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Authors: Elsa Mateo,Margaret Atwood

Tags: #Autoayuda, Ciencia Ficción

El cuento de la criada (39 page)

Las causas de esta disminución no nos quedan del todo claras. Parte del fracaso con respecto a la reproducción puede deberse indudablemente a la amplia disponibilidad de diversos tipos de métodos de control de la natalidad, incluido el aborto, durante el período pre-gileadiano. La infertilidad era en parte deseada, cosa que puede explicarse por las diferentes estadísticas entre caucasianos y no caucasianos, pero no en toda su magnitud. ¿Acaso necesito recordarles que ésta fue la era de la cepa R de la sífilis y también de la infame epidemia de SIDA que, una vez que se extendió por toda la población, eliminó a una gran parte de la población joven y sexualmente activa de la reserva reproductora? Nacimientos de niños muertos, abortos espontáneos y malformaciones genéticas se extendieron y aumentaron y esta tendencia se ha relacionado con los diversos accidentes en centrales nucleares, cierres e incidentes de sabotaje que caracterizaron el período, así como fugas de productos químicos y de sustancias para la guerra biológica y lugares destinados a la evacuación de desechos tóxicos, de los que existían varios miles tanto legales como ilegales, en algunos casos, estos materiales simplemente se vertían en el alcantarillado, y al uso incontrolado de insecticidas, herbicidas y otros pulverizadores.

Pero fueran cuales fuesen las causas, los efectos fueron notables y en aquel momento el régimen de Gilead no fue el único en reaccionar ante ellos. En la década de los ochenta, por ejemplo, Rumania se había anticipado a Gilead mediante la prohibición de todos los métodos de control de la natalidad, imponiendo a la población femenina la realización obligatoria de pruebas de embarazo y supeditando los ascensos y los aumentos de salario a la fertilidad.

La necesidad de lo que yo llamarla servicios de nacimiento ya fue reconocida en el período pre-gileadiano, donde se realizaban inadecuadamente mediante «inseminación artificial», «clínicas de fertilidad» y mediante el uso de «madres de alquiler», que eran contratadas con este propósito. El régimen de Gilead proscribió las dos primeras por considerarlas irreligiosas, pero legitimó y estimuló la tercera por entender que tenía precedentes bíblicos; así, reemplazaron la poligamia común consecutiva del período pre-gileadiano por la forma más antigua de poligamia simultánea practicada tanto en los primeros tiempos del Antiguo Testamento como en el antiguo estado de Utah durante el siglo diecinueve. Como sabemos por el estudio de la historia, ningún sistema nuevo puede imponerse al anterior si no incorpora muchos de los elementos de éste, tal como demuestra la existencia de elementos paganos en la cristiandad medieval, y la evolución hasta llegar a la «K.G.B.» rusa a partir del anterior servicio secreto del Zar; y Gilead no fue una excepción a la regla. Sus principios racistas, por ejemplo, estaban firmemente arraigados en el período pre-gileadiano y los temores racistas proporcionaron parte del aliciente emocional que permitió que la toma del poder en Gilead fuera un éxito.

Nuestra autora fue una entre tantas y debe ser considerada dentro de las líneas generales de la época histórica de la que formó parte. ¿Pero qué más sabemos de ella, aparte de su edad, de algunas características que podrían atribuirse a cualquiera, y de su lugar de residencia? No mucho. Parece haber sido una mujer culta, en la medida en que podría llamarse culta a una graduada de cualquier universidad de Estados Unidos.
(Risas, algunos silbidos.)
Pero, como ustedes dirían, los bosques estaban plagados de ejemplares de este tipo, así que no nos sirvió de mucho. Ella no nos proporciona su nombre original y, en efecto, todos los archivos oficiales posteriores a su ingreso en el Centro de Reeducación Raquel y Leah han quedado destruidos. El nombre «Defred» no nos proporciona ninguna pista ya que, al igual que «Deglen» y «Dewarren», es un patronímico compuesto por la preposición posesiva y el primer nombre del caballero en cuestión. Tales nombres eran adoptados por estas mujeres una vez que entraban en contacto con la familia de un Comandante determinado, y se despojaban de ellos una vez que abandonaban a esa familia.

Los otros nombres que figuran en el documento resultan igualmente inútiles al efecto de una identificación y autenticación. «Luke» y «Nick» no significan nada, lo mismo que «Moira» y «Janine». Lo más probable, de cualquier modo, es que fueran seudónimos adoptados para proteger a estos individuos en el caso de que las casetes resultaran descubiertas. Si así fuera, esto justificaría nuestro punto de vista de que las casetes se grabaron
dentro
de los límites de Gilead con el objeto de que fueran pasadas de contrabando por la red clandestina de Mayday.

