Tarzán y el león de oro (31 page)

Read Tarzán y el león de oro Online

Authors: Edgar Rice Burroughs

Tags: #Aventuras

—Ah, Obebe, ¿qué te decía yo? —preguntó exultante el hechicero—. El dios malo ya ha empezado a vengarse de tu pueblo.

Los ignorantes aldeanos, que eran muy supersticiosos, miraron temerosos a su jefe. Obebe frunció el entrecejo.

—Es Tarzán de los Monos —insistió.

—Es el diablo del río que ha adoptado la forma de Tarzán de los Monos —insistió el hechicero.

—Ya lo veremos —replicó Obebe—. Si es el diablo del río, escapará de nuestras ataduras. Si es Tarzán de los Monos, no podrá hacerlo. Si es el diablo del río, no morirá de muerte natural, como mueren los hombres, sino que vivirá eternamente. Si es Tarzán de los Monos, algún día morirá. Lo retendremos, por tanto, y veremos qué ocurre, y así sabremos si es Tarzán de los Monos o el diablo del río.

—¿Cómo? —preguntó el hechicero.

—Es muy sencillo —respondió Obebe—. Si una mañana descubrimos que se ha escapado, sabremos que es el diablo del río, y como no le habremos hecho daño, sino alimentado bien mientras haya estado en nuestra aldea, tendremos su favor y no nos perjudicará. Pero si no se escapa, sabremos que es Tarzán de los Monos, siempre que muera de muerte natural. Y así pues, si no se escapa, lo retendremos hasta que muera y entonces sabremos que era realmente Tarzán de los Monos.

—Pero ¿y si no muere? —preguntó el hechicero, rascándose la peluda cabeza.

—En este caso —exclamó Obebe con aire triunfal—, sabremos que tú tenías razón y que, en verdad, era el diablo del río.

Obebe ordenó a las mujeres que llevaran comida al español, mientras el hechicero permanecía donde Obebe le había dejado rascándose la cabeza, pensativo.

Y fue así como Esteban Miranda, poseedor de la fortuna en diamantes más fabulosa que el mundo había conocido, quedó condenado a cadena perpetua en la aldea de Obebe, el caníbal.

Mientras yacía en la choza, su traidor aliado, Owaza, desde el otro lado del río donde él y Esteban habían escondido los lingotes de oro, vio partir a Tarzán y a sus waziri en busca del oro. Y a la mañana siguiente, Owaza, con cincuenta hombres de una aldea vecina a quienes había reunido, fue y desenterró el oro, y partió hacia la costa.

Aquella noche Owaza acampó cerca de una pequeña aldea en la que escaseaban los guerreros y cuyo jefe apenas destacaba. Éste invitó a Owaza a entrar en su aldea y le alimentó y le dio cerveza del lugar, mientras su gente circulaba entre los hombres de Owaza y les acribillaba a preguntas, hasta que, al fin, la verdad salió a la luz y el jefe supo que los porteadores de Owaza transportaban una gran cantidad de oro amarillo.

Ante semejante noticia, el jefe se mostró muy inquieto, pero por fin una sonrisa asomó a su rostro mientras hablaba con Owaza, que estaba medio borracho.

—Llevas mucho oro contigo —dijo el viejo jefe— y pesa mucho. Será duro para tus hombres llevarlo hasta la costa.

—Sí —replicó Owaza—, pero les pagaré bien.

—Si no tuvieran que llevarlo tan lejos de su hogar, no tendrías que pagarles tanto, ¿verdad? —preguntó el jefe.

—Sí —respondió Owaza—, pero no puedo dejarlo a este lado de la costa.

—Conozco un lugar, que está a dos días de marcha de aquí, donde puedes dejarlo —indicó el viejo jefe.

—¿Dónde? —preguntó Owaza—. ¿Y quién lo comprará, aquí en el interior?

—Hay un hombre blanco que te dará un trozo de papel por él, y puedes llevar el papel a la costa y obtener el valor total de tu oro.

—¿Quién es ese hombre blanco y dónde está? —preguntó Owaza.

—Es amigo mío —dijo el jefe—, y si quieres te llevaré con él mañana por la mañana. Podrás llevar todo tu oro y conseguir ese papel.

—Bien —exclamó Owaza—, y después no tendré que pagar a los porteadores más que una pequeña cantidad.

Los porteadores se alegraron al enterarse de que no iban a tener que ir hasta la costa, pues ni siquiera el atractivo del pago era suficiente para vencer su desagrado ante un viaje tan largo y el miedo a alejarse tanto de su hogar. Estaban muy contentos cuando iniciaron la marcha de dos días hacia el nordeste. Y Owaza estaba contento también, así como el viejo jefe, que les acompañó en persona, sin que Owaza pudiera adivinar por qué.

