Amos y Mazmorras II (21 page)

Read Amos y Mazmorras II Online

Authors: Lena Valenti

Tags: #prose_contemporary

—¿Pero quiénes son los Villanos? —Cleo estaba frustrada y le dolía la cabeza.
—Por lo que sabemos, o creemos intuir, son gente de mucho poder económico —aseguró Leslie—, con un comportamiento elitista y sectario. La verdad es que no sabemos qué es con exactitud lo que hacen con los sumisos que reclutan. No sabemos si los venden a otras personas y negocian con ellos, si los prostituyen o si los preparan para prácticas más bien sádicas. Por eso estoy con Markus... Mi misión ahora es conjunta; y va más allá del torneo de
Dragones y Mazmorras edición DS
.
—¿Cómo? ¿Cómo que conjunta? —Se giró para encarar al ruso—. ¿Tú sabes quiénes son? —exhaló—. ¿Quién eres, Markus? —Entrelazó los dedos de las manos y lo miró de frente—. ¿Y qué estás haciendo con mi hermana?
—Creo que eso es algo que debes contestar tú,
printsessa
—Dirigió una mirada violeta y desafiante a Leslie.
Leslie movió la cabeza de modo afirmativo.
—De acuerdo —sus ojos grises se entristecieron—. Hace apenas dos semanas, Clint y yo estábamos en un local de BDSM de Nueva York. Acudimos a la cita que se preparó a través del foro rol. Sabíamos que la Reina de las Arañas iba a asistir, y queríamos ver si hacía nuevas invitaciones personales para el torneo. Yo ya la tenía. Pero cuanta más gente conociéramos y más controlados tuviéramos a los participantes, mejor nos llevaríamos con ellos y más fácil sería jugar en el torneo y aliarnos en el momento correcto. Solo era una visita rutinaria para nosotros. Pero, en realidad, se trató de una encerrona. Los Villanos me querían para ellos, para formar parte de su particular harén sumiso. Esa noche —recordó mirando al frente, con los ojos ligeramente dilatados—, recuerdo que pedí un gin-tonic al barman del club. Íbamos a hacer una pequeña
performance
, a jugar con más parejas esperando la llegada de la Reina de las Arañas. Pero nunca llegó.
—Según me dijeron —explicó Cleo muy atenta a sus palabras—, Sharon llegó mucho antes de la hora prevista; hizo una visita relámpago y se fue.
Leslie asintió y se frotó la barbilla.
—Bueno... La cuestión es que mi bebida tenía algo que me dejó fuera de juego. Lo último que recuerdo fue que me metí en el baño para refrescarme y mojarme la cara; y ahí perdí el conocimiento. No... no recuerdo nada más. La primera imagen que me viene a la mente es el rostro de Markus hablándome en ruso.
—¡¿Tú la secuestraste?! —Cleo se levantó del puf de mimbre y encaró a Markus con los puños apretados.
—No. Yo no lo hice —aseguró Markus, con toda la calma del mundo—. A mí me traen a las mujeres para que las prepare y les haga la doma. Tu hermana fue una de ellas.
Cleo se pasó las manos por la cola y le pidió a Leslie:
—Hazme un favor. Desabróchame un poco este traje. Me estoy asfixiando.
Leslie le bajó la cremallera hasta la mitad de la espalda y Cleo exhaló.
—Me drogaron, Cleo —continuó Leslie—. Me sacaron del local y me entregaron a Markus para que me preparara para los villanos. Pero cuando abrí los ojos y escuché sus palabras en ruso diciéndome que «lamentaba mi situación y que me ayudaría para que al final no me sucediera nada» yo le contesté también en su idioma diciéndole que «era él quien tenía que cuidarse sus espaldas». —Markus sonrió y miró hacia otro lado, feliz y cómodo con ese recuerdo—. Él se quedó impactado al ver que yo hablaba su lengua.
—Lo hablamos las dos, ¿sabes? —le dijo petulante al ruso—. No nos preguntes por qué —murmuró.
—Ya lo sabe, Cleo. Le dije que tú y yo crecimos de un modo diferente al de los demás críos. Nos gustaban otro tipo de cosas y leíamos historias de espionaje. Nuestra ídolo es María L. Ricci la agente especial de Contrainteligencia del FBI.
—Soñabais con ser espías —añadió Markus—, y con jugar a infiltraros en la KGB, tal y como los espías rusos habían hecho en vuestro país —asintió riéndose de ellas—. Por eso aprendisteis ruso.
—Y español, y francés —repuso Cleo dejando claras sus habilidades—. ¿Y qué pasó cuando replicaste a Markus, Les?
—Observé sus tatuajes y le dije que no entendía lo que hacía un ex-convicto ruso como amo. Entonces, Markus comprendió que yo no era una sumisa corriente. Él me preguntó, en clave, si tenía leyenda; me tanteó. Y yo, impresionada por aquella revelación, le contesté inmediatamente si él era un ilegal.
El SVR, antiguo KGB, prepara a sus espías para que sean «ilegales», hombres y mujeres que van a otros países a vivir como nativos, algunos nacionalizados. Para ello se les crea un pasado, como el que habían creado a los agentes del FBI infiltrados en
Amos y Mazmorras
. A ese pasado se le llama «leyenda».
—Markus es un agente del SVR, Cleo.

