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Authors: Jostein Gaarder

Tags: #narrativa

El Mundo de Sofía (70 page)

—Mañana tendremos que llevar la barca al agua.

—¿Pero oyes los extraños susurros del viento? ¡Mira cómo tiemblan las hojas de los álamos.

—Es el planeta vivo...

—Escribiste que había algo «entre líneas».

—¿Sí?

—Quizás haya algo «entre líneas» también en este jardín.

—Desde luego la naturaleza está llena de enigmas. Y estamos hablando de las estrellas del firmamento.

—Pronto habrá estrellas en el agua también.

—Sí, eso que llamabas la fosforescencia del mar cuando eras pequeña. En cierta manera tenías razón, porque tanto la fosforescencia como todos los demás organismos están hechos de elementos químicos que algún día fueron mezclados y cocidos en una estrella.

—¿Nosotros también?

—Sí, también nosotros somos polvo de las estrellas.

—¡Qué bonito!

—Cuando los radiotelescopios captan luz de galaxias lejanas que se encuentran a miles de millones de años luz de distancia, registran el aspecto que tenía el espacio en el tiempo primigenio, justo después de la gran explosión.. Todo lo que los seres humanos vemos en el cielo son fósiles cósmicos de hace miles y millones de años. Lo único que puede hacer un astrólogo es predecir el pasado.

—¿Porque las estrellas de las constelaciones se han distanciado las unas de las otras antes de que la luz de las estrellas llegue hasta nosotros?

—Hace sólo un par de miles de años las constelaciones tenían un aspecto bastante diferente al que tienen hoy.

—No lo sabía.

—En una noche despejada vemos millones, por no decir miles de millones, de años hacia atrás en la historia del universo. De alguna manera emprendemos el viaje de vuelta a casa.

—Eso me lo tienes que explicar mejor.

—También tú y yo empezamos con la gran explosión. Porque toda la materia del universo es una unidad orgánica. Una vez, en los tiempos primigenios, toda la materia estaba concentrada en una bola que era tan densa que la cabeza de un alfiler habría pesado muchos miles de millones de toneladas. Este «átomo primigenio» estalló debido a la enorme gravitación. Fue como si algo se rompiera. Pero al elevar la mirada hacia el cielo intentamos encontrar el camino de vuelta a nosotros mismos.

»Todas las estrellas y galaxias del universo están hechas de la misma materia. En algunas partes algunas de ellas se han juntado. Puede haber millones de años luz entre una y otra galaxia. Pero todas tienen el mismo origen. Todas las estrellas y los planetas son de la misma estirpe.

—Comprendo.

—¿Qué es esa materia universal? ¿Qué fue aquello que hizo explosión hace miles de millones de años? ¿De dónde viene?

—Ese es el gran enigma.

—Pero es algo que nos atañe en lo más profundo. Porque nosotros mismos somos de esa materia. Somos una chispa de la gran hoguera que se encendió hace muchos miles de millones de años.

—Lo has expresado de una manera muy bonita.

—Ahora bien, no debemos exagerar el significado de las grandes cifras. Basta con tomar una piedra en la mano. El universo habría sido igual de inconcebible aunque sólo hubiese consistido en esta piedra del tamaño de una naranja. La pregunta habría seguido allí invariablemente: ¿de dónde viene esta piedra?

Sofía se levantó de pronto en el deportivo rojo y señaló hacia la bahía.

—Me entran ganas de probar el bote —exclamo.

—Está amarrado. Además no seriamos capaces de mover los remos.

—¿Lo intentamos? Estamos en la noche de San Juan...

—Por lo menos podemos bajar al agua.

Salieron del coche y bajaron corriendo por el jardín.

En el muelle intentaron soltar la cuerda, que estaba atada a una anilla de acero; pero no lograron ni siquiera moverla.

—Como si estuviera clavada —dijo Alberto.

—Pero tenemos tiempo de sobra.

—Un auténtico filósofo no debe darse por vencido. Si al menos lográramos... soltar esta...

—Ahora hay todavía más estrellas en el cielo —dijo Hilde.

—Sí, éste es el momento más oscuro de la noche de verano.

—Pero en el invierno echan chispas. ¿Te acuerdas de aquella noche antes de irte al Líbano? Era el día de Año Nuevo.

—Fue cuando me decidí a escribir un libro de filosofía para ti. Estuve en una importante librería de Kristiansand y también en la biblioteca municipal; pero no había nada apropiado para jóvenes.

—Es como si estuviéramos sentados en la punta de uno de los finos pelos de la blanca piel del conejo.

—Me pregunto si hay alguien allí afuera, en la noche de los años luz.

—¡El bote se ha soltado!

—Es verdad...

—No lo entiendo. Bajé a comprobar el amarre justo antes de que tú llegaras.

—¿De veras?

—Me recuerda a Sofía, cuando tomó prestado el bote de Alberto. ¿Te acuerdas de que lo dejó a la deriva?

—A lo mejor es ella la que ha estado por aquí.. —Tú te lo tomas a broma, pero yo tengo la sensación de que ha habido alguien aquí durante toda la noche.

—Uno de los dos tiene que nadar hasta allí.

—Lo haremos los dos, papá.

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