Read Fragmentos de una enseñanza desconocida Online
Authors: P. D. Ouspensky
Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología
"Este último punto me parece ligado a lo que usted llama el «principio de relatividad». Su principio de relatividad no tiene nada en común ni con el principio de relatividad de la mecánica, ni con el principio de relatividad de Einstein. Es exactamente el que he descrito en el
Nuevo Modelo del Universo
: es el principio de relatividad de la existencia," Aquí terminó mi exposición del sistema de los cosmos desde el punto de vista de la teoría pluri-dimensional.
—Hay numerosos elementos de valor en lo que usted acaba de decir, dijo G., pero falta elaborarlos. Si llega a hacerlo, no tardará en comprender muchas cosas que hasta ahora se le han escapado. Fíjese, por ejemplo, en que el tiempo es diferente en los diferentes cosmos. Puede ser calculado exactamente; en otros términos, es posible establecer con precisión la relación del tiempo de un cosmos con el tiempo de otro cosmos.
"Añadiré solamente esto:
"El tiempo es respiración —traten de comprenderlo."
No dijo más.
Pero, como supimos más tarde por uno de sus alumnos de Moscú, al hablar una vez de los cosmos, y del tiempo diferente en los diferentes cosmos, G. había dicho que el
sueño
y la vigilia de los diferentes seres y plantas, es decir las veinticuatro horas del día y de la noche, constituyen la "respiración de la vida orgánica".
La exposición de G. sobre los cosmos y la conversación que siguió a ésta, atizaron mucho mi curiosidad. Habíamos pasado directamente del "universo tridimensional", con el que habíamos comenzado, a los problemas que yo había ahondado en el
Nuevo Modelo del Universo:
los problemas del espacio y del tiempo y de las dimensiones de orden superior que habían retenido mi atención desde hacía muchos años.
Durante largos meses G. no añadió palabra a lo que había dicho sobre los cosmos. Algunos de nosotros tratamos de abordar estos problemas desde diferentes lados, pero aunque todos habíamos sentido la fuerza latente de la idea de los cosmos, durante largo tiempo no obtuvimos ningún resultado. Teníamos dificultades particularmente con el Microcosmos.
—Si fuese posible tomar al hombre como Microcosmos y al Tritocosmos como la especie humana, o mejor aún como la vida orgánica, sería mucho más fácil establecer la relación del hombre con los otros cosmos, dijo acerca de esto Z., uno de nosotros, quien conmigo se esforzaba por comprender y desarrollar la idea de los cosmos.
Pero cuando tratamos una o dos veces de hablar de esto con G., él persistió en sus definiciones.
Me acuerdo que un día, al irse G. de San Petersburgo —quizás fue en su última salida en 1917— uno de nosotros le preguntó, en el andén de la estación, algo relacionado con los cosmos.
—Traten de comprender lo que significa el Microcosmos, respondió G. Si logran esto, todo el resto, todo aquello sobre lo que me preguntan, se hará claro para ustedes."
Recuerdo que desde entonces, cuando volvíamos sobre este asunto, nos parecía mucho más fácil de resolver desde el momento en que tomábamos al hombre como Microcosmos.
Por cierto ésta era una fórmula, pero que estaba en perfecto acuerdo con todo el sistema que estudiaba al mundo y al hombre. Cada ser viviente —un perro, un gato, un árbol— podría tomarse como un Microcosmos; la combinación de todos los seres vivientes constituía el Tritocosmos o la vida orgánica sobre la tierra. Estas definiciones me parecían las únicas lógicamente posibles. No podía comprender por qué se oponía G. a ellas.
Sea como fuese, algún tiempo después, al examinar una vez más el problema de los cosmos, decidí considerar al hombre como el Microcosmos y al Tritocosmos como la "vida orgánica sobre la tierra".
De esta manera, un gran número de cosas comenzaron a parecerme mucho más coherentes. Un día en el que hojeaba un manuscrito que G. me había dado, titulado "Vislumbres de la Verdad", la historia inconclusa que se había leído en el grupo de Moscú la primera vez que asistí, descubrí en él las expresiones "Macrocosmos" y "Microcosmos"; y "Microcosmos" significaba en ella el hombre:
"Ahora tienen ustedes alguna idea de las leyes que gobiernan la vida del Macrocosmos, y han regresado a la tierra. Acuérdense de aquello de:
"Como arriba así abajo".
Yo creo que ahora sin explicaciones adicionales, ya no rehusarán ustedes el admitir que la vida del hombre individual —el Microcosmos— está gobernada por las mismas leyes."—
Vislumbres de la Verdad
.
Esto reforzó aún más nuestra decisión de tomar el término "Microcosmos" como aplicable al hombre. Pero más tarde comprendimos claramente por qué G. deseaba hacernos aplicar el concepto "Microcosmos" a las magnitudes microscópicas en comparación con el hombre; y hacia lo cual de esta manera él quería dirigir nuestros pensamientos.