 

 

 

Cleo abrió los ojos y echó un vistazo al enorme mohicano con ojos amatistas, lleno de tatuajes, que le sonreía con aires de suficiencia.
—¿Os dais cuenta de que habéis fracasado ambos como espías? —preguntó Cleo acercándose a él—. Se supone que vuestras identidades son secretas.
—Me tomó por sorpresa —explicó Marcus—, y comprendí que, por el bien de las relaciones institucionales adquiridas recientemente entre Rusia y Estados Unidos, no sería de recibo tener a una agente del FBI en mis manos y actuar con ella como hago con las demás.
—¿Y qué hace un agente del SVR soviético en nuestro caso de
Amos y Mazmorras
?
—Lo mismo que vosotros. Tenemos una fuente de información en el FBI que nos habló del cuerpo hallado de Irina Lewska en tierras americanas y de su relación directa con un caso de tráfico de blancas. —Markus sacó de su bolsillo un caramelo rectangular marrón, le quitó el plástico transparente y se lo llevó a la boca. Miró a Cleo y se lo ofreció—. ¿Korovka Roshen? Son caramelos rusos.
—No, gracias.
—Markus es un adicto a estos caramelos —murmuró Leslie.
El hombre saboreó el caramelo y prosiguió:
—En Rusia estamos muy sensibilizados con el tema de la trata de blancas. Sabemos que existe una organización que explota y soborna a las mujeres para participar en orgías, vendiéndolas a otros países. Hasta ahora, conocíamos que eran captadas a través de supuestas agencias de modelos, pero es posible que los cabecillas de esta organización, además de utilizar otras plataformas, también trafiquen con estas mujeres dentro del rol estadounidense de
Dragones y Mazmorras DS
. Les sirven igual para un roto que para un descosido; y la cuestión es vender la mercancía. Yo soy el agente infiltrado para averiguar si hay o no representación rusa dentro de los Villanos y quiénes son. El dinero que obtienen de la venta de estas mujeres, sea para el uso que sea, se remite a Rusia y se blanquea utilizando diferentes inversiones. Mi labor es reconocer a los Villanos, meterme en su círculo. De este modo podría llegar hasta los líderes de la organización de nuestro país y desmantelarla.
—¿Y qué hiciste para meterte en el torneo?
—Me creé una identidad como amo y me hice un hueco dentro del BDSM ruso como
domine
muy experimentado en sumisión. Entré en el foro rol de
Dragones y Mazmorras DS
y no tardé en recibir invitación para el torneo. Al poco tiempo, un número privado se puso en contacto conmigo, ofreciéndome una suerte de privilegios: desde dinero, a propiedades por domar a las mujeres que me facilitaran; con una única condición: que no hiciera preguntas. Me compraron esta casa en Peter Bay y, desde hace mes y medio, estoy adiestrando a un grupo de catorce sumisas. Quince con la llegada de Leslie.
—¿Y qué les haces? ¿Cómo son estas mujeres?
—Son mujeres de piel y ojos claros. Todas de pelo largo. Responden al patrón que ya conocéis. Al ser un miembro infiltrado debo proceder como si realmente fuera el tipo de amo que ellos buscan. Les facilito
popper
