Marea estelar (55 page)

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Authors: David Brin

—¿Quieres decir que los kiqui no tienen nada que ver con esos antiguos...?

—No. Parecen ser un descubrimiento original, y una razón importante por la que usted debe intentar escapar de esta trampa y regresar a la Tierra con todo lo que haya aprendido.

—Gracias. Haremos lo que podamos —dijo Gillian, sonriendo con ironía—. Y por lo que respecta a los karr... los karrank% —hizo cuanto pudo para pronunciar con la doble detención de glotis—, ¿qué les hizo venir a esconderse en Kithrup y olvidar sus contactos con la civilización galáctica?

—En su forma presensitiva —explicó la Niss—, eran criaturas parecidas a los topos en un planeta tan rico en metales como éste. Tenían metabolismos oxigenocarbónicos, como los suyos, pero eran excelentes excavadores.

—Déjame hacer una suposición. Fueron educados como mineros, para encontrar minerales en mundos en los que escaseaban. Sería más barato importar y educar karrank% mineros que transportar grandes cantidades de metal por el espacio interestelar.

—Muy buena suposición, doctora Baskin. Los pupilos karrank% fueron transformados en mineros, y durante el proceso se modificó su metabolismo para que pudieran extraer energía directamente de los radiactivos. Sus tutores pensaron que aquello podía servir como incentivo.

—Un cambio tan drástico en su estructura —silbó Gillian— no podía tener mucho éxito, Ifni, cuánto debieron sufrir!

—Fue una perversión —asintió la Niss—. Cuando se descubrió, los karrank% fueron liberados y se les ofreció una recompensa. Pero después de unos cuantos milenios intentando adaptarse a las pautas estándar de la vida astronáutica, eligieron retirarse a Kithrup. El planeta les fue cedido hasta la extinción de la raza. Nadie esperaba que sobrevivieran mucho tiempo.

—Y sin embargo, en vez de morir, han seguido modificándose por sí mismos. Al parecer, han adoptado un estilo de vida único en el espacio conocido.

Gillian reunió todos los hilos de la primera parte de la conversación, y provocó una inferencia. Sus ojos se ensancharon por la sorpresa.

—¿Te importaría decirme si las colinas metálicas...!

—Son larvas de una forma de vida inteligente que mora en la superficie de este planeta. Sí, podría haber esbozado la misma hipótesis a partir de los datos enviados por la doctora Dennie Sudman, pero Creideiki pareció llegar a una conclusión antes incluso de que hubiéramos recibido noticias de la doctora. Es por eso por lo que vino a verme, para obtener una confirmación de sus hipótesis.

—Las voces de Sah'ot —susurró Gillian— ¡son karrank%!

—Una deducción preliminar muy aceptable —aprobó la Niss—. Sería el descubrimiento del siglo si no fuera por las otras cosas que han ido apareciendo a lo largo de esta expedición. Creo que ustedes, los humanos, tienen un proverbio que se aplica muy bien a esto: «No hay dos sin tres».

—¡Las bombas! —dijo Gillian, que no estaba escuchando, golpeándose la frente con la palma de la mano.

—¿Perdón?

—Permití que Charlie Dart robara algunas bombas de bajo rendimiento de nuestro arsenal. Sabía que Takkata-Jim las confiscaría y empezaría a convertirlas en combustible.

Era parte de un plan que yo había trazado. Pero...

—¿Usted supuso que Takkata-Jim confiscaría todas las bombas?

—¡Sí! Iba a llamarle y decírselo por si no pensaba en ello, pero fue lo bastante eficiente y las descubrió en seguida. Tuve que mentirle a Toshio sobre eso, pero no podía hacer otra cosa.

—Si todo se desarrolla según el plan previsto, no veo dónde está el problema.

—¡El problema es que Takkata-Jim quizá no se haya apoderado de todas las bombas!

¡No se me ocurrió que Charlie pudiera herir a los sofontes vivientes si se quedaba con alguna! Pero ahora... ¡tengo que ponerme en contacto con Toshio de inmediato!

—¿No puede esperar unos minutos? Es probable que Takkata-Jim esté siendo minucioso, y hay otra cuestión que quiero discutir con usted.

—¡No! ¡No lo comprendes! ¡Toshio está a punto de sabotear su equipo de transmisiones! ¡Es parte de mi plan! ¡Si hay alguna posibilidad de que Charlie tenga alguna bomba tenemos que descubrirlo ahora!

Las imágenes holo se agitaban.

—Haré la conexión de inmediato —anunció la Niss—. Me tomará unos minutos inmiscuirme en el sistema de transmisión del Streaker sin ser detectada. Manténgase alerta.

Gillian volvió a pasear por el techo inclinado, rogando para que no fuera demasiado tarde.

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TOSHIO

Toshio acabó de manipular los cables, cerró la tapa del transmisor del trineo de Thomas Orley y extendió una ligera capa de barro sobre la superficie para que pareciera que llevaba mucho tiempo sin abrirse.

A continuación desconectó el monofilamento del aparato, anudó una pequeña cinta roja como señal en el extremo y dejó que la casi invisible fibra se hundiera en las profundidades.