Luego de eliminar las posibilidades anteriores, sólo nos quedaba una. Pensamos que el hecho de poder identificar al escurridizo «Comandante» supondría al menos algún progreso. Consideramos que un individuo tan altamente situado probablemente habría participado en un principio en la organización secreta Hijos de Jacob Pro-Tanques, sobre la cual se fundó la filosofía y la estructura social de Gilead. Esta organización se formó poco después de que se aceptara la paralización de las armas por parte de las superpotencias y de la firma del llamado Acuerdo de las Esferas de Influencia, que dejaba a las superpotencias libertad de acción, sin interferencias, con respecto a las crecientes rebeliones que tenían lugar dentro de sus propios límites. Los archivos oficiales de las reuniones de los Hijos de Jacob fueron destruidos después de la Gran Purga del período medio, que deshonró y liquidó a algunos de los primeros artífices de Gilead; pero disponemos de alguna información a través del diario cifrado realizado por Wilfred Limpkin, uno de los sociobiólogos de la época. (Como es sabido, la teoría sociobiológica de la poligamia natural fue utilizada como una justificación científica de algunas de las prácticas menos corrientes del régimen, así como cl darwinismo fue utilizado por ideologías anteriores.)

Gracias al material de Limpkin sabemos que existen dos candidatos posibles, o sea los dos que incorporan a sus nombres el elemento «Fred»: Frederick R. Waterford y B. Fredcrick Judd. No ha quedado ninguna fotografía de ellos, aunque Limpkin describe al último como una persona envarada y, cito: «alguien para quien el trabajo es lo que se hace en el campo de golf».
(Risas.)
El propio Limpkin no sobrevivió mucho tiempo al régimen de Gilead y, si tenemos su diario, sólo es porque él intuyó su propio fin y se lo entregó a su cuñada de Calgary.

Tanto Waterford como Judd tienen características que los convierten en dignos de análisis. Waterford poseía conocimientos de investigación de mercado y, según Limpkin, fue el responsable del diseño de los trajes femeninos y de la idea de que las Criadas vistieran de rojo, idea que parece haber tomado de los uniformes de los prisioneros de guerra alemanes que se encontraban en los campos de prisioneros de Canadá durante la época de la Segunda Guerra Mundial. Parece haber sido el creador del término «Particicución», para lo cual se inspiró en un programa de ejercicios muy popular durante el último tercio del siglo; de todos modos, la ceremonia colectiva de la cuerda fue sugerida por una costumbre de un pueblo inglés del siglo diecisiete. El término «Salvamento» también debió de ser suyo, aunque en los tiempos de la instauración de Gilead, dicho término, originario de Filipinas, se había convertido en un término general para referirse a la eliminación de los enemigos políticos. Como he dicho en alguna otra ocasión, existieron muy pocas cosas originales o nativas de Gilead: su genialidad consistió en la síntesis.

Por otro lado, Judd parece haberse interesado menos en los envases y más en las tácticas. Fue él quien sugirió el uso de un panfleto desconocido de la «C.IA.» sobre la desestabilización de los pocos gobiernos extranjeros como manual de estrategias de los Hijos de Jacob, y también él quien elaboró las primeras listas de «americanos» prominentes de la época. También se sospecha que él organizó el Día del Asesinato del Presidente, que debió de requerir una gran infiltración de los sistemas de seguridad del Congreso y sin el cual la Constitución jamás podría haber quedado suspendida. La Patria Nacional y el proyecto de embarque de los judíos también fueron creación suya, al igual que la idea de privatizar el programa de repatriación de los judíos, con el resultado de que más de un barco cargado de judíos fue hundido en el Atlántico con el objeto de aumentar los beneficios. Por lo que sabemos de Judd, esto no debió de preocuparle mucho. Pertenecía a la línea dura, y Limpkin hace la siguiente observación con respecto a él: «Nuestro gran error fue enseñarle a leer. No volveremos a cometerlo».

Es a Judd a quien se le atribuye el haber ideado la forma, en oposición al nombre, de la ceremonia de Particicución, argumentando que no sólo era una manera horripilante y eficaz de deshacerse de los elementos subversivos, sino que también actuaba como válvula para los miembros femeninos de Gilead. Las víctimas propiciatorias han sido notablemente útiles a lo largo de la historia y para estas Criadas, tan rígidamente controladas en otros tiempos, debía de ser muy gratificante poder destrozar a un hombre de vez en cuando con sus propias manos. Esta práctica llegó a ser tan popular y eficaz que fue regularizada durante el período medio, cuando tenía lugar cuatro veces al año, durante los solsticios y los equinoccios. Aquí hay reminiscencias de los ritos de fertilidad que se practicaban en los primeros cultos a las diosas terrenales. Tal como olmos decir en el debate del jurado de ayer por la tarde, Gilead, aunque indudablemente patriarcal en la forma, también fue en ocasiones matriarcal en el contenido, al igual que algunos sectores de la estructura social que la originó. Como bien sabían los artífices de Gilead, para imponer un sistema totalitario eficaz, o cualquier otro sistema, se deben ofrecer algunos beneficios y libertades, al menos a unos pocos privilegiados, a cambio de los que se suprimen.

