Read Alien Online

Authors: Alan Dean Foster

Tags: #Ficción, Aventuras, Terror

Alien (11 page)

Durante un instante se encontró deseando desesperadamente estar allá, una vez más a bordo del
Nostromo.
Luego se dijo que en el remolcador no había diamantes, y ciertamente no había gloria. Y aún podía encontrar ambos aquí.

—No veo nada. Debajo de mí hay una caverna o una sala. He salido de la columna.

—¿Una caverna? Conserva la cabeza, Kane, aún estás en la nave.

—¿De veras? ¿Recuerdas lo que se decía de las columnas? Quizás tengan razón, después de todo.

—Entonces, en cualquier momento puedes encontrarte nadando entre tus malditos diamantes.

Ambos rieron entre dientes; la risa de Dallas sonó hueca y distorsionada por los magnavoces de los cascos. Kane trató de sacudirse algo del sudor que perlaba su frente. Eso era lo malo de los trajes. Mientras lo mantenían a uno fresco todo iba bien, pero cuando se empezaba a sudar no se podía limpiar más que el visor.

—Bueno, entonces no es una caverna, pero aquí hace un calor como en los trópicos.

Inclinándose ligeramente, revisó los instrumentos de su cinturón. Se hallaba muy por debajo de la superficie para estar en una caverna, pero hasta entonces no había encontrado nada que le indicara que estaba fuera de las entrañas de la nave.

Sólo había una manera de descubrirlo: llegar al fondo.

—¿Cómo está el aire allá abajo, además de caliente?

Otra revisión, diferentes lecturas esta vez.

—Muy parecido al de allá afuera. Alto contenido de nitrógeno, poco o ningún oxígeno. Concentraciones con vapor de agua aún más altas aquí abajo por el alza de la temperatura. Tomaré una muestra, si quieren. Ash se divertirá con ella.

—No te preocupes ahora por eso. Sigue adelante.

Kane activó un interruptor. Su cinturón registró la composición atmosférica aproximada, en su nivel. Aquello podría interesar mucho a Ash, aunque una muestra podría ser mejor. Siempre bufando, Kane activó la unidad de su pecho. Con un confiado zumbido, siguió bajándolo lentamente. Se sentía más solitario que cayendo a través del espacio. Girando lentamente al desenrrollarse el cable, atravesaba unas tinieblas totales; no había a la vista ninguna estrella o nebulosa.

La apacible negrura lo había tranquilizado, tanto que sintió un estremecimiento cuando sus botas chocaron con una superficie sólida. Gruñó, sorprendido y casi perdió el equilibrio. Recobrando el aplomo, se enderezó y desactivó la unidad de descenso.

Estaba preparándose para desenganchar el cable cuando recordó la indicación de Dallas. Iba a ser difícil y embarazoso explorar arrastrando la línea, pero a Dallas le daría un ataque si descubría que se había desenganchado. Así pues, tendría que arreglárselas lo mejor que pudiera y rogar que el cable no fuera a atorarse en algo allá arriba.

Respirando ahora con más facilidad, encendió su barra de luz y las luces de su traje en un esfuerzo por descubrir algo de lo que le rodeaba. Instantáneamente, fue claro que la suposición de que se encontraba en una caverna había sido tan desacertada como emocional. Evidentemente era otra cámara de la extraña nave.

Por su apariencia, por las desnudas paredes y el alto techo, supuso que sería un depósito de carga. La luz viajaba a través de extrañas formas y formaciones que podían ser parte integral de las paredes, o bien algo sujeto a ellas. Su aspecto era blando, casi flexible, en contraste con la sólida apariencia de las costillas que reforzaban las paredes de los corredores y de la cámara. Cubrían las paredes de techo a piso, limpia y ordenadamente.

Y sin embargo, no le daban la impresión de algo almacenado. Había demasiado espacio desperdiciado en aquella cámara. Desde luego, hasta que tuviese alguna idea de lo que pudiesen ser aquellas protuberancias, era absurdo hacer suposiciones acerca del motivo de aquellos extraños métodos de almacenar carga.