Habían andado durante casi dos días cuando el jefe envió a uno de sus hombres a entregar un mensaje.

—Es para mi amigo —explicó—, para decirle que venga a reunirse con nosotros en esta aldea.

Y unas horas más tarde, cuando la pequeña caravana salió de la jungla a una gran llanura, vieron no lejos de ellos, aproximándose con rapidez, una gran banda de guerreros. Owaza se detuvo.

—¿Quiénes son ésos? —preguntó.

—Son los guerreros de mi amigo —respondió el jefe— y él está con ellos. ¿Lo ves? —y señaló hacia una figura que iba a la cabeza de los negros, que se acercaban corriendo ligeramente con lanzas y plumas blancas que relucían al sol.

—Vienen en son de guerra —observó Owaza, temeroso.

—Esto depende de ti, Owaza —respondió el jefe.

—No te entiendo —dijo Owaza.

—Lo entenderás cuando llegue mi amigo.

Cuando los guerreros estuvieron más cerca, Owaza vio que los guiaba un gigante blanco, un blanco al que tomó por Esteban, el aliado al que, traidoramente, había abandonado. Se volvió al jefe.

—Me has traicionado —exclamó.

—Aguarda —dijo el viejo jefe—, nada de lo que te pertenece se te arrebatará.

—El oro no es suyo —gritó Owaza—. Él lo robó —y señaló a Tarzán, que se había acercado y detenido ante él sin prestarle atención, y se volvió al jefe.

—Ha llegado tu corredor y me ha traído tu mensaje —dijo al anciano—, y Tarzán y sus waziri han venido a ver qué podían hacer por su viejo amigo.

El jefe sonrió.

—Tu corredor llegó a mí, Tarzán, hace cuatro días, y dos días más tarde apareció este hombre con sus porteadores, que transportaban lingotes de oro hacia la costa. Le dije que tenía un amigo que se los compraría y le daría un papelito por ellos, pero eso, claro, sólo en el caso de que el oro perteneciera a Owaza.

El hombre-mono sonrió.

—Has hecho bien, amigo mío —dijo—. Este oro no pertenece a Owaza.

—Tampoco te pertenece a ti —protestó Owaza—. No eres Tarzán de los Monos. Te conozco. Viniste con los cuatro hombres blancos y la mujer blanca a robar el oro del país de Tarzán, y después se lo robaste a tus propios amigos.

El jefe y los waziri se echaron a reír. El hombre-mono esbozó una lenta sonrisa.

—El otro era un impostor, Owaza —dijo—, pero yo sí soy Tarzán de los Monos, y te agradezco que me hayas traído el oro. Ven —añadió—, hay pocos kilómetros hasta mi casa —y el hombre-mono obligó a Owaza a ordenar a sus porteadores que llevaran los lingotes de oro al bungaló de los Greystoke.

Una vez allí, Tarzán dio de comer a los porteadores y les pagó, y a la mañana siguiente los envió de nuevo a su país. Envió a Owaza con ellos, pero no sin un regalo valioso, junto con la advertencia de que el negro no debía volver jamás al país de Tarzán.

Cuando partieron, Tarzán, Jane y Korak se hallaban en el porche del bungaló con Jad-bal-ja tumbado a sus pies. El hombre-mono puso un brazo sobre los hombros de su compañera.

—Tendré que retractarme de que el oro de Opar no era para mí, pues tienes ante ti una nueva fortuna que ha venido directamente de las cámaras del tesoro de Opar sin ningún esfuerzo por mi parte.

—Ahora, si alguien te devolviera tus diamantes… —se rió Jane.

—No es probable —dijo Tarzán—. Sin duda alguna están en el fondo del río Ugogo.

Y lejos de allí, en las orillas del Ugogo, en la aldea de Obebe, el caníbal, Esteban Miranda yacía en el polvo de la choza que le habían asignado, relamiéndose de la fortuna que jamás podría utilizar, pues acababa de iniciar una vida de cautividad que la terquedad y superstición de Obebe le condenaban a sufrir.

Se giró en redondo y se zambulló en el río.

EDGAR RICE BURROUGHS (Chicago, 1 de septiembre de 1875 - Encino, California, 19 de marzo de 1950)

Cuando Edgar Rice Burroughs murió en 1950 dejó tras de sí una colección de algunas de las aventuras de ficción más notables de todos los tiempos. Su obra incluye novelas históricas junto a algunas de las experiencias más imaginativas jamás concebidas por la mente del hombre; desde la prehistoria hasta el futuro lejano; del núcleo de la Tierra a las estrellas más distantes en el universo.

