Delicioso suicidio en grupo (28 page)

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Authors: Arto Paasilinna

Tags: #narrativa

A partir de Münster, la pista de la hábil organización secreta volvía a desaparecer. Se pensaba que intentarían ir hacia Italia o España.

Mientras tanto, la policía judicial había aclarado un caso de estafa que se había producido en Utsjoki a principios de verano. Se sospechaba que su principal implicado era un tal Uula Lismanki, criador de renos de profesión. El inspector jefe de la policía secreta Ermei Rankkkala ya había oído hablar del citado individuo. Lismanki había robado cientos de miles de dólares a un equipo de rodaje norteamericano. Poco antes de los hechos referidos, se había construido en la tundra de Utsjoki, entre otras cosas, un campo de concentración auténtico. Para la realización del citado proyecto no se habían solicitado los permisos correspondientes al estado finlandés. Su construcción había quedado a medias y no se había encerrado en él a prisionero alguno. La implicación de Lismanki en la construcción del campo de exterminio no estaba clara del todo hasta el momento, pero tanto la policía judicial como la secreta tenían serias sospechas al respecto.

El estómago del inspector jefe Ermei Rankkala ya no pudo soportar estas últimas noticias. Su carga de trabajo, ya de por sí grande, no había cesado de aumentar a medida que avanzaba el verano. Dormía mal, apenas tenía apetito y el aguardiente no podía ni olerlo. Hasta el pelo se le estaba volviendo gris. Un sábado, mientras estaba sentado revisando su expediente, le echó un vistazo al reloj. Eran las once de la noche. Se encendió el enésimo cigarrillo y bebió de un sorbo el resto de agua, ya sin gas, que quedaba en su vaso. Se sentía agobiado, como si hubiese cometido algún crimen vil y esperase a ser interrogado.

El inspector jefe, cansado, pensó que cuando alguien era objeto de un interrogatorio se convertía en una cebolla y que interrogar a alguien era como pelar una cebolla. Cuando a la persona se le quitaba la capa de mentira, debajo aparecía la verdad con toda su blancura. Cuando se pelaba una cebolla, se descubría su carne, sana y sabrosa. En ambos casos los ojos del que pelaba se irritaban y se llenaban de lágrimas, así era la vida. Al final la cebolla siempre acababa cortada y friéndose en la mantequilla.

Rankkala sintió de repente una arcada ácida que le retorció hasta el corazón. Se mareó.

El competente funcionario cayó con estrépito al suelo, el cigarrillo quemándole los dedos y brotándole sangre de la boca. Pensó que había llegado su hora y de alguna manera se sintió aliviado. Ya no tenía que pensar en el suicidio. De todas formas, la muerte siempre acaba llevándose lo que es suyo.

Epílogo
35

Todos lamentaron la repentina muerte del inspector jefe de la policía secreta Ermei Rankkala en la siguiente reunión del comité en el Hotel Torni. Los comensales se pusieron en pie y guardaron un minuto de silencio en honor a su memoria. Luego se pusieron a discutir sobre si sería adecuado que el comité asistiese a su entierro, pero en opinión del superintendente Hunttinen no era en absoluto necesario, y añadió que él se ocuparía personalmente del asunto. Estaba acostumbrado al hecho de que sus subordinados no viviesen eternamente. Creía recordar que Rankkala no dejaba viuda, pero no estaba muy seguro.

Revisaron maquinalmente el último informe del inspector jefe. No contenía nada nuevo, pero cómo podría ser de otro modo, si quien lo había redactado estaba muerto.

Como de costumbre, pidieron una cena ligera y hablaron sobre el trabajo del comité y sus resultados. Las pesquisas habían avanzado mucho. Habían seguido la pista del autobús de la organización secreta de suicidas a través de toda Europa. Se habían enviado un montón de telegramas y estaban preparados para todo. Las embajadas, consulados y oficinas de turismo finlandesas de todo el continente habían sido informadas. Policía, ministerios, cancillerías, médicos, embajadores… con todos ellos habían estado en contacto exhaustivamente.

El comité decidió persistir en el seguimiento del autobús de turistas. Desde aquel día se empezaron a reunir una vez por semana, en el lugar de siempre. Las huellas de la organización secreta de suicidas se habían esfumado en el centro de Europa. Ese era el factor que impedía que se suspendiesen aquellas reuniones tan vitales para la seguridad y la imagen exterior de la nación. Nunca volvieron a tener noticias. Eso duró años. Y hasta hoy…

Los Suicidas Anónimos se dispersaron cada cual por su lado en el cabo del fin del mundo. Casi todos estaban vivos y tenían intención de seguir estándolo. El director gerente Rellonen y Aulikki Grandstedt se fueron a Lisboa poco después de que Uula Lismanki se lanzase al mar, y allí se quedaron un par de meses. Se llevaron consigo al director de circo Sakari Piippo, que encontró trabajo como escapista en una feria ambulante de Lisboa. Más tarde, la pareja regresó a Finlandia y fundó un par de pequeños negocios familiares, un taller de chapa y pintura de coches y una sastrería de pieles.

El guardia fronterizo Rääseikköinen y la operaria de cadena de montaje Mäki-Vaula se casaron y se mudaron a Muonio, donde el primero consiguió una plaza de aduanero. El vendedor de coches Lämsä volvió con su joven esposa a Kuusamo, donde aun vende coches, como antes, sólo que ahora de otras marcas. El herrero Laamanen se instaló en Portugal a pasar su jubilación al darse cuenta de lo barato que allí resultaba vivir y morir. Acompañándole se quedó el funcionario de ferrocarriles Tenho Utriainen, que encontró trabajo en uno de los centros turísticos de Albufeira como vigilante de un tobogán acuático.

