Danza de espejos (44 page)

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Authors: Lois McMaster Bujold

Tags: #Novela, Ciencia ficción

Si el infierno existe, Norwood, espero que te estés friendo en él
.

Mark se inclinó sobre la comuconsola y volvió a activarla.

Un par de horas después, Illyan entró en el cubículo de Mark y cerró la puerta a prueba de ruidos tras él. Se reclinó contra la pared en una postura falsamente espontánea y dijo:

—¿Qué tal van las cosas?

Mark se pasó las manos por el cabello.

—A pesar de su amable intento por aplastarme en información, creo sinceramente que estoy haciendo progresos.

—¿Ah, sí? ¿De qué tipo? —Illyan no negaba la acusación, observó Mark.

—Estoy absolutamente convencido de que Miles no ha salido de Jackson's Whole.

—¿Y cómo es que encontramos la crío-cámara en Hegen?

—No lo explico. Eso simplemente desvía nuestra atención del objetivo.

—Mmm —dijo Illyan, sin comprometerse.

—Y la desvía con mucha eficacia —agregó Mark con cierta crueldad.

Los labios de Illyan se tensaron.

Diplomacia, se recordó Mark. Diplomacia o no iba a conseguir lo que quería.

—Acepto que sus recursos son finitos, señor. Así que creo que hay que ponerlos en el lugar correcto. Todo lo que tenga, todo, envíelo a Jackson's Whole.

La expresión burlona de Illyan lo decía todo. El hombre había gobernado SegImp durante treinta años. Mark iba a necesitar más que diplomacia si quería que Illyan aceptara que otro le dijera cómo hacer su trabajo.

—¿Qué descubrió sobre el capitán Vorventa? —Mark intentaba otra línea de ataque.

—La relación era fácil y no demasiado siniestra. Su hermano menor fue adjunto de mi supervisor de Operaciones Galácticas. No son hombres desleales, usted me entiende.

—¿Y… qué hizo usted?

—En cuanto al capitán Edwin, nada. Es demasiado tarde. La información sobre Miles está en la red de los Vor, en forma de rumores. Ya no puedo controlarla. El joven Vorventa está transferido. Lo hemos puesto lejos de cualquier lugar clave. Y le adelanto que ha dejado un vacío muy feo en mi personal. Era bueno en su cometido. —Illyan no parecía muy agradecido.

—Ah… —Mark hizo una pausa—. Vorventa piensa que yo le hice algo al conde. ¿Eso también está en la red de rumores?

—Sí.

Mark hizo un gesto de dolor.

—Bueno… Por lo menos usted sabe que no… —suspiró. Miró la cara de piedra de Illyan, allá arriba, y sintió una alarma que casi le produjo náuseas—. ¿O no lo sabe?

—Tal vez. Tal vez no.

—¿Cómo que no? ¡Usted tiene los informes médicos!

—La ruptura parecía natural, es cierto. Pero podría haberse creado artificialmente con un tractor de mano quirúrgico. El daño a la región cardíaca hubiera borrado las huellas.

Mark tembló de rabia y de impotencia.

—Un trabajo arriesgado —dijo conteniéndose—. Extremadamente preciso. ¿Cómo conseguí que el conde se quedara quieto sin notarlo mientras se lo hacía?

—Ése es uno de los problemas de esa explicación —aceptó Illyan.

—Y por otra parte, ¿qué hice con el tractor quirúrgico? Y con el detector médico. También hubiera necesitado uno de ésos. Dos o tres kilos de equipo.

—Los escondió en el bosque. O en algún otro lugar.

—¿Usted los encontró?

—No

—¿Y los buscó?

—Sí.

Mark se frotó la cara, con fuerza y apretó las mandíbulas, las aflojó, y volvió a apretarlas.