Me acuerdo de una conversación sobre este tema. —Si queremos representar gráficamente la interrelación de los cosmos, había dicho yo, debemos considerar al Microcosmos, es decir al hombre, como un punto; en otros términos debemos tomarlo sobre una escala muy pequeña, y de cierta manera a una gran distancia de nosotros. Ahora, su vida en el Tritocosmos, es decir en medio de sus semejantes y de la naturaleza, será la línea que él traza sobre la superficie del globo terrestre al desplazarse de un lugar a otro. En el Mesocosmos, o sea en su relación al movimiento de veinticuatro horas de la tierra alrededor de su eje, esta línea llegará a ser una superficie, mientras que en su relación al sol, es decir al tomar en consideración el movimiento de la tierra alrededor del sol, ella se tornará en un cuerpo tridimensional; en otros términos se convertirá en algo realmente existente, en algo realizado. Pero como el punto esencial, es decir el hombre, o el Microcosmos, es también un cuerpo tridimensional, tenemos por consiguiente dos tridimensionalidades.
"En este caso, todas las posibilidades del hombre se realizan en el sol. Esto corresponde a lo que se ha dicho antes, especialmente que el hombre número 7
deviene inmortal dentro de los límites del sistema solar
.
"Más allá del sol, esto es más allá del sistema solar, el hombre no tiene ni puede tener ninguna existencia; en otras palabras, desde el punto de vista del cosmos siguiente, no tiene existencia propia. El hombre no existe absolutamente en el Macrocosmos. El Macrocosmos es el cosmos en el cual se realizan las posibilidades del Tritocosmos y el hombre sólo puede existir en el Macrocosmos como un átomo del Tritocosmos. Las posibilidades de la tierra se realizan en el Megalocosmos, y las posibilidades del sol se realizan en el Protocosmos.
"Si el Microcosmos, o el hombre, es un cuerpo tridimensional, entonces el Tritocosmos —la vida orgánica sobre la tierra— es un cuerpo de cuatro dimensiones, la tierra tiene cinco dimensiones y el sol seis.
"La teoría científica usual toma al hombre como un cuerpo tridimensional; toma en su conjunto a la vida orgánica sobre la tierra más bien como un fenómeno que como un cuerpo tridimensional; toma a la tierra como un cuerpo tridimensional; al sol como un cuerpo tridimensional; al sistema solar como un cuerpo tridimensional; y también a la Vía Láctea como un cuerpo tridimensional.
"Resulta evidente la inexactitud de esta manera de ver, cuando tratamos de concebir la existencia de un cosmos inferior dentro de un cosmos superior, esto es, de un cosmos más pequeño dentro de uno más grande —por ejemplo, la existencia del hombre en la vida orgánica, o en sus relaciones con la vida orgánica. En este caso, la vida orgánica inevitablemente debe ser tomada en el tiempo. La existencia en el tiempo es una extensión a lo largo de la cuarta dimensión.
"La tierra tampoco puede ser considerada como un cuerpo tridimensional. Sería tridimensional si fuera estacionaria. Su movimiento alrededor de su eje hace del hombre un ser de cinco dimensiones, mientras que su movimiento alrededor del sol hace de la tierra misma un ser de cuatro dimensiones. La tierra no es una esfera sino una espiral que circunda al sol; y el sol no es una esfera sino una especie de huso dentro de esta espiral. La espiral y el huso, tomados en conjunto, podrían tener un movimiento lateral en el siguiente cosmos; pero ignoramos lo que resulta de este movimiento, porque no conocemos ni su naturaleza ni su dirección.
"Además, siete cosmos representan un «período de dimensiones»; pero esto no significa que la cadena de los cosmos termine con el Microcosmos. Si el hombre es un Microcosmos, esto es, un cosmos en sí mismo, entonces las células microscópicas que componen su cuerpo se encontrarán frente a él en la misma relación que él mismo se encuentra frente a la vida orgánica sobre la tierra. Una célula microscópica, situada en el límite de la visibilidad de un microscopio, está compuesta de miles de millones de moléculas que pertenecen al siguiente grado, al siguiente cosmos. Yendo aún más lejos, podemos decir que el cosmos que sigue a este último será el electrón. Así hemos obtenido un segundo Microcosmos —la célula; un tercer Microcosmos —la molécula— y un cuarto Microcosmos —el electrón. Estas divisiones y definiciones, a saber, «células», «moléculas» y «electrones», posiblemente son muy imperfectas; puede ser que con el tiempo la ciencia establezca otras; pero el principio seguirá siendo siempre el mismo y la relación de los cosmos inferiores al Microcosmos será siempre de este mismo orden."
Es difícil reconstruir todas las conversaciones que tuvimos en esa época acerca de los cosmos.
Yo regresaba muy a menudo a las palabras de G. sobre la diferencia de tiempo en los diferentes cosmos. Sentía que allí había un enigma que yo podía y tenía que resolver.