y observo cómo actúa la droga en su organismo; cómo reaccionan a ella cuando están en la doma. Han logrado una droga de diseño muy eficiente, y esta vez ya no provoca ataques como los de hace quince meses. Las desinhibe y anula su miedo, y les crea adicción. Piden más, siempre más —susurró rabioso—. Por alguna razón, la droga y la resistencia al dolor van muy ligadas. Y eso es lo que están buscando los Villanos. Quieren a mujeres y hombres que aguanten para sus menesteres.
Cleo sintió un escalofrío. Mujeres y hombres que aguantaran todo tipo de castigos y que lo hicieran de un modo inconsciente.
—¿Has hablado con alguna de ellas?
—No puedo. Es posible que entre estas sumisas haya una que no lo sea y que sea enviada por parte de los Villanos para controlar a los amos y sus artes disciplinarias. Se supone que no debo conocer cuántas consienten y cuántas no. Me vigilan; y no quiero cometer ningún error. Tengo que llegar hasta el final, no importa cómo; aunque eso suponga seguir disciplinando a las sumisas que tengo a mi cargo.
Cleo pensó que Markus no tenía estómago ni remordimientos. Pero lo mismo decían de los agentes de contrainteligencia del FBI. Si se metían en un papel debían hacerlo hasta las últimas consecuencias. Recordó haber leído que algunos miembros de la KGB, cuando se les destinaba a una misión en parejas, se casaban y tenían hijos entre ellos para agrandar su «leyenda» y adoptar mejor su papel. No importaba si había amor o no. Solo importaba la misión. Leslie le dijo en Washington que una podía llegar a perderse como agente. Y ahora entendía por qué.
La joven se volvió a sentar en el puf, cansada y anonadada por recibir tanta información.
—Quiero que salgas de aquí —dijo Cleo mirando a su hermana con ojos de cordero degollado—. Sal de aquí, Les...
Leslie se sentó tras ella y la abrazó.
—El SVR y el FBI están trabajando conjuntamente en este caso como algo excepcional —le dijo su hermana al oído para calmarla—. Markus informó al director de la SVR; y este se puso en contacto con la división del FBI: el director Spurs. Ya saben que Markus y yo nos hemos encontrado; y ambos están coordinando la misión.
—¿Lo sabía el subdirector Montgomery?
—Sí, Cleo. Lo sabía. Pero no me dijo que iban a meterte a ti en esto. Y eso no se lo perdonaré jamás.
—Cabrón hijo de puta... —gruñó Cleo. El hombre la visitó para pedirle que se infiltrara y utilizó la baza de la desaparición de Leslie para que ella accediera. Y, en realidad, Leslie estaba a salvo con el maldito ruso.
Leslie sonrió y besó la coronilla de su hermana pequeña.
—No puedo abandonar el caso. Debo quedarme con Markus. Ambos sabemos que los Villanos me desean; y estamos a punto de culminar la investigación con la llegada de la noche de Walpurgis. Será nuestro modo de entrar. Y, si llegas a la final, tanto tú como Lion también podréis participar.
Cleo se quedó en silencio y tragó saliva costosamente.
—¿Sabes lo que le sucedió a Clint? —preguntó.
—Sí. Murió —contestó Leslie con los ojos fijos en Markus—. Los contactos del ruso afirman que un ama totalmente encapuchada, acompañada por otro hombre encapuchado, se hicieron cargo de él en cuanto yo desaparecí. Lo último que se supo fue que se halló a Clint muerto por asfixia. —Su voz se quebró.
—Ah... Lo siento por él y por ti, Leslie. ¿Te... Te encuentras bien?
