—Ésa sí que me gustaría verla, tiene buena pinta —dijo aún sonriendo.
—Si te portas bien, puede que te traiga —bromeó Sasha, acercándose—. Y ya sabes lo que
portarse bien
significa que me dejarás usar a Jenis.
—A ver si es verdad…
—Shhh, ya va a empezar.
Las luces se oscurecieron del todo al terminar el
trailer
y ambos anticiparon el comienzo de la película.
Sasha lo besó en los labios, sin percatarse de la mirada de asco que un hombre mayor le dio, y se concentró la explicación de Sean Connery en su papel del español Ramírez, sobre la naturaleza de ser inmortal. Sus manos entrelazaron las Tommy mientras la sala vibraba con la voz de Freddie Mercury cantando
Princes of the Universe
: «
Here we are, born to be kings, we are the princes of the universe
[3]
». Tanta fuerza y emoción expresada en esas simples palabras, entonadas de tal modo que su alma comenzó a volar y se vio a sí mismo junto a Tommy conquistándolo todo sólo por el hecho de estar juntos.
Juntos…
—Esta será nuestra canción —susurró Tommy a su oído, también embargado por la emoción. Sentía lo mismo sin necesidad de comentarlo: era magia… la magia de estar juntos—. Somos los príncipes del Universo.
Sasha asintió, embelesado con el estilo operístico que tan bien manejaba el grupo, estremeciéndose luego ante la crudeza de la muerte del escocés McCleod: había imaginado a Tommy en ese hombre.
Las escenas del pasado se iban entremezclando con el presente. El villano Kurgan en el presente y el pasado, siempre terrorífico; McCleod detenido por la policía en el presente y apresado por sus compatriotas en el pasado, todo tan bien unido que hacía la película fácil de entender.
Cuando McCleod volvió a la vida y fue rechazado por su clan, Sasha sintió una ira que se calmó cuando el escocés conoció a Heather e inició una vida más feliz. Entonces apareció Ramírez en medio de una pomposa presentación y Tommy apretó la mano de Sasha. En la película, el español le explicó a McCleod que eran inmortales y comenzó a entrenarlo.
—Está muy guapo, ¿verdad? —susurró Tommy sin apartar la vista de Ramírez—. Aún con los años que ha cumplido ya, tiene un polvazo el hombre… Me pone mucho…
—A ti te pone todo el mundo —replicó Sasha, robándole a su vez otro beso—. Quisiera ser inmortal…,
—Para follar por toda la eternidad —apuntó Tommy con una sonrisa pícara.
El tiempo pasaba deprisa, entre la acción de la película, la música de Queen y los besos que se robaban. Con
Gimme the Prize
, Sasha se sintió transportado y aún se emocionó más cuando Ramírez mencionó que Kurgan era oriundo de las estepas rusas.
—A mí me pone él —confesó, sin quitar los ojos de la pantalla.
—A ti últimamente te está gustando mucho el cuero negro, me parece —susurró Tommy—. ¿Si me compro unos pantalones de cuero negro bien ajustados te gustare más?
—Hum… puede que sí —respondió Sasha, robándole otro beso—. Pero sería mejor ese corsé de cuero que tiene Richie, con eso podríamos…
El acomodador pasó junto a ellos y se acercó al hombre que estaba detrás. En medio de los susurros, ambos captaron la palabra «maricas». Sasha sintió que le hervía la sangre. Estaban en Inglaterra, donde todos hacían lo que querían… ¿qué podía importarle a ese hombre que se besaran?
Tommy volteó también, pero tuvo que contener la risa porque el acomodador se limitó a mencionar que se hallaban en un país libre, y se retiró a atender a un grupo de chicas que lo llamaban desde adelante.
—Vamos a darle motivos para asquearse. —Tommy casi se echó encima de Sasha mientras lo besaba de la manera más obscena de la que era capaz con
A king of magic
sonando de fondo.