Finalmente, habiendo decidido tratar de coordinar todas mis ideas sobre el asunto, tomé al hombre como el Microcosmos. Tomé al cosmos que viene inmediatamente después del hombre como la "vida orgánica sobre la tierra", a la cual llamé "Tritocosmos" —a pesar de que no comprendía este término, porque habría sido incapaz de decir por qué la vida orgánica sobre la tierra era el "tercer" cosmos. Pero el término importa poco. De esta manera todo concordaba con el sistema de G. Más abajo del hombre, es decir entre los cosmos más pequeños, el más cercano era la "célula". De ninguna manera cualquier célula, ni una célula bajo cualquier condición, sino una célula de cierta dimensión, tal como por ejemplo la célula embrionaria del organismo humano. Se tomaría una célula
ultra microscópica
como cosmos siguiente. La idea de dos cosmos en el mundo microscópico, esto es, la idea de dos individuos microscópicos, que difieren uno del otro tan completamente como el hombre difiere de la célula embrionaria —es perfectamente evidente en la bacteriología.
El cosmos siguiente sería la molécula, y el siguiente el electrón. Ni la definición de "molécula" ni la de "electrón" me parecían muy satisfactorias, pero a falta de cualquier otra, se podían usar.
Indudablemente, tal orden de sucesión introducía o mantenía una completa inconmensurabilidad entre los cosmos, esto es, respetaba la proporción cero-infinito. Y además, este sistema nos permitía construcciones muy interesantes.
Tan solo un año después de haberla oído, la idea de los cosmos fue desarrollada aún más; esto es, en la primavera de 1917 cuando por primera vez logré construir una "tabla de tiempo en los diferentes cosmos". Pero hablaré de esta tabla más adelante.
Sólo agregaré que G. nunca explicó, como lo había prometido, los nombres de los cosmos y el origen de esos nombres.
"Si el grano de trigo no muere, no lleva fruto". Un libro de aforismos. Despertar, morir, nacer. ¿Qué impide al hombre nacer de nuevo? ¿Qué impide al hombre "morir"? ¿Qué impide al hombre despertar? Al hombre le falta darse cuenta de su propia nulidad, ¿Qué quiere decir darse cuenta de su propia nulidad? ¿Qué impide este darse cuenta? La influencia hipnótica de la vida. El sueño en el cual viven los hombres es un sueño hipnótico. El mago y las ovejas. La imaginación. "Kundalini". Los relojes despertadores. El trabajo organizado. Los grupos. ¿Es posible trabajar en grupo sin maestro? El trabajo del estudio de sí en los grupos. Los espejos. El intercambio de observaciones. Condiciones generales e individuales. Reglas. El "defecto principal". El darnos cuenta de nuestra propia nulidad. El peligro de la imitación en el trabajo. "Barreras". Verdad y mentira. Sinceridad hacia si mismo. Esfuerzos. Acumuladores. El gran acumulador. Trabajo intelectual y trabajo emocional. Necesidad de sentir. Posibilidad de comprender con el sentimiento lo que no se puede comprender con la cabeza. El centro emocional es un aparato más sutil que el centro intelectual. Explicación del bostezo en función de los acumuladores. Papel y significación de la risa en la vida. Ausencia de risa en los centros superiores.
—Las preguntas que se me hacen, nos dijo un día G., a menudo se relacionan con textos o parábolas de los Evangelios. A mi parecer, todavía no ha llegado para nosotros el momento de hablar de los Evangelios. Esto requeriría mayor conocimiento. Pero de vez en cuando, tomaremos ciertos textos de los Evangelios como puntos de partida para nuestras conversaciones. De esta manera ustedes llegarán a leerlos como es debido, y sobre todo a comprender que generalmente faltan los puntos más esenciales en los textos conocidos por nosotros.
"Tomemos para comenzar el texto bien conocido sobre la semilla que tiene que morir para nacer. «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto».
[11]
"Este texto tiene múltiples significaciones y volveremos a él a menudo. Pero ante todo, es indispensable reconocer que el principio que contiene se aplica cabalmente al hombre.
"Hay un libro de aforismos que nunca ha sido publicado y que probablemente no lo será jamás. Ya he hablado de él cuando nos preguntábamos sobre el sentido del saber, y el aforismo que les he citado ha sido extraído de él.
"Con referencia a lo que estamos hablando ahora, este libro decía:
«
El hombre puede nacer, pero para nacer primero debe morir; y para morir, primero debe despertar
.»
"En otra parte, este mismo libro dice:
«
Cuando el hombre despierta, puede morir; cuando muere, puede nacer
.»
"Debemos comprender lo que esto significa.
"«Despertar», «morir», «nacer». Estas son tres etapas sucesivas. Si estudian los Evangelios con atención, verán que se trata a menudo sobre la posibilidad de «nacer», pero los textos no hablan menos de la necesidad de «morir», y también muy a menudo de la necesidad de «despertar»: «Velad, porque no conocéis ni el día ni la hora...» Pero estas tres posibilidades: despertar (ó no dormir), morir, y nacer, no se ponen en relación una con otra. Sin embargo, toda la cuestión está allí. Si un hombre muere sin haber despertado, no puede nacer. Si un hombre nace sin haber muerto, puede devenir una «cosa inmortal». Así, el hecho de no haber «muerto» impide que el hombre «nazca»; y el hecho de no haber despertado le impide «morir»; y de haber nacido antes de «morir», este hecho le impedirá «ser».