente en
Il Piccolo della Sera
. Fue a lo largo de los últimos meses del año 1912 y primeros de 1913. Joyce lo cuenta en
Giacomo Joyce
. En ese mismo año de 1912 en la Civica Scuola Popolare, habló sobre
Verismo ed idealismo nella letteratura inglese
(de Foe a Blake). Se celebró en la Civica Scuola Popolare e Cittadina, en Via Giotto. La policía secreta austríaca, en su informe, dice que la primera vez hubo setenta asistentes y el doble la segunda. Estas conferencias las envió a la revista literaria
Il Marzocco
. No las dieron a la luz por considerarlas anglófobas y tener la publicación muchos suscriptores de esa nacionalidad. La revista se editaba en Florencia.

Alrededor del año 1911, aunque no se sabe a ciencia cierta la fecha exacta, se produjo un grave incidente entre el benefactor Prezioso y su protegido Joyce. Por esos días la familia irlandesa habitaba en la Via della Barriera Vechia 32 (hoy denominada Via Oriani 2). El dueño de la casa era el farmacéutico Picciola. La casa aún hoy conserva su fachada aristocrática. A pesar de las deudas, dueño e inquilino intimaron, pues el farmacéutico tenía interés en aprender inglés. Aquí compartían el piso Nora, James y los dos hijos, con las dos hermanas de él, Eileen y Eva. En el bajo estaba la farmacia llamada All'Imperatore d'Austria. Hoy todavía existe y se la conoce como Picciola. Prezioso, en ausencia de su amigo, comenzó a frecuentar aquel hogar ajeno. Un día se le declaró a Nora de una forma un tanto orgullosa: «Il sole si é levato per lei». En vez de confesarle que estaba locamente enamorado de ella, que no podía vivir sin su presencia o cualquier otro piropo halagador hacia su persona (los triestinos la consideraban simpática pero poco refinada y muy pueblerina), el periodista quizá involuntariamente con esa frase le echó en cara todas sus penalidades. Él era el único que podía rescatarla de aquella infame vida a la que la tenía condenada su marido. Ni siquiera James y Nora habían contraído matrimonio, no lo contraerán hasta el año 1931. Joyce era un golfo, pasaba días enteros borracho, frecuentaba los burdeles, no dejaba de ir a una obra teatral u operística, mientras Nora se quedaba en casa cuidando a los hijos. Joyce era infiel y celoso. Pero más celoso de lo que se pensaba sobre él que sobre su esposa. No consideró a las mujeres intelectual y espiritualmente iguales a los hombres hasta que conoció en Trieste a sus alumnas, provenientes de acomodadas familias burguesas: bellas, refinadas, cultas y también sensuales. A Joyce le dolió más lo que Prezioso le dijo a su esposa, que por qué o para qué fines se lo decía. Prezioso, uno de sus mejores amigos y mecenas, en el fondo pensaba como casi todo el mundo: James era un fracasado y un vago. En el año 1912, James le escribía a Nora lo siguiente: «Llegará un día en que te podré dar la gloria de haber estado cerca de mí cuando yo entre en ese reino». ¿Fue Joyce a buscar a Prezioso a la redacción de
Il Piccolo?
¿Se lo encontró en la calle? ¿Lo fue a buscar al café Stella Polare? Esta cafetería, sita en una esquina de la Piazza de San Antonio, junto a la iglesia serbia (todavía existe), era frecuentada por los alumnos de la Berlitz y los periodistas de
Il Piccolo
, pues estaba muy cerca de la academia y la redacción. Joyce y su hermano fueron muy buenos parroquianos. El caso es que, alrededor del canal grande, debió desarrollarse la agria pelea dialéctica entre ambos hombres. ¿Qué debió decirle el desarrapado Joyce al elegante Prezioso para que éste, todo un caballero y reputado Don Juan, se echara a llorar? ¿Un periodista llorando? ¿El cuarto poder a los pies de un escritorcillo extranjero de dudosa valía y moral? ¿Es cierto que la admiración que el triestino le profesaba al irlandés era ambigüa sexualmente? En
Exiliados
aparece en un diálogo entre Robert Hand y su esposa Beatrice Justice. En el
Ulises
Bloom suelta a Molly la misma frase que Prezioso le dijo a Nora. Aunque la varía un poco. En vez de decir que el sol ha salido para ella, escribe «brilla», un matiz menos compulsivo que el anterior. Como comenta John McCourt, este pasaje tragicómico de la vida le permitiría al autor escribir sobre los temas de atracción y traición, matrimonio e infidelidad y el carácter a menudo ambiguo de la atracción sexual.

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