—¿Estás bien allá abajo, Kane? —dijo la voz de Dallas.

—Sí, quisiera que vieran esto.

—¿Ver qué? ¿Qué has encontrado?

—Todavía no estoy seguro; pero es extraño.

—¿De qué estás hablando? —Hubo una pausa; luego— Kane, debes hablar más claro. "Extraño" no nos dice mucho. Toda esa nave es extraña, pero no es así como hemos de describirla en el informe oficial.

—Muy bien. Estoy en otra gran cámara como la de arriba, pero hay algo en todas las paredes.

Manteniendo su barra de luz encendida frente a él, blandiéndola inconscientemente como un arma, caminó hasta la pared más cercana y examinó las protuberancias. Más de cerca, decidió que no eran parte de la estructura del casco. No sólo eso, sino que le parecieron orgánicas.

Allá arriba, Dallas miró a Lambert.

—¿Cuánto falta para la puesta del sol?

Ella miró sus instrumentos y tocó brevemente un control.

—Veinte minutos.

Acompañó sus palabras con una mirada significativa. Dallas no hizo comentarios; volvió su atención al negro círculo de la columna y continuó mirando hacia abajo, aunque no pudiese ver nada.

Un rayo de la barra de luz de Kane reveló más aún de los extraños objetos apilados en el centro de la cámara, en el suelo. Avanzó hacia ellos y los rodeó mientras los examinaba uno por uno, revisando especímenes individuales. Cada uno medía aproximadamente treinta centímetros, eran de forma ovoide y de apariencia de cuero. Tomando uno al azar, enfocó su luz sobre él, y la mantuvo allí. La iluminación fija no le mostró nada nuevo, ni pareció tener ningún efecto sobre el ovoide.

—Desde luego, es algún tipo de zona de almacenamiento.

No recibió ninguna respuesta de los magnavoces de su casco.

—Me atrevo a decir con seguridad que es una zona de almacenamiento. ¿Me oyen?

—Muy claramente —dijo Dallas—. Estábamos escuchando, eso es todo. ¿Dices que estás casi seguro de que es una zona de almacenamiento?

—Exactamente.

—¿Tienes algo para apoyar esa suposición, además de su tamaño y de su forma?

—Claro. Esas protuberancias de la pared también están en el suelo, y no forman parte de la nave. Todo el lugar está lleno de ellas. Parecen de cuero. En realidad, se parecen un poco a ese vaso que encontraste arriba, pero son mucho más blandas. Y también parecen selladas, mientras que lo de arriba está vacío. Están arregladas de acuerdo con cierto concepto del orden, aunque parece haber mucho espacio desperdiciado.

—¡Vaya un cargamento, si eso es en realidad! ¿Puedes ver algo en ellas —dijo Dallas, recordando la forma del vaso vacío que había encontrado.

—No te retires. Miraré más de cerca.

Dejando encendida la barra de luz, Kane se aproximó al espécimen particular que había estado estudiando, extendió su mano enguantada y lo tocó. No ocurrió nada. Inclinándose, palpó sus lados, y luego su parte superior. En la superficie no hubo nada que pareciera trabarse o romperse.

—Produce una sensación extraña, aun a través de los guantes.

De pronto, la voz de Dallas reveló preocupación.

—Simplemente, te pregunté si podrías ver qué había dentro; no trates de abrirlo. No sabemos qué puede contener.

Kane examinó el objeto más de cerca. No había cambiado ni mostraba ningún efecto, aunque él lo había alisado y palpado.

—Contenga lo que contenga, está bien sellado.

Volviéndose a otra parte, dirigió su rayo de luz sobre la hilera de ovoides.

—Quizás pueda encontrar alguno que se haya roto o haya derramado algo.