Ahora ya no estaba en contacto con el Streaker. Esto hizo que se sintiera más solo que nunca, más solo incluso que después de la marcha de Dennie y Sah'ot aquella mañana.

Esperaba que Takkata-Jim cumpliera las órdenes y esperase allí hasta que el Streaker se pusiera en movimiento. Si lo hacía, Gillian podría llamar en el momento de la maniobra y la informaría de las modificaciones que habían sido realizadas en la lancha y en su transmisor.

Pero ¿y si Takkata-Jim era un traidor? ¿Y si partía antes de lo esperado?

En aquel caso, Charles Dart estaría con toda seguridad a bordo, así como Ignacio Metz, tres stenos y tal vez tres o cuatro kiqui. Toshio esperaba que ninguno de ellos resultase herido. La posibilidad era un verdadero suplicio.

Alzó la vista y observó cómo Charles Dart murmuraba alegremente con su nuevo robot.

Toshio sacudió la cabeza, contento de que, al menos, el chimpancé fuese feliz.

Se metió en el agua y nadó hasta su trineo. Había arrojado al mar su diminuta radio hacía una hora, se ató el cinturón y conectó los motores.

Aún tenía que hacer otro empalme bajo la isla. El viejo robot, la sonda estropeada que Charles Dart había abandonado cerca de la base del pozo del árbol taladrador, había encontrado un último usuario. Creideiki, rondando alrededor del lugar en donde antes estuvo el Streaker, insistía en hablar con las «voces» de Sah'ot. Toshio pensaba que le debía el favor al capitán, incluso si creía que estaba complaciéndole en un capricho.

A medida que el trineo iba sumergiéndose, Toshio pensó en el resto de su trabajo allí... en las cosas que tendría que hacer antes de partir.

Ojalá Tom Orley me esté esperando cuando vuelva a subir, deseó fervientemente. Eso lo resolvería todo. Dejemos que el señor Orley termine su cometido en él norte y aterrice mientras yo estoy en las profundidades.

Toshio sonrió con ironía. Y mientras yo estoy en ello, ¿por qué, Ifni, no nos envías una flota gigantesca de buenos muchachos que limpien los cielos de malvados?

Descendió por el estrecho pozo hacia las tinieblas.

87
GILLIAN

—¡Demonios! ¡Maldita sea! La línea está muerta. Toshio ya la ha cortado.

—No se alarme tanto —dijo la Niss con voz tranquilizadora—. Es muy probable que Takkata-Jim haya confiscado todas las bombas. ¿No le ha informado el guardiamarina Iwashika que vio cómo algunas habían sido ya desmanteladas para convertirlas en combustible, tal como usted esperaba?

—Sí, y le dije que no se preocupara por eso. Pero nunca se me ocurrió pedirle que las contara. Estaba ocupada en los detalles de la maniobra del Streaker, y no pensé en el daño que podría hacer Charlie si, por casualidad, se quedaba con una.

—Ahora, por supuesto, lo sabemos.

Gillian alzó la vista, preguntándose si la máquina tymbrimi estaba actuando con tacto o de un modo veladamente sarcástico.

—Bueno —dijo ella—, lo que está hecho, hecho está. Ocurra lo que ocurra, no nos afectará a nosotros aquí. Sólo espero que no añadamos un crimen contra una raza sensitiva a nuestro dudoso historial de esta travesía —suspiró—. ¿Podrías decirme otra vez cómo va a convertirse todo esto en un cierto tipo de leyenda?

88
TOSHIO

La conexión estaba hecha. Ahora Creideiki ya podía escuchar los sonidos subterráneos en su lugar de origen. Toshio dejó caer el monofilamento en el barro, soltó el lastre y subió en espiral a través del pozo del árbol taladrador.

Cuando llegó a la superficie, supo de inmediato que algo había cambiado. El segundo trineo, el que pertenecía a Orley, había sido izado a la escarpada orilla, y estaba junto a la vertiente sur de la charca. Varios cables asomaban por una sección abierta en el panel de control.

Charles Dart estaba en cuclillas junto al agua. El chimpancé le hizo una seña con un dedo sobre los labios.

Toshio apagó los motores y se aflojó el cinturón. Se sentó y miró hacia el claro, pero lo único que vio fueron los entramados del follaje.

—Creo que Takkata-Jim y Metz —dijo Charles en un susurro gutural— están planeando partir muy pronto, Toshio; conmigo o sin mí. —Dart parecía confuso, como si lo desconcertara la estupidez de la idea.

—¿Qué le hace pensar eso, doctor Dart?.—preguntó Toshio, manteniéndose inexpresivo.

—Tan pronto como te sumergiste, dos de los stenos de Takkata-Jim vinieron y se llevaron la radio del trineo. Y también, mientras tú estabas abajo, estuvieron verificando los motores. Al principio parecía que no iban muy bien, pero están trabajando en ellos.

Creo que ya no les importa que transmitas para informar de todo esto.

Toshio oyó un débil gruñido proveniente del sur, que crecía y decrecía de modo irregular.

