También me han dicho, muy poderoso señor, que a vuestra majestad sacra han informado que yo tengo en esta tierra docientos cuentos de renta de las provincias que yo tengo señaladas para mí; y porque mi deseo no es ni ha sido otro sino que vuestra católica majestad sepa muy de cierto mi voluntad a su real servicio y se satisfaga muy de hecho de mí que siempre le he dicho y diré verdad, no siendo cosa que yo pudiese hacer con que mejor esto se manifestase que con hacer desta tan crecida renta servicio a vuestra majestad, y hacerse hían a mi propósito muchas cosas, en especial que vuestra alteza perdiese ya esta sospecha, que tan pública por acá está que vuestra majestad de mí tiene; por tanto, a vuestra majestad suplico reciba en servicio todo cuanto yo acá tengo, y en esos reinos me haga merced de los veinte cientos de renta, y quedarle han los ciento y ochenta, e yo serviré en la real presencia de vuestra majestad, donde nadie pienso me hará ventaja ni tampoco podrá encubrir mis servicios, y aun por lo de acá pienso será vuestra majestad de mí muy servido, porque sabré, como testigo de vista, decir a vuestra celsitud lo que a vuestro real servicio conviene, que acá mandé proveer, y no podrá ser engañado por falsas relaciones; y certifico a vuestra majestad sacra que no sea menos ni de menos calidad el servicio que allá haré en avisar de lo que se debe proveer para que estas partes se conserven y los naturales dellas vengan en conoscimiento de nuestra fe, y vuestra majestad tenga acá perpetuamente muchas y muy crescidas rentas, y que siempre vayan en crecimiento, y no en diminución, como han hecho las de las islas y Tierra Firme por falta de buena gobernación, y de ser los Católicos Reyes, padres y abuelos de vuestra excelencia, avisados con celo de su servicio, y no de particulares intereses, como siempre lo han hecho los que en las cosas destas partes a sus altezas y a vuestra majestad han informado, o que fue ganarlas y haberlas sostenido hasta agora, habiendo tenido para ello tantos obstáculos y embarazos, por donde no poco se ha dejado de acrecentar en ellas; y dos cosas me hace desear que vuestra majestad sacra me haga tanta merced que se sirva de mí en su real presencia; y la una y más principal, el satisfacer a vuestra majestad y a todo el mundo de mi lealtad y fidelidad en su real servicio, porque esto tengo en más que todos los otros intereses que en este mundo se me pueden seguir, porque por cobrar nombre de servidor de vuestra majestad y de su imperial y real corona me he puesto a tantos y tan grandes peligros y he sufrido trabajos tan sin comparación, y no por cobdicia de tesoros; que si esto me hubiera movido, pues he tenido hartos, digo para un escudero como yo no los hubiera gastado ni pospuesto por conseguir este otro fin, teniéndolo por más principal; aunque mis pecados no han querido darme lugar a ello, ni pienso que ya en este caso yo me podría satisfacer si vuestra majestad no me hiciese esta tan inmensa merced que le suplico, y porque no parezca que pido a vuestra excelencia mucho porque no se me conceda, aunque todo cabría, y aún es poco para yo venir sin afrenta, habiendo yo tenido en estas partes en el real nombre de vuestra majestad el cargo de la gobernación dellas y haber en tanta cantidad por estas partes dilatado el patrimonio y señorío real de vuestra majestad, poniendo debajo de su principal yugo tantas provincias pobladas de tantas y tan nobles villas y ciudades, y quitando tantas idolatrías y ofensas como en ellas a Nuestro Criador se han hecho, y traído a muchos de los naturales a su conoscimiento y plantado en ellas nuestra santa fe católica en tal manera que si estorbo no hay de los que mal sienten destas cosas y su celo no es enderezado a este fin, en muy breve tiempo se puede tener en estas partes por muy cierto se levantará una nueva iglesia, donde más que en todas las del mundo Dios Nuestro Señor será servido y honrado; digo que siendo vuestra majestad servido de me hacer merced de mandar dar en esos reinos diez cuentos de renta, e que yo en ellos le vaya a servir, no será para mí pequeña merced, con dejar todo cuanto acá tengo, porque desta manera satisficiera mi deseo, que es servir a vuestra majestad en su real presencia, y vuestra celsitud asimismo se satisfaría de mi lealtad y sería de mí muy servido; la otra, tener por muy cierto que informado vuestra católica majestad de mí de las cosas desta tierra, y aun de las islas, se proveería en ellas muy más cierto lo que conviniese al servicio de Dios Nuestro Señor y de vuestra majestad, porque se me daría crédito diciéndolo desde allá, lo que no se me dará aunque de acá lo escriba; porque todo se atribuirá, como hasta aquí se ha atribuido, a ser dicho con pasión de mi interese, y no de celo, que como vasallo de vuestra sacra majestad debo a su real servicio. Y porque es tanto el deseo de besar los reales pies de vuestra majestad y servirle en su real presencia, que no lo sabría significar. Si vuestra grandeza no fuere servido o no tuviere oportunidad de me hacer merced de lo que a