Alien (13 page)

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Authors: Alan Dean Foster

Tags: #Ficción, Aventuras, Terror

ESCOTILLA INTERIOR ABIERTA, ESCOTILLA EXTERIOR CERRADA.

Ella contempló atónita aquellas palabras, no queriendo creerlas. Pero sus instrumentos confirmaron aquella afirmación increíble.

Con su pesada carga entre ambos, Dallas y Lambert salieron vacilantes de la cámara y entraron al corredor, en cuanto la escotilla interior se apartó para dejarlos pasar. Al mismo tiempo llegaron Parker y Brett.

Ash se apresuró a ayudarlos con el cuerpo, pero con un ademán Dallas le ordenó retroceder.

—Apártate.

Depositaron en el suelo el cuerpo de Kane y se quitaron los cascos.

Manteniéndose a respetuosa distancia, Ash se afanaba alrededor del cuerpo encogido del ejecutivo, hasta que vio aquella forma en su cabeza.

—¡Santo Dios! —murmuró.

—¿Aún está con vida? —dijo Parker, estudiando aquel ser, admirado por su simetría, que sin embargo no le hacía menos repugnante a sus ojos.

—No lo sé, pero no lo toques —dijo Lambert, quitándose las botas.

—No se preocupen por eso —dijo Parker inclinándose hacia adelante y tratando de ver los detalles de la criatura donde estaba en contacto con Kane—. ¿Qué está haciéndole?

—No lo sé. Llevémoslo a la enfermería para averiguarlo.

—De acuerdo —asintió Brett— ¿Ustedes dos están bien?

Dallas asintió lentamente.

—Sólo cansado. No se ha movido, pero no le quiten el ojo.

—Así lo haremos.

Los dos ingenieros tomaron aquella carga del suelo y se colocaron cuidadosamente tras los brazos de Kane, mientras Ash ayudaba como podía...

6

En la enfermería colocaron suavemente a Kane sobre la extendida plataforma médica. Un complejo de instrumentos y controles, distintos de los otros que había en la nave, decoraba la pared tras la cabeza del ejecutivo inconsciente. La mesa brotó de la pared, extendiéndose a partir de una abertura de cerca de un metro cuadrado.

Dallas tocó unos controles y activó al médico automático. Avanzó hacia un cajón, sacó un pequeño tubo y de su interior extrajo un minúsculo tubo de metal brillante. Después de asegurarse que estaba cargado, se volvió a colocar junto al cuerpo de Kane. Ash se hallaba cerca, dispuesto a ayudar, mientras Lambert y Brett observaban desde el corredor tras una gruesa ventana.

Un toque en un lado del tubo produjo un corto e intenso rayo de luz del otro extremo. Dallas ajustó el rayo hasta que fue tan estrecho y corto como pudo hacerlo sin reducir su energía. Cuidadosamente aplicó el extremo del rayo a la base del casco de Kane. El metal empezó a separarse.

Hizo pasar el cortador lentamente a lo largo del costado del casco, sobre la parte superior y hacia abajo por el otro lado. Llego a la base del casco del lado opuesto e hizo pasar el rayo sobre el grueso sello. El casco se separó limpiamente. El y Ash se colocaron uno a cada lado, mientras Dallas cerraba el rayo y quitaba el casco.

Salvo una lenta y continua pulsación, la criatura no daba señales de vida, ni mostró reacción alguna al haber sido quitado el casco, dejándola expuesta a plena vista de todos.

Dallas vaciló, extendió la mano, tocó la criatura y luego retiró su mano. Seguía pulsando, y no reaccionó al toque de sus dedos. Dallas volvió a tender su mano, y dejó que su palma quedara sobre el dorso de la criatura. Era seco y frío. La lenta pulsación le hizo sentir ligeramente mal, y se dispuso a retirar nuevamente su mano. Cuando la criatura siguió sin dar muestras de oponerse, Dallas aferró tan fuertemente como pudo aquel tejido ahulado, y tiró con todas sus fuerzas.

Como podía esperarse, no tuvo ningún resultado; el ser no se movió ni soltó su presa.

—Déjame probar —dijo Ash, que se hallaba cerca de una repisa con herramientas no médicas. Seleccionó unas gruesas plegaderas y avanzó hacia la mesa. Empuñando cuidadosamente la criatura, se inclinó hacia atrás.

—Nada aún, trata con más fuerza —sugirió Dallas, esperanzado.

Ash ajustó las plegaderas para apretar más fuertemente y tiró inclinándose hacia atrás al mismo tiempo.

Dallas levantó una mano al observar que un hilillo de sangre corría por la mejilla de Kane.

—¡Aguarda! Estás arrancándole la piel.

Ash se relajó.

—Yo no, esa criatura.

Dallas pareció enfermo.

—Esto no resultará bien. No saldrá si no le arranca todo el rostro al mismo tiempo.

—Tienes razón. Hagámoslo con la máquina. Quizás tengamos mejor suerte.

—Así será.