Al tenue reflejo de las luces de su traje, un pequeño chichón apareció silenciosamente en la tersa superficie del ovoide que Kane había tocado; luego apareció una segunda erupción, seguida de otras, hasta que quedó cubierto de ellas.

—Todas son iguales —informó Kane a Dallas y a Lambert—, no se ve ninguna costura ni rajadura en ninguno de ellos.

Distraído, volvió a iluminar el ejemplar que había experimentado; entonces, se inclinó hacia adelante y miró, incrédulo, lo que tenía ante los ojos.

La superficie opaca del ovoide se había vuelto translúcida; mientras Kane seguía mirando con ojos cada vez más abiertos, la superficie continuó aclarándose, hasta volverse tan transparente como el cristal. Acercándose, Kane apuntó su luz a la base del objeto, y lo miró fijamente, casi sin respirar, al ir haciéndose más clara una forma dentro de aquel recipiente oval.

—¡Cielos...!

—¿Qué pasa, Kane? ¿Qué ocurre allá abajo? —dijo Dallas, esforzándose por no gritar.

Una pequeña pesadilla era ahora claramente visible dentro del ovoide. Estaba limpiamente plegada sobre sí misma, y parecía hecha de una carne afiligranada, semejante al caucho. A Kane le pareció un fragmento de
delirium tremens
arrancado de la mente de alguien, que hubiese cobrado solidez y forma.

La cosa tenía, básicamente, la forma de una mano de muchos dedos. Los dedos, largos y huesudos, estaban doblados hacia la palma. Mucho se parecía a la mano de un esqueleto, de no ser por los dedos extras. Algo brotaba del centro de la palma, como un corto tubo. Una cola musculosa estaba enrollada bajo la base de la mano. En el dorso alcanzó a ver una forma sombría y convexa, que le pareció un ojo vidrioso.

¡Aquel ojo...! Si era un ojo y no sencillamente excrescencia brillante. Habría que verlo más de cerca. Pese a la sensación de repugnancia que sentía en sus entrañas, Kane se acercó más aún y levantó la luz para ver todo mejor. El ojo se movió y miró a Kane.

El ovoide explotó. Lanzado hacia adelante por un súbita descarga de energía contenida en la cola, la mano se abrió y se lanzó contra él. Kane levantó la mano para protegerse. Demasiado tarde. Aquel ser se fijó a su visor. Kane pudo echar una mirada desde horriblemente cerca al tubo, que se enroscaba al centro de la palma, y que golpeaba el visor de cristal a unos centímetros de su nariz. Algo empezó a zumbar, y el material del visor empezó a fundirse. Presa del pánico, Kane trató de arrancarse la criatura.

Todo pasó a través del visor. Una atmósfera extraña, fría y dura mezclada con el aire respirable. Kane sintió que se debilitaba, y continuó tirando débilmente de la mano. Algo empujaba insistentemente sus labios.

Presa del máximo horror, Kane avanzó vacilante por la cámara, tratando de quitarse aquella abominación. Unos dedos largos y sensitivos habían pasado por el visor abierto. Se extendieron hacia su cerebro y a los lados de su cara, mientras aquella cola gruesa se deslizaba a su alrededor, para enrollarse como una serpiente en su cuello.

Pudiendo apenas respirar, con aquel horrible tubo como un gusano que se deslizaba por su garganta, Kane tropezó con sus propios pies, vaciló y, finalmente, cayó de espaldas.

—Kane... Kane... ¿Puedes oírme? —dijo Dallas, que sudaba dentro de su traje—. ¡Kane, contesta!

Silencio.

Dallas meditó un momento; luego habló:

—Si no puedes usar tu comunicador, dame dos
bips
de tu unidad de rastreo.

Luego miró a Lambert, que podía recibir la señal. Ella le dio un tiempo razonable, antes de sacudir la cabeza, lentamente.

—¿Qué crees que pasa? —preguntó.

—No lo sé, no lo sé. Quizás se ha caído y dañó las células de energía.