A este respecto, creo pertinente hacer algunos comentarios sobre la curiosa agencia de control femenino conocida como las «Tías». Según el material proporcionado por Limpkin, Judd desde el principio fue de la opinión de que el modo mejor y más eficaz de controlar a las mujeres en la reproducción y en otros aspectos era mediante las mujeres mismas. Existen varios precedentes históricos de ello; de hecho, ningún imperio impuesto por la fuerza o por otros medios ha carecido de esta característica: el control de los nativos mediante miembros de su mismo grupo. En el caso de Gilead, había muchas mujeres deseosas de servir como Tías, ya fuera por auténtica creencia en lo que llamaban «valores tradicionales», o por los beneficios que de ello podían obtener. Cuando el poder es escaso, resulta tentador. También tenía un aliciente negativo: las mujeres mayores, sin hijos o estériles que no estaban casadas podían prestar servicio como Tías y librarse así del desempleo y del consecuente traslado a las infames Colonias, que estaban compuestas por poblaciones flotantes utilizadas principalmente como equipos prescindibles de eliminación de sustancias tóxicas, aunque la que tenía suerte podía ser asignada a tareas menos peligrosas, como la recolección del algodón o la cosecha de la fruta.

La idea, pues, partió de Judd, pero la ejecución llevaba el sello de Waterford. ¿A qué otro miembro de los Hijos de Jacob Pro-tanques se le habría ocurrido la idea de que las Tías llevaran nombres derivados de productos comerciales utilizados por las mujeres en el periodo pre-gileadiano, y por lo tanto familiares y tranquilizadores para ellas, como los nombres de productos cosméticos, de mezclas para pasteles, de postres helados e incluso de medicinas? Fue un golpe brillante y nos confirma en nuestra opinión de que, en sus mejores tiempos, Waterford fue un hombre de un ingenio considerable. Como lo fue Judd, en su estilo.

Se sabía que ninguno de los dos hombres había tenido hijos y por lo tanto podían disfrutar del derecho a la descendencia de las Criadas. En el artículo que escribimos juntos, «La noción de “simiente” en los primeros tiempos de Gilead», el Profesor Wade y yo llegamos a la conclusión de que ambos hombres, al igual que muchos Comandantes, habían entrado en contacto con un virus causante de la esterilidad, desarrollado mediante experimentos secretos acopladores de genes durante el período pre-gileadiano, y que se pretendió insertar en el sucedáneo de caviar que consumían los altos funcionarios de Moscú. (El experimento fue abandonado después del Acuerdo de las Esferas de Influencia, porque se consideró que el virus era absolutamente incontrolable y también muy peligroso para muchos, aunque algunos querían diseminarlo por el territorio de la India.)

De cualquier manera, ni Judd ni Waterford estuvieron casados jamás con ninguna mujer que se llamara «Pam» ni «Serena Joy». Este último nombre parece haber sido una maliciosa invención de nuestra autora. El nombre de la esposa de Judd era Bambi Mae, y el de la esposa de Waterford era Thelma. Sin embargo, esta última había sido una figura de la televisión, del tipo que describe la narración. Nos enteramos de ello a través del material de Limpkin, que hace varias observaciones sarcásticas al respecto. El propio régimen se esmeró en cubrir las desviaciones de la ortodoxia por parte de las esposas de las clases privilegiadas.

Las pruebas inclinan la balanza a favor de Waterford. Sabemos, por ejemplo, que murió probablemente poco después de los acontecimientos que nuestra autora describe, en una de las primeras purgas; fue acusado de tener tendencias liberales y de estar en posesión de una importante colección no autorizada de material pictórico y literario de tipo herético, y de encubrir a una persona subversiva. Esto ocurrió antes de que el régimen empezara a celebrar los juicios en secreto, y por lo tanto aún los televisaban, de manera que ese juicio fue grabado en Inglaterra por vía satélite y se encuentra en los depósitos de grabaciones de nuestros archivos. Las tomas de Waterford no son muy buenas, pero sí lo suficientemente claras para asegurar que su pelo era en efecto gris.

En cuanto a la persona subversiva que Waterford fue acusado de encubrir, podría haber sido la propia «Defred», ya que su huida puede haberla colocado en esa categoría. Como demuestra la existencia misma de las casetes, lo más probable es que fuera «Nick» quien ayudara a «Defred» a escapar. El modo en que lo hizo lo señala como un miembro de la organización clandestina Mayday, que no era la misma que el Tren Metropolitano de las Mujeres, pero que tenía relaciones con éste. Lo último fue una simple operación de rescate cuasi militar. Se sabe que una serie de componentes de Mayday se habían infiltrado en los más altos niveles de las estructuras del poder gileadiano y que la colocación de uno de sus miembros como chófer de Waterford habría sido ciertamente un golpe; un golpe doble, ya que «Nick» debió de ser al mismo tiempo un miembro de los Ojos, como solía ocurrir en el caso de los chóferes y los sirvientes personales. Waterford, por supuesto, debía de saberlo; pero, como todos los Comandantes de alto nivel, automáticamente era director de los Ojos y no debió de haber prestado mucha atención ni debió de dejar que ello interfiriera en su infracción de lo que él consideraba reglas menores. Como la gran mayoría de los primeros Comandantes de Gilead que posteriormente fueron purgados, él consideraba que su posición estaba por encima de cualquier ataque. El estilo del periodo medio de Gilead fue más cauteloso.

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