Sasha, encantado con la idea, devolvió con ardor el beso, pero al oír los cuchicheos de mucha gente, optó por lo prudente y apartó suavemente a Tommy.
—Habrá tiempo… hay que ver la película.
—Vale —murmuró Tommy resignado, pero se volvió hacia el hombre que se había quejado y tras lamerse los labios, le sacó la lengua sin que su compañero lo notara.
Sasha estaba lleno de ideas románticas que sin pensar susurraba en ruso al oído de Tommy, vislumbrando un futuro para ellos dos. Pero sus románticas ideas murieron con Heather, la esposa de McLeod, mientras la voz de Freddie Mercury llenaba la sala:
Who dares to love forever…when love must die
[4]
.
Una traicionera lágrima bajó por su mejilla y se abrazó a Tommy, completamente conmovido.
—No es justo, no quiero la inmortalidad si tengo que ver morir a los que amo… Como él —susurró Tommy en sus brazos—. Prefiero ser yo el primero en morir, no podría seguir adelante…
—Yo tampoco podría. No podría soportar que nos perdiéramos.
—Sí podrías —replicó Tommy con una sonrisa apartándose un poco—. Tú eres muy fuerte, eres de acero… Te dolería, no niego que sufrirías. Sufrirías mucho, pero saldrías adelante. Lo sé. —Su sonrisa se amplió y le dio un suave beso en los labios.
Sasha iba a replicar, pero la protesta murió con el beso de Tommy y se quedó muy silencioso, con la mirada perdida en la pantalla.
Continuaron viendo la película, totalmente enganchados por la historia; tan enganchados que cuando Kurgan secuestró a Brenda, Tommy se sobresaltó y acabó derramando su coca-cola encima del traje nuevo de Sasha.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó aterrorizado, sacando un pañuelo de su bolsillo y tratando de limpiarle el pantalón—. ¡Oh Dios, lo siento, lo siento mucho, cielo mío, yo no quería…!
—¡Mi traje… mi traje! —gimió Sasha, mirándose el estropicio, pero la angustia de Tommy hizo que no tuviera corazón para reñirlo—. Calma… tranquilo. Lo limpiaremos, ¿vale? Y tú pagarás la cuenta de la lavandería. —Le sujetó las manos—. Tranquilo…
—Sí… sí… lo llevaremos a la mejor tintorería de Londres… y yo pagaré todos los gastos. Lo siento mucho…
Sasha lo silenció con un beso, para luego, abrazados, seguir soñando despiertos con la película.
—Algún día tendré una cabaña en Escocia —prometió—. Será un lugar donde podamos contemplar los brezales encenderse con la luz del atardecer. Y será nuestro.
—Conozco un sitio así —dijo Tommy entre susurros—. Hay un pequeño lago y un frondoso bosquecito en Glen Affric, un hermoso valle; incluso hay una destartalada cabaña. Fui de campamento cuando era pequeño.
Sasha no dijo nada, pero tomó nota mental del nombre. Se prometió a sí mismo que algún día podría comprar una cabaña en Escocia, y que llevaría allí a Tommy.
El tiempo pasó deprisa, entre estudios, visitas clandestinas a Richie y visitas cada vez más frecuentes a Alex y Angel.
Cuando por fin llegaron las vacaciones, Sasha estaba agotado. Trabajar y estudiar no era fácil, y mucho menos mantener el primer lugar, cosa que había hecho con mucho esfuerzo. Durante ese año había pasado casi todo su tiempo libre con Tommy, pero también había cultivado una sólida amistad con Randy y con Patrick, con quienes tenía largas charlas.
Las vacaciones las pasaría trabajando a tiempo completo en el laboratorio, en la sección de Control de Inventarios, donde Alex lo había enviado debido a algunas inteligentes observaciones que había hecho acerca de ciertos procedimientos.