vuestra majestad suplico para me mantener en esos reinos y servirle como yo deseo, sea que vuestra celsitud me haga merced de me dejar en esta tierra lo que yo agora tengo en ella, o lo que en mi nombre a vuestra majestad se suplicare, haciéndome merced dello de juro y de heredad para mí y mis herederos, con que yo no vaya a esos reinos a pedir por Dios que me den de comer; y con esto recebiré muy señalada merced. Vuestra majestad me mande enviar licencia para que yo me vaya a cumplir este mi tan crecido deseo, que bien sé y confío en mis servicios y en la católica conciencia de vuestra majestad sacra que siéndole manifiestos y la limpieza de la intención con que los de hecho no permitirá que viva pobre; y harta causa se me había ofrecido con la venida deste juez de residencia para cumplir este mi deseo, y aun comencélo a poner por obra, sino que dos cosas me lo estorbaron: la una hallarme sin dinero para poder gastar en mi camino, a causa de haberme robado y saqueado mi casa, como vuestra sacra majestad ya creo dello está informado; y lo otro, temiendo con mi ausencia entre los naturales desta tierra no hobiese algún levantamiento o bullicio, y aun entre los españoles; porque por el ejemplo de lo pasado se podía muy bien juzgar lo por venir.
Estando, muy católico señor, haciendo este despacho para vuestra sacra majestad me llegó un mensajero de la mar del Sur con una carta en que me hacían saber que en aquella costa, cerca de un pueblo que se dice Tecoantepeque, había llegado un navío que según paresció por otra que se me trajo del capitán del dicho navío, la cual envió a vuestra majestad, es la armada que vuestra majestad sacra mandó ir a las islas de Maluco con el capitán Loaisa; y porque en la carta que escribió el capitán deste navío verá vuestra majestad el suceso de su viaje, no daré dello a vuestra celsitud cuenta mas de hacer saber a vuestra excelencia lo que sobre ello proveí, y es que a la hora despaché con mucha priesa una persona de recaudo para que fuese adonde el dicho navío llegó, y si el capitán dél luego se quisiese tornar, le diese todas las cosas necesarias a su camino, sin faltarle nada, y se informase dél de su camino y viaje muy cumplidamente, por manera que de todo trajese muy larga y particular relación, para que yo la enviase a vuestra majestad, porque por esta vía vuestra alteza fuese más brevemente informado; y si el navío trajese alguna necesidad de reparo, envié también un piloto para que lo trajese al puerto de Zacatula, donde yo tengo tres navíos muy a punto para se partir a descubrir por aquellas partes y costas, para que allí se remedie y se haga lo que más conveniere al servicio de vuestra majestad y bien del dicho viaje; en habiendo la información deste navío, la enviaré luego a vuestra majestad, para que de todo sea informado y envíe a mandar lo que fuere su real servicio.
Mis navíos de la mar del Sur están, como a vuestra majestad he dicho, muy a punto para hacer su camino, porque luego como llegué a esta ciudad comencé a dar priesa en su despacho, y ya fueran partidos, sino por esperar a ciertas armas y artillería y munición que me trujeron desos reinos, para lo poner en los dichos navíos, porque vayan a mejor recaudo, e yo espero en Nuestro Señor que en ventura de vuestra majestad tengo de hacer en este viaje un muy gran servicio; porque ya que no se descubra estrecho, yo pienso dar por aquí camino para la Especería, que en cada un año vuestra majestad sepa lo que en toda aquella tierra se hiciere; y sí vuestra majestad fuere servido de me mandar conceder las mercedes que en cierta capitulación envié a suplicar se me hiciesen cerca deste descubrimiento, yo me ofrezco a descubrir por aquí toda la Especería y otras islas, si hobiere arca de Maluco y Malaca y la China, y aun de dar tal orden que vuestra majestad, no haya la Especería por vía de rescate, como la ha el rey de Portugal, sino que la tenga por cosa propia y los naturales de aquellas islas le reconozcan y sirvan como a su rey y señor y señor natural; porque yo me ofrezco, con el dicho aditamento, de enviar a ellas tal armada, o ir yo con mi persona, por manera que las sojuzgue y pueble y haga en ellas fortalezas y las bastezca de pertrechos y artillería de tal manera que a todos los príncipes de aquellas partes, y aun a otros, se puedan defender, y si vuestra majestad fuere servido que yo entienda en esta negociación, concediéndome lo pedido, creo será dello muy servido, y ofrezco que si como he dicho no fuere, vuestra majestad me mande castigar como a quien a su rey no dice verdad. También después que vine he proveído enviar por tierra y por la mar a poblar el río de Tabasco, que es el que dicen de Grijalva, y conquistar muchas provincias que están en sus comarcas, de que Dios Nuestro Señor y vuestra majestad serán muy servidos, y los navíos que van y vienen a estas partes reciben mucho provecho en poblarse aquel puerto y apaciguarse aquella costa, porque allí han dado muchos navíos al través, y por estar la gente indómita han muerto todos los españoles que iban en los navíos.