Elsa Taavitsainen empezó a escribirse con Alvari Kurkkiovuopio, el granjero de Kittila, con tan buena fortuna que acabó siendo la patrona de la granja. El furriel en la reserva Korvanen volvió al servicio y fue enviado al Próximo Oriente como observador militar de las Naciones Unidas.

Lo primero que hizo fue comprarse un todo terreno libre de impuestos de la marca y modelo más caros que encontró. Todavía se habla de Korvanen como de un soldado sin par, un hombre que no sólo no le teme a la muerte, sino que la busca.

El ingeniero de caminos jubilado Jarl Hautala y su protegida enferma, Tarja Halttunen, se mantuvieron con vida, por muy sorprendente que pueda parecer, un mes tras otro. Finalmente se descubrió que el cáncer de Hautala había dejado de extenderse y que el sida de la joven había quedado en fase latente. El ingeniero redactó en el pueblo alpino de Münster, una memoria científico-técnica sobre los nuevos retos que el siglo XXI iba a plantear a la Dirección General de Carreteras de Finlandia en cuanto al mantenimiento de las mismas, haciendo especial hincapié en la importancia de la utilización de la sal en relación con la prevención de accidentes circulatorios invernales. La obra fue publicada por el Centro Nacional de lnvestigaciones Técnicas, y aún hoy es muy apreciada por su alto valor de innovación. Se rumorea que Hautala ya debe de haber muerto.

Y a sus respectivos hogares volvieron el pintor de brocha gorda Hannes Jokinen, Lisbeth Korhonen y todos los demás supervivientes, que aún viven y se reúnen de vez en cuando. Sus vidas están en orden y no tienen grandes problemas. Y si los tienen, saben cómo solucionarlos, como curtidos expedicionarios que son.

El transportista Korpela cobró la indemnización total del seguro por su autocar naufragado. Gracias a la prima, salió a flote en vez de hundirse y con el dinero cubrió las pérdidas del año anterior de su empresa y luego la vendió. Korpela pasó a ser miembro del Rotary Club de Pori en cuanto se corrió la voz de lo que pagaba de impuestos.

La jefa de estudios Puusaari y el coronel Kemppainen se casaron. Ella se mudó de Toijala a Jyväskylä. Al partir, le fue concedida la Medalla de Educación Popular, la cual le fue entregada por la Asociación de Mujeres Hacendosas de la Comarca de Toijala, las mismas que antaño se habían dedicado a extender rumores infamantes sobre su persona. Los tiempos cambian. La vida es enriquecedora.

El coronel Kemppainen solicitó la baja de las fuerzas armadas, así como su jubilación y ambas le fueron concedidas. Un tiempo después tuvo una hija que la jefa de estudios Puusaari le dio sin más formalidades.

El aguatragedias Seppo Sorjonen publicó él mismo su libro sobre los problemas de vivienda de las ardillas, que no fue del gusto de la crítica. Le reprocharon que su obra estuviese tan lejos de la realidad, calificándola de «innecesariamente divertida e infantil». En la actualidad, Sorjonen trabaja como camarero en el restaurante Savanna de Helsinki, y es muy apreciado. Está recopilando material para escribir la primera gran novela sobre la hostelería finlandesa.

Lismanki no sabía nadar, pero el océano tiene el poder de enseñar a vivir a los hijos de los hombres. De alguna manera, Uula se escurrió del buque insignia de La Muerte Veloz por la salida de emergencia en el momento en que éste se hundía, consiguió salir a flote arrastrado por las burbujas de espuma y fue a la deriva hasta mar abierto, tosiendo y tragando agua salada. Algún que otro tiburón asesino se acercó a olisquear el trasero del criador de renos, pero no estaban de humor para comérselo. Los peces no siempre muerden… Uula, como buen pescador, lo sabía muy bien. Se confirmó que no sólo las brujas flotan en el agua, lo mismo les sucede a los brujos.

Al viejo y extenuado criador de renos lo sacó del mar un par de horas más tarde un pesquero portugués cochambroso que navegaba rumbo a Terranova en busca de bacalaos. Uula pasó varias noches secando en el puente de proa sus cientos de miles de dólares, antes de que el barco llegase a su zona de pesca. En dos meses aprendió a hablar portugués, lo cual no es ningún milagro, porque la pronunciación del sami es sorprendentemente parecida. Mientras que el portugués procede del latín vulgar, el sami procede del bramido de los renos.

Durante su viaje de bodas en Sagres, la jefa de estudios Helena Puusaari y el coronel Hermanni Kemppainen se toparon por casualidad en una taberna local con un bronceado marinero que conversaba en sami con sus curtidos camaradas de trabajo. Reconocieron a Uula, que les contó lo mucho que le gustaba su vida de pescador del Atlántico.

Su nombre era en aquel momento Ulvão São Lismanque.

—Que viene a ser lo mismo que Uula San Lismanki.

Notas

[1]
Humalajärvy
: Lago de la borrachera.

[2]
Onni
: es un nombre propio masculino que en finlandés quiere decir suerte, éxito, prosperidad.

[3]
Los viajeros se refieren a la novela de Veikko Huovinen titulada
El turista invernal
, publicada en el año 1965 por WSOY.

[4]
camemoro
: mora ártica.

[5]
estéreo
: cantidad que cabe en un metro cúbico.

[6]
corégono
: variedad de salmón de agua dulce.

[7]
Gotlandia
: isla perteneciente a Suecia, situada en el mar Báltico.

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