Eso era una especie de ascenso, aunque Sasha sabía que al concluir las vacaciones volvería a trabajar a medio tiempo. La buena noticia era que Tommy pasaría algunos días con Alex en julio y lo tendría cerca.
—Observa mucho y habla poco —le había aconsejado el viejo Nick—. Y ten cuidado con Sanderson. Es amigo de McAllister. Si mejoras alguna cosa, haz que crea que fue idea suya.
Sasha tuvo en cuenta el consejo. Sobre todo después de lo ocurrido con Sullivan que todavía le guardaba rencor.
El primer mes de vacaciones pasó volando y Tommy por fin llegó. Alex había conseguido que sus padres lo dejaran quince días con ellos y el muchacho se empeñó en pasarlos con Sasha en Greenshaw Hall. El ruso fue difícil de convencer porque eso significaba un gran cambio en su modo de vivir y limitaba sus encuentros con Richie; pero fue el propio Richie quien finalmente lo animó a ir, diciéndole que aprovechara en pasar más tiempo con Tommy.
—¿Te aburres, Sasha? —preguntó Angel una tarde, al verlo en el salón, mirando hacia el patio con nostalgia.
—No, claro que no.
No era del todo cierto. Pensaba en lo difícil que era encontrarse con Richie. La última vez que lo había visto fue en el estreno de
Laberinto
. Los tres se habían divertido muchísimo viendo a David Bowie en el papel de Rey de los Gnomos, a pesar de que la sala estaba llena de niños y sus madres.
—Tommy se siente muy feliz aquí —observó ella, sentándose a su lado—. Me gustaría que tú también te sintieras así.
Sasha sonrió.
—Me siento muy feliz. —Le tomó ambas manos—. Os agradezco mucho lo que hacéis por mí. Sólo pensaba un poco.
—¿Y en qué pensabas?
«En las ganas que tengo de hacer un trío», se dijo Sasha y sacudió la cabeza, apartando la idea.
—Cosas mías… ¿Cómo está el bebé? ¿Se está moviendo?
—Siéntelo tú mismo —dijo Angel, poniendo las manos de Sasha sobre su barriga de ocho meses—. Siempre se mueve al oíros. Casi tanto como cuando Alex le habla.
—Hola, pequeño o pequeña. —Sasha acarició la barriguita y sintió cómo se movía el bebé. No sabían su sexo. Alex y Angel habían preferido la sorpresa.
—Dile «hola» al tío Sasha. —Tommy entró sonriendo y se arrodilló a los pies de Angel para hablarle un poco al bebé.
Esa noche de sábado la pasaron en casa. Sasha había comenzado a encontrar un sabor especial a quedarse hasta tarde charlando con Angel, Alex y Tommy, a quienes comenzaba a considerar de su familia.
Julio trajo el concierto de Queen en el estadio de Wembley. Alex tenía unas entradas de cortesía en la zona VIP; sin embargo, como el embarazo de Angel estaba muy avanzado, habían preferido no ir. Planeaba obsequiárselas a sus amigos y se encontraba discutiendo sobre eso con Sasha.
—Te digo que aceptes, sé lo mucho que le gustará ir a Tommy —insistió Alex a punto de perder la paciencia con su orgulloso interlocutor.
—Ya te lo dije, no puedo pagarlas —replicó Sasha evitando mirar las entradas sobre el escritorio de su amigo.
—Y ya te dije que son de cortesía. C-O-R-T-E-S-Í-A —deletreó Alex—. Eso significa que no hay que pagarlas, son un regalo para el laboratorio por nuestro apoyo en la investigación de ciertas enfermedades. Yo iría con Angel pero en su estado necesita descansar, así que pensé que Tommy y tú deberíais ir. Prefiero que las uséis vosotros a tener que dárselas a otras personas.
Sasha guardó silencio y Alex tomó las entradas, poniéndolas frente a su rostro.