Ash tocó varios botones en secuencia. El automédico zumbó y el extremo opuesto de la plataforma se encendió; luego la plataforma penetró silenciosamente en la pared. Descendió un plato de cristal, aislando completamente a Kane en su interior. Unas luces brillaron en el cristal dejando claramente visible detrás el cuerpo de Kane. En un tablero cercano, un par de monitores de vidrio dieron señales de vida. Ash se colocó en un lugar donde pudiera estudiar sus datos. Ash era lo más parecido a un médico humano que había a bordo del
Nostromo,
y estaba consciente del hecho y de la responsabilidad; por tanto estaba sumamente ansioso por aprender todo lo que la máquina pudiese decirle acerca del estado de Kane... Para no mencionar el del extraño ser. Una figura apareció en el corredor, y se aproximó a los tres que miraban. Lambert dirigió a Ripley una mirada larga y dura.

—Ibas a dejarnos allá afuera; ibas a dejar a Kane allá afuera. Ibas a hacernos esperar durante veinticuatro horas con esa cosa en su rostro y la noche acercándose...

Su expresión delató sus sentimientos más claramente que sus palabras.

Parker, quizás el último miembro de la tripulación del que se habría esperado que saliera a la defensa de la funcionaría, echó una mirada ofensiva a la navegante.

—Quizás iba a tener que hacerlo. Sólo estaba siguiendo las reglas.

Luego hizo un ademán hacia el interior iluminado del automédico y a su paciente inmóvil.

—¿Quién demonios sabe qué es o qué puede hacer? Kane es un poco impulsivo, desde luego, pero no es ningún tonto y no pudo evitarlo. Quizás uno de nosotros será el próximo.

—De acuerdo —asintió Brett.

La atención de Ripley siguió fija en Lambert. La navegante no se había movido y le devolvió la mirada.

—Quizás cometí un error, quizás no; espero que así haya sido. Sea como fuere, sólo quería cumplir con mi deber. Dejemos allí las cosas.

Lambert vaciló buscando el rostro de Ripley. Luego asintió levemente con la cabeza. Ripley suspiró, mostrando cierto alivio.

—¿Qué ocurrió allá abajo?

—Fuimos a la nave abandonada —le dijo Lambert, observando a los dos hombres que trabajaban con el automédico—. No había señales de vida. Esa transmisión debe de estar emitiéndose desde hace siglos. Creímos haber encontrado el transmisor.

—¿Y la tripulación de la nave?

—Ni rastro de ella.

—¿Y Kane...?

—Se ofreció como voluntario para ir solo al nivel inferior.

La expresión de Lambert cambió:

—Estaba en busca de diamantes. En cambio, al parecer encontró cierto tipo de huevos. Le dijimos que no los tocara; probablemente fue demasiado tarde. Algo ocurrió allá abajo, donde no podíamos ver lo que pasaba. Cuando tiramos de él, tenía eso en su rostro. De algún modo pasó a través de su casco, y ya sabes lo fuerte que es ese material.

—Me gustaría saber de dónde provino originalmente —dijo Ripley sin apartar la mirada del interior de la enfermería—. Este planetoide parece tan muerto que supongo que llegó aquí con la nave extraña.

—Dios lo sabe —añadió Parker, en voz baja—. También yo quisiera saber de dónde vino.

—¿Por qué? —dijo Ripley echándole una dura mirada.

—Así conocería otro lugar que debo evitar.

—Amén —dijo Brett.

—Lo que yo quisiera saber —dijo Dallas lentamente—, es como está respirando Kane. ¿o ya no respira?

Ash estaba estudiando los datos.

—Físicamente, parece estar bien. No sólo está vivo, pese a haber carecido de aire normal en todo el regreso a la nave, sino que todos sus signos vitales son firmes. Respirar todo ese nitrógeno y todo ese metano debió matarlo instantáneamente, allá en esa nave abandonada. Según el doctor está en coma, pero internamente su estado es normal. Mucho más sano de lo que podíamos esperar. ¿Cómo puede respirar? No puedo decirlo, pero su sangre tiene una perfecta cantidad de oxígeno.

—Pero ¿cómo? —dijo Dallas, inclinándose, tratando de ver dentro del automédico—. Yo revisé esa cosa de muy cerca, parece haber bloqueado completamente su boca y su nariz.

Ash oprimió tres botones.

—Sabemos lo que ocurre fuera. Más vale que miremos dentro de él.

Una gran pantalla se iluminó y luego sus datos se aclararon. Mostraba una imagen de rayos X de la cabeza y la parte superior del tórax de Kane. Un enfoque más preciso pudo mostrar la sangre que corría regularmente por sus venas y arterias, la pulsación de sus pulmones y de su corazón. Pero, por el momento, todos estaban más interesados en el esquema interno de la pequeña forma redondeada que le cubría el rostro.

—No soy biólogo —dijo Ash en voz baja—, pero esa es la masa más extraña que haya visto jamás dentro de un animal.

Echó otra ojeada, asombrado, a la intrincada red de formas y tubos.

—No tengo la menor idea de qué pueda ser eso.

—No parece mejor por dentro que por fuera —fue el único comentario de Dallas.