—Así que usted tiene todos los hombres que necesita para revisar y volver a revisar varios kilómetros cuadrados buscando un equipo médico que no está allí, pero no los suficientes para buscar a Miles en Jackson's Whole aunque Miles esté allí. Y yo le aseguro que está. Me doy perfecta cuenta. —No. No. Tenía que controlarse o lo perdería todo. Le entraron ganas de ponerse a gritar, de golpear a Illyan en la cara.

—Un operador galáctico es un especialista muy entrenado con raras cualidades personales —dijo Illyan, tenso y frío—. Los hombres que buscan objetos conocidos en un área determinada son de la tropa y mucho más numerosos.

—Sí. Lo lamento. —¿Él se está disculpando?
Tu meta. Recuerda que tienes una meta
. Pensó en la condesa y respiró hondo para calmarse. Una vez. Varias veces.

—Lo que digo no es una convicción —dijo Illyan, mirándolo a la cara—. Es sólo una duda.

—Gracias —gruñó Mark.

Permaneció sentado unos instantes, tratando de poner en orden sus pensamientos perdidos, sus mejores argumentos, y de pronto se levantó.

—Mire —dijo por fin—. Está malgastando sus recursos, y uno de los recursos que está malgastando soy yo. Mándeme a mí a Jackson's Whole. Sé mucho más sobre la situación que cualquiera de sus agentes. Tengo algo de entrenamiento, tal vez sólo el entrenamiento de un asesino, pero algo es algo. Suficiente para perder a sus espías tres o cuatro veces en la Tierra… Suficiente para haber llegado hasta aquí. Conozco Jackson's Whole, es algo visceral que sólo se adquiere si uno ha crecido allí. ¡Y ni siquiera tendría que pagarme! —Esperó, reteniendo el aliento con la valentía que da el terror. ¿Volver? La sangre se le subió a la cabeza.
¿Vas a darle a los de Bharaputra la oportunidad de corregir la puntería?

Illyan continuó con su expresión fría.

—Hasta el momento, su historial en operaciones encubiertas no es demasiado impresionante a juzgar por sus triunfos, lord Mark.

—De acuerdo, no soy un brillante comandante de campo. No soy Miles. Eso lo sabemos todos, creo yo. ¿Cuántos de sus agentes son Miles?

—Si usted es tan… tan incompetente como parece, mandarlo sería malgastar el tiempo. Pero supongamos que usted es más astuto de lo que yo pienso, que todos sus errores y torpezas son una cortina de humo. —Illyan también era hábil con los insultos velados. Agudos como estiletes, directos al corazón entre dos costillas—. Y supongamos que usted llega a Miles antes que nosotros… ¿qué pasaría entonces?

—¿Qué quiere decir con «qué pasaría entonces»?

—Si usted nos lo devuelve como cadáver a temperatura ambiente, con un único destino, el entierro, en lugar de como esperanza congelada, ¿cómo sabremos que usted lo encontró así? Usted va a heredar su nombre, su rango, su riqueza, y su futuro. Algo muy tentador, Mark, para un hombre sin identidad. Muy tentador.

Mark se cubrió la cara con las manos. Se quedó allí sentado, aplastado, furioso y terriblemente frustrado.

—Mire —dijo entre los dedos—, mire… O soy el hombre que, según su teoría, casi tuvo éxito en asesinar a Aral Vorkosigan y fue tan bueno en su intento que no dejó huellas ni pruebas… o no lo soy. Puede usted decir que no soy lo suficientemente competente para mandarme. O decir que no confía en mí lo suficiente para mandarme. Pero no puede usar los dos argumentos a la vez. ¡Elija uno!

—Espero tener más datos. —Los ojos de Illyan parecían piedras.

—Le aseguro —susurró Mark —que el exceso de desconfianza nos hace más tontos que el exceso de confianza. —No había duda de que en su caso había sido verdad. De pronto volvió a sentarse—. Bueno. Póngame pentarrápida.

Illyan levantó las cejas.

—¿Mmm?