—Se dice que será su último concierto y Tommy nunca los ha visto en vivo. Hay oportunidades que se dan una vez en la vida, ¿qué tiene de malo aprovecharlas? Pero si no las quieres… —Las entradas desaparecieron en el escritorio de Alex.
—Espera —capituló Sasha. Recordaba su primera conversación con Tommy y la promesa que se habían hecho de asistir juntos a un concierto de Queen—. Aunque sean cortesía, quiero pagarlas con horas extras. Puedo trabajar más este verano.
Alex suspiró, sabiendo que nada haría cambiar de idea a su amigo, y le tendió las entradas.
—Está bien. Y ahora desaparece de mi vista, ruso orgulloso.
Sasha se despidió con una brillante sonrisa, sujetando con fuerza las entradas. ¡Iría al concierto de Queen en Wembley! ¡E iría con Tommy!
Tommy no había podido dormir desde que Alex le dijo lo del concierto. Sólo el agotamiento físico acababa por rendirlo y entonces dormía varias horas para luego pasar otros días de insomnio.
Finalmente, llegó el esperado día y Alex los envió a Wembley en su limusina.
—Si vais de VIP tenéis que parecerlo —dijo entre risas.
Tommy no había olvidado lo que le había dicho Sasha en el estreno de
Highlander
y se había comprado unos ajustadísimos pantalones de cuero negro que ahora llevaba, con una camiseta negra con un gran dragón bordado con hilo plateado que le había regalado Richie por Navidad. Parecía un motero con sus gafas oscuras.
Sasha iba vestido con un pantalón y una camisa de lino blanquísimo. La tela tenía muchísima caída y parecía flotar alrededor de su cuerpo. Hacían un extraño contraste, pero Angel les había dicho que se veían guapísimos los dos y que conjuntaban de una manera curiosa.
En la limusina Tommy no hacía más que retorcerse las manos y no paraba de mirar la invitación que colgaba de su cuello: un expuesto trasero con unas largas piernas de mujer sentada en un taburete con la palabra
GUEST
en amarillo y rojo arriba. Esas pequeñas tarjetas que colgaban de sus cuellos les iban a granjear el paso al paraíso. Tommy comenzó a morderse las uñas de nervios.
Una vez en el estadio, la impresión al ver la cantidad de gente que aguardaba allí fue mayúscula. Sabían que las entradas se habían agotado muchos días antes y que las colas para ingresar al estadio habían comenzado muy temprano, pero una cosa era saber todos esos detalles y otra ver a la inmensa multitud que abarrotaba el estadio. El decorado era fabuloso, sus ojos no perdían detalle mientras los conducían a la zona VIP, un sueño hecho realidad para ambos. El corazón de Sasha parecía querer salírsele del pecho, aunque su expresión era de absoluta calma, como si todos los días fuera a ver un concierto de Queen como invitado.
—Cierra la boca o todos notarán que estás babeando —regañó a Tommy en voz baja. Era temprano aún y se quedaron en un rinconcito, mirando llegar a los otros invitados.
—¡Oh Dios mío, mira! Es Mick Jagger —susurró Tommy mientras aferraba con fuerza la muñeca de Sasha. Las gafas tapaban sus ojos totalmente asombrados que miraban al artista que acaba de entrar acompañado con miembros del
staff
—. Y allí esta Brian May con su esposa y sus hijos… —añadió sin apenas respirar y apretando aún más la muñeca del ruso.
—Actúa con naturalidad —dijo Sasha, sonriendo como si nada especial estuviera ocurriendo, aunque su corazón dio un vuelco al ver entrar a Rod Stewart, que los saludó agitando la mano como si los conociera de toda la vida.
Pero cuando vieron aparecer a Freddie toda la compostura de Sasha desapareció y se quedó mirándolo extasiado, incapaz de decir palabra. Un par de metros atrás iba Rock Vulcano, el cual últimamente no se separaba del cantante de Queen.