—Mira la musculatura de esos dedos, de esa cola —insistió Ash—; quizá parezca frágil, pero nada de eso. No me sorprende que no pudiéramos arrancárselo. No me sorprende que él no pudiera arrancárselo. Estoy suponiendo que tuvo tiempo de intentarlo antes de desmayarse.

Era claro lo que la criatura estaba haciendo a Kane, pero no por qué. Le había abierto por la fuerza las mandíbulas. Un tubo largo y flexible que salía de la palma de aquella mano descendía por su garganta, y terminaba al fin de su esófago. El tubo no se movía. Más que nada, aquella parte de la visión interna causó repugnancia a Dallas.

—Ha bajado por su garganta —murmuró.

Sus manos se cerraban y se abrían con agresiva regularidad.

—¿Qué manera es esa de atacar a una persona? No es una manera limpia de luchar... ¡Maldita sea, Ash! Eso no es justo.

—No sabemos si está luchando con él o siquiera haciéndole daño —dijo Ash, reconociendo estar confuso ante aquella situación—. Según los monitores médicos, Kane está bien. Sencillamente, no puede reaccionar. Sé que parece tonto, pero piensa un minuto; quizás la criatura es un simbionte benigno de alguna clase. Quizás a su propia manera ha hecho esto para tratar de ayudarlo.

Dallas rió, sin alegría.

—Muy amable de su parte, desde luego. Pero no lo deja.

—Ese tubo o lo que sea debe estar dándole oxígeno —dijo Ash, ajustando un control y cambiando a una visión más cercana y una textura más grande. La pantalla mostró los pulmones de Kane, que trabajaban regularmente, a su ritmo normal, y al parecer sin ningún esfuerzo pese a la obstrucción que había en su garganta. Ash cambió a la vista anterior.

—¿Qué oxígeno será? —quiso saber Dallas—. Vino hasta aquí desde la nave con nariz y boca cubiertas. La criatura no está fija a los tanques de su traje, de modo que todo el aire debió salir por el regulador abierto en los primeros dos o tres minutos.

Ash parecía pensativo:

—Puedo imaginar algunas posibilidades. En la atmósfera de aquí hay un poco de oxígeno libre. No mucho, pero sí algo. Y hay mucho más unido al nitrógeno en varios óxidos. Sospecho que esa criatura tiene la capacidad de descomponer esos óxidos y sacar el oxígeno. Ciertamente, tiene la capacidad de pasarlos a Kane, quizás a través de sí misma. Un buen simbionte podría determinar rápidamente los requerimientos de su pareja. Algunas plantas tienen la misma capacidad de extraer oxígeno, otras prefieren diferentes gases. No es imposible.

Luego volvió su atención a la pantalla.

—Quizás son nuestros prejuicios terrestres los que nos impiden ver que es en realidad una planta y no un animal. O quizás tenga características y capacidades de ambos.

—Eso no tiene sentido.

Ash levantó la mirada:

—¿Qué es lo que no tiene sentido?

—Lo paraliza y lo pone en coma, y luego trabaja como desesperado para mantenerlo con vida.

Levantó su mirada hacia la pantalla:

—Pensé que podría ser... bueno, que estaba alimentándolo con algo. La postura y la posición en que está ahora es típica de alimentación. Pero, como dicen los instrumentos, está haciendo exactamente lo contrario. No entiendo.

—Sea como sea, no podemos dejarlo con ese maldito ser. Puede estar haciéndole toda clase de cosas, quizás buenas, quizás malas. Podemos estar seguros de una cosa: nada de eso es natural para el sistema humano.

Ash pareció dudar:

—No sé si esa es realmente una buena idea.

—¿Por qué no? —dijo Dallas, mirando interrogante a su oficial en ciencias.

—Por el momento —explicó Ash, sin dejarse ofender por el tono retador de la voz de Dallas—, la criatura está manteniéndolo vivo; si la quitamos, corremos el riesgo de matarlo.

—Hemos de correr ese riesgo.

—¿Qué propones hacer? Es imposible arrancarla.

—Tendremos que tratar de cortarla, cuanto antes la quitemos mejor será para Kane... Eso parece.

Ash parecía dispuesto a discutir más, pero luego cambió de opinión.

—No me agrada la idea, pero la comprendo. ¿Tomarás tú la responsabilidad? Es una decisión científica, y la estás tomando de mis manos.

—De acuerdo; yo asumo toda la responsabilidad.

Dallas ya estaba poniéndose un par de guantes de cirugía. Una rápida revisión le indicó que el automédico no estaba sujeto de ninguna manera al cuerpo, y no podía estar haciendo nada que pudiese dañarlo si se le sacaba temporalmente. Con sólo oprimir un botón, Kane se deslizó fuera de la máquina.

Una somera inspección fue suficiente para mostrar que la criatura no se había movido, ni había dejado de asir el rostro de Kane.

—¿El cortador?

Ash indicó el aparato láser que Dallas había utilizado para quitar el casco a Kane.

—No. Procederé tan lentamente como pueda. Ve si puedes encontrar para mí una hoja manual.

Ash se dirigió a una caja de instrumentos y buscó en ella brevemente. Volvió con una versión más delgada del cortador, y la tendió cuidadosamente a Dallas.

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