—Pentarrápida. Nunca lo ha hecho. Sáquese las dudas de encima. —Los interrogatorios con pentarrápida podían ser experiencias humillantes, según se decía. ¿Y qué? ¿Qué era una humillación más en su vida? Algo familiar, algo tibio. No era otra cosa.

—Hace mucho que deseo hacer eso, lord Mark —admitió Illyan—. Pero su… bueno… su progenitor tiene una conocida reacción idiosincrásica frente a la pentarrápida que yo supongo que usted comparte. No es la alergia usual, exactamente. Crea una hiperactividad impresionante, mucha verborrea pero, por desgracia, ninguna compulsión para decir la verdad. No sirve.

—En Miles. —Mark se aferró a la esperanza.—. ¿Usted supone que en mí…¿ ¡Pero no lo sabe! Mi metabolismo no es igual que el de Miles, eso está demostrado. Por lo menos, podríamos hacer una prueba…

—Sí —dijo Illyan, despacio—. Podemos hacerlo. —Se apartó de la pared y salió del cubículo, diciendo —: Espere, vuelvo enseguida.

Tenso, Mark se levantó y recorrió la pequeña habitación de un lado a otro, dos pasos en cada dirección. El miedo y el deseo luchaban en su mente. El recuerdo del frío inhumano en los ojos de Bharaputra se rompió como una ola contra la rabia roja de su mente.
Si quieres encontrar algo, busca en el sitio en que lo has perdido
. Y él lo había perdido todo en Jackson's Whole.

Illyan terminó por volver.

—Siéntese y arremánguese la manga izquierda.

Mark lo hizo.

—¿Qué es eso?

—Prueba de alergia.

Mark sintió una especie de punzada cuando Illyan apretó el paño en el brazo y luego lo sacó. Illyan miró el crono y se reclinó sobre la comuconsola, mirando el brazo de Mark.

Un minuto después apareció un punto rosado. A los dos minutos era una colmena. A los cinco, se había convertido en una costra blanca y dura rodeada de terribles rayas rojas que corrían de la muñeca al codo.

Illyan suspiró, desilusionado.

—Lord Mark, le recomiendo que se aparte a toda costa de la pentarrápida.

—¿Ha habido una reacción alérgica?

—Una reacción muy, pero que muy alérgica.

—¡Mierda! —Mark se quedó sentado y se rascó. Se tapó con la manga para no sacarse sangre—. Si Miles hubiera estado aquí sentado, consultando estos archivos, y le hubiera dicho lo que yo le dije, ¿lo habría escuchado?

—El teniente Vorkosigan tiene un récord de éxitos ininterrumpido. Sus éxitos llaman la atención, hablan por sí mismos. Y, como usted me ha señalado repetidas veces, usted no es Miles. No puede usar los dos argumentos a la vez —agregó con voz fría—. Elija uno.

—Veo que nada de lo que yo diga puede cambiar las cosas. ¿Para qué me dejó entrar entonces? —explotó Mark.

Illyan se encogió de hombros.

—Además de la orden directa de Gregor… así sé dónde está usted y lo que está haciendo.

—Como una celda de detención, sólo que yo entro voluntariamente. Y estoy seguro de que si usted pudiera encerrarme en una celda sin comuconsola, aún sería más feliz.

—Francamente, sí.

—Bueno, de acuerdo. —Mark echó una mirada a la comuconsola. Illyan lo dejó solo.

Mark saltó de la silla, se acercó a la puerta y sacó la cabeza. Illyan iba por la mitad del corredor.

—¡Ahora tengo mi propio nombre, Illyan! —le gritó Mark, furioso.

Illyan miró por encima del hombro, levantó las cejas y se fue.

Mark trató de leer otro informe, pero en algún lugar entre sus ojos y su cerebro se transformaba en un embrollo incomprensible. Estaba demasiado afectado para seguir con el análisis. Fuera todavía había luz. Miró la puesta de sol, entre los edificios en el camino a la Casa Vorkosigan, hasta que le ardieron los ojos.