—No, Cleo —reconoció abatida—. Clint era mi amigo y el mejor amigo de Lion. No quiero ni imaginarme lo mucho que ha debido sufrir el agente Romano echándose la culpa de todo solo por ser el agente al cargo. Pero él no fue el culpable... Son los riesgos de estar en una misión. Consciente, o inconscientemente, nos jugamos la vida cada día, fingiendo ser personas que no somos —murmuró hundiendo la nariz en el pelo rojo de su hermana—. Te he echado tanto de menos; he pensado tanto en ti...
Cleo se dio la vuelta y abrazó a Leslie. Necesitaba llorar por el miedo vivido; por la angustia experimentada al no saber dónde estaba su hermana, si seguía viva o no... Quería embeberse de ella, de su calor, de su cuerpo, de su protección. Leslie siempre la había protegido; y Cleo también tenía la necesidad de hacerlo.
—Entendido. —Se secó las lágrimas que había derramado de nuevo—. Entendido, Les. Por nuestra parte, el FBI ha colocado cámaras por todas las Islas Vírgenes —explicó—. No han logrado identificar todavía a los Villanos, ni siquiera saben dónde se hospedan... Son como humo. Se desvanecen con rapidez. Están utilizando el sistema de reconocimiento facial para averiguar sus identidades, pero siempre van enmascarados y eso imposibilita el éxito de correspondencias con las bases de datos.
—Y, aun así, aunque el sistema los reconozca, no les asegurará el éxito —repuso Markus—. Piensa que los que trabajan para los Villanos saben muy bien cómo anular identidades de las redes neuronales. No dejan cabos sueltos.
—Lo sabemos —aseguró Cleo—. Ya sé que, días después de la aparición de los cuatro cadáveres de las sumisas, se hallaron dos cuerpos de sumisos que todavía siguen sin identificar. Ni mediante el ADN, ni mediante el reconocimiento facial... Han eliminado todos sus historiales. Son invisibles. ¿Creéis que sus muertes pueden estar relacionadas con la supuesta ama que se llevó a Clint la noche en que te secuestraron?
Leslie, de modo interrogante, miró a Markus por encima de la cabeza de Cleo.
—No lo sabemos —contestó Leslie—. Los cuerpos de los dos hombres hallados tenían
guiches
en la zona perianal. Clint no tenía ninguno. Podría ser que sí, o podría ser que no se tratara de la misma persona.
Los tres se quedaron callados, mirando al suelo. Markus se pasaba el caramelo de un lado al otro de las mejillas.
Cleo levantó la cabeza y miró la sala, estudiando todos los detalles habidos y por haber: cafetera, televisión, hilo musical...
—¿Para qué sirve esta habitación? —preguntó.
—Para relajarme después de las domas —contestó escueto, sin bajar los ojos, sin ocultar nada de su particular infierno a Cleo ni a Leslie. Así que tampoco era fácil para él estar ahí...
—Ah... ¿Qué vas a hacer conmigo ahora? —le preguntó a Markus.
—Voy a prepararte para devolverte a tu amo esta misma noche. Tengo una
performance
grupal con mis sumisas. Es obvio que los Villanos observarán el espectáculo. Lady Nala podrá participar y yo aseguraré que eres una auténtica delicia delante de todos los asistentes. Jugarás un rato conmigo.

Other books

Jaxie's Menage by Jan Springer
Everyday Blessings by Jillian Hart
The Astral by V. J. Banis
After the Moon Rises by Bentley, Karilyn
Billy: Messenger of Powers by Collings, Michaelbrent
I'm Not Her by Janet Gurtler
Assumption (Underground Kings #1) by Aurora Rose Reynolds
Private North by Tess Oliver