Excesión (12 page)

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Authors: Iain M. Banks

Tags: #Ciencia Ficción

Genar-Hofoen había oído hablar de la
Zona gris.
Ahora todo empezaba a tener sentido. Si existía una nave capaz de robar –y más importante aún, dispuesta a hacerlo– un alma Almacenada delante de las mismas narices de la
Servicio durmiente,
esa era probablemente la
Zona gris.
Si lo que había oído sobre la nave era verdad, había pasado la última década perfeccionando técnicas para manipular los sueños y recuerdos de gran variedad de especies mientras que, según todas las informaciones, la
Servicio durmiente
llevaba cuarenta años en un estado de estancamiento tecnológico, entregada por entero a su no mucho menos excéntrico pasatiempo.

Una expresión de distanciamiento se dibujó por un fugaz instante en el rostro de la imagen del tío Tishlin y entonces dijo:

–Según parece, ahí radica parte de la gracia. El hecho de que la
Servicio durmiente
sea otra Excéntrica no significa que esté más dispuesta que los demás VGS a tener a bordo a la
Zona gris.
La UGC tendrá que mantenerse al margen y eso facilitará el robo de la representación mimética. Si la
Zona gris
estuviera dentro del VGS en ese momento, probablemente no podría llevarlo a cabo sin ser detectado.

Genar-Hofoen volvía a tener aspecto meditabundo.

–Ese artefacto, esa cosa... –dijo–. Casi podría ser una de esas... ¿Cómo las llamáis? Una Paradoja de Contexto Exterior.

–Problema –dijo Tishlin–. Un Problema de Contexto Exterior.

–Hmmm. Sí. Uno de esos. Casi.

Un Problema de Contexto Exterior era una de esas cosas con las que la mayoría de las civilizaciones se encontraba solo en una ocasión, más o menos del mismo modo que una oración se encuentra con un punto y aparte. Para ilustrar los Problemas Fuera de Contexto se suele pedir al interlocutor que imagine que es una tribu en una isla extensa y fértil. Ha domesticado la tierra, ha inventado la escritura o la rueda o lo que sea, los vecinos se muestran cooperativos o han sido esclavizados pero en cualquier caso son pacíficos y están ocupados erigiendo templos en tu honor con todo su excedente de producción. Te encuentras en una posición de poder y control casi absolutos, con la que tus santos antepasados no podrían haber ni soñado y la situación marcha con tanta suavidad como una canoa sobre un césped mojado... cuando de repente aparece en la bahía un pedazo de hierro erizado de púas y escupiendo humo y unos tipos con palos de curioso aspecto echan pie a tierra y anuncian que acabáis de ser descubiertos, a partir de ahora sois todos súbditos del Emperador, a quien debéis hacer unos regalos que se llaman
impuestos,
y a esos hombres santos de mirada luminosa les gustaría mantener una charla con vuestros sacerdotes.

Eso es un Problema de Contexto Exterior. Al igual que la versión notablemente modernizada que les sucedía a civilizaciones planetarias enteras cuando alguien como la Afrenta topaba con ellos antes que, digamos, la Cultura.

La Cultura sufría montones de PCE de menor importancia, problemas que podrían haber resultado terminales si se hubieran abordado de la manera equivocada, pero hasta el momento había conseguido sobrevivir a todos ellos. Popularmente se creía que el PCE que acabara con la Cultura adoptaría la forma de un Enjambre Hegemonizante capaz de consumir la galaxia, una enfurecida civilización Ancestral o una repentina o, de hecho, instantánea visita de los vecinos de Andrómeda una vez que la expedición que se dirigía allí llegara por fin a su destino.

En cierto sentido, la Cultura vivía rodeada constantemente de PCE genuinos, en la forma de civilizaciones Ancestrales Sublimadas, pero hasta la fecha no parecía haber sido afectada o controlada de forma significativa por ninguno de ellos. No obstante, aguardar al primer PCE auténtico era el sedante intelectual preferido por aquellas personas y Mentes de la Cultura que siempre estaban dispuestas a encontrar una amenaza de catástrofe incluso en el seno de una utopía.