También envío a la provincia de los Zapotecas, de que ya vuestra majestad está informado, tres capitanías de gente que entren en ella por tres partes, para que con más brevedad den fin a aquella demanda, que cierto será muy provechosa, por el daño que los naturales de aquella provincia hacen en los otros naturales que están pacíficos, y por tener, como tienen, ocupada la más rica tierra de minas que hay en esta Nueva España, de donde, conquistándose, vuestra majestad recebirá mucho servicio.
También tengo enhilado ya harta parte de gente allegada para ir a poblar el río de Palmas, que es en la costa del Norte abajo del de Panuco, hacia la Florida, porque tengo información que es muy buena tierra y es puerto; no creo que menos allí Dios Nuestro Señor y vuestra majestad serán servidos que en todas las otras partes, porque yo tengo muy gran nueva de aquella tierra.
Entre la costa del Norte y la provincia de Mechuacán hay cierta gente y población que llaman Chichimecas; son gentes muy bárbaras y no de tanta razón como estas provincias; también envío agora sesenta de caballo y docientos peones, con muchos de los naturales nuestros amigos, a saber el secreto de aquella provincia y gentes. Llevan mandado por instrucción que si hallaren en ellos alguna aptitud o habilidad para vivir como estotros viven, y venir en conocimiento de nuestra fe, y reconoscer el servicio que a vuestra majestad deben, los apaciguar y traer al yugo de vuestra majestad y pueblen entre ellos en la parte que mejor les paresciere; y si no lo hallaren como arriba digo y no quisieren ser obedientes, les hagan guerra y los tomen por esclavos, porque no haya cosa superflua en toda la tierra ni que deje de servir ni reconoscer a vuestra majestad, y trayendo estos bárbaros por esclavos, que casi son gente salvaje, será vuestra majestad servido y los españoles aprovechados, porque sacarán oro en las minas, y aun en nuestra conversación podrá ser que algunos se salvasen.
Entre estas gentes he sabido que hay cierta parte muy poblada de muchos y muy grandes pueblos y que la gente dellos viven a la manera de los de acá, y aun algunos destos pueblos se han visto por españoles; tengo por muy cierto que poblarán aquella tierra, porque hay grandes nuevas della de riqueza de plata.
Cuando yo, muy poderoso señor, partí desta ciudad para el golfo de las Higueras, dos meses antes que partiese, despaché un capitán a la villa de Colimán, que está en la mar del Sur ciento y cuatro leguas desta ciudad, al cual mandé que siguiese desde aquella villa a la costa de Sur abajo hasta ciento y cincuenta o docientas leguas, no a más efecto de saber el secreto de aquella costa y si en ella había puertos; el cual dicho capitán fue, como yo le mandé, hasta ciento y treinta leguas la tierra adentro, y me trajo relación de muchos puertos que halló en la costa, que no fue poco bien para la falta que dellos hay en todo lo descubierto hasta allí, y de muchos pueblos y muy grandes, y de mucha gente y muy diestra en la guerra, con los cuales hobo ciertos recuentros, y apaciguó muchos dellos, y no pasó más adelante porque llevaba poca gente y porque halló hierba, y entre la relación que trajo me dio noticia de un muy gran río, que los naturales dijeron que había diez jornadas de donde él llegó, del cual y de los pobladores dél le dijeron muchas cosas extrañas. Le torno a enviar con más copia de gente y aparejo de guerra para que vaya a saber el secreto de aquel río, y según el anchura y grandeza que dél señalan no tendrá en mucho ser estrecho; en viniendo haré relación a vuestra majestad de lo que dél supiere.
Todos estos capitanes destas entradas están agora para partir casi a una. Plega a Nuestro Señor de los guiar como él se sirva; que yo, aunque vuestra majestad más me mande desfavorecer, no tengo de dejar de servir; que no es posible que por tiempo vuestra majestad no conozca mis servicios; y ya que esto no sea yo me satisfago con hacer lo que debo y con saber que a todo el mundo tengo satisfecho y le son notorios mis servicios y lealtad con que los hago; y no quiero otro mayorazgo para mis hijos sino éste.
Invictísimo César, Dios Nuestro Señor la vida y muy poderoso estado de vuestra sacra majestad conserve y augmente por largos tiempos, como vuestra majestad desea. De la ciudad de Tenuxtitán, a 3 de setiembre de 1526 años.