Luego Dallas vaciló:

—No puede o no quiere contestar. Creo que lo mejor será que tiremos de él.

—¿No es un poco prematuro? También yo estoy preocupada pero...

Vio una mirada terrible en los ojos de Dallas. Cuando Dallas vio que Lambert lo miraba fijamente, logró calmarse:

—Estoy bien, estoy bien —dijo, haciendo un amplio ademán indicando las paredes—. Todo este lugar me impresionó durante un momento, eso es todo. Pero sigo creyendo que debemos tirar de él.

—Lo arrancaremos del suelo; si no espera nuestro tirón, podemos hacerle daño, especialmente si se ha caído y se encuentra encorvado. Si realmente no le pasa nada grave, nunca sabremos el final.

—Vuelve a tratar de comunicarte.

Lambert volvió a encender su propio comunicador:

—Kane... Kane... ¡Por Dios! ¡Contesta!

—Sigue tratando.

Mientras Lambert seguía llamando por turnos, suplicante o amenazadora, Dallas llegó a la columna y examinó el cable. Se movió flojamente en su mano. Demasiado flojamente; tiró de él, y un metro de cable subió sin la resistencia esperada.

—La línea está suelta —dijo, echando una mirada a Lambert.

—Y Kane no responde, no quiere o no responde. ¿Crees que se soltó? Yo sé lo que le dijiste, pero ya sabes cómo es. Probablemente pensó que no nos daríamos cuenta de una reducción temporal de la tensión del cable. Si descubrió algo y temió que el cable no le alcanzara o pudiera trabarse, lo creo muy capaz de haberse zafado.

—No me importa lo que haya encontrado. Me preocupa que no responda.

Dallas encendió el motor del montacargas.

—Lo siento si llega a lastimarse. Si no le pasa nada a él ni a su equipo, le haré desear haberse soltado.

Un golpéenlo a otro interruptor y el montacargas empezó a enredar el cable. Dallas lo observaba con mirada intensa, y se relajó un poco cuando vio que después de enrollarse un par de metros, la línea se ponía tensa. Como entonces esperó, el regreso del cable fue más lento.

—Hay un peso en el extremo. Lo traerá.

—¿Se ha trabado en algo?

—Puede ser. Pero sigue enrollando, sólo que un poco más lentamente. Si se hubiese trabado y estuviese trayendo algo más, aparte de Kane, el peso diferente haría el ascenso más lento o más rápido. Creo que sigue allí, aunque no pueda contestar.

—¿Qué pasa si no quiere subir y trata de usar su unidad del pecho para tratar de descender?

Dallas movió la cabeza.

—No puede ser —dijo señalando al montacargas—. El cable anula la unidad y el equipo portátil que lleva. Subirá, le guste o no.

Lambert miraba expectante por la columna, hacia abajo.

—Aún no puedo ver nada.

Una barra de luz iluminó una porción del agujero. Dallas la hizo recorrer las paredes lisas.

—Yo tampoco. Pero la línea sigue subiendo.

El ascenso continuaba, mientras ambas figuras aguardaban silenciosamente que apareciera algo en el círculo de la luz de Dallas. Transcurrieron varios minutos antes que el cono de iluminación fuera roto por algo que ascendía desde las profundidades.

—Aquí viene.

—No se mueve.

Lambert buscaba ansiosamente un gesto o movimiento de la sombra que se acercaba, aunque fuese un gesto obsceno, algo; pero Kane no se movía; el trípode se inclinó ligeramente hacia abajo al enrollar los últimos metros del cable.

Other books

Friend Zone by Dakota Rebel
Light Shaper by Albert Nothlit
Memphis Heat 1 Stakeout by Marteeka Karland and Shelby Morgen
Opposites Attract by Lacey Wolfe
Behind Closed Doors by Debbi Rawlins
Rise of the Dunamy by Landrum, James R.
Mulholland Dive: Three Stories by Michael Connelly