Vislumbró un movimiento en el norte. Vio cómo Ignacio Metz se apresuraba por el sendero del bosque hacia el sur, llevando montones de documentos de registro. Lo seguían cuatro kiqui voluntarios. Sus vesículas aéreas estaban orgullosamente hinchadas, pero era evidente que les desagradaba acercarse a los rugientes motores.

Acarreaban toscos paquetes frente a ellos.

Entre el follaje, varias docenas de pares de ojos muy abiertos contemplaban la procesión con nerviosismo.

Toshio prestó atención al ruido de los motores, preguntándose cuánto tiempo faltaba para que despegaran. Takkata-Jim había terminado de reciclar las bombas antes de lo esperado. Tal vez habían subestimado al teniente delfín. ¿Cómo se las había arreglado para tener la lancha preparada antes del horario previsto?

¿Debo intentar retrasar su marcha? Si no lo hago es improbable que pueda llegar al Streaker a tiempo.

—¿Y usted, doctor Dart? ¿Va a subir a bordo en cuanto le llame Takkata-Jim?

—Aún me quedan seis horas de trabajo —dijo Dart, mirando su consola—. Tal vez tengamos un interés común en retrasar la partida de la lancha. ¿Tienes alguna idea?

Toshio pensó:

Bueno, así están las cosas, ¿verdad? Ahora es cuando tú decides. Márchate ahora si tu decisión es irte.

—Si se me ocurre algún plan para retrasarlos un rato, ¿me ayudará usted, doctor Dart?

Tal vez sea un poco arriesgado —dijo Toshio.

—Lo único que estoy esperando es que mi robot vuelva tras clavar un... instrumento bajo la corteza. Hasta entonces, estoy libre. ¿Qué es lo que debo hacer?

Toshio desenganchó de su trineo la bobina alimentadora del monofilamento, y cortó el extremo suelto.

—Bueno, para empezar, creo que necesitamos a alguien que sepa trepar a los árboles.

Charlie hizo una mueca.

—Estereotipos —murmuró para sus adentros—. Siempre estoy atrapado por los estereotipos.

89
GILLIAN

Movió la cabeza lentamente. Tal vez era culpa de su cansancio, pero no había podido comprender más que una parte de las explicaciones de la máquina Niss. Cada vez que intentaba conseguir la simplificación de algún sutil punto de la tradición galáctica, la Niss insistía en presentarle ejemplos que sólo conseguían complicar las cosas.

Se sentía como un ser de la época de Cromagnon tratando de entender las intrigas de la corte de Luis XIV. La Niss parecía indicar que los descubrimientos del Streaker tendrían consecuencias que llegaban más allá de la crisis inmediata desencadenada por la flota abandonada. Pero aquellas sutilezas le resultaban incomprensibles.

—Doctora Baskin —proseguía la máquina en el mismo tono—. Cada época tiene su punto sin retorno. A veces ocurre a consecuencia de una batalla, a veces toma forma de avances tecnológicos. En algunas ocasiones el factor desencadenante es filosófico y tan impreciso que las especies que existen en tal momento apenas son conscientes de que algo ha cambiado hasta que su visión del mundo se transforma a su alrededor.

»Pero con frecuencia, con mucha frecuencia, esos grandes cambios van precedidos de una leyenda. No conozco ninguna otra palabra en ánglico que pueda emplear para referirme a ello... una historia cuyas imágenes penetran en las mentes de casi todos los sofontes... una historia verdadera de hechos prodigiosos y poderosos símbolos arquetípicos, que presagia el cambio que está por llegar.

—¿Estás diciendo que nosotros podemos convertirnos en una leyenda de este tipo?

—Eso es lo que estoy diciendo —respondió la Máquina.

Gillian no recordaba haberse sentido nunca tan pequeña con anterioridad. No podía con todo el peso de las implicaciones que se derivaban de aquello. Su deber para con la Tierra y la vida de ciento cincuenta amigos y tripulantes ya era suficiente carga.

—¿Has dicho símbolos arquetípicos?

—¿Qué otra cosa puede ser más simbólica, doctora Baskin, que el Streaker y sus descubrimientos? Sólo uno de ellos, la flota abandonada, ha conmocionado a las Cinco Galaxias. Ahora añada el hecho de que el descubrimiento fue llevado a cabo por la más nueva de las especies pupilas, cuyos tutores son lobeznos que afirman que nunca han tenido tutores. Aquí en Kithrup, donde se suponía que no podía darse vida presensitiva, han encontrado a una raza presensitiva muy madura y corren grandes riesgos para proteger a esos inocentes de una civilización galáctica rígida y anquilosada...

—Ahora justamente...

—Añada además a los karrank%. En épocas recientes, ninguna raza cognoscitiva ha sido tratada de un modo tan vergonzoso, ni tan explotada, por un sistema que se suponía que iba a protegerla.

«¿Cuáles eran las posibilidades de que esta nave pudiera volar al planeta que fue su último refugio? ¿Cómo es posible que usted no vea el significado de lo ocurrido, doctora Baskin? Desde los Progenitores hasta la raza más reciente, lo único que puede verse es una continua plática sobre el Sistema de Elevación.

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