Era la primera vez que volvía de SegImp a tiempo para reunirse con la condesa para la cena. La encontró cenando sin formalismos con Bothari-Jesek en un rincón protegido del jardín, densamente adornado con flores y plantas de otoño. La luz artificial mantenía los colores en la creciente oscuridad. La condesa tenía puesta una chaqueta verde y una larga falda, la ropa típica de una matrona Vor, Bothari-Jesek había elegido un vestido similar de color azul, obviamente prestado del guardarropas de la condesa. Había un lugar en la mesa para él, a pesar de que llevaba cuatro días sin aparecer. Extrañamente conmovido, Mark se deslizó en su asiento.

—¿Cómo está hoy el conde? —preguntó con amabilidad.

—Sin cambios. —La condesa suspiró.

Como era su costumbre, hubo un minuto de silencio antes de empezar a comer, minuto que la condesa utilizaba para la plegaria interior; ese día, según sospechaba Mark, la plegaria era mucho más ambiciosa que una mera bendición del pan. Bothari-Jesek y él esperaron. Bothari-Jesek meditaba Dios sabía qué. Mark repasaba mentalmente la conversación con Illyan y pensaba en todas las cosas inteligentes que podía haber dicho aunque ahora fuera demasiado tarde. Un sirviente trajo comida en platos cubiertos y los dejó solos, como prefería la condesa cuando la cena no tenía huéspedes oficiales.
Al estilo familiar
.

En realidad, Bothari-Jesek había estado apoyando a la condesa como una hija desde la enfermedad del conde, acompañándola en sus frecuentes visitas al Hospital Militar, haciéndole recados, actuando como confidente. Mark sospechaba que la condesa le había revelado más de sus sentimientos íntimos que a ninguna otra persona en el mundo y sentía una inexplicable envidia. Como hija de su guardaespaldas favorito, Elena Bothari había sido casi hija adoptiva de los Vorkosigan. La Casa Vorkosigan había sido su hogar en los tiempos de la infancia, así que si él era realmente el hermano de Miles, ¿Elena era su hermana adoptiva? Hubiera querido comentarle la idea, y prepararse para salir corriendo. No, mejor más adelante.

—Capitana Bothari-Jesek —empezó después de tragar los dos primeros bocados—, ¿qué está pasando con los Dendarii en Komarr? ¿Illyan la tiene a usted también en la oscuridad?

—Illyan me informa —dijo Bothari-Jesek. Ella tenía aliados de nivel más alto que el mismo comandante de SegImp, eso era un hecho—. Más le vale. Barajamos las cartas… Quinn retuvo a los testigos de tu… tu ataque… —amable de su parte no usar una palabra más directa, como debacle, por ejemplo—. El Escuadrón Verde, parte de los Naranja y Azul. Todo el resto. Todo el resto pasó al
Peregrine
bajo mi segundo y se reunión con la flota. La gente se está poniendo nerviosa, ahí, en órbita, sin permisos y sin obligaciones. —Parecía muy desdichada por esa pérdida temporal de comando.

—Entonces, ¿el
Ariel
está en Komarr todavía?

—Sí.

—Quinn, por supuesto… ¿Thorne? ¿La sargento Taura?

—Todos siguen esperando.

—Seguramente también están impacientes.

—Sí —dijo Bothari-Jesek, y hundió el tenedor con tanta fuerza en un pedazo de proteína de vat que se oyó un crujido sobre la mesa. Nerviosos. Sí.

—¿Y qué has averiguado esta semana, Mark? —preguntó la condesa.

—Nada que usted no sepa. Lo lamento. ¿Illyan no le informa?

—Sí, pero con todo lo que está pasando, apenas si tengo tiempo de mirar las sinopsis. De todos modos, sólo hay una cosa que me interesa oír.

Correcto. Alentado, Mark empezó a detallarle su investigación, incluyendo su convicción, cada vez más profunda, sobre el lugar en que se encontraba Miles.

—Pareces haberlo revisado todo —hizo notar ella.

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