El primero de los libros de Burroughs,
Tarzán de los Monos
, sorprendió como uno de los más vendidos del año. Desde entonces publicó un enorme cúmulo de historias de aventuras que su público esperaba con impaciencia. En el momento de su muerte en 1950, se habían publicado un total de cincuenta y nueve libros, la última,
Llana de Gathol
, en marzo de 1948. La lista podría haber sido más amplia si no hubiera sido por la escasez de papel durante la Segunda Guerra Mundial. Al morir tenía quince relatos inéditos sin finalizar.

La biografía de Edgar Rice Burroughs es la típica historia americana de éxito desde la pobreza a la riqueza. Hijo de una familia adinerada venida a menos, dejó la universidad y finalmente estuvo cinco años en la Academia Militar de Michigan donde se quedó como asistente instructor. Este iba a ser el primero de una larga lista de puestos de trabajo en el oeste (incluidos soldado en el 7.º de Caballería, arriero de ganado en Idaho, agente de policía del ferrocarril, etc.) que probó sin éxito hasta que finalmente descubrió su talento para la escritura.

Su suerte empezó a cambiar en 1911. Estaba trabajando revisando los anuncios que aparecían en las revistas
pulp
(muy populares en su época, dedicadas a la publicación de relatos por entregas) y pensó que por qué no probar y enviar sus propias historias. Su primer cuento se tituló
Dejah Thoris, Princesa de Marte
, lo publicó la revista
All-Story
y recibió $ 400 por ella. Como no quería que sus amigos supieran de su autoría, se publicó con el pseudónimo Norman Bean. Apareció en febrero con el titulo
Bajo las lunas de Marte
. El éxito que obtuvo le hizo ver que él era lo suficientemente bueno para usar su propio nombre y abandonó el pseudónimo.

Para su siguiente relato pasó mucho tiempo investigando sobre la historia de Inglaterra, a la que se acercó con una historia sobre la época de la Guerra de las Rosas, (
The Outlaw of Torne
), que fue rechazada de inmediato por su editor. Burroughs volvió a las historias de acción y se dedicó a una historia sobre la lucha entre la herencia y el medio ambiente a la que llamó
Tarzán de los Monos
. La historia inició su publicación en el número de octubre del
pulp All-Story
. Edgar recibió $700 por ella y entonces supo que estaba en el camino correcto. Renunció a su puesto de trabajo y dedicó todo su tiempo en la escritura. Comenzó a hacer tanto dinero que podía darse el lujo de llevar a su esposa y sus tres hijos a pasar el invierno en California.

Tarzán se convertiría en un gran éxito en los Estados Unidos y en todo el mundo, pero en esa época no resultó fácil de aceptar. El cuento era popular entre el público de las revistas
pulp
, pero ninguna de editorial estaba dispuesta a publicar el libro completo, ya que no lo encontraban de buen gusto y pensaban que a su público no le gustaría. Después de tratar de vender la idea a barios editores sin éxito, su éxito como folletín creó una demanda para su edición en forma de libro. En 1914 apostó por su publicación la editorial AC McClurg & Company, que la había rechazado previamente, y resultó ser uno de los libros más exitosos del año. A partir de ese momento fue seguido por varios libros más en rápida sucesión:
El regreso de Tarzán
en 1915,
Las fieras de Tarzán
en 1916;
Una princesa de Marte
, (la primera historia que había escrito) en 1917,
El hijo de Tarzán
en 1918., etc. Edgar Rice Borroughs se convirtió en el escritor más rico de su época. En el año 1931, decide crear su propia editorial e incrementar así sus ganancias, comenzando con
Tarzán el Invencible
.

Em 1941, Burroughs estaba de vacaciones en Hawai y fue testigo del bombardeo japonés de Pearl Harbor el 7 de diciembre. Durante los siguientes cuatro años realizaría una gira por las zonas de guerra del Pacífico con las Fuerzas Armadas como corresponsal de prensa para la Associated Press. En el último año de la guerra sufrió un par de ataques al corazón y tuvo que abandonar el frente, lo que le dejó el suficiente tiempo libre para volver a escribir durante este período volvió a su personaje favorito y escribió
Tarzán y la Legión extranjera
.

Other books

The Juice Cleanse Reset Diet by Lori Kenyon Farley
Ghost Guard by J. Joseph Wright
Bones of the Dragon by Margaret Weis
Malice in London by Graham Thomas
Lost Worlds by Andrew Lane
Michaela by Tracy St. John