–Casi. Puede ser –asintió la aparición–. Pero es posible que el peligro se reduzca un poco con tu ayuda.

Genar-Hofoen asintió y miró la superficie de la mesa.

–¿Y quién está al mando del asunto? –preguntó con una sonrisa–. En estos casos suele haber una Mente que actúa como controlador de incidentes. O como lo llamen.

–El Coordinador de Incidentes es un VGS llamado
No se inventó aquí
–le dijo Tish–. Quiere que sepas que puedes preguntarle lo que necesites.

–Uh-uhh. –Genar-Hofoen no recordaba haber oído hablar de la nave–. ¿Y por qué yo en concreto? –preguntó. Sospechaba que ya conocía la respuesta.

–La
Servicio durmiente
ha estado comportándose de forma aún más extraña de lo habitual –dijo Tishlin con cara de preocupación–. Ha dejado de aceptar nuevos Almacenamientos y ha cortado casi por completo las comunicaciones. Pero dice que permitirá que tú subas a bordo.

–Para darme una buena paliza, sin duda –dijo Genar-Hofoen mientras dirigía la mirada a un lado y veía cómo pasaba una nube sobre los prados del valle que mostraban las paredes proyectoras del comedor–. Probablemente quiere darme un discurso. –Suspiró y siguió mirando la habitación. Al cabo de un momento, volvió a clavar la vista en la simulación de Tishlin–. ¿Ella sigue allí? –preguntó.

La imagen asintió con lentitud.

–Mierda –dijo Genar-Hofoen.

III

–Pero hace que me duela el cerebro.

–Aún así, Mayor. Es de incalculable importancia.

–Solo he mirado el primer párrafo y ya me ha dado un dolor de tres pares de picos.

–A pesar de ello hay que hacerlo. Sea tan amable de leerlo con cuidado y luego le explicaré su significado.

–Que me arranquen los apéndices oculares, pedirle eso a un militar después de una cena del regimiento es una tropelía. –Cinco Mareas se preguntó si la autoindulgencia de los humanos sería una fuente de sufrimiento para ellos. Lo dudaba, por mucho que dijeran lo contrario. Con la posiblemente honorable y posiblemente demente excepción de Genar-Hofoen, parecían sufrir de un cierto exceso de gazmoñería y una cierta tendencia a flagelarse a sí mismos como forma de diversión. Además, estaban tan poco seguros de la naturaleza física que habían heredado, que la habían manipulado de mil maneras diferentes. Es muy probable que creyeran que las resacas eran una molestia y no una circunstancia que contribuía a la formación del carácter, y por ello, en una demostración de miopía, las habían eliminado.

–Me doy cuenta de que es muy temprano y de lo que pasó ayer, Mayor. Pero se lo ruego.

El emisario –al que Cinco Mareas solo había visto en una ocasión, y que tenía la irritante característica de parecer algo así como una versión mejorada del querido y ya fallecido padre de Cinco Mareas– acababa de presentarse en la casa nido sin haber avisado. De no haber sabido cómo funcionaban estas cosas, Cinco Mareas ya estaría pensando en las torturas que iba a utilizar con el jefe de seguridad del nido. Se habían arrancado tentáculos y se habían seccionado picos por menos que eso.

Por suerte, había podido cubrir con las sábanas a su esposa delegada y a las dos vicecortesanas antes de que el maldito ser/cosa hubiera anunciado su presencia entrando flotando en el nido.

Cinco Mareas abrió y cerró el pico delantero un par de veces.

Sabe como si me hubiera picado el culo
–pensó.

–¿No puede decirme sencillamente qué significa la maldita señal? –preguntó.

–No entendería de qué le estoy hablando. Vamos, cuanto antes la lea, antes podré decirle lo que significa y antes podré demostrarle que es posible que esta información le permita, como mínimo, librarse para siempre del yugo de la interferencia de la Cultura.

–Hmmmm. Qué bien. Y como máximo, ¿qué me permitirá hacer?

El emisario de la nave dejó que sus apéndices oculares se inclinaran a ambos lados, el equivalente Afrentador a una sonrisa.

–Cómo máximo, la información de la señal les permitirá dominar la Cultura tan completamente como esta, si así lo decidiera, podría dominarles a ustedes. –La criatura hizo una pausa–. Podría decirse que esta señal presagia el comienzo de un proceso que pondrá la galaxia entera en sus manos y, asimismo, abrirá a su expansión y explotación territorios con los que ahora mismo no pueden ni siquiera soñar. Y
no
estoy exagerando. ¿Cuento ya con su atención, Mayor?

Cinco Mareas resopló con escepticismo.

–Supongo que sí –dijo mientras sacudía los miembros y se frotaba los ojos, volvió a mirar la pantalla y leyó la señal.

ºº UGC
Destino susceptible de cambio
.

ªª VGS
Gradiente ético

& estrictamente tras la aprobación de CE:

Excesión advertida @c18519938.52314

Constituye Advertencia formal de Nivel 0 para Todas las Naves

[(temporalmente secuestrado) –nota textual añadida por el VGS
Sabiduría como silencio
@ n4.28.855.0150.650001].

Excesión.

Precedente-brecha confirmado. Tipo K7^. Clase auténtica imposible de estimar. Su estatus: Activo. Consciente. Contactófila. No invasiva hm. LocEstare: Esperi (estrella).

Primer InCom (suyo, seguido de inmediato por un contacto a través de mi escáner primario @ n4.28.855.0065.59312) @ n4.28.855.0065.59487 en M1-a16 & Galin II por haz estrecho, tipo 4. Emisión de PPA & saludo en el apéndice, x@ 0.7A. Señal sospechosa recogida por ComHaz E-Z/lalsaer, 2ª Era. XContacto bautizado como "I". Única señal registrada.

Mis acciones ulteriores: mantener curso y velocidad, activar escáner primario rasante-desembragado al 50% de aproximación máxima, iniciar un examen pasivo HE completo (sinc./ comienzo de la secuencia de señal tal como se indica más arriba), enviar mensaje preforma solicitando confirmación de recepción a punto de contacto, escáner dedicado @ 19% de potencia y 300% de dispersión de haz en punto de contacto @-5% de punto de salida de escáner primario, instigar una maniobra lineal de aminoramiento y detención exponencial dirigida a punto del tejido @ 12% del alcance del escáner de seguimiento, realizar una comprobación completa de los sistemas, ejecutar una vuelta lenta/4 y a continuación rehacer la trayectoria anterior hasta el punto de aproximación más cercano y detenerme @ curva estándar 2ex. Donde ahora me encuentro.

Características físicas de la Excesión: rad. Esférico 53.54 km, masa (imposible de estimar por influencia del tejido espaciotemporal –localidad ambientalidad planar– estimada por las normas de densidad material locales) 1.45x8^13t. Superficie de cuerpo negro, punteado granular, interior fractal distancia .0012-1344mm, abierto al vacío (filtrado por campo), presencia de campo anómalo inferida por filtración de 8^21 kHz. Categoría K7^ afirmada por topología HE y vínculos Re (inf. & ult). detalles de vínculos Re indeterminados. Archivos de DiaGlif adjuntos.

Presencia de materiales anómalos: varias nubes de detritos altamente dispersos en un radio de 28 minutos, tres de ellas coherentes con destrucción de entidad de nivel tec-casi-equivalente >.1.m3, otra de aprox. 3^8 cartuchos de SAAD-M de calibre .1 parcialmente agotados, otra consistente en restos asociados al interior (atmósfera de O2) de una nave. Esta última se alejaba directamente de la posición actual de la Excesión. Un cálculo del perfil de expansión de las nubes de detritos indica una edad de 52.5 días. Implícitamente, los resto podrían originarse @ en un punto situado a 948 milisegundos de la posición actual de la Excesión. Archivo de DiaGlif adjuntos.

No se han encontrado otras presencias en un radio de 30 años luz.

Mi estatus: H&H, inTacto, L8 seguro tras registro del sistema (100%).

CPADT activados. CPDTCR activados.

Repito:

ERed (inf. & ult.) de Excesión confirmada.

Detalles de vínculo de eRed imposibles de estimar.

Clase imposible de estimar.

Esperando.

@ n4.28.855.0073.64523...

...PD:

Gulp.

Cinco Mareas sacudió los apéndices. Dioses, aquella resaca era terrible.

–Muy bien –dijo–. Ya lo he leído pero sigo sin comprender nada.

El emisario de la nave de guerra
Regulador de actitud
volvió a sonreír.

–Permita que se lo explique.

3. Invitados inesperados
I

La batalla de Boustrago había tenido lugar en Xlephier Primero trece mil años antes. Había sido la última y decisiva batalla de la Guerra Archipielágica (aunque, curiosamente, se había librado cerca del centro de un continente), un conflicto entre las dos primeras naciones imperiales de aquel mundo. La artillería de avancarga y el rifle eran los productos más refinados de la tecnología armamentística de aquel tiempo, aunque la carga de caballería seguía siendo muy apreciada por los militares de alta graduación de los dos bandos, que la tenían por la maniobra más decisiva en el campo de batalla y como la más conmovedora imagen que la práctica del arte de la guerra podía ofrecer. La combinación de armamento moderno y tácticas obsoletas había desembocado, como de costumbre, en un número enorme de bajas en ambos bandos.

Amorphia vagaba entre los muertos y los moribundos de la Colina 4. A esas alturas, la lucha se había desplazado a otro escenario. Los pocos defensores supervivientes que habían repelido el ataque inicial habían recibido la orden de retroceder en el mismo momento en que la siguiente oleada de enemigos emergía de la humareda de los cañones y caía sobre ellos. Los habían masacrado casi hasta el último hombre y los vencedores, tras atravesar el valle poco profundo que se abría más allá, se habían lanzado sobre el siguiente reducto. Los restos de empalizadas, estacas y bunkeres habían sido despedazados por el bombardeo inicial y más tarde por los cascos de la caballería. Los cuerpos yacían por todas partes como hojas retorcidas y desgarradas entre la hierba arrancada y el suelo de denso color parduzco. Aquí y allá, la sangre de hombres y animales saturaba la hierba, volviéndola espesa y lustrosa, y formaba charcos que parecían de tinta negra.

El sol estaba en lo alto del cielo despejado. Solo los restos desvaídos del humo de los cañones ofrecían algún refugio frente a él. Ya habían llegado las primeras aves de carroña –ajenas al ruido de la batalla que seguía librándose no muy lejos– y habían empezado a investigar los cadáveres y los cuerpos destruidos de los heridos.

Los soldados llevaban uniformes de colores brillantes y aspecto alegre, con enorme profusión de hebillas metálicas y gorros muy altos. Sus armas eran cosas alargadas y de aspecto sencillo. Sus picas, espadas y bayonetas, tiradas por el suelo, resplandecían a la luz del sol. Los animales que yacían enredados con los restos destrozados de los trenes de artillería eran bestias grandes y poderosas, que casi no llevaban ornamentos. Las monturas de la caballería, en cambio, estaban casi tan engalanadas como sus jinetes. Todos yacían juntos, algunos en el desplome informe de la muerte, otros sobre un charco de sus propios órganos vitales, otros sin algún miembro, otros en una postura de agonía, con los rostros paralizados en una expresión de sufrimiento, sacudiendo los brazos o retorciéndose o –en el caso de algunos soldados– apoyándose en un miembro y con los brazos extendidos pidiendo ayuda o agua o un golpe de gracia que pusiera